17 | Reencontrados
Dan Reinsd
En algún momento pensé estar en el lugar equivocado.
A pesar de creer tener los ojos abiertos no lograba ver nada, pero se escuchaban las voces indistintas de personas trabajando junto a máquinas pesadas.
Estaba inmóvil y devilitado, solo podía hacer leves forcejeos, sentia estar apresado.
"Abrí los ojos y estaba ella delante de mí, Daewinm. Pero solo era un sueño, tal vez" Pensé mientras continúba moviendo mis brazos.
—Se está moviendo busca al jefe. —Escuche una voz, la de un chico.
—¡Bien, bien! —A mi parecer le respondió una chica.
La oscuridad en mi visión comenzó a disiparse, logré abrir los ojos y siertamente no estaba delante de Daewinm. Me encontraba apresado con los brazos extendidos a una especie de anillo de unos dos metros y medio de diámetro.
Delante de mí estaba un sujeto de ojos y cabello azul, aparentemente desarmado, los chicos se habían ido.
—Te encontramos en territorio restringido, estabas inconsciente. Intentamos escanear tu Marca de identificación pero no traías ninguna —dijo él—. Aunque a simple vista estaba claro que no eres de aquí.
—Sueltame.
Se volteó hacia una mesa y tomó un pequeño contenedor de cristal con algún tipo de líquido en su interior. Parecía agua, tras beber de él miró hacia afuera.
—¿Dime eres una amenaza? —preguntó intrigado, pude notar que parecia una persona abierta a diálogo.
—Ambos sabemos que no soy una amenaza en este momento —le respondí dejandole en claro mi evidente debilitamiento.
—Puede ser —respondió él, quien parecía estar a cargo de este lugar—. ¿Por qué estás aquí, en este mundo? ¿Cuál es tu misión?
—Es clasificado.
—Tu armadura biogeneratiba es tecnología Terrestre. —Se hacercó a mi mientras hacia aparecer una daga en su mano derecha y la acercó a mi ojo izquierdo—. No me hagas perder mi tiempo. En mi experiencia se que los humanos de la Tierra son... despreciables.
—¡Eso demuestra lo poco que nos conoces! —Cometí un error.
—Entonces eres terrícola.
Podía ver la punta de su daga a pocos milímetro de mi pupila izquierda, pero por más que quisiera hacer algo no podia.
Sin previo aviso un sujeto vestido con una armadura de minero entró en la cabaña, diciendole al peliazul:
—Capitan Lards, encontramos la puerta.
"Lards" ese era su nombre, se separó de mi haciendo desaparecer su daga, diciéndome:
—Aún no termino contigo.
Ambos se marcharon. No sabía que ocurría a mi alrededor. Tenía que cumplir con mi misión pero a pesar de que intentaba liberarme de los soportes que me apretaban al anillo de metal no lo lograba.
Repentinamente, caí al suelo, estaba libre. Velozmente extendi mi mano derecha a un lado con la intención de atraer mi espada, para mí mala suerte no apareció. "¿Dónde está?" me pregunté.
—¡¿Oye, oye que se supone que haces?! ¡Levántate! —Miré a mi derecha a la pequeña hada volando al lado de un panel digital—. Los guardias están acercándose, hora de irse.
Rápidamente me levanté y salí por una ventana de la cabaña, corrí hacia el bosque al lado de la criaturita peli verde.
Me desplazaba entre las raíces gigantescas de los árboles. No sabía dónde me encontraba, sólo me quedaba seguir alejándose de ese lugar, me sentia fatigado; a pesar de portar mi armadura la cual evitaba cualquier estado de cansancio.
Di un gran salto hacia lo alto de un árbol y me recosté un momento a recuperar el aliento.
—¿Estas bien? Te veo muy cansado —dijo el hada.
—Solo necesito un momento —le respondí, luego subí a otra rama para divisar mejor el lugar en el que me encontraba prisionero.
Era una especie de excavación, varios soldados salieron de la cabañana en la que me encontraba y comenzaron a buscarme por los alrededores.
—Gracias por ayudarme —le dije a la pequeña hada.
—No es nada, solo sentia curiosidad —dijo ella—. Mi nombre es Aristell.
—Dan Reinsd.
Ocurrió una explosión al borde de un gran peñasco, en la excavación, cerca de el estaban Lards y otras trece personas.
—Ellos hablaron hacerca de una puerta. —dije.
—Si, lo escuché, ¿que se supone que harás ahora? —preguntó Aristell.
—¿Sabes dónde estamos Aristell?
—¿Hmmm? ¡No! Yo también desperté en la playa en donde te encontré.
—El sistema de posicionamiento de mi armadura aun le falta una hora para terminar su reparación, iré a ese lugar. —dije mientras veía a Lards y su grupo entrar a una especie de mazmorra—. Necesito saber quienes son ellos.
—¿Entraras a ese lugar? —Aristell se refería a la mazmorra.
—Si
Lards Ilnois
—En su estado no pudo haber ido tan lejos, encuentrenlo —le ordené a mis subordinados a travez del comunicador.
El soldado Terricola logró escapar de algún modo, y sin saber si es o no una amenaza en mejor tomar precauciones.
