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Epilogo 1/2

Maddison

*Dos años después*

El aire despeina mi cabello mientras camino frente al lago del hospital psiquiátrico donde he estado ingresada estos últimos años. ¿Ha sido duro? Sin dudas. ¿Ha valido la pena? lo ha hecho, cada maldito segundo ha sido importante. No deja de ser cierto lo débil y vulnerable que me sentí en un principio pero después de mucha terapia me han enseñado a reconocer y nombrar mis emociones, así como distinguir aquellas que pudiesen parecer similares pero son distintas.

He querido mandarlo todo a la mierda infinitas veces, he pensado en simplemente largarme de aquí, alejarme de todos y convivir con lo que significa dejar de saber lo que se siente el frío y el calor dentro del pecho, pero no, no puedo reflejar mi vida en la neutralidad de la existencia carente de sentimientos.

La sombra de un cuerpo tapa los rayos de Sol que me cubrían por lo que levanto los ojos encontrándome con la sonrisa que se ha encargado de hacer llevadera mi estadía aquí.

— ¿Puedo sentarme?— su voz sigue siendo tan suave como el día que llamé para inscribirme.

— ¿Puedo decirte que no aunque seas dueña del hospital?— no disimulo la burla en mi tono y ella lucha por no reír.

— Puedes, pero lo ignoraré.

— Típico de doctoras sexys, se creen que por tener un rostro bonito pueden convencer a todos— me cruzo de brazos para completar la actuación.

— ¿Está usted coqueteando señorita O'Brien?— acerca mi cuerpo al suyo.

— Más quisieras zorra— ambas comenzamos a reír y recuesto la cabeza en su hombro, Allison Cooper ha sido el más grande apoyo que he tenido aquí dentro, ha permanecido a mi lado desde que puse un pie en la institución y me he aferrado a ella como un koala a su eucalipto, no me he dedicado a hacer amigos pero sin duda me voy de aquí con ella siendo una.

— Tengo buenas noticias— suena animada por lo que levanto la cabeza para observarla mientras me dice la información pero solo guarda silencio.

— ¿Qué esperas? ¿Música de fondo? ¿Subtítulos de Netflix?

— ¡Joder, que buena idea!— toma su móvil buscando la música de suspenso.

— ¡Habla de una vez idiota que no tengo todo el día!— me exalto.

— No haces nada nunca Maddison.

— ¿Tú que sabrás?

— Soy tu psicóloga y la encargada de vigilarte.

Llevo una mano a mi pecho con fingido asombro cubriendo mis rasgos.

— ¿Ahora me espías?

— Desde el día que entraste— le quita importancia haciendo un gesto con la mano—, a lo que iba...

— ¡Deja de callarte y habla carajo!

— Mañana vendrán tus padres— dice sonriente, ¿eso es la noticia?

— Allie a mis padres no les toca visita hasta el fin de semana, Megan tiene universidad, Kol estará en el trabajo y mis abuelos no pueden manejar las horas que dura el viaje— le recuerdo lo que ya sabe—, cancela las visitas, no voy a importunar a nadie.

— ¿Quién dice que importunas?

— Cualquiera que sea capaz de ver que estoy en el quinto coño y que ellos tienen una vida con obligaciones a las cuales hacerles frente. Cancélalo, que vengan el finde— zanjo el tema.

— No estoy de acuerdo...

— Me da igual, ya oíste mis órdenes— soy más agresiva de lo normal pero es porque no me agrada la idea de estorbar en medio de las agendas de nadie.

Suspira exasperada, haciéndome poner los ojos en blanco en una mueca de disgusto.

— Tienen que venir sí o sí.

— ¿Por qué deberían hacer eso?

— Porque tu casa queda a muchas horas, pagar un taxi sería una locura.

— Eso no tiene sentido porque...— caigo en cuenta de lo que sus palabras significan—. Espera, ¿me han dado de alta?

— Hasta que al fin lo entiendes— me sonríe y siento mis ojos llenarse de lágrimas—, eres libre satanás enano.

