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Black

Ren puso fin a la pelea al percatarse de la hora, debía llegar a casa antes de que sus bebés se levantarán. 

-Fue divertido, pero ya es hora de que me vaya, debo preparar el desayuno- comentó el jashinista para dejar el sillón. 

-Te acompaño a la puerta- dijo el florista ya más tranquilo. 

Ambos caminaron a la salida pero antes que de Ren girará la perilla, decidió despedirse del menor dándole un abrazo para después depositar un beso en su mejilla. 

-Cuidate mucho chico, cualquier cosa puedes llamarme- y así el mayor salió corriendo de la casa esperando que su motocicleta estuviera intacta. 

Takeo se quedó en silencio con sus mejillas sonrojadas. 

-Eso no es normal, no es para nada normal que un hombre bese de la nada a otro hombre- murmuró el florista sin entender porque ese religioso era tan sinvergüenza con las muestras de afecto. 

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Ren tuvo que detenerse en una tienda para comprar algunos ingredientes, tenía pensando impresionar a sus hijos con un increíble banquete, ya que era muy rara la ocasión en que podía tenerlos solo para él y no la iba a desaprovechar.  

Al llegar a su casa se quedó en shock ya que fue recibido por un pequeño rubio que parecía recién levantado. 

-Buenos días papá, hm- lo saludó Deidara. 

-Mi muñequito, ¿qué hacés despierto a esta hora?- preguntó el mayor para después dejar las compras sobre la mesa.  

-Baje a tomar un poco de agua, no tenía idea de que habías salido, hm- contestó el menor tallandose los ojos. 

-Oh eso, solo fui por unas cositas para hacer el desayuno, mi nevera estaba casi vacía- sonrió Ren con la intención de ir a guardar la comida pero fue detenido por el guitarrista. 

-¿Dónde estuviste exactamente?, porque apestas a alcohol y también a basura, hm- dijo Deidara con el ceño fruncido. 

El religioso se tensó al ser descubierto de esa forma, pero guardó la calma para no ser bombardeado por más preguntas. 

-Si, en el camino me encontré con algunos de mis subordinados y creo que se me pegó la peste- explicó el más alto. 

Esa respuesta dejó pensando al chico de ojos azules, algo en esa historia le parecía sospechoso, pero tratándose de su padre lo más seguro es que fuera verdad. 

-Bien, te creo, ya que estoy levantado te ayudaré con la comida, hm- 

-No te preocupes mi hermoso bebé, tu sube y descansa junto a tu hermano- 

-¿Hidan?, pero si él ya se fue, hm- 

Hubo un momento de silencio hasta que el padre del año explotó. 

-¿¡QUEEEEEEEEEEEEEEEEE!?- 

Deidara se tapó los oídos, enojado por ese escándalo tan exagerado. 

-¿¡CÓMO QUE SE FUE!?, ¿¡A QUÉ HORA PASO ESO!?- 

Con toda la paciencia que pudo reunir, el chico sacó su celular para repasar el recado del platinado. 

-Me dejó un mensaje diciendo que Kakuzu lo recogió en la madrugada, me sorprende que no te hayas dado cuenta, considerando que tienes el sueño tan ligero, hm- 

El fanático envuelto en ira y celos, tomó uno de los bancos de la cocina y con todas sus fuerzas lo lanzo al otro lado del cuarto, destruyendo una de las ventanas que daban a la calle. 

Y claro que esa rabieta tan infantil no sorprendió para nada al rubio, ya que no era la primera vez que su padre reaccionaba de esa forma y más tratándose de Hidan. 

-Iré por una escoba, hm- dijo Deidara con calma, notando que su tutor estaba lejos de calmarse. 

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Luego de recoger los cristales y ordenar la casa, los chicos pudieron enfocarse en el desayuno. 

Ambos bromeaban y jugaban con la comida como en los viejos tiempos, a pesar de todo, Ren se sentía agradecido por la compañía de su pequeño hijo. 

Mientras bebían café, Deidara observaba detenidamente a su padre, cosa que el mayor de inmediato noto.

-¿Qué pasa mi dulce pastelito?, ¿necesitas decirme algo?- preguntó Ren con una bella sonrisa.  

Eso puso nervioso al rubio, no sabía cómo plantear la pregunta sin que su padre se fuera a desmayar. Pero al final se armó de valor y con una voz firme encaró a su superior. 

-Si, la verdad hay algo que quiero platicar contigo, hm- 

Ren se rió al ver la valentía de su niño. 

-Claro mi amor, puedes decirme lo que sea- 

-Bueno, lo estuve pensando mucho tiempo y me preguntaba, pues, ¿qué piensas de que vivamos juntos?, hm- dijo Deidara lleno de nervios por la reacción de su padre. 

