Capítulo 16: viejo amigo.
9 años atrás...
—¿Listos, niños?
Heyder y Remy terminaban de comer apresurados mientras su padre los espera desde la sala. Rebecca estaba sentada viendo la televisión.
—No hagan esperar a su padre, niños —insistió Rebecca mientras miraba el reloj de la sala.
—Yo ya estoy listo —se adelantó a responder Heyder.
—¡Yo también!
Ambos niños se levantaron apresurados, recogiendo sus mochilas y poniéndoselas al hombro.
Frey se despidió de su esposa con un beso y le deseo un buen día, ella le correspondió igualmente.
—Bueno, todavía nos quedan veinte minutos para llegar al colegio —apuntó mirando hacia su reloj—. Suban al carro.
Obedientemente los niños acataron la orden ejercida por su padre y rápidamente ya estaban cerrando la puerta del coche. Ambos niños se habían sentado atrás.
Frey por su parte se encontraba sentado de piloto mientras miraba por el espejo retrovisor.
—¿Heyder? —el mayor llamó al menor viéndole a través del espejo.
—¿Sí, papá?
Frey se volteo por encima del asiento del piloto e inspeccionó a su hijo.
—¿Qué haces que no te veo ahí sentado? —señaló el asiento del copiloto.
Heyder pensó unos segundos antes de pasarse al asiento del copiloto donde su padre lo miraba con una mirada desaprobadora.
—Que no se vuelva a repetir.
—Perdón. Lo olvidé —Heyder se mordió el labio mientras bajaba la mirada.
El mayor solo negó mientras ponía en marcha el auto. Heyder lucía cohibido sentado en ese lugar, mientras recostaba su cabeza del espaldar de la silla, pensó en por qué no había desobedecido.
Remy no entendía cuál era la fijación de su padre con su hermano. Siempre que estaban juntos los menores, el mayor encontraba la excusa para separarlos. Empezaba a pensar que su papá lo rechaza.
Seguía pensando aquellas cosas mientras el auto seguía en movimiento, sin tener idea de lo que sucedía realmente en ese lugar.
Habían llevado cinco minutos antes de lo previsto, debido a que Frey conducía a una velocidad moderadamente alta, y de que tenía una ganas—extrañamente—de llevar a sus hijos al colegio.
Heyder fue el primero en bajarse del auto seguido de Remy. Y como su presencia cruzó la puerta del auto, su personalidad también lo hizo. Ahora Ezequiel tomaba las riendas. Y Remy sabía eso perfectamente.
Frey también se bajó del vehículo y tanto como sus pies pisaron el suelo de asfalto su mirada reconoció entre unos de los tantos rostros del lugar a un hombre que no pensó que estaría ahí.
—Vaya, Ronald, quién diría que te preocupas por tus hijos —espetó Frey mientras se acercaba al mayor que no sobrepasaba los cuarentena años. Instintivamente, volteó y su miraba se convirtió en una de sorpresa y confusión.
—Frey, pero hombre, cuánto tiempo ha pasado —alegremente estrechó su mano con la de Ronald en un saludo fraternal.
—No tanto tiempo como el que pensé, aún recuerdo que tienes hijos —ironizó mientras el susodicho se carcajeaba.
—¿Y tú qué cuentas? ¿Tienes hijos? —preguntó mientras veía detrás del hombre, pero no había ningún niño ahí.
—Por supuesto, tengo dos preciosos hijos —contestó inflándose el pecho de orgullo.
—Vaya, que poco ego.
—Deben de estar por allá. Ah, míralos ahí —Ronald volteó hacia donde señalaba Frey, y efectivamente habían dos niños jugando en un columpio.
—El mío debe de estar revolcándose por ahí —rió Ronald, mientras miraba a los pequeños jugar—. Si que te salieron idénticos, eh.
—¿Qué te puedo decir? No se les escapó nada de su madre, salieron con esa juventud que tanto la caracteriza.
El mayor parecía fascinado hablando de sobre su esposa con uno de sus tantos colegas de universidad.
—El mío de su madre no sacó nada, es testarudo hasta la mierda como yo —expresó, mientras Frey solo negaba con una media sonrisa.
—Aún recuerdo cuando estábamos en la universidad, aquellos tiempos... fueron inolvidables.
—Sí, buenos tiempos —concordó Ronald, mientras la nostalgia lo invadía—. Aún recuerdo cuando compartíamos pasatiempos.
—Yo igual.
—Tienes razón, tienes unos hijos preciosos —recalcó el mayor mientras miraba a su amigo—. Me traían a memoria, y pensaba que...
—No te los voy a compartir.
El timbre de entrada sonó.
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