Plan flan | SasaRo
Género: G, fluff doméstico.
Tema: Corregir exámenes a última hora y tratar de aliviar el estrés (?
Notas: Este OS casi me hartó porque lo empecé pensando que sería cortito (ERA UNA IDEA CORTA EN MI CABEZA) y lo haría en máximo tres días, pero he demorado como DOS SEMANAS porque se me extendió. En fin, aquí tienen un RoSasa más con bromas bobas hasta en el título de mi parte 😂 Y sí, decidí cambiar el diseño de los separadores y la fotito con el título, je. Algún día aprenderé a editar lindo.
Si calificar exámenes siempre ha sido una de las partes tediosas del trabajo, que su lapso para corregirlos fuese reducido un par de días para no dejar nada pendiente durante los días que se quedaría en Chuuoku para la batalla de divisiones no hace más que empeorarlo.
Le han dado hasta mañana para entregar las notas, ya es de noche y todavía le falta alrededor de la mitad de las evaluaciones. No es que haya procrastinado, es solo que no había tomado en cuenta los ensayos extra que tendría con su equipo ahora que falta tan poco para el enfrentamiento ni mucho menos lo aleatorios que serían por lo complicado que es coincidir con Rei. En serio, ese viejo y sus extraños horarios libres de negocios sucios le estropearon todo.
Si desea dormir lo suficiente para no aparecer con ojeras en sus clases de mañana, no puede permitirse descansos ni interrupciones. Le desagrada mucho que sea así, porque es probable que deba simplificar sus correcciones en lugar de dedicarles su debido tiempo. Espera que la mayoría de los exámenes que quedan estén resueltos a la perfección; además de ahorrarle varios minutos, le alegraría una prueba tan clara de que sus estudiantes sí aprenden bien con él a pesar de todo.
—He llegado. —Respira hondo y lleva las manos a sus sienes. Estaba tan concentrado que no escuchó las llaves ni la puerta abrirse. De no ser por su costumbre de canturrear como si estuviera entrando a su propia casa en vez de disculparse por irrumpir en otra, Sasara le habría dado el susto de su vida al tomarle los hombros por la espalda—. ¿Tienes mucho que hacer?
—No has podido escoger peor momento para venir —admite sin dudarlo.
—Hm, ¿lo crees? Yo pienso lo contrario.
—¿No estás viendo-...? Ah... —Voltea a verlo, mas su pregunta es interrumpida cuando los dedos de Sasara presionan su espalda.
—Sí, estoy viendo que estás muy tenso. —Continúa el masaje.
Aunque sea inútil después de que se le escapara ese primer sonido, Rosho se esfuerza en no soltar otro más que delate el alivio que le está brindando. Duda que esto escale más allá como en otras ocasiones, se nota que su intención solo es relajarlo un poco, pero no puede aceptar una ayuda que le impida avanzar mientras la recibe.
—Sasara, déjame corregir. Puedes hacer eso cuando termine, si quieres.
—¿Cuándo terminarás? —Se detiene, al menos, aun si sus manos continúan en su espalda.
—No sé, dame unas horas.
—Eso es mucho —refunfuña.
—Esto también es mucho. —Señala con el bolígrafo a la pila de exámenes pendientes. Sasara rezonga en respuesta y siente cómo apoya la cabeza sobre la suya—. Puedes quedarte si no me molestas.
—¿Eh~? ¿Estoy molestándote ahora?
—Bueno, no me estás dejando seguir...
—Vale, vale. —Aparta las manos. Rosho ahoga una risilla por la obvia interrupción—. No tienes que decirlo. Te esperaré.
—Puedes dormir primero, también. —Aunque en parte lo diga porque así le sería imposible entorpecerle el trabajo, está siendo bastante honesto. Puede que lo atrape el sueño antes de que acabe todo.
—No pienso hacer eso ahora —rechaza la opción.
Lo escucha dirigirse al baño. Si no se sabotea a sí mismo con el deseo de ducharse juntos o de más bien ensuciarse donde deberían limpiarse, le está regalando unos cuantos minutos de tranquilidad que deberá aprovechar al máximo. Conociendo a su pareja, volvería a intentar algo —fuese una distracción total o solo otro método de relajación que lo ralentizaría— en cuanto saliera de ahí.
Se sumerge en las palabras y en los números lo suficiente como para eliminar a unos cuatro o cinco pendientes del montón para el momento en que Sasara vuelve a su vista periférica. Comete el error de voltear a verlo directamente, por lo que se apura en regresar la mirada a su calculadora. Está caminando hacia la cocina en solo bata de baño. Si su plan es entretenerlo con tentación, no se lo permitirá.
—¿Al menos cenaste?
