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La pequeña familia salió a cenar y en un intento por hacer enojar a Ren, los músicos ordenaron grandes cantidades de comida. Pero lejos de molestar al creyente, este estaba encantado, ya que una de las cosas que más amaba en el mundo era consentir a sus hijos, así que para él jashinista de gran altura sólo era otra noche mágica de risas y gritos.
Al terminar la velada los menores decidieron quedarse en la casa de su padre, ya que al día siguiente tenían permiso de entrar tarde al trabajo y además sus parejas se encontraban de viaje de negocios.
Con mucha emoción el padre sobreprotector preparó la habitación de sus pequeños de modo que ambos pudieran dormir cómodamente.
Tras darles sus besos de buenas noches, Ren fue directo a su cuarto para poder descansar, de golpe se quitó los zapatos para después colocarse en su suave almohada con la esperanza de tener un sueño tranquilo y profundo.
Al principio todo marchó bien, pero al pasar las horas el hombre de cabello oscuro parecía estar sufriendo. Se retorcía entre las sábanas y sobre su frente corrían algunas gotas de sudor.
Ren soñaba con aquellos días en que su vida no era más que un desastre. Como muchas veces hirió a inocentes solo por diversión y ahí en medio de toda esa destrucción, lo miraba su difunta esposa con lágrimas en los ojos, asustada de ese terrible demonio con sed de sangre y venganza.
Parecía que ese infierno no tenía fin, hasta que un sonido molesto y fuerte lo hizo regresar al tiempo actual.
Del susto Ren se levantó agitado, miró a su alrededor dándose cuenta de que solo fue una terrible pesadilla.
Con calma giró su cabeza para ver qué ese sonido era de su celular, alguien lo estaba llamando.
"¿Quién demonios es?, son casi las 3 de la mañana" pensó el creyente para tomar su aparato y contestar de mala gana.
-Más vale que sea de vida o muerte-
-Yo…. soy un inútil-
Al instante Ren reconoció esa voz tan suave y apagada.
-¿Tomatito?-
-Todos tienen razón, no merezco ser padre-
El religioso frunció el ceño sin entender porque tan de repente su amigo se menospreciaba, si hace unas cuantas horas bromeaba con él en la cocina.
-Ni siquiera el alcohol logra animarme-
-¿Acaso estás ebrio?, ¿alguien está contigo?- eso comenzaba a preocupar al mayor.
-No, yo estoy solo-
-Mandame tu ubicación, iré por ti en este instante- dijo Ren con firmeza mientras dejaba la cama para ponerse unas pesadas botas y agarrar su casco de motociclista.
-No vengas, yo….. estoy bien-
-Un tipo como tú, solo, a altas horas en la noche y borracho, es la perfecta combinación para que te asalten y te muelan a golpes- comentó el creyente terminando de alistarse.
-Pero….-
-Ya deja de protestar y dime dónde estás, créeme que no me estás molestando, yo cuido mucho a mis amigos-
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Tras unos minutos en la línea Ren por fin consiguió la dirección del florista. Salió de su habitación tratando de no hacer ruido, pues sus niños estaban cruzando el pasillo.
"Dudo mucho que se despierten, mis hermosos bomboncitos duermen como unos verdaderos ángeles" pensó el mayor con una gran sonrisa, para después cerrar la puerta con mucho cuidado.
Salió de su hogar lo más rápido que pudo y de un brincó subió a una enorme motocicleta oscura con detalles rojos.
"Más vale que no se haya metido en problemas"
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Ren tuvo que cruzar la ciudad para dar con el bar donde se encontraba Takeo.
Una vez que lo vio casi al borde del desmayo, el mayor lo arrastró hasta la calle y con cuidado lo sentó en la banqueta.
-¿Cómo hiciste para terminar así?- preguntó el fanático tomando asiento a su lado.
Takeo quiso responderle pero un fuerte mareo hizo que se llevará la mano a la boca.
-¡Espera, si vas a vomitar que no sea sobre mis botas de cuero!- gritó Ren para pararse y darle espacio al chico de las flores.
