En una amplia y lujosa oficina, dos sujetos bien vestidos apretaban los dientes en un intento por no estallar en carcajadas, pero luego de unos segundos les fue inútil.

Sasori y Kakuzu se reían con fuerza debido a la reciente adopción por parte de papá Ren. 

-No es gracioso- dijo Itachi con las mejillas ligeramente rosadas debido a la vergüenza que le daba el tema. 

-¡Por favor, es super divertido, jajajajajajaja!-  contestó el chico de cabello rojo. 

-¿También te agarra a besos, pequeño bebito?- se burló el moreno. 

El menor se cruzó de brazos, sin poder creer que sus mejores amigos y colegas le daban la espalda de ese modo, era claro que había sido un gran error revelar lo que ocurrió aquella tarde. 

Kakuzu, al ver el ceño fruncido en la cara de la comadreja le hizo un gesto con la mano a Sasori para que pararán el escándalo, porque lo que menos necesitaba era recibir odio de su mejor empleado. 

-Bueno, ya hablando en serio, ¿cómo permitiste que esto escalera tanto?- preguntó el mayor con curiosidad. 

-No fue así,  Ren simplemente tomó la decisión en ese instante y no supe como decirle que no- respondió el Uchiha. 

-¿Acaso te dio miedo llevarle la contra?- dijo el marionetista. 

-Mira quien habla, los que fueron casi asesinados por aquel maníaco no tienen derecho a tacharme de cobarde- 

Los mayores dieron un pequeño brinco al recordar aquella masacre en el taller, era claro que ese religioso se tomaba las cosas demasiado en serio. 

-¿Y qué piensas hacer al respecto?, ¿actuarás como su hijo el resto de tu vida?- preguntó Kakuzu tratando de ignorar las imágenes de aquella paliza. 

-No, es decir, puede que Ren solo lo dijera por el ambiente que se formó, no creo que hable en serio- 

Y justo en ese momento la puerta fue abierta dejando a la vista a los chicos de la banda, para ser más específicos a Hidan y Deidara. 

-Pero si es mi hermoso esposo- dijo el castaño para incorporarse y recibir al amor de su vida. 

-Labios por favor- y de forma rápida el jashinista ya tenía preso al moreno para darle un profundo beso. 

A pesar de las diferencias de alturas, el pelirrojo cargó de frente al rubio, para también atraparlo en un apasionado momento. 

El Uchiha que veía cómo las parejas se comían sin piedad desvió la mirada tratando de no sentirse incómodo. 

Una vez que las cosas se calmaron, los mayores decidieron preguntar a qué se debía esa sorpresa tan espectacular. 

-Es cierto que los echamos de menos, hm- confesó el rubio. 

-Aunque para serles sinceros estábamos buscando a la comadreja- señaló con su dedo Hidan al pobre chico de grandes ojeras. 

‐¿A mí?, ¿por qué harían algo así?- 

-Solo queríamos entregarte esta información, hm- Deidara dejó caer sobre las manos del mayor varios papeles con diferentes colores y señalamientos. 

-¿Y esto qué es?- 

-Todo lo que debes de saber para poder cuidar bien a Ren, tienes su historia de vida, comidas favoritas, pasatiempos, historial médico, licencia de manejo de armas, postres que odia, lista de enemigos mortales, ya sabes, cosas de rutina- comentó Hidan mientras encogía los hombros. 

De mala gana, el Uchiha dejó la información sobre el escritorio para dedicarles una mala mirada a los menores. 

-No necesito nada de esto- 

-Claro que sí, ahora eres uno de sus hijos, de ese modo será más fácil repartirnos las tareas, hoy debes de verlo a las 8 de la noche y darle algo dulce, mañana nosotros lo llevaremos a tomar cerveza, hm- concluyó Deidara. 

Hubo un momento de silencio hasta que nuevamente Kakuzu y Sasori se echaron a reír, no podían creer la mala suerte de su amigo. 

Derrotado, el Uchiha estrelló su frente contra el mueble deseando que todo esto fuera una simple pesadilla. 

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Mientras tanto, en el centro de la ciudad, cierto florista estaba horrorizado con los nuevos planes del demonio Ren. 

-Y eso sería todo, ¿qué les parece?- preguntó el mayor a sus amigos que no sabían exactamente por dónde empezar, ya que todo en ese relato involucraba varios crímenes. 

Takeo tomó una gran cantidad de aire antes de responderle al padre del año.

-¡Estás completamente demente!, ¡no puedes simplemente ir por la vida adoptando niños y menos si ellos ya tienen una familia!- 

Black, que llevaba todo ese rato en silencio, decidió tomar la palabra. 

-En este caso estoy a favor de la cerecita, tienes buenas intenciones pero en nuestra sociedad lo que quieres hacer es prácticamente un crimen- comentó el dragón para sacar de su bolsillo un paquete de galletas con chocolate.

Un poco ofendido, Ren decidió ponerse firme. 

-No haré nada malo, ese chico tiene una familia horrible, lo único que pretendo hacer es darle un hogar dulce, lindo y cariñoso- se defendió el creyente. 

-¿Acaso vas por la vida ofreciéndole cariño paternal a cualquier alma en desgracia?- preguntó el florista mientras trataba de armar un arreglo de girasoles. 

-No, solo a los que en serio no han tenido la fortuna de tener a un verdadero padre en sus vidas, como ese pequeño Uchiha, o los lectores que siguen este fanfic, los amo mis niños, si necesitan mi ayuda siempre estaré aquí para ustedes- 

Black y Takeo intercambiaron miradas sin entender a quien le hablaba ahora Ren. 

-Creo que ahora sí se volvió loco- susurró el investigador. 

-Siempre ha estado así, pero como ahora lo vemos más a menudo notamos su falta de cordura- dijo el chico de cabello rosado mientras le colocaba a la canasta con flores un listo dorado. 

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