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outro: found him

Yoongi pasaba sus pálidas manos sobre su sedoso cabello mientras miraba su cuaderno un poco emocionado. Habían notas y garabatos en el mismo, pero para sí, seguía siendo fascinante, cada fotografía, firma, besos pintados y todo lo que fuere que las personas agradecidas dejaban anexadas en ese viejo cuaderno hecho con madera reciclada y hojas algo desgastadas pero dándole un toque aún más mágico.

Su pluma azulada trazaba sobre la fotografía remarcando la fecha y el nombre de la última persona que ingresó en su rústica pero asombrosa tienda. Su pequeño gato siamés mecía elegante su cola mientras el pajarillo de aquel viejo reloj daba exactamente las 12:00 p.m.

Un maullido seguido del leve trinar de la puerta anunciaba la llegada de un nuevo cliente.

— Bienvenido al lost & found land ¿en qué puedo ayudarle? — la calidez con la que su voz salía, era algo que sin dudar lograba la calma de cualquier alma que pasara por allí.

Su vista se entorno ante un muchacho delgado y guapo. Tanto sus mejillas cómo su naricita estaban rojizas por el frío viento que azotaba la tranquila ngelscity, una pequeña y apartada comunidad que vivía entre los bosques y animalitos, rodeados de hadas, duendes y demàs criaturas que para los humanos resultaban imposibles de ver a simple vista.

— B-buenas saludó suavemente el chico sin mirarlo en primera, estaba tratando de que el hielo de aquella nevada ventisca que lo atrapo no ensucuase el piso de aquel sitio —, quería saber si podía ayudarme a encontrar esto.

Extendió aquel trozo cuadrado, mostrando sus manitas las cuáles estaban protegidas por una suave tela de terciopelo blanca, su abrigo beige contrastaba contra sus ojos celestinos y su cabello era de un rubio platinado que lo dejaba con una vista nunca antes observada para el contrario.

Lentamente tomó la fotografía que traía el chico, era de un peluche, uno similar a un panda. Lo observó por unos instantes, hasta que volteó y tomó las llaves que colgaban de aquella pared llena de las mismas y perfectamente ordenadas por sectores, que creyó lo llevarían al lugar que debía.

— Aquí encontraremos lo que ha perdido usted una suave sonrisa ladina se incrustó en su rostro tan blanquecino enmarcado con esos feroces pero adorables ojos azulados gatunos.

Tomó al chico de la mano, guiándolo algo emocionado ante el pasillo del gran lugar.

El "Lost & found land" era el mágico lugar donde todas las cosas perdidas eran llevadas y clasificadas para que cuándo su respectivo dueño viniera a reclamarlo estuviera en las mejores condiciones y alegres de hallarlas.

El gran laberinto de puertas llevaban a enormes salones llenos de cosas que se habían perdido en el mundo, todas llegaban a su mansión. Algunas venían en barco, otras por correo o por simples manos de personas amables quiénes deseaban que las pertenencias ajenas fueran encontradas.

— Me llamo Yoongi, Min Yoongi ¿Y tú? el joven hombre observó a su cliente quién pareció sorprenderse ante su voz, el pasillo era algo extenso y aunque los mismos estaban bañados en una melodía simple pero agradable, le gustaba conocer a los que ayudaba.

Jimin, Park Jimin — responde, con una voz tan bonita, como también extraña, no era ni tan dulce, ni tan profunda, era como el danzar de las hadas en un estanque a plena luz de luna.

Inexplicablemente algo en ese chico lo llenaba de cierta incertidumbre como curiosidad. No todos los días venían clientes tan únicos cómo él.

Luego de muchos pasos llegaron hasta una de las puertas y Yoongi la abrió prendiendo las luces, miles de ositos se veían en los estantes y también colgados.

Ve Jimin, ve y busca tu oso— invita, debido a que nadie más que los debidos propietarios podrían encontrar sus objetos.

Al ver que no avanzaba lo volvió a animar, ya que dentro suyo añoraba ver una sonrisa en ese rostro algo temeroso, penoso y triste.

El Jimin ingresó a pasos reducidos observando a su alrededor, miró detalladamente cada osito y al encontrarse con la cálida mirada de Yoongi negó levemente con su cabeza.

— Ninguno de estos son el oso que yo busco — una mueca llena de pena atrapó esas finas facciones siendo rehenes sus esponjosos y rojos labios.

—¿Seguro has mirado bien? — Yoongi ingresó recorriendo el salón buscando todos los osos similares, un poco de ayuda se le estaba permitido— Aquí hay más de dos mil osos quizá sólo falta buscarlo un poco más.

— No, no — negó Jimin, mirando de nuevo el sitio —. El oso que se me perdió era demasiado especial, único y no está aquí — continuó para luego salir con los hombros caídos del sitio.

Yoongi lo miró entristecido jamás había entrado un cliente, sin salir con una gran sonrisa por haber hallado lo que había perdido. Pero quizá sólo sería mala suerte y aún podría hallar el peluche del chico.

