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Capítulo 34: mentiras.

Martes, 1 de abril.

Los dedos de Remy temblaban mientras intentaba desatar el nudo en sus piernas. Sus pies están atados al comienzo de la silla y los nudos suben por sus piernas. Temblaba. Temblaba frenéticamente intentando deshacer los nudos. Cada vez que jalaba un trozo de la soga, sentía que la apretaba más.

—No comprendo como alguien tendría el corazón de hacerte esto —dijo Heyder cruzado de brazos mirando a su hermano. Remy se detuvo y volteó hacia él.

—Nuestro padre hizo, no es tan difícil de comprender —suspiró volteando los ojos. Jaló la cuerda y sintió que se aflojaba.

—Mi padre no haría esto, no, él no sería capaz.

—Tú viste lo que me hizo, lo que nos hizo. Viste como me golpeaba —Remy frunció el ceño confundido, señalando las escaleras—. Él me golpeó y se fue como si nada.

—¿Estás diciendo...? ¿Me estás diciendo que el hombre que apuñalaste es mi padre? —preguntó Heyder confundido, se descruzó de brazos y camino por el sótano.

—Sí. ¿Qué te pasa? —quiso saber Remy, sintiendo como las cuerdas se iban aflojando más, solo faltaba desenredarlas.

—No... yo no recuerdo, no recuerdo nada. Mi papá... ¿quién es ese hombre que vino? Ni siquiera recuerdo si tuve a una madre. Yo intento, pero no puedo. Solo... solo estás tú.

Remy miró a su hermano aún más confundido.

—No entiendo, ¿a qué te refieres? ¿Cómo qué no recuerdas a nuestros padres?

—Yo... no sé, la única persona que está en mi mente eres tú —expreso Heyder, él realmente intentaba recordar algo, pero nada venía a su mente. Vio como Remy seguía desatando las cuerdas con mucha más rapidez, hasta que por fin se libero del amarre—. Es como si hubiera una nube negra cada vez que pienso, pero tú eres la única luz que veo.

Remy estaba sentando en silencio, miraba al frente y luego a su hermano. No sabía realmente qué decirle. ¿Cómo podía explicar que su hermano no tuviera memoria de nada?

Miró las sogas en el suelo y sintió un peso que se le quitaba de encima como una pluma cayendo del cielo. Todavía seguía temblando, pero aún así tenía que levantarse.

Lento, pero se levantó y se quedó parado por unos segundos para estabilizarse y asimilar lo que estaba haciendo. Intentó dar un paso adelante, y sus piernas se movieron flaqueantes. Un segundo paso, y sus piernas respondieron. Heyder vio todo eso desde un lugar en el sótano. Él se mantenía alejado y parecía abrumado.

—Tú eres luz cada vez que miro oscuridad, pero siento oscuridad cada vez que pienso en ti.

—Necesito salir de aquí —exclamó Remy dando pasos largos hasta las escaleras del sótano.

—¿Y? ¿Qué le pasó en la pierna, Frey?

El ambiente en la sala había cambiaron drásticamente, y por la expresión de Frey él no esperaba que hubiera alguien en casa.

Rebecca estaba parada mirando a su esposo y su atención se dirigía a su pierna. Su esposo había entrado cojeando y literalmente se tiró al sofá.

—Yo solo... iba caminando y me tropecé —balbuceó torpemente el hombre. Realmente lo habían atrapado fuera de base.

Myrna levantó una ceja sin creerle nada al hombre.

—¿Le importaría acompañarme a la comisaría para responder unas preguntas? —Myrna se acercó hasta la puerta de la casa indicándole al hombre que saliera.

—Por supuesto que irá, él ayudará en lo que sea —respondió Rebecca por su esposo, el hombre volteó rápidamente hacia ella y la fulminó con la mirada. Ella solo sonrió.

—Bueno, andando, no tengo todo el día —dijo Myrna saliendo de la casa.

Al llega a la comisaría, todos en la recepción se dieron cuenta que algo le pasaba aquel hombre. Era como si no pudiera aguantar la pierna y estaba casi a rastras. Myrna estaba al tanto de ello y lo primero que hizo al llegar fue buscar a Ranson, afortunadamente lo encontró en el pasillo.

—¿Le encontraste algo a Frey? —quiso saber la mujer ansiosa.

—Sí. Más de lo que crees, su vida es solo una fachada.

—Esta bien, es todo tuyo. Está en recepción.

—Vale.

Ranson sostenía una libreta en sus manos, llegó hasta la recepción y vio al hombre sentado.

—Señor Frey, ¿podría acompañarme? —señaló el pasillo, el hombre se levantó. Ranson rápidamente se dio cuenta de la pierna y lo mucho que le costaba caminar—. ¿Qué le pasó? ¿Está bien?

—Sí, solo fue un maldito perro —dijo Frey restandole importancia.

Ranson frunció el ceño y caminaron hasta llegar a una oficina. Entraron y Ranson cerró la puerta.

—Bien, tome asiento. Contestará algunas preguntas y espero que sea honesto.