— ¡No me lo puedo creer! ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?— ni siquiera consigo una frase coherente por la emoción que me recorre todo el cuerpo, estoy curada y vuelvo a mi hogar.

— Estoy muy orgullosa de ti, ahora podrás descubrir la vida de nuevo y todo estará plagado de maravillosas primeras veces.

No puedo ser más feliz por lo corro, salto, grito, río, lloro, todo en cuestión de segundos. Allie se une a mí y damos saltitos en el lugar hasta caer revolcadas sobre la fina capa de césped que rodea el lago, nos abrazamos y sin notarlo empezamos a rodar hasta que caemos en sus profundidades .

Salimos agitadas y tosiendo porque nuestras fosas nasales recibieron todo el líquido hasta dejarnos con dificultad para respirar, cuando estabilizamos nuestras respiraciones empezamos a arrojarnos un montón de agua riéndonos por todo lo alto.

«Esto se siente bien. »

Una fingida tos capta nuestra atención y es cuando vemos a Mike observándonos divertido por nuestro espectáculo.

— ¿Acaso no soy digno de una invitación a una fiesta de camisetas mojadas?— dice con un marcado acento alemán, nos miramos entre nosotras antes de lanzarle agua logrando que corra hasta una distancia prudencial—¡Son unas hijas de perra!

— ¡Ahora dilo sin llorar!— le grito causando que me muestre su dedo corazón.

Mike sufre trastorno depresivo mayor y está internado porque intentó suicidarse en tres ocasiones, su familia al ver que no podían ayudarlo solo decidieron ingresarlo para que dejase de ser un peligro para sí mismo.

La verdad admiro muchísimo a Allison y la capacidad que tiene para llenar de luz la vida de las personas que llegan aquí sumidas en una terrible oscuridad, da igual que los psicólogos no puedan establecer lazos afectivos con sus pacientes, ella acaba volviéndose la familia de todos y se nota por la mirada llena de agradecimiento que le dedican cada que la ven.

Mike nos acerca dos toallas, que por lo visto fue a buscar mientras nos burlábamos de él, y nos quitamos el exceso de agua sentándonos los tres en el césped.

— Me ha contando un pajarito que te marchas mañana— me habla y observo sus rasgos masculinos, unas medias lunas oscuras cubren el inferior de sus ojos azules, su pelo rubio cae de manera despreocupada por su frente dando a entender que no se ha peinado en estos días, se agarra el labio inferior con los dientes para arrancarse los trocitos de piel seca y no puedo evitar sonreírle.

— ¿Tanto te han subido la medicación que ya estás hablando con pájaros?— bromeo.

— No tenía idea de que cuando te reactivaran las emociones también lo hicieran con la comedia— ese tipo de comentarios me recuerda a la tarde de la Noria con Jake y mis ojos pican con la añoranza.

— Ser pasión es mi pendejo— respondo y ríe ante mi comentario, su ronca risa es acompañada por la delicada de Allie, los echaré de menos.

— Deberíamos cambiarnos— sugiere la psicóloga.

— ¿Y quitarme el espectáculo?— se queja Mike.

— ¿Tú no eras el depresivo?— lo observa desafiante la morena ajustándose las gafas.

— No hay depresión que valga con ese par de tetas— las mejillas de mi amiga se tiñen de rojo logrando que riamos.

Estos dos se traen un tonteo desde que el rubio ingresó, no los juzgo, ambos son preciosos, tienen un sentido del humor envidiable y, aunque una es más tímida que el otro, está claro que se sienten cómodos juntos.

— Si les apetece un trío me hacen un llama-cuelga— hago referencia a La que se avecina—, o al menos déjenme mirar.

— Déjate de bromas— estoy acostumbrada a las reacciones cortantes de Allie cuando se trata de este tema porque soy consciente de que le gusta el alemán pero también lo soy con el hecho de que mientras sea paciente no puede acercarse más allá de profesional.

— Se pone modo mamá oso cuando se acercan a mi atractivo trasero— se levanta acercándose a ella—. Tranquila fiera, nadie más disfrutará de mí.

— En serio estoy por creer que está falsificando un expediente de trastornado solo para poder coquetear en paz— digo y me lanza una piedra.

