Más allá del límite establecido | JyuDo
Género: E (contenido sexual explícito).
Serie: Kinktober 2019 (Día 4).
Tema: Fisting (pero también mantengo los feels, don't worry, it's not that hard).
Notas: ¿Qué puedo decir? Este OS ha estado en mi cabeza desde que, probablemente, descubrí que me gustaba este ship, solo que le tenía muchísimo miedo porque, anda, VEAN EL TEMA. Bromeando, decía «solo lo escribiré si en el kinktober de este año ponen ese tema porque así tendré una excusa para haberlo publicado y así no me sentiré tan mal» Y RESULTA QUE ASÍ HA SIDO PORQUE EL FISTING APARECIÓ EN EL CUARTO DÍA. Linda mi suerte, siempre. Gracias a RiceIdol22 por ayudarme con algunas partes 😂 En fin, quiero que sepan que tengo al menos diez ideas para el kinktober de este año con ships de HypMic, solo que la tesis no me va a dejar escribirlas todas a tiempo ;-;)9, así que se vienen unos cuantos one-shots ardientes seguidos(? Ahora voy a esconderme, ja.
PD: NUNCA ME HABÍA COSTADO TANTO PENSAR EN UN TÍTULO PARA UN ONE-SHOT, SÉPANLO, LITERALMENTE SE LO ACABO DE PONER Y ESO QUE TOMÓ COMO UNA SEMANA ESCRIBIRLO.
De las tantas cosas que se pueden disfrutar del acto, una de las favoritas de Jyuto es la voz desmedida, aquella que se olvida de toda regla de cortesía luego de rebasar ciertos límites variables en cada quien. Un compañero silencioso es, en su opinión, menos interesante. Tampoco es que pida gritos, sabe que muchos aún guardan ese cuidado de no molestar a los vecinos y ese es un pudor que respeta; no desea que lo miren con malos ojos al andar por los pasillos del edificio, no por esos motivos, al menos.
Así que, cuando está con alguien que tenga un rango vocal un tanto más alto y que no le importe que sus encuentros no sean en alguna de sus propias habitaciones, las visitas a hoteles del amor se vuelven más frecuentes. Suelen solo alquilar un par de horas para la diversión, pero, en ocasiones, apartan la noche entera.
Siendo su pareja actual residente de Shinjuku, es aún más sencillo. La llamada llega en cualquier noche, es impredecible cuándo saldrá a una hora más o menos aceptable del trabajo. También puede ser después de una jornada particularmente estresante que requiera de tratos especiales para liberar toda la tensión acumulada no solo en esas horas, sino en cada día previo a menor medida. Sea por el simple deseo de compartir como la dupla que son o por la necesidad de desahogarse sin inhibiciones, estará encantado de fijar el lugar de reunión.
Hoy es una de esas veces donde solo había ansias de verse, ¿qué más motivos habría que tener para pagar la estadía hasta la mañana? No siempre hay trasfondos profundos en las decisiones, el impulso es igual de válido; se extrañaban, ahora se desvisten entre besos sobre una suave cama que, por el momento, les pertenece, con la promesa implícita de que ahí dormirán al agotarse. Así de simple.
Es algo evidente desde las batallas en Chuuoku, pero fue agradable confirmar que la voz de Doppo alcanza registros que le maravillan, por lo que siempre está dispuesto a provocarlo cuanto sea necesario para liberar esos tonos que no escucharía tan fácilmente en otros contextos. No podría llamarlo ruidoso, sigue siendo tímido para llegar a ese nivel de desenfreno con poca cosa, mas sí es alguien que se deja escuchar con variados matices deliciosos.
Jyuto ya tiene un plan trazado en su cabeza. Aprovecharía la desesperación del largo tiempo sin verse para ir con calma. Lo calentaría gradualmente, esperaba que lo que saliese de su boca fuera en ascenso y, dependiendo de su comportamiento, le concedería la primera liberación de hoy o le pasaría llave a la puerta justo antes de que le girase el pomo. De hecho, es probable que se quede con la segunda opción, porque él mismo se traiciona al no percatarse de lo complaciente que está siendo al ya tener tres dedos sacándole exclamaciones de su nombre desde dentro.
Puede ser flexible, claro. No debería quedarse tan desatendido; que sus oídos estén felices no es motivo de olvidar otras partes que también requieren atención. También puede jugar a acercarse y alejarse de la meta embistiéndolo, solo supondría un toque más de autocontrol para no precipitarse por sus propias sensaciones. Decidido al cambio, está por buscar un condón cuando nota que Doppo mira hacia la derecha con evidente interés. Arquea un poco una ceja antes de voltear en la misma dirección para tratar de descubrir qué ha captado su atención. La otra ceja termina alzándose al mismo nivel que la primera.