Frey asintiendo removiéndose en la silla inquieto.

—Primero que nada, cuando le pregunté si tenía más hijos, ¿por qué mintió?

—No creí que tuviera importancia.

—¿No era importante saber si tenía más hijos? ¿Hijos con los Remy pudo haber estado?

—Mire, lo de Heyder sucedió hace mucho tiempo, no lo vi relevante —resopló Frey tocándose la pierna.

—Bueno, yo creo que es más que relevante el hecho de que tuviste un hijo que fue secuestrado, y que ahora tengas otro hijo que este desaparecido. No sé, me resulta extraño.

Frey se quedó en silencios por unos segundos y luego respondió.

—Le dije que no tengo más hijos porque es así como me siento. Después de que pasó lo de Heyder, solo quedó Remy, y sólo era él.

—Bien, entonces, ¿cuánto tiempo lleva trabajando?

—Unos seis años, no sé, tal vez más.

—¿Y cuándo fue la última vez que fue al trabajo? —preguntó Ranson mirando fijamente a Frey. El hombre estaba sudando y no dejaba de apretarse la rodilla.

—Hoy en la mañana, ¿eso qué tiene que ver...?

—Me parece curioso ya que la empresa Glovers Corporations cerró hace siete años.

Hubo un silencio muy incómodo en la sala durante unos segundos y lo único que se escuchó fue el sonido de la tela del pantalón de Frey haciendo fricción con sus manos.

—Entonces, Frey, si la empresa donde usted dice que trabaja cerró hace casi una década, ¿cómo hace para conseguir dinero? Porque debe ser difícil mantener una casa así, en una urbanización tan privada.

—Yo... hago lo que sea para mantener a mi familia, ¿no? Eso hacemos los hombres —respondió nervioso el hombre. Habían unas pequeñas gotas de sudor su frente.

—Pues entonces serían muchas cosas por hacer Frey, con una casa tan grande tendría que conseguir mucho dinero. Se paga luz, agua, y muchas cosas más, ¿no?

Frey tragó profundo y pasó una mano por su frente.

—No estoy orgulloso de todas las cosas que he hecho, pero un hombre hace lo que sea por cuidar a su familia. Yo... en ocasiones he tenido que ofrecer... servicios sexuales a cambio de dinero.

—Wow, ¿y la gente paga por eso? —Ranson soltó una pequeña risa señalando al hombre.

—No tienes idea de lo que la gente es capaz de hacer por sexo —Frey dio una pequeña sonrisa a Ranson, el oficial dejó de sonreír.

—Hay una cosa más en la que me mentirte, Frey, y es en tu matrimonio —señaló el oficial—. No es el matrimonio ideal que me dijiste.

—Ningún matrimonio es perfecto —se encogió de hombros el hombre.

—Ya, pero abuso doméstico, alcoholismo, no son buenos antecedentes.

—No fue la mejor época, no estaba en mi mejor momento. Habían muchas deudas y los problemas iban en aumento —explicó, sostuvo su pierna con una mano y Ranson lo vio.

—Levántese el pantalón.

Frey miró al oficial y le dio una pequeña sonrisa.

—Oficial, primero tiene que pagar...

—No esto jugando. Levántese el pantalón, ahora.

Frey dudó unos segundos pero después fue subiendo el pantalón lentamente, había un trozo de tela amarrado a su pierna. Estaba manchado de sangre y lucía sucio. El oficial tomó el pedazo de tela y la fue separando.

Frey soltó un pequeño gruñido y después Ranson quitó toda la tela.

—¿Cómo se hizo eso?

—Fue un perro, me mordió —dijo el hombre.

—Eso no parece la mordida de un perro —murmuró Ranson viendo la herida en la pierna de Frey, eso no parecía la mordida de un perro. Ni siquiera había dientes marcados. La raja horizontal más bien parecía un corte, parecía algo profundo.

—Oficial, ¿podría traerme un poco de agua?

Ranson lo pensó unos segundos y asintió. Salió de la oficia y fue hasta su escritorio. Vio a Myrna haciendo algo en la computadora.

—Olvidé tomar la foto del chico. ¿Qué te ha dicho Frey?

—Sus declaraciones son inconsistentes, tiene una respuesta para todo. Ni siquiera parece afectado, su hijo está desaparecido y ni siquiera ha soltado una jodida lágrima.

—¿Lo dejaste solo?

—Vine a traerle agua —dijo agarrando una botella que estaba encima de su escritorio.

—Que amable.

Ranson resopló negando mientras se devolvía a la oficina. Al llegar vio que la puerta estaba entre abierta. Fue rápidamente y entró, dándose cuenta que no estaba. Frey no estaba ahí.

Salió corriendo de la habitación mientras sacaba el radio de su bolsillo y volvía a su escritorio.
Myrna lo miró confundida.

—¡No está, Frey no está! —gritó Ranson alarmado.

—¿Qué? ¿Cómo que no está?

—¡Se fue! ¡Escapó, mierda!

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