—Sí. —No había sido mucho, nada más lo que quedaba de una caja de cereal, mas lo deja sin especificar. Sasara no necesita saber un detalle que le dé ideas.
—Está bien, entonces.
Siguiendo los ruidos que hace, supone que tomó agua y ahora se ha ido a la habitación. Desearía que fuera a dormir, pero ya está avisado de que eso no pasará pronto. De todos modos, no piensa demasiado en ello. Se enfoca de nuevo en no equivocarse al ingresar los números para calcular una calificación más.
Medio examen después, Sasara está otra vez a su lado. Se ha vestido, por lo menos, aunque haya tomado una sudadera suya que le queda enorme y cubre una buena parte de los interiores que lleva debajo, nada más. Le provoca darle vistazos, sí, pero no lo altera lo suficiente como para olvidarse de que va a contrarreloj y lanzársele encima.
—Este no parece ser muy buen estudiante —comenta por todo lo que está marcando en rojo.
—Y por eso mismo agradecería que no me desconcentres... y no es que sea mal estudiante, solo tiende a no revisar los ejercicios al terminarlos o a quedarse sin tiempo para arreglarlos si se da cuenta. —No puede evitar defenderlo, por tontos que considere esa clase de errores.
—Oh, ¿como confundir los signos?
—Sí, cosas así. El procedimiento es correcto, pero los resultados... —suspira. Cuando él mismo era estudiante, no tropezó así más de un par de veces, pero sí llegaba a preguntarse si los profesores no sentirían pena por esos casos. Sus padres son de a los que solo les interesa si la solución es correcta y, de no serlo, eliminan todos los puntos. A Rosho no le sale ser tan duro, aun si no tener que calcular cuánto otorgarles por la porción que está bien hecha es mucho más rápido.
—Saber hacerlo pero que salga mal es lo más frustrante. —Sisea un poco, empático. Está por asentir hasta que siente una palmada en la espalda.
—Hey —advierte. Más bien, le ha permitido hablar demasiado como para que ahora regrese al masaje.
—¡Aún no hago nada, aún nada! —Levanta las manos cual criminal a punto de ser esposado.
—¿Aún? —Arquea una ceja.
—Solo quería darte esto para pasar el rato amargo —dice a la vez que le deja un puñado de caramelos sobre la mesa.
Ignora lo que probablemente fue un intento de chiste para solo enfocarse en los dulces. Lo conveniente sería solo aceptarlos, pero...
—¿No son los que comes para no fumar?
—No te preocupes por eso, tengo todos estos~ —Saca una cajita transparente llena de pequeños caramelos blancos del bolsillo de la sudadera y la sacude.
—En serio, ¿cuánta azúcar consumes al día?
—Rosho, el azúcar es un sustantivo no contable, ¿recuerdas?
—Idiota. —Le da un manotazo en el pecho con el dorso de su diestra. Eso se ha sentido como si revirtiera su dinámica en la comedia, aun conservándola como solía ser, de cierto modo.
A Sasara solo se le escapa una risilla y rodea la mesa para sentarse frente a él. Rosho ya había vuelto a ver hacia abajo para reanudar la corrección, pero levanta solo la mirada con una pizca de interrogación en los ojos.
—Ignórame. —Bate una mano en el aire al darse cuenta.
Devuelve la vista al examen. Como si fuera tan fácil ignorar la presencia de Sasara, claro. Al menos va a intentarlo sin que se le note el esfuerzo.
Los primeros minutos son sencillos, ya que Sasara de verdad colabora al solo dedicarse a revisar quién-sabe-qué en su celular. Está sumando los puntos de la segunda evaluación desde entonces cuando lo invade la sensación de ser observado. Trata de no hacerle caso, mas la incomodidad lo supera después de anotar la calificación.
—¿Qué? —suelta a secas cuando confirma su sospecha.
—No olvides los caramelos, Rosho.
—Ah... —Cierto, no le gustaría desperdiciar esa ofrenda. Aunque le haya enseñado una caja recién comprada de caramelos, se sentiría mal si terminara sin comerse ninguno de los que le regaló; después de todo, le ha donado parte de sus reservas para controlar el estrés. Escoge uno de menta y le retira el envoltorio.
—Esto prueba que estás muy estresado. Normalmente, puedes ir comiendo algo mientras lees, pero ahora ni te acuerdas de que tienes caramelos aunque solo tengas que desenvolverlos para comértelos.
—Solo estoy concentrado —le resta importancia, caramelo ya en boca.
—Tu cara y tu espalda dicen otra cosa.
—¿Mi cara?
—Tal vez no lo notes porque tener el ceño fruncido es normal en ti, pero no tanto. —Estira un brazo hasta alcanzar su entrecejo con la punta del dedo índice. Hace presión allí con un pequeño movimiento circular—. Aunque seas dulce, es muy pronto para que te vuelvas una pasa.