No había detallado la habitación. Solo era consciente de que hoy han entrado a un hotel sencillo, uno que les brindaría privacidad y los artículos más fundamentales, a diferencia de otros que incluyen elementos temáticos para juegos previos más atrevidos. Ahora sabe que, aun sin tanta ambientación, cuenta con lo necesario para incentivar prácticas menos usuales.
—¿Hay algo que quieras probar de ahí? —pregunta al no identificar cuál de todos los accesorios es el que ha causado esto.
Doppo le dirige la mirada al instante, como si no hubiese querido ser atrapado.
—Ah, solo veía los guantes...
—¿Quieres que me ponga unos con textura? —Es su suposición en cuanto distingue las cajas de varios tipos de guantes, pues duda que, con su colección que ha ido conociendo en estos meses, solo sea por lo estético.
—No —niega enseguida—. Quiero decir, no estoy en contra de la idea; sería interesante, pero... —Aparta la mirada.
Esta vacilación es una que ya reconoce, así que usa la mano libre para apartar algunos mechones despeinados de su cara mientras acerca la boca a su oreja para susurrar:
—¿Qué es lo que tienes en mente?
Doppo gira la cabeza lo suficiente para verlo a los ojos. Por un segundo, le tienta inclinarse el par de centímetros que separan sus labios, pero se supone que no debería sabotear una respuesta que está esperando.
—Llevo tiempo pensándolo, solo que no sabía cómo preguntarte si también tienes guantes desechables.
¿Oh? Eso lo deja con dos opciones, o al menos esa es la cantidad que su cabeza es capaz de recopilar ahora mismo. No cree que vaya a sugerir algún juego de rol a estas alturas, así que debe ser la otra.
—Hm, me quedan algunos. —Aun así, quiere que Doppo sea quien diga la idea—. ¿Por qué de esos?
—Porque... —Por la forma en que va moviendo los labios sin pronunciar más, parece luchar con las palabras. Jyuto decide marcar sus clavículas mientras recupera el valor; quizás le sea más sencillo sin el contacto visual directo—. No, lo siento, olvídalo.
—Puedes decirlo.
—Es demasiado.
—No lo sabré si no me dices. Quién sabe, es probable que esté pensando en lo mismo.
—Entonces... ¿qué opinas de no parar en tres dedos?
Intenta que el triunfo en sus facciones no sea tan evidente al levantar la mirada de vuelta a la suya, ahora más determinada.
—Que quiero que me lo pidas.
—Fisting —murmura demasiado rápido.
—¿Hm? —Ladea la cabeza—. No escuché bien, ¿podrías decirlo más claro?
El tono rojizo en sus mejillas se expande hacia sus orejas. Traga saliva antes de su siguiente intento.
—Fisting, quiero probarlo. —Es más alto esta vez. Jyuto suelta una risilla al ver cómo tensa los labios en una línea temblorosa; los besa brevemente justo después.
—Igual yo.
Es muy poco el tiempo que gasta en escoger los guantes de nitrilo, sacar uno de la caja y colocárselo en la mano derecha. Se toma unos segundos más en lubricarla, sabiendo que será más necesario que nunca.
—Uh, ¿debería cambiar de posición?
—Solo si crees que estarás más cómodo así.
—Esperaba que supieras cuál es mejor.
Jyuto reprime otra risilla, lo que resulta en que prevalezca el ligero rubor que se le sube al rostro.
—Quizás lo parezca, pero no lo sé todo. —La rojez empeora en cuanto nota que, si la mente de Doppo aún puede concentrarse para hacer ese tipo de conexiones, podrá descifrar la verdad implícita en lo dicho—. ¿Te quedarás así?
—Creo que me cansaré menos así —dice mientras posiciona una de las almohadas en la cama debajo de sus caderas.
—Avísame si quieres moverte luego o si prefieres que pare. —A la vez, introduce los mismos tres dedos con los que ya lo había preparado antes, por lo que no hay mucha resistencia. La acción provoca que los sonidos que le fascinan vuelvan a escapar—. También avísame cuando estés listo para que agregue otro dedo.
—Ahora estaría bien.
—De acuerdo. —No le hace caso al instante, sin embargo. En su lugar, rota la muñeca hasta donde le es cómodo y separa los dedos un poco.
—¿Qué estás haciendo? —La pregunta viene alrededor de diez segundos después—. Te dije que ya estaba bien.