— No cuentes mis planes maldita zorra disfrazada de oveja— en un movimiento inesperado lo jalo de la pierna haciendo que caiga al suelo.

— Ríndete— le digo apuntándole con una ramita—, nadie más tocará las esponjosas nalgas de Allie.

— Alguien tráigame una silla— grita y la mano de la morena le propina un golpe seco en la cabeza—. Oye eso dolió.

Río ampliamente ante el puchero que se le forma y la mirada de arrepentimiento que le dedica Allison antes de hincarse de rodillas quedando a la altura de su rostro.

— ¿Dolió mucho?— pregunta.

— Claro que no dolió, solo está haciendo drama— me gano una mala mirada por parte de ambos.

— ¿Qué sabrás tú de dolores? Te recuerdo que dejaste el corazón en la maleta— le dedico una mala mirada a Mike.

— No soy Luis Fonsi gilipollas y necesitas más de mil clases de teatro para que te crea esto.

— Maddison O'Brien, una palabra más y vas para la caja— sé que está haciendo referencia a la película de Toy Storie pero mi cuerpo se tensa levemente ante los recuerdos.

— Me marcho— me pongo de pie—, quédate con tus favorito.

— Envidiosa— susurra Mike.

— No te molestes enana.

Se me acerca Allie tomando mi mano para que voltee, disfrazo una sonrisa en mi rostro y respondo calmada.

— Que va— le resto importancia con una elevación de hombros—, solo tengo el culo frío y una maleta que organizar.


Dirijo mis pies a mi habitación llenando de aire mis pulmones yendo en busca de un uniforme limpio para dirigirme a la ducha, con la tontería se me ha ido la tarde y está a punto de anochecer. Una vez en el baño me desvisto y refresco mis pensamientos con un lavado de cabeza, pierdo la noción del tiempo disfrutando del agua que empapa cada rincón de mi cuerpo y no es hasta que me suenan las tripas que salgo de ahí.

Con la pijama reglamentaria puesta me encargo de acomodar las pocas cosas que traje dentro de la maleta, un par de suéteres, shorts sin cordones, ropa interior y blusas sencillas. Observó el reloj de pared y son pasadas la nueve de la noche, unos golpes en la puerta me hace abrirla mostrándome dos sonrisas que se escabullen dentro de mi habitación.

— Sabemos que está prohibido estar aquí pero obvio no te librarías de nosotros ni en la última noche— susurra Allieson en mi oído cuando los abrazo a ambos sintiendo un gran nudo en mi garganta.

— Espero que trajeran algo de comer— es lo que digo evitando ponerme cursi.

— La duda ofende— dice Mike mostrando una bolsa llena de chocolates y golosinas—, además Allie irá a hacernos un chocolate caliente.

— ¿Por qué yo?— se queja la morena.

— Porque eres la dueña de esto— responde el rubio como si fuera lo más obvio del mundo.

— Como me dejen sin M&M les pateare hasta el hígado— amenaza marchándose por donde entró.

Mike se recuesta en mi cama abriendo una bolsa de gominolas ácidas.

— Bueno, al menos ya se fue la loca.

— No te hagas el duro conmigo, ambos sabemos que te derrites por ella.

— Blasfemias— se mete otro dulce en la boca mientras uno de sus ojos se contrae por la acidez.

— He visto como la miras Mike.

— ¿Ahora me acosas?— se hace el ofendido.

— Siempre— sonrió—, tengo sobornado al que controla las cámaras de seguridad.

— Maldita vieja chismosa— se queja—, hablando de acosadores, ¿preparada para volver a tu vida?

— ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

— Que en ella está Jake— responde simple pero yo siento algo clavárseme en el pecho.

He tratado de ignorar el hecho de que volveré a casa y no sé con que me encontraré, no quiero verlo triste o destruido. Hice mi decisión al venir aquí, la mejor para todos, necesitaba distancia y sanar, solo que ahora que sé exactamente qué siento me doy cuenta de que el proceso fue mucho más difícil de lo que recordaba. Espero que Jake también haya podido encontrar la felicidad.