De no ser por su dedo, el gesto se habría acentuado con eso.
—¿Y qué quieres que haga? No me has dejado probar si el caramelo funciona para relajarme. —De hecho, por tanta charla ni siquiera lo ha saboreado del todo, pues se ha visto forzado a aislarlo contra el interior de su mejilla para hablar.
—Hm... —Recoge el brazo para ahora usar esa misma mano como soporte de su barbilla—. Es que pensaba que sería bueno si tomaras una pausa para refrescarte un poco.
—No tengo tiempo que perder, Sasa-...
—¡Solo en lo que se acaba el caramelo! No serán más de cinco minutos.
Rosho se endereza, cruza los brazos y lo mira fijo. Tiene las de ganar esta vez.
—Entonces, puedo hacer esto —con la boca cerrada, lleva el caramelo entre las muelas y lo muerde con fuerza. La inhalación repentina de Sasara al escuchar cómo lo tritura en cuestión de segundos le hace perder la expresión seria que quería mantener. Al menos, sonreír con suficiencia no le resta nada a la satisfacción del momento—... y será menos de un minuto —completa después de tragar.
—¡No! —Esta victoria lo vuelve inmune a lo ruidoso que está siendo. Un Sasara boquiabierto por un plan que sale mal no es algo de todos los días—. ¡No, no, no, no, no! ¡Si quisiera que hicieras eso, te daría hielo!
—También me refrescaría, pero la menta no me congelará el cerebro, al menos. —Se encoge de hombros.
¿Por dónde iba? Ah, sí, a guardar un examen más en la carpeta de corregidos para pasar al siguiente. Ahora que es Sasara quien cruza los brazos, es más fácil ignorarlo. Es más, debe admitir —jamás en voz alta— que esto último le ha mejorado el ánimo, aun si ha funcionado de una manera distinta a la que el otro había planeado. Quizás él también lo ha notado y solo por eso no se queja más.
El efecto dura alrededor de veinte minutos en los que hubo una buena racha de exámenes con muy pocos errores —si los había— y hasta abrió un segundo caramelo —que sí consumió como es debido—; pensó que Sasara buscaría revancha, mas no hizo comentarios al respecto.
—Ya tienes mala cara de nuevo. —No hasta que le toca descifrar el desorden que suele hacer uno de sus estudiantes en particular. No comete tantos errores, pero es complicado seguirle el ritmo a lo que anota.
—Solo será por este examen. —Que le hable le recuerda que aún hay varios caramelos a su disposición, por lo que suelta el bolígrafo por un momento para agarrar uno, solo que Sasara lo evita al colocar una mano sobre la suya.
—Tengo pensado algo mejor —aclara mientras se pone de pie. Acaba soltándolo porque es inevitable al caminar hacia la cocina.
—¿Qué vas a hacer ahora? —Lo habría seguido con la mirada de no ser porque opta por aprovechar los pocos segundos sin interrupciones que le quedan hasta próximo aviso.
Transcurren unos segundos en los que Sasara solo tararea alguna melodía aleatoria, probablemente inventada. Lo oye abrir el refrigerador, también. ¿Será agua? Le vendría bien, en realidad; hace rato no se hidrata, la taza de té que preparó antes de empezar está vacía desde hace mucho. Le dará las gracias si le trae un vaso.
—A esto le llamo —dice justo antes de aparecer frente a él con un pequeño plato y cucharilla que pronto pone sobre la mesa— plan flan.
Y ahí perdió su oportunidad de recibir un sincero agradecimiento.
—¿Qué haces? —Alza una ceja—. Lo estoy guardando como premio cuando termine.
—Es un buen incentivo, pero, ¿por qué no premiarte ahora por tu avance?
—¿Y qué me comeré después para motivarme? —En respuesta, Sasara simplemente sonríe sin separar los labios—. Estaré muy cansado para eso.
—Entonces te daré el masaje que me negaste antes.
—Sí quiero el masaje, pero no comer ahora.
—¿Por qué? No es normal que rechaces un flan.
—Ya lo dije, lo quiero al final. Ahora solo perdería tiempo.
—¿Cuál sería la diferencia? —Inclina la cabeza a un lado—. Te lo comas ya o después, terminarás de hacer las dos cosas a la misma hora; ¡el orden no alterará el resultado!
—No metas la propiedad conmutativa aquí, no aplica. Me gusta saborearlo. Si me lo comiera ahora, lo haría apurado, así que no lo disfrutaría de la misma manera.
—Pero terminarías antes, ¿me equivoco?