—Sí, pero sé que te gusta que aún esté un poco apretado y para esto es necesario que haya espacio más que suficiente, así que lo estoy tomando como un precavido, pronto estará listo. —Su pareja rezonga, él solo sonríe al ver que no oculta su impaciencia—. Cuéntame, dijiste que llevabas tiempo pensando en esto, ¿no?
—Sí, ¿por qué? —También lo nota más ronco; es perfecto, ahora que planea hacerlo hablar más. Será interesante detallar cuánto le cambia la voz en el proceso.
—¿Desde cuándo llevas queriendo esto?
—Hm... —Es mitad queja, mitad gemido—. Cuando... llevas guantes lo... pienso —jadea.
—Eso es seguido. —Premia su respuesta con la adición del meñique. Es un momento en el que ambos ganan, pues la manera en que gruñe su nombre despacio al obtener lo que quería es muy gratificante, aun si le recuerda cuánto ha ignorado a su propia erección. Todavía puede esperar—. ¿Algunos en especial te dan más ideas o da igual cuáles sean?
—Cualquiera con brillo. —Arquea la espalda junto a una inhalación bastante audible cuando las puntas de sus dedos se frotan contra su punto más sensible.
—Hm, yo lo he pensado algunas veces que se me ha olvidado quitármelos antes de masturbarme. —Su propia voz se ha vuelto más grave. A Doppo también le gusta escucharlo, así que le da un pequeño descanso a su esfuerzo por seguir la conversación—. ¿Le gustaría la fricción de los guantes? —Da una corta mordida a su muslo—. ¿Será que me dejaría probar si puedo meter toda mi mano? —Gira la muñeca una vez más—. ¿Sería una de esas cosas que lo hacen gritar? —Dobla ligeramente los dedos, lo que le saca una obscenidad más alta que las anteriores—, me hago preguntas así.
—¿Cuánto falta? —A estas alturas, es más aliento lo que sale de su boca al intentar hablar.
—Es muy pronto.
—Harás que... me corra si- ¡ah!, si sigues así.
—También es muy pronto para eso, aunque no estaría mal que te vinieras en cuanto esté hasta la muñeca. —Sonríe con picardía. Doppo, en cambio, entrecierra aún más los ojos.
—No tan rápido —protesta—. Duraré lo suficiente para recordar cómo se siente.
—Entonces, esperaré que lo cumplas. —Le guiña un ojo.
La parte más complicada está por llegar, pues ya se ha hecho el espacio para los cuatro dedos que hasta ahora han entrado, pero será en vano si no logra hacer que sus nudillos —la zona más amplia de todas— pasen sin problemas; así que vierte más lubricante tanto en su mano como alrededor de su entrada.
—¿No que debías ir despacio? —pregunta con un toque burlón.
—Voy despacio —afirma—. No voy a meter el pulgar todavía, solo iré más profundo ahora —explica mientras comienza a tratar de llegar más allá de lo que suele ir con los dedos.
—Como digas... ¡hm! —Flexiona las rodillas y sisea—. Ya... entiendo.
—¿Duele?
—No. —Sacude la cabeza. Con voz restringida, agrega—: Puedes seguir.
—No olvides avisar si llega a dolerte.
—Lo haré.
Jyuto presta especial atención a su rostro y a los matices cambiantes de su voz como prevención, aunque también como una forma más de placerse. Mientras sus nudillos se abren paso, la respiración de Doppo se acelera, por lo que a veces escapan pequeños gemidos junto a sus jadeos. En cuanto a su expresión, puede ver cómo cierra los ojos con fuerza de a momentos, al igual que la forma en que aprieta la mandíbula justo antes de dejar salir un largo suspiro.
—¿Cómo lo... sientes tú? —dice al rato, cuando empieza a considerar que debe ser hora de completar el trabajo.
—La presión es más intensa. Ahora siento como si quisieras succionarme la mano.
—Bueno, no es mentira. —Ríe brevemente, la sonrisa de forma inestable es lo que resalta—. Estoy listo.
—Bien, porque ya estaba pensando en eso. —Sonríe; su ritmo cardíaco acelera con anticipación.
Por si acaso, porque al hacer esto ninguna cantidad es excesiva, moja todo lo que resta por entrar con más lubricante —es una suerte que haya muchas almohadas, porque esta quedará empapada con todo lo que gotea del guante—. Luego, con cuidado, retrocede lo suficiente para posicionar su mano. Junta los cuatro dedos que ha estado usando lo más que puede, con el meñique prácticamente debajo del anular, para que el pulgar descanse oculto contra la palma.
—Voy a entrar —avisa.
—Está bien —asiente, luego respira hondo; Jyuto lo imita.