Sin poder contenerlo más el chico comenzó a expulsar todo lo que había bebido.
Se quedaron ahí más de una hora hasta que Takeo se sintió listo para seguir su camino.
-Lamento haberte molestado, ya puedes irte, mi departamento está a unas cuadras de aquí- dijo el menor con dificultad ya que su garganta ardía y su cabeza daba vueltas.
-No seas estúpido, no te voy a dejar caminar así, con tu suerte podrías caerte y matarte en ese mismo instante- comentó Ren con burla para después tomar el brazo de Takeo y colocarlo sobre sus hombros.
Al florista no le quedó de otra más que aceptar la amabilidad del jashinista y así, ambos caminaron por las frías y oscuras calles.
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Justo al abrir la puerta del hogar de Takeo, el fanático pudo percibir un desagradable aroma que lo dejo helado.
-¿Tienes un cadáver en la sala, o por qué huele así?- dijo el más alto tratando de buscar el interruptor para poder prender la luz.
-Te dije que no había tenido tiempo de limpiar-
-¡Aquí está!- grito Ren con alegría pero al momento de que todo el salón se iluminó este soltó un gran grito.
A pesar de que el departamento del chico estaba muy bien decorado, se podía ver el gran descuido por parte del florista, empezando por las grandes bolsas de basura que adornaban gran parte de la cocina, por los pasillos se podían ver manchas de diferentes colores, las paredes parecían coloreadas, en los muebles reposaban recipientes con papas, latas de refrescos, botes de jugo y para rematar en el techo había más de un espagueti colgante.
-He visto escenas de crímen más agradables que este chiquero- dijo el creyente para luego levantar del suelo de madera unos bóxers.
Takeo estaba a nada de protestar pero sus pocas energías abandonaron su cuerpo haciendo que se desmayará aún siendo sujetado por Ren.
-¡No te mueras tomate!- casi en pánico se abrió paso por ese desastre de casa, con la intención de ponerlo cómodo y buscarle algo de agua.
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Al otro extremo de la ciudad, cierto moreno de intensos ojos verdes llegaba a su departamento hecho polvo, esperaba entrar al baño para darse una ducha, pero antes de ponerse cómodo decidió ir al cuarto con la esperanza de ver a su hermoso esposo.
-Hidan, estoy en casa- dijo Kakuzu esperando una cálida bienvenida pero en lugar de ese se encontró con una enorme cama vacía.
"Que extraño, ese idiota dijo que no trabajaría hasta tarde" pensó el avaro para luego marcar al celular del creyente.
Hidan, que estaba acostado al lado del rubio, abrió los ojos con pereza al sentir que su celular sonaba.
Sin mirar la pantalla contestó esperando que se tratara de algo importante de otro modo colgaría sin piedad.
-¿Quién carajos es?-
Hubo un momento de silencio hasta que se dejó escuchar la profunda voz del avaro.
-Soy tu esposo, por cierto, ¿en dónde estás?-
Poco a poco el platinado se incorporó para explicarle las cosas al tacaño.
-Lo siento, creí que no te vería hasta mañana así que me quedé en la casa de Ren-
-Entiendo, entonces, ¿qué quieres hacer?, ¿te quedas ahí o paso por ti?-
Hidan se ruborizo con la idea de ver a su amado.
-Ven por mi, te estaré esperando afuera, no quiero despertar al torpe de mi hermano y mucho menos al payaso de mi padre-
-Llegaré por ti en media hora- y así el moreno le colgó.
Hidan se levantó del suelo, con cuidado de no molestar al rubio con sus movimientos.
Antes de bajar miró la puerta del cuarto de su padre, se acercó con la intención de abrirla, pero antes de girar la perilla se detuvo.
"Ese imbécil tiene el sueño demasiado ligero, será mejor irme de una vez, antes de que el demonio me bloqueé la salida"- pensó el religioso con una pequeña sonrisa para luego bajar las escaleras.
Aquí les traigo el capítulo esperó les guste nwn ❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨❤️✨
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