Y lo siguiente que se pudo escuchar fue un fuerte golpe acompañado de un grito de terror. 

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Por las concurridas calles cierto joven de cabello plateado corría a toda velocidad esquivando y empujando a quien se atravesará en su camino. 

Cómo pudo logró llegar al hospital, dónde de forma brusca entró preguntando por Deidara y Ren. 

Una enfermera se le acercó para darle indicaciones de como encontrar el cuarto donde reposaba su familia. 

Luego de subir cientos de escalones llegó al quinto piso, notando que su hermano estaba apoyado en la fría pared del pasillo. 

-¡RUBIA!, ¿¡PERO QUÉ CARAJOS PASÓ!?- preguntó Hidan tratando de recuperar algo de aire. 

El guitarrista dió un pequeño saltó para después contestarle a su amigo. 

-No es nada grave, solo que al idiota de nuestro padre se le bajó la presión, hm- dijo Deidara haciéndose a un lado para que el creyente pudiera observar el estado de su tutor. 

Ren estaba sobre una cama, por un lado tenía un suero y por el otro lado a un doctor checando sus signos vitales. 

Hidan se tranquilizó al saber que su superior estaba fuera de peligro. 

-¿Por qué de la nada ese imbécil se puso así?- 

-Bu-Bueno, tal vez papá recibió alguna fuerte noticia, hm- tartamudo el rubio. 

El religioso frunció el ceño para después sujetar la ropa del más bajo. 

-Dejame adivinar, le dijiste que te querías mudar con él y por eso Jashin-sama casi se lo lleva al más allá- 

-Tal-Tal vez, hm- 

-¡AHORA SI TE MATO MOCOSO DE MIERDA!- y ahí mismo los chicos comenzaron a pelear asustando a varios del personal médico. 

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Del otro lado de la ciudad, Takeo acomodaba las flores de su local, junto a su hija, que gracias a la medicina y los cuidados de expertos logró recuperar rápidamente su salud.  

-¡Me alegra poder pasar el día contigo, papá!- gritó con mucha emoción la pequeña. 

El mayor le dedicó una sonrisa para luego tomarla entre sus brazos y cargarla. No podía creer que sus suegros la hubieran dejado visitarlo en el trabajo, era casi como un milagro. 

La niña soltó unas risitas encantada de ser tratada como una princesa. 

El momento no podía ser más perfecto, hasta que la puerta principal del negocio fue abierta dejando ver a un hombre de tez blanca, cabello oscuro, peinado con una cola de caballo, vestía de forma elegante, pero sus mangas estaban recogidas dejando ver en uno de sus brazos un tatuaje de un fuerte dragón. 

El misterioso cliente al ver a la pequeña familia hizo una extraña pose, guiño un ojo y por último colocó una de sus manos sobre la cintura. 

-¿Qué me cuentas, cerecita parlante?- 

Al terminar su gran entrada, la hija de Takeo estalló en carcajadas para luego saludar a su invitado. 

-¡Tío Black!- dijo la menor extendiendo sus bracitos hacia ese hombre tan excéntrico. 

-¿Cómo está mi pequeña fresa?- y de un movimiento rápido, el hombre elegante le quitó a la niña de los brazos. 

Takeo soltó un pesado suspiro para luego dedicarle una mala mirada al más alto. 

-¿Qué haces aquí?- 

-A mi también me da gusto verte, tranquilo, no te quitaré mucho tiempo, solo quería dejarle esto a mi querida sobrina- y de su abrigo sacó una tarjeta súper colorida y llena de brillos.  

La hija del florista la tomó entre sus manos con mucha ilusión. 

-Es una invitación para la fiesta de cumpleaños de mi hermosa niña, espero que puedas asistir- sonrió Black. 

-¡Claro que iré, muchas gracias tío!- dijo la pequeña para después abrazarlo con fuerza. 

Takeo giró sus ojos, notando que su amigo depositaba a su hija en el suelo. 

-Mi hermosa sobrina, ¿puedes dejarnos un momento a solas?, tu padre y yo tendremos una plática de adultos- 

-Está bien- contestó la pequeña extendiéndole al mayor su meñique. 

Black sonrió entendiendo el mensaje. 

-¿Me prometes que luego jugaras conmigo?- 

-¡Por supuesto, es una promesa de princesas!- 

-¡Promesa de princesas!- repitió la menor entrelazando los meñiques, para después salir corriendo al jardín que estaba en la parte de atrás del local. 

Cuando los mayores se quedaron solos, Black rodeó a su amigo con ambos brazos. 

-Dime galán, ¿quién era el sujeto que te manoseaba sin piedad?- preguntó el más alto con una sonrisa burlona. 
















Aquí les dejó el capítulo nwn ❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨esperó les guste. 

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