
Capítulo 3 | | "Instantes"
Un instante es un período de tiempo muy breve, casi imperceptible. Es un abrir y cerrar de ojos tan fugaz como una estrella surcando los cielos. Un solo instante puede cambiar muchas cosas. Un pequeño e insignificante instante basta para que se te quede instalada una pasión incontenible en el vientre que te hierva la sangre a la vez que te aturda los sentidos.
Las palmas de las manos me pican y las rasco tratando de contener la ansiedad que brota por mis poros, lo único que mis oídos captan es el acelerado latido de mi corazón mientras me apresuro todo lo posible de la que llamaré "La Noria del Pecado". Mis ojos divisan a unos metros a mis amigos por lo que aumento la velocidad hasta agarrarlos de las manos para obligarlos a seguirme el ritmo.
— Oye yo quería ir a las pistas de coches— hago caso omiso a las quejas de Marcus y me apresuro al parqueo para llegar al auto.
— Ahora tenemos que irnos de aquí— hablo en susurros apenas audibles por lo mucho que he corrido y me obligo a tomar grandes bocanadas de aire para no volver a desmayarme.
— Siempre eres tan intensa— se queja Megan y le golpeo la cabeza mientras los sigo sacando a rastras de la feria.
Una vez estamos frente a nuestro medio de transporte se meten dentro sin hacer preguntas y yo suspiro agradecida. Marcus se encarga de conducir por las calles de la ciudad y pasados unos minutos de silencio no puedo seguir soportando la mirada escrutadora de Megan.
— ¿Qué miras?— mi cejo se frunce y disimuladamente continúo restregando mis manos por la tela de los asientos.
— Nada— habla calmada, incluso me ofrece una sonrisa—, en realidad solo estoy esperando una explicación.
— Ah— río nerviosa—, es una tontería, solo que la Noria me mareó, sentí deseos de vomitar, casi me beso con el correcaminos mientras estaba en uno de esos vagones patrocinados por Satanás y, además, ya está bastante oscuro por lo que es hora de volver a casa— por la expresión que pone siento que va a abandonarme en un psiquiátrico.
— ¿Estás consumiendo drogas sin mi?— pregunta Marcus en un tono de completa decepción.
— En serio te digo que casi me beso con alguien más que mi novio y solo se te ocurre decirme que estoy consumiendo drogas— mi respiración es tan errática que podría comenzar a hiperventilar en cualquier momento.
En vista de que se está perdiendo gran parte del chisme mi mejor amigo detiene el auto en la primera salida que encuentra y se voltea hacia mí de la misma forma que Meg. Me encojo levemente al sentir los dos pares de ojos escrutándome.
— Me estás diciendo que casi te besas con el correcaminos— habla la pelirroja sonriendo aún—¿Por qué se supone que no lo hiciste? ¿Caíste por un barranco?— su burla me crispa pero es en ese segundo en que noto que no entiende la referencia.
— Me refiero al chico de la fiesta— susurro y hace sonora su sorpresa chasqueando su lengua—. Cierra la boca pareces un pez pidiendo agua.
— ¿Cómo acabaste sola con él y casi besándolo?— habla el moreno elevando una ceja para ofrecerle más dramatismo a su expresión.
— Se subió a la jaula de pecados y luego invadió mi espacio personal— hablo con seguridad, orgullosa de mi habilidad para hacer resúmenes.
— ¿Todo lo hizo él?— cuestiona Megan—. ¿Tú no tenías manos para apartarlo?
— ¿Quién crees que evitó el beso?— respondo ofendida.
— ¿Entonces te distanciaste?— esta vez pregunta Marcus y creo que tenían preparado un momento así debido a lo bien que se intercalan las frases.
— Yo no dije que hiciera eso— el calor me sube desde el cuello hasta mis mejillas—. Me daba miedo empujarlo y que se cayera.
— Las cabinas tienen puertas— responde Meg.
— No tienen seguro— contesto con simpleza.
— Si lo tienen, gordísimo, por fuera— alega Marcus.
— ¡Esa no lo tenía!— grito sintiéndome encerrada.
— ¡Eso es tan estupido como todas las excusas que estás poniendo!— la voz de Megan sube al mismo tono de la mía sacándome un puchero.
— ¡No están siendo excusas!— me cruzo de brazos tratando de tener un escudo ante la mirada acusatoria que me dedican ambos.
