Domingo, 29 de marzo.

—Tuve una idea para ese cuerpo pálido y flacucho que tienes —comentó Frey sentado en una silla al frente de Remy.

Remy se había despertado hace varias horas y todo el lugar estaba absolutamente oscuro. No fue hasta que Frey bajó que encendió la luz y se dio cuenta que su pesadilla no era sólo un sueño

Sí había bajado al sótano, y sí había visto a su padre...

Era peor pensarlo que sentirlo.

Al principio había forcejado, pero fue inútil, duró varias hora tirando de sus manos solo para que se lastimaran y él se cansará.

Y ahora, con su boca tapaba, y sus manos y pies amarrados a una silla, observaba como Frey lo miraba con aquello que hacía estremecerlo, aquello que sabía pero no reconocía. Lo que alguna vez temió y no se atrevió a gritarlo.

—Pero antes de hacer cualquier cosa, me aseguraré de que no sufras —Frey se levantó y se dirigió a la derecha de Remy, donde se encontraba una pequeña mesa con varios elementos, entre uno de ellos una cinta adhesiva.

El corazón de Remy se oprimió y las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. Sabía que era inútil gritar porque; ¿cómo pedir ayuda si no hay salvavidas que te rescate? Y eso él lo sabía muy bien.

Frey arrancó un pedazo de cinta que sostuvo en sus manos.

—No llores, pequeño. Arruinaras el maquillaje —palmeo la mejilla de Remy mientras el menor fruncía el ceño—. Mientras estabas durmiendo te preparaba para el show, solo hacia falta que despertara el actor principal. Y esto fue lo que traje para ti.

Frey cogió una bolsa negra que estaba debajo de la silla en la que había estaba sentado y saco una peluca negra junto con un vestido y ropa de encaje, cintas, pulseras, y muchas prendas y accesorios más.

Remy intentó gritar pero era en vano. Frey solo lo veía sádica-mente.

— ¿Tienes algo que decir? —preguntó, mientras arrancaba la cinta que le cubría la boca a Remy—. Si gritas, te corto la lengua.

—¿Q-qué vas h-hacerme? —la voz de Remy salió como un gemido lastimero apenas audible.

Frey sólo lo miró como si aquello fuera una broma.

—No mereces el derecho de hablar —expresó, caminó hasta quedar enfrente de Remy y le sostuvo las mejillas—. ¿Ves eso que está allí?

Frey señaló a la izquierda del sótano, debajo de las escaleras dónde había una mesa con un monitor y una pc.

Remy vio como no tan a lo lejos, había una cámara que se estaba proyectando en la pc, en donde se veían su padre y él.

Lo estaba grabando.

Frey saludó a la cámara y la misma imagen se proyectó en la pc.

—¿Para qué me estás grabando?

Frey lo miró y frunció el ceño mientras rascaba su mentón.

—Piensa en todo lo que le pasó a tu hermano y obtendrás la respuesta.