— Antes de marcharme le hice prometerme que seguiría con su vida, no tengo esperanzas de que me esté esperando— comento ignorando el ardor que me provoca detrás de los ojos.

— ¿A quien mierdas se le ocurre hacer algo así?

— A una persona que no sabe cuándo volverá, no podía volverlo dependiente de mí justo cuando yo necesitaba marcharme, él se merecía más que solo un nudo indescifrable en el pecho— suspiro—. Jake tenía mucho que sanar al igual que yo, ambos necesitábamos distancia del otro.

— ¿Contaste con él para eso?

Mis puños se cierran debido a que la pregunta me hizo parecer la mala y no lo soy.

— ¡Nadie va q juzgar las decisiones que tomé hace dos años, mucho menos cuando fueron por el bien de ambos!— gritó sintiéndome atacada.

— No te estoy juzgando Mad— acaricia mi hombro—, solo quiero ayudarte a que tomes una decisión adecuada esta vez.

— He tomando decisiones desesperadas en situaciones desesperadas— suspiro—. No obstante, no tengo esperanzas de que me esté esperando porque han pasado dos años y yo misma le pedí que no dejara de vivir.

— ¿Segura que no las tienes?— me está interrogando el maldito.

— Segura— miento, en realidad sí deseo que esté ahí cuando vuelva pero eso es egoísta con solo pensarlo.

Un silencio se instala entre nosotros, abrimos unos chocolates mientras observamos el techo.

— ¿Puedo preguntarte algo?— susurra y asiento — ¿Cómo puedo decirle a alguien te quiero sin decírselo?

— ¿Piensas decirle te quiero a Allie sin que ella sepa que le estás diciendo que la quieres?— indago curiosa.

— ¿Cómo jodida mierda sabes que es a Allison? En serio, deja de acosarnos— frunce el ceño.

— ¡Jamás!— río—, y en respuesta a tu pregunta la última vez que estuve con Jake le dije que la luna estaba preciosa.

— ¿Qué clase de porquería te inyectan en las noches?— ni siquiera me encargo de contener la carcajada.

— Hablo en serio.

— ¿Le dijiste que la noche estaba preciosa?— asiento— ¿Por qué?

— En realidad es toda una historia— comienzo a explicar—, el profesor de secundaria Sōseki le dió la tarea a sus alumnos de traducir al japonés la frase te quiero pero en dicho país la palabra no es muy usual y le explicó a sus alumnos que como a los japoneses les costaba tanto decir dichas palabras para ellos es mejor traducirlo como "la luna está hermosa".

— Ohhh— me mira como si fuese la enciclopedia—, ni siquiera voy a preguntar cómo es que sabes eso.

— Mejor— la puerta se abre con Allison sosteniendo una bandeja con tres tazas de chocolate caliente, la ayudamos y nos ubicamos en el pequeño balcón de mi dormitorio.

Teniendo en cuenta que dejé de ser un paciente potencialmente peligroso mi habitación cuenta con pequeños lujos: agua caliente, terraza sencilla, a la par que discreta, con vistas al lago y varias mantas que acomodamos en el piso para acostarnos con la brisa de la noche enfriándonos el rostro y los ojos admirando el manto negro lleno de luces que captan nuestros sentidos.

— "Hoy la luna esta hermosa"— dice Mike causando que sonría.

— Siempre lo está— responde la morena.

— Hoy— la observa con los ojos brillantes y llenos de cariño—, especialmente hoy, es la luna más hermosa que he visto en toda mi vida.

Me causa ternura como ambos tratan de alejarse pero acaban acercándose mucho más así que les doy su espacio diciendo que iré al baño aprovechando su despiste para llevar conmigo la bolsa de golosinas y mi chocolate caliente.

Quedó dormida luego de lograr que mi glucosa en sangre aumentara a niveles peligrosos, «barriga llena corazón contento». Al cabo de un rato los siento acomodarse junto a mí en la cama y dormimos en una cucharita doble hasta que amanece.