— Tienes razón— habla mi amigo en un tono calmado—. Las excusas usualmente mejoran la posición de quien las da y Mad solo se está sonrojando con ellas.
Cubro mis mejillas con mis manos de manera automática y chillo haciéndolos reír.
— Llévame a casa, me he enfadao— siento como tiran de mi cabello y luego pellizcan mis cachetes sacándome una sonrisa que derrumba mi fachada de enojo.
— Si haces algo o deseas algo no te excuses, al menos no con nosotros— comenta Megan mientras me da un apretón reconfortante en el hombro—, admítelo y ya está. No hace falta que me mientas, ni que te escudes detrás de pretextos, ninguno te va a juzgar nunca. ¿Vale?
Asiento con los ojos llorosos.
— Quita la cara de gato de Shrek que no te vamos a echar la bronca— relaja el ambiente Marcus y suelto todo el aire que había contenido en mis pulmones durante la conversación anterior.
Mi teléfono suena sacándome del ensimismamiento anunciando una llamada de mi madre.
— Hola mamita bonita— me pregunta cosas puntuales: ¿dónde estoy? ¿con quién? ¿a qué hora vuelvo? —. Ya voy camino a casa no te preocupes.
» ¿Me preparaste espaguetis? ¡¿Sabes cuánto te amo?! No mamá, no te amo solo por la comida, es probable que influya pero no es solo por eso. Oye no me regañes. Nos vemos al rato— cuelgo el móvil y pongo música en aleatorio para luego cambiar la canción cuatro veces.
En el camino se disipó totalmente la tensión que había en el ambiente ya que nos hemos puesto a cantar a gritos. Marcus aparca en la entrada de la casa y vislumbro la moto de Kyle a unos metros mientras la culpa que había olvidado se posa en la parte baja de mi estómago, les doy un abrazo bajando del auto sumergiéndome dentro de mi hogar.
Saludo a mis padres con un sonoro beso y pregunto dónde está mi novio, de respuesta recibo que se encuentra en el cuarto de baño por lo que antes voy a la cocina a comer un enorme plato de espaguetis para luego ir en su busca.
Me recreo más de lo normal mirando las paredes y los cuadros caminando a paso lento.
«Responsabilidad. Consecuencias.»
Que si subconsciente !Cállate ya!
«Soy tan intensa como tú.»
Perra.
Cuando llego a mi habitación está tumbado en la cama con mi laptop entre sus piernas, lo cual me sorprende porque se supone que no estaría aquí.
— Hola mi amor— sonrío forzosamente.
— ¿Dónde estabas?— el reproche en su voz es lo primero que le llega.
«El doñito sigue peleado con el mundo».
— Me alegra ver que tú también me extrañaste y estás feliz de verme— el sarcasmo en mi voz es tan palpable como la recriminación en sus ojos.
— Te extrañaba, por eso estoy aquí— mis hombros se relajan y me acerco levemente—, pero llego y me encuentro con que no estás y además tienes el correo lleno de mensajes de gente que no conozco.
— Te he dicho mil veces que dejes mi correo, mis mensajes, mis llamadas y mi privacidad en paz Kyle— le quito la laptop de las piernas bloqueándola.
— ¿Tienes algo que ocultar?
— Se llama vida privada por algo, si todo tiene bloqueo con contraseña significa que no está abierto al público, es mío y no tienes derecho a revisarlo.
Me alejo de su lado sintiendo la rabia adueñarse de cada uno de mis sentidos, escucho unos pasos detrás de mi y siento unos brazos rodearme de manera reconfortante.
— Lo siento— me volteo viendo sus ojos café, su pelo castaño que está peinado perfectamente hacia arriba dándole un aire sofisticado, su nariz respingada y sus labios fruncidos.
Depósito un suave beso sobre ellos haciendo que sus hombros se relajen y se expanda una sonrisa que le ilumina el rostro.
— No pasa nada— lo envuelvo con mis brazos acomodando la cabeza en su pecho, llenándome los pulmones del olor de su perfume y sintiendo la culpabilidad dándome un golpe seco en el estómago.
— Fui a la feria con Meg y Marcus— me reservo detalles sintiéndolo tensarse junto a mí.
— Eso explicaría por qué hueles a hombre— la dulzura en su tono desaparece y se aparta un poco para mirarme a los ojos.