Comenzamos a adentrarnos a la mazmorra, los símbolos en las paredes comenzaron a ser visibles gracias a la luz que emitían grandes flores a nuestro paso.
—La vegetación reacciona al nosotros acercarnos —dijo mi adorada hija Dhalas, mientras deslizaba su mano por la raíz que emergía de una grieta en la pared—. Es como si el ecosistema de aquí fuera completamente diferente al del exterior. Algo mágico.
—Tal vez —le respondí.
Continuamos adentrándonos aún más, los pasillos de la cueva eran amplios, parecían como si algo los hubiera acondicionado para que fuera más fácil su tránsito en el.
—Encontré algo —dijo uno de mis científicos. Nos hacercamos a los que parecia ser el cadaver de un soldado; portaba una extraña armadura y a su lado una espada de hoja plateada—. Según los análisis su muerte data de hace 37 años —dijo él sientifico mirando una ventana virtual al frente de él.
—El comienzo de la guerra en la Tierra —afirme—. Devemos continuar.
Llegamos hasta un espacio habierto en el interior del gran peñasco. Delante de nosotros se encontraba una gigantesca fragata Estelar de clase destructor, desplomada en el sentro del lugar.
—No hay entrada alguna —Aclaró Dhalas mirando el techo de la gran cueva en la que nos encontramos—. ¿Cómo llegó una nave tan grande aquí? —preguntó.
—Un objeto apareció en el radar —dijo uno de mis subordinados.
Repentinamente el suelo debajo de nosotros se estremeció, tras escuchar un ensordecedor rugido que nos hiso arrodillar y taparnos los oídos.
Miramos hacia el frente, por ensima de la gran fragata caminaba un un gigantesco dragón oscuro clavando sus garras en el metal. Desde sus escamas negras expulsaba humo. Su mirada la tenía puesta fija sobre nosotros.
—Corran hacia la salida —le dije a mi equipo.
El dragón ya no estaba al frente de nosotros, nos volteamos hacia la salida y estaba ahí, obstruyendo nuestra ruta de escape. "Es rápido" Pensé.
—¿Qué hacemos papá? —Escuche la voz asustada de mi hija, mientras que yo no le quitaba ni un solo segundo la vista de ensima al dragón.
Escuche historias sobre ellos, en Dhermier, hace 200 años. Antes de que nuestro planeta fuera cubierto por el Frío Eterno surcaban los cielos. Algunos creaban vínculos con los cazadores. Pero dudo que este esté dispuesto a crear algún laso.
—¡Todos corran hacia la nave! —dije mientras me abalanzaba hacia el dragón empuñando mis dagas.
Instintivamente me deslicé a un lado evadiendo el ataque de su ala izquierda, que golpeó el suelo en donde me encontraba.
Aproveche para lanzar un contrataque sobre su ala en ese preciso momento. Intenté clavarle mis dagas pero estas se rompieron al impactar con su escapada piel, parecia como si ubiera golpeado un metal muy duro.
Con rapidez hice aparecer otro par de dagas y me cubrí al ver el ala que golpeé desviarse hacia mi.
Salí expulsado varios metros destrosando una gran roca, rápidamente me repuse viendo a mi hija y los demás corriendo hacia la nave. El dragón al parecer quería ir tras ellos. Era algo que no podía dejar que sucediera.
—¡Mírame! —Intenté provocarlo y funcionó, dirigío su atención hacia mi.
La luz roja de sus ojos dibujaba el aire mientras movía su cabeza en un frenesí.
Tenía que emplearse a fondo, extendí mis dagas a un lado mientras me preparaba para arremeter con todo. De mi cuello comenzaban a salir expulsados fuertes choques eléctrico.
Aparecí ensima del dragón a una velocidad abrumadora, mi objetivo eran sus ojos. Blandí mis dagas cargadas de rayos contra su ojo izquierdo. Fue inútil.
Me encontraba en el aire viendo la imponente figura oscura de esa criatura muy serca de mi. Su mirada rabiosa.
No me di cuenta, me había agarrado las piernas entre sus dientes, golpeé seguidamente su boca mientras me sacudía desenfreamente en el aire hasta que finalmente me lanzó contra una un gran trozo de cristal prismático a un costado.
Choque contra ese cristal destrosandolo por completo hasta terminar estrellado contra otra piedra.
Perdía mucha sangre por las piernas. Miré hacia el frente el dragón caminaba hacia mi.
Mi hija y mis camaradas ya se asercaban a la gran nave, por muy fuerte que fuera esa bestia no podría penetrar el blindaje de ella.
—¡Ven! Termina conmigo —Intenté provocarlo nuevamente pero, se detuvo.
El dragón oscuro dirigío su atención hacia mi equipo. Comenzó a correr hacia ellos.
—¿¡Oye Dan no harás nada?! —Escuché una voz chillona a mi derecha. Tras mirar estaban escondidos el soldado Terricola y una pequeña hada de pelo verde.
Los ignoré, para mí suerte los huesos de mis piernas y los tendones no se habían dañando. Me puse de pie, estaba consiente del peligro; si no hacia nada perdería a mi hija también. No podia permitirlo. Los latidos de mi corazón comenzaron a ser frenéticos.
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