❤︎ ❤︎ ❤︎

*A la mañana siguiente*

La luz del Sol se cuela por la ventana provocando que mis ojos se abran de golpe, trato de ponerme de pie pero tengo mi cuerpo siendo escachado por otro cuerpo que está siendo escachando por otro cuerpo más, en conclusión, estoy cargando con el peso de los kilos de baba y amor que poseen Mike y Allison.

— Apártense babosos— los empujo y se remueven hasta quedar la morena abrazando el pecho del rubio quien la cubre con sus brazos y queda con la boca abierta mientras siguen dormidos.

«Hay un poco de mirada en tu envidia »

No seas estupida, solo estoy feliz por ellos.

« Entonces, ¿no extrañas a Jake?»

Claro que no.

« Al menos no le mientas a tu cabeza, eso es muy 2012 »

Déjame en paz.

« Vivo dentro de ti. »

Pues deberías mudarte.

« Entonces dejarías de tener conversaciones con alguien inteligente. »

¿Podrías ser un poco más modesta?

« Aquí no hacemos eso. »

Tengo que dejar de ver memes.

«Concuerdo.»

Me encamino al baño dándome una ducha rápida, cepillo mis dientes y me visto con un pantalón de mezclilla oscura de estilo Boyfriend el cual acompañó con una camiseta de las sencillas que traje en tono rojo, mantengo las zapatillas reglamentarias debido a que las mías tenían cordones y están prohibidos aquí dentro. Tomo la bolsa que trajo Allison con ella, rebusco encontrando los maquillajes, esparzo un poco de corrector por las ojeras y colorete en mis mejillas regordetas por los kilos que he aumentado, me rizo las pestañas y aplico brillo labial, una vez contenta con el resultado despierto a los tortolitos los cuales se sorprenden al verse tan acaramelados.

Mike va a arreglarse a su habitación mientras Allie y yo nos encaminamos a la suya para que termine de preparar el papeleo y se dé un baño. Espero a que acabe todo removiéndome inquieta por el lugar, la ansiedad me tiene sudando las palmas de las manos y estoy eufórica con la idea de volver a casa.

— Si no te calmas pospondré la salida un mes más— me mira con el ceño visiblemente fruncido.

— No me jodas, es normal estar nerviosa.

— Pero necesito que todos te vean cien por ciento estable, no como una sudorosa y desesperada joven que está loca por marcharse— se pone de pie—, ¿acaso te he maltratado aquí para que desees tanto irte?

— ¿Eso son celos Doctora Moore?

— No me cambies de tema— me riñe.

— Nunca pensé que una profesional altamente cualificada como usted se dedicara a ser tóxica.

— Eres insufrible.

— Cuando sufras mi ausencia no dirás lo mismo— digo en todo de broma pero noto su labio inferior temblar.

— Te extrañaré mucho satanas enano.

La envuelvo en un abrazo y dejo que libere las lágrimas llevándose consigo las mías.

Han sido dos años llenos de altos y bajos, subidas que solo me lanzaban con más fuerza que nunca por el precipicio. El recorrido ha sido frustrante, desesperanzador, tortuoso, duro y agobiante pero también me ha demostrado que nunca se es lo suficientemente débil cuando se tiene a alguien que te tome de la mano, fuera tengo a Meg, aquí tengo a Allie, ambas se han fundido en mi alma ganándose lo más profundo de ella.

— Yo también te extrañaré pero eso no significa que no miraré atrás, volveré, quedaremos, nos veremos seguido y nada cambiará entre nosotras.

— ¿Lo prometes?— me ofrece el meñique.

— Lo prometo— envuelvo el suyo en el mío y sonrío para ambas.

El intercomunicador suena anunciando la llegada de mis padres, voy por mi maleta y me apresuro lo más que puedo en llegar hasta ellos, cuando los veo en la recepción, trajeados, sonrientes y mirándome como si fuese lo más bonito del mundo solo puedo correr para estrellarme en un abrazo.

— ¿Quién es la niña más fuerte del mundo?— pregunta papá.

— Me tomaré el atrevimiento de decir que yo.

— ¿Y quien nos tiene muy orgullosos?— esta vez habla mamá.

— ¡Joder, espero que yo!— lágrimas bañan mis mejillas.