— No estaba enterada de que mantenía relaciones zoofilicas con un sabueso— suspiro cansada de estas tonterías pero la idea de que sí puedo tener el olor de Jake sobre mí me angustia por lo que me dirijo al baño de la habitación a darme una ducha.
— Si tienes a otro solo dímelo— su tono de voz me hace un nudo en el estómago.
— Tranquilo, si tengo a otro te enteraras cuando llegue un correo suyo— trato de bromear pero me apresuro en busca de agua caliente con la mirada fulminante que me dedica.
Me desnudo y disfruto del momento de paz, siempre he creído que una situación comienza a ser un problema cuando no se soluciona lavándote la cabeza o dándote una ducha.
Una vez seca cepillo mis dientes y salgo de el baño con la toalla aún cubriendo mi cuerpo.
Kyle está tumbado en la cama, esta vez mirando el techo. Me acerco lentamente y deposito un beso en sus labios, me acomodo más cerca profundizando el momento mientras él posa sus manos en mi cintura, justo donde las había puesto Jake, me aparto de repente ante el pensamiento por lo que Kyle me mira con ojos dudosos.
— Sentía que me caía— le quito importancia con una leve elevación de hombros—, córrete hacia dentro.
Complace mi petición y tira de mí hacia su cuerpo, regresa a besarme y ambos profundizamos más el beso. Sus manos agarran la piel de mis caderas y la suelta esparciendo caricias por mis piernas. Cambio de posición poniéndome a horcajadas sobre él, desplaza sus nudillos por la superficie de mis glúteos, apretándose aún más contra mí.
Todo esto se siente tierno, no hay solo pasión sino también una sensación de estar siendo querida.
Siento una luz a lo lejos y me separo instantáneamente, los vellos de mi nuca se erizan y respiro de forma pesada.
— Dame cinco segundos para cerrar la ventana— asiente liberándome de su agarre.
Acomodo la toalla sobre mi cuerpo, fuerzo los grandes metales a cerrarse y justo cuando estoy por terminar la luz vuelve a captar mi atención. Mis ojos van hacia ella, sintiendo que a lo lejos hay algo que desconozco pero me perturba. Entre las sombras se mueven los arbustos y la luminosidad proyectada por una farola me muestra por un segundo algo que me deja estática.
El latido de mi corazón se vuelve errático, las manos me tiemblan y un sollozo escapa por mis labios con las gruesas lagrimas que corren por mis mejillas.
«No, es sólo tu imaginación juzgándotela»— repito incansables veces cerrando mis ojos con fuerza mientras me obligo a cerrar la ventana.
Me volteo sintiendo mis músculos pesados, las paredes se cierran a mi alrededor, riachuelos incontenibles de llanto bajan por mis mejillas obligándome a llevar una mano a mi pecho que duele.
«Como hacia mucho que no dolía».
Mis rodillas ceden enviándome al suelo, siento a Kyle a mi lado pero no lo estoy escuchando, todo vibra— «todo ahoga»—, la sensación de asfixia de hace años atrás vuelve a mí y me fuerzo por tratar de respirar pero es imposible.
A lo lejos escucho unos gritos pero no logro registrarlos, la sensación de estar fuera de mi me agobia aún más con el mareo que nubla mi visión. Pestañeo con fuerza notando a mis padres frente a mi inyectándome algo en la vena del brazo y ni siquiera el pinchazo combate la angustia que se aloja en mi pecho.
Unas manos me mueven, visten y arropan bajo las sábanas. Los brazos de Kyle me envuelven mientras sollozo y tiemblo. Lo que sea que me hayan puesto mis padres es lo suficientemente fuerte como para calmarme pero no para dormirme ya que un sinfín de recuerdos me mantienen con los ojos cerrados pero soltando lágrimas.
Todo se vuelve negro, todo se vuelve agónico dentro de mi cabeza recordándome lo rota que estoy y me obligan a hacerme la misma pregunta de años atrás: ¿Habrá alguna luz aquí? ¿Una luz escondida entre tanta oscuridad?
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Corten, corten. ¿Qué putas fue eso?
Holis, ¿cómo están?
¿Qué les pareció el capítulo?
Ya vemos que Mad tiene secretos, pero: ¿cuáles son?
Espero que les haya gustado, nos vemos en dos días.
La misma vaina que siempre va aquí abajo:
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