Concentrado para esquivar errores, es paciente al introducir su mano. No voltea a muchas otras partes en el proceso, mas sí percibe ciertas reacciones. Hay momentos en los que aguanta la respiración y otros donde susurra monosílabos que, de alguna manera, contienen una enorme suma de sensaciones para el tamaño que tienen. Escucha roces contra las sábanas; asume que ha cerrado los puños sobre la tela. Sus piernas se tambalean un poco. Aun así, nada le gana a la aguda inhalación que toma cuando ya está hasta los nudillos. A partir de ahí, no es necesario empujar más; sus propias paredes lo invitan despacio.
—¿Qué tal? —No puede evitar sonreír de emoción por lo bien que esto está saliendo.
—Necesitaré que esperes un poco antes de moverte.
—Oh, ¿como en una primera vez? —bromea.
—Lo es, técnicamente, idiota. —El toque con el talón que siente en su espalda después de eso debe ser una patada fallida.
—Insisto que la presión es increíble; no tengo que esforzarme para que entre hasta la muñeca.
—Hm... —Ahora que sí se permite mirar a otra parte, capta el momento justo en que gira la cabeza hacia un lado, por lo que identifica ese sonido como un reclamo por sus palabras.
Mientras aguarda a que Doppo se adapte a su mano, besa sus muslos, a veces con la fuerza suficiente para dejar huella, y también acaricia su abdomen, por lo que puede sentir el ritmo de su respiración por contacto directo.
—Ya... —exhala luego de un tiempo que no se preocupó en calcular—. Ve despacio.
Con una última marca al muslo izquierdo, rota un poco por dentro antes de retroceder. Al ver que la acción es bienvenida con suspiros muy audibles, se atreve a combinar el giro con el reingreso.
—¡Ah! —Abre los ojos en grande. Es casi un grito que llega a asustarlo, incluso frena por un instante—. Haz eso otra vez. —Pero, en realidad, no hacía falta ese cuidado.
—Por supuesto. —Obedece a gusto, sobre todo por la variedad de exclamaciones que recibe a cambio: su nombre, palabras a medias, maldiciones, sonidos discordantes y carentes de sentido, exigencias; la desinhibición tomando control de su lengua, tal como le deleita.
Esto definitivamente es algo que no deberán repetir cuando exista el riesgo de ser escuchados.
Con el tiempo, establece un ritmo más o menos constante para el vaivén de su mano, manteniendo el movimiento rotatorio al percatarse de que las reacciones son mejores cuando lo aplica. Sigue sin tocarse en lo absoluto, sin embargo, entre la voz desvergonzada que no deja descansar a sus oídos y la extraña emoción que le provoca el estarlo estimulando desde dentro con más de lo que normalmente se considera posible, cree que podría venirse sin más que añadir. Sería interesante, porque no suele sucederle.
Esa idea lo determina a lograrlo, así que aumenta la velocidad y se asegura de rozar su punto más sensible en cada oportunidad. Doppo arquea la espalda; los gemidos se entrecortan con su respiración. Es cuestión de segundos que le avise que está cerca; no le da tregua.
—Voy a... voy a...
—Hazlo —lo incentiva—. Yo también me estoy acercando. Hazlo.
—Voy... ¡ah...! —Todo su cuerpo se estremece; la creciente presión alrededor de su mano es la prueba definitiva de que ha alcanzado el orgasmo.
—Hm... —Y, aunque conoce cuán apretado se vuelve en esos instantes, lo diferente que es sentirlo con la mano es lo que lo impulsa a la cima también, junto a los sonidos que se le escapan; tal como lo imaginó.
Permanece inmóvil dentro de él mientras ambos recuperan el aliento. Para él no es tan complicado, así que retoma los besos a sus muslos a la vez que retira la mano con lentitud. Doppo suspira en cuanto sale por completo.
—Ahora estoy cansado para algo más... —Toma nota mental de lo rasposa que se oye su voz. Le traerá agua cuando se levante a buscar con qué limpiarse—. Pero sí es algo que quiero repetir. No muy seguido, pero sí.
—Hm, ahora tengo curiosidad; podemos invertir puestos la próxima vez.
—¿En serio?
—Sí. —Mira a su alrededor para ubicar botellas de agua o toallas, aunque divisa otra cosa que le llama la atención primero—. ¿Te parece si descansamos en el jacuzzi?
—¿Hay jacuzzi? —Eleva la cabeza para buscarlo con la mirada. Jyuto suelta una risilla, es gracioso cómo ninguno de los dos está muy enterado de todo lo que les dispone la habitación—. Prepáralo. Me cargas allá.
—Como desees. —Antes de levantarse de la cama, avanza lo suficiente sobre él para apartar algunos cabellos de su frente y dejar un beso allí.
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