— En mis tiempos por una palabrota así los dejábamos sin paga— aparece el abuelo dándome un abrazo—, respeta a tus abuelos coño, que tenemos una edad.

— Abuelo acabas de decir coño— le cuestiono.

— ¿Acaso le estás contestando a tu abuelo?— se queja y todos reprimimos las ganas de reír.

— Déjala ya Joe— lo aparta la abuela para abrazarme—, estoy muy feliz por la nieta que me tocó, sin dudas te elegiría cien millones de veces entre mil trillones de personas.

— Ni siquiera hay tanta gente viva— se queja el señor gruñon que se hace llamar su esposo.

— No seas celoso viejo tonto, asume que me ama más que a ti.

— Traigan a la psicóloga— se queja.

— ¿Para qué papá ?— habla mi madre preocupada.

— Esta niña está delirando, claramente no puede marcharse así— Allison ríe en mi espalda y abraza a todos.

La conocen y le tienen confianza, están agradecidos por toda la ayuda junto con el apoyo que me ha ofrecido aquí dentro, no solo es una profesional increíble sino que también es una amiga estupenda.

«Tremendísima diosa que te llevas sucio Mike.»

— Una vez firmen estos papeles podrán marcharse— dice la morena entregando un formulario a mi padre el cual firma sin mirar nada de lo que dice.

— Tal vez acabar de financiar una tostadora o poner en donación tus órganos y no te habrías dado cuenta— lo reprendo como hace el conmigo cada vez que no le presto atención a las cosas.

— ¡Claro que no!— mira rápidamente a Allie—, claro que no, ¿verdad?

— No se preocupe William— dice ella sonriente— aquí protegeremos bien sus riñones.

Ni siquiera mi madre controla la carcajada cuando vemos la cara petrificada de mi padre el cual medio se relaja medio se enfada cuando nota que es una burla. Nos encaminamos hacia la salida y detengo mis pasos en la acera, observo la mansión habilitada para centro psiquiátrico, sus paredes blancas, las grandes ventanas, los cuadros llenos de colores, el lago rodeado por arbustos de pequeñas flores.

— Extrañaré este lugar— susurro para que mi amiga me escuche.

— También te extrañaremos a ti— me responde pasando un brazo sobre mi hombro.

— Lo has hecho bien— sigo apreciando el casoplon—, es un buen sitio para venir a estar sano.

— Trate de recrear el lugar donde me hubiese gustado que estuviese mamá— suspiro.

Su madre sufría un trastorno esquizofrénico y acabó suicidándose cuando ella tenía catorce años, este sitio está diseñado para no favorecer al estado depresivo que trae consigo estar internado.

— ¡¿Pensabas irte sin despedirte?!

Aparece Mike por la puerta luciendo como él señor gruñón que es.

— ¡Eres el alemán más exagerado que conozco!

— ¡Solo conoces uno!

— ¡No necesito conocer más para saber que eres un princesito!— me muestra un puchero.

— Allie regaña a Mad— río.

— Se supone que tenías veinticuatro.

— ¿Cuánto falta para que te largues de aquí?

— Ya me voy, así que al menos apapáchame— extiendo mis brazos para que una nuestros cuerpos, da un beso a mi pelo y acaricia mi espalda.

— Hoy la luna está preciosa, bruja.

— Es de día— le reclamo porque me hace gracia molestarlo.

— Me lo tomaré como que un "Yo más"— dice simple dándome un sonoro beso en la mejilla. Allison se nos une y si el abrazo fuera un pan yo sería la croqueta.

«Una croqueta feliz »

Pero croqueta a fin de cuentas.

Nos alejamos y veo dos pares de ojos llorosos.

— Nos mantendremos en contacto, vendré a visitarlos y en cuanto dejes de fingir que estás deprimido iremos a salir por ahí— les aseguro pasándole las manos a manos por los cachetes.

— Te extrañaremos, insolente— habla Mike sonriendo.

— Mucho, siempre serás mi satanas enano— nos sumergimos una vez más en un abrazo.