—Ah, bueno, sí —trastabilla un poco. Siente que lo ha guiado derecho a la piedra de un camino que debería tener memorizado—, ¡pero ese no es el punto!
—No, ya entendí tu punto. No quieres el flan, así que me lo comeré yo. —Levanta el plato con su cucharilla para retirarse.
—¡¿Ah?! ¡¿A dónde vas?!
—Te haré el favor de no comérmelo frente a ti yendo a la cocina.
—Si vas a ir a la cocina, ¡simplemente vuélvelo a guardar!
—No-o —canturrea a medias—. Ya lo saqué, alguien tiene que comérselo.
El ruido que hace al sentarse debe ser adrede. Como no lo ve desde aquí, tiene que haber sido su forma de hacerle saber que va muy en serio, aunque existe la posibilidad de que lo esté actuando para que se levante a comprobar si está cumpliendo su amenaza. Rosho no quiere caer en una trampa así, está muy seguro de que lo que le seguiría sería Sasara arrastrándolo a también sentarse para comer lo que le pertenece y eso sería tomar la pausa que tanto le ha estado sugiriendo; sin embargo, tampoco desea perder otro flan más en manos —¿boca?, ¿dientes?— de su pareja, así que es hora de balancear prioridades. ¿Una interrupción de unos pocos minutos o arriesgarse a quedarse sin postre?
—Te gusta un poco menos dulce que a mí, pero está delicioso~
Decide que dormir unos minutos más tarde será menos doloroso que Sasara equivocándose de flan cuando lo mande a compensarle el que le debería.
—¡No te lo regalé como para que te lo comas! —Al llegar al marco de la puerta de la cocina, encuentra a Sasara justo donde lo esperaba, cucharilla atrapada entre sus labios.
—¡Sabía que vendrías! —habla apenas desocupa la boca—. Es todo tuyo, solo probé este poquito. —Empuja el plato hasta dejarlo cerca del borde opuesto de la mesa, hacia Rosho, y lo gira lo suficiente para que vea que realmente solo le ha robado lo mínimo.
—Así que era en serio que te lo ibas a comer. —¿Cómo es posible sentir que ha salido derrotado y victorioso a la vez? Toma asiento con esa pregunta en mente.
La cucharilla tarda unos segundos más en serle entregada, pues Sasara se levanta a enjuagarla antes, y luego regresa a la misma silla.
—No vayas a ahogarte por querer comer rápido, ¿sí? Saboréalo todo lo que gustes... —La manera en que eleva las cejas le advierte que alguna broma acaba de cruzársele por la cabeza y ahora solo está decidiendo si la dirá o no. Conociéndolo, su juego de palabras está por venir dentro de una corta cuenta regresiva, sin importar qué tan malo sea. Traga. Tres, dos, uno—. Dale el gusto al gusto.
¿Podría degustar su flan sin disgustos? No parece.
—Idiota.
—Uno de tu gusto. —Le sonríe de lado a la vez que cruza los brazos sobre la mesa y apoya la cabeza ahí. Rosho no tiene cómo debatir eso—. Que no lo niegues me da mucho gusto.
—Ya para. —Hace una breve mueca entre divertida y exasperada antes de seguir comiendo.
—Sí, sí, ya tienes mejor cara que hace un minuto.
—¿Ah, sí? —Arquea una ceja.
—¡Sí, sí! —asiente más enérgico—. Solo quería que comieras algo para que tuvieras un pequeño descanso, pero no había tomado en cuenta lo contento que te pones con tu comida favorita. Si lo disfrutas sin apuros, creo que ya no hará falta que intervenga más; estarás más calmado y terminarás pronto.
—¿Lo crees?
—¡Estoy seguro! Y el masaje antes de dormir sigue en pie, por supuesto. Eso basta para mejorar tu humor, ¿verdad?
—Suena bien. —Debe reconocer que es un buen trato. Ya siente algo de alivio entre el deleite que le brinda el postre y lo que le hacía falta caminar para estirar los músculos. ¿Habrá considerado eso último también al ir a la cocina o es solo otra coincidencia?—. Gracias —murmura, pero sabe que hace el silencio suficiente para que lo oiga.
Sasara levanta un poco la cabeza, sonriente, casi brillante.
—No hay de qué.
Al acabar el flan y retomar la corrección deexámenes, piensa que ambos han ganado en este plan, en realidad. Ha hecho loque Sasara quería, sí, pero tuvo razón al decir que eso le favorecería. Dehaber seguido de largo, seguramente ahora estaría lidiando con un dolor decabeza o una tensión demasiado punzante en la espalda que habría empeorado todoo, al menos, eso es lo que concluye durante el masaje en el que debe enterrarla cabeza en la almohada de a ratos para no extender más su desvelo.
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