Me separo observando sus preciosos rostros, les doy un beso en la frente a cada uno y me adentro en el carro.

El viaje dura tres horas por lo que tomo mi teléfono encargándome de la música, llevo dos años sin abrir mis redes sociales ni estar cerca de ningún medio de comunicación, pienso en encender los datos pero me aterra no recibir notificaciones de quien espero así que solo me dedico a elegir las canciones que hagan el viaje ameno y rápido.

Abro los ojos cuando siento que me mueven del hombro, es el abuelo diciéndome que ya llegamos, me bajo observando mi hogar, las paredes que antes eran beige fueron cambiadas a blanco siendo acompañadas por dos finas franjas negras por encima de los rodapiés, las ventanas están cerradas y todo está apagado, abren la puerta y siento el olor acapararme mis sentidos, « huele a jazmín », observo todo el lugar, detalló los muebles que han sido sustituidos y me encamino a mi cuarto.

La puerta está cerrada y leo el pequeño letrero que puse en cuanto empecé la escuela: "10 More Minutes", sonrío ante el recuerdo y tomo la perilla entre mis manos haciéndola ceder.

El olor llena mis fosas nasales y ni siquiera se me permite disfrutarlo cuando mi cara es estampada contra algo blando.

« Pastel. »

Escucho las risas llenar el lugar y elimino el exceso de merengue de mis ojos con mis dedos.

— ¡Bienvenida a casa Mad!— gritan al unísono Kol y Meg.

— ¿Por qué me arrojan un pastel a la cara?— grito yo también.

— Es parte de la sorpresa— habla Michael como si fuese lo más obvio del universo.

— Prefería que me lo hubiesen dado en a probar— me quejo.

— Solo tienes que restregar la lengua por la cara— habla megan— justo así— antes de que pueda notarlo me ha chupado la mejilla y aproveché la cercanía para untarle la cara con el merengue de mis dedos.

— ¡Ja! Venganza.

Los dejo riendo mientras voy a al baño a limpiarme el rostro, una vez hecha la tarea me tiro en mi cama tratando de disimular la pesadez que se me acomoda en el pecho cuando soy consciente de que Jake no se encuentra.

— Tenemos todo un itinerario— habla Kol— mañana iremos a por pizza, también a la nueva feria que abrieron, eso sin contar playa...

— Playa de primero— le digo sin dejar que termine de contarme sus planes.

— Pero Mad...

— Por favor, en serio necesito la playa.

Su mirada trata de mantenerse fuerte ante mi puchero y nos batimos duramente por ganar esta pelea.

— Bueno— se rinde— en la noche haremos lo demás.

— Suena como un plan— me acurruco sobre la almohada con Megan haciéndome cosquillas en el pelo y Michael hablando como una cotorra sobre todo lo que haremos en los próximos días y vuelvo a sentir paz.

En el hospital, junto con Allie y Mike, la sentía, luego de mucha lucha me sentí cómoda y tranquila pero nada es igual que la sensación de felicidad que te abarca cuando vuelves a estar en casa.

Estoy en mi habitación, la misma que me vio gemir en manos de Jake, reír con Megan, hacer guerra de almohadas con Marcus, despedirme de mis planes por dos años. Nuevamente estoy en mi hogar y esta vez no hay reminiscencia de malos momentos, estoy envuelta en la paz que me acuna dejándome dormirme pero sin poder evitar tener un último pensamiento de manera repetida.

"Ya descubrí la paz que nunca tuve, es hora de volver a arder."

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El epílogo siempre será de mis cosas favoritas de este libro. *llora en madre orgullosa*

Espero que les haya gustado y que entiendan las elecciones que hizo Maddie, debido a que muchas veces las decisiones correctas son dolorosas pero necesarias.

Está bien buscar tu paz, está bien luchar por ser feliz, está bien elegirte, está bien ser egoísta.

Mad podía tener muchos defectos, a la par que infinitas virtudes, pero lo que la volvía enorme era su capacidad de seguir adelante con una sonrisa. Todos hemos sido Maddie muchas veces y todos merecemos que esa sonrisa no sea fingida.

Ahora, ¿Y Jake?

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