Jimin agradeció su tiempo, Yoongi le pidió la fotografía en polaroid antigua, para ponerla en su agenda y así no olvidar que cuándo encontrara ese osito llamaría a su tan espléndido dueño.

II

Los días fueron pasando relativamente rápido, Jimin aparecía puntualmente a la misma hora todos los días y con algo perdido. Ahora había perdido un libro, El principito. Yoongi se había propuesto hallar lo que fuere que ese niño hubiese extraviado, pensando en sacarle una sonrisa a ese rostro tan dulce.

Sin dudarlo al ver la fotografía lo llevó rápidamente al salón de los libros, subió en esa escalera y le mostró cada ejemplar que poseía allí. Y como de costumbre ninguno era el cuál Jimin necesitaba.

Otro día sin ver la sonrisa de ese chico. Y cada día que pasaba algo crecía en Yoongii y era esa necesidad de ver al chico cruzar esa puerta, con su típica sonrisa torpe, sus manos recubiertas, sus ojos celestes enviándolo a otra dimensión con sólo observarlo.

Más fotografías fueron adheridas a una sección especial para Jimin, la fotografía del oso, el libro, paraguas, una camisa blanca, un brazalete.

Salones llenos de cartas, globos, flores, canciones, cámaras fotográficas fueron inspeccionadas por el rubio y el peliazul sin suerte alguna.

Porque simplemente nada era de la pertenencia de ese ser.

Un amargor se instalaba en la cavidad torácica de Yoongi ¿Cómo era posible que él, el guardián de las cosas perdidas y encontradas no pudiese hallar lo que ese joven anhelaba?

La melancolía se apegaba en sus ojos al ver que ingresaba al lugar, saboreaba el mal sabor que se quedaba en sus labios cuándo salía decepcionado de su local. Y no deseaba eso, claro que no.

Otro día llegó y con él aquel joven tan enigmático ¿De dónde venía? ¿Porqué puntualmente llegaba? ¿Porqué nada de lo que allí se encontraba era lo que él necesitaba?

Otra fotografía y un suspiro ahogado caía en su gran libro.

Realmente era demasiado frustrante.

¿Algún día Yoongi hallaría lo que Jimin perdió?

III

Un día su gatito mecía su larga y anillada cola entre sus manos pasando por su rostro, miró el reloj faltaban segundos para dar las doce.

Se centró en esperar a Jimin, hoy estaba decidido en que hallaría lo que ese joven de cabellos sol hubiese extraviado, pero los segundos se convirtieron en minutos y unos muy largos. Su gato maulló cómo también queriendo preguntar dónde estaba aquel chico quién se había ganado su cariño. Yoongi miró algo ansioso su reloj una y otra vez, como si eso hiciese que el tiempo pasase más rápidamente.

Una, dos, tres horas y Jimin no apareció. El sol saldría en cualquier momento y él debería de cerrar la tienda. Pues él habría cuándo el sol se ocultaba y cerraba cuándo el sol aparecía, ya que la mayoría de personas acudían sólo a esas horas.

Tampoco sabía la razón por la cual hacía eso y mil veces se cuestionó si debía seguir así, pero había algo que lo atajaba y no conocía que era. Luego de unos minutos más con él guardando su cuaderno oyó el trinar de las campanitas de la puerta, rápidamente levantó la vista.

Bienveni...

Su voz pareció enmudecer al ver al niño de ojos cielo derramar pequeñas gotas de las mismas, manchando su abrigo blanco, pareciese que deseaba decirle algo pero no podía. Su voz no deseaba salir al mundo. Se aproximó hasta esa mesa que fue despejada con anterioridad, pero Yoongi aún poseía el cuaderno en sus manos y abierta en la página especialmente apartada para Jimin.

Antes que Yoongi pudiese decir algo al chico, este le extendió una fotografía que dejó al peliazul sorprendido por unos segundos.

Era la fotografía de un anillo de bodas.

Yoongi miró esa fotografía como queriendo decir algo, pero su mente formó unas pequeñas siluetas ante la misma, una en la que él sujetaba la mano de Jimin, miró las demás fotos y todas ellas tenían cómo protagonistas a ellos dos.

Flashes fugaces recorrieron su cerebro, todas incluían al hombre que tenia parado en su frente, con lágrimas cayendo sobre sus apretujables mejillas. Sin notarlo de él también cayo una gota de agua y sal.

— Yoongi ¿p-porqué llor...

—Jiminie — el rubio se sorprendió demasiado —. Mí Jiminie — enfatizó el a la par que rodeaba esa distancia entre ambos cuerpos — Bebé.

Yoonie, Yoonie — esta vez sí rompió en llanto Jimin abrazando con demasiada fuerza al contrario quién lo apretujaba más contra sí cómo deseando sumergirlo en su ser, la necesidad de tenerlo cerca y muy próximo a sus latidos quiénes se descontrolaban sin dejar paso a nada más que la euforia.

— Me has recordado Yoonie.

— Si Jiminie, he recordado a mi bello esposo, mío, mío.

Sus labios chocaron deseosos, de forma torpe y dulce, entre risas y llanto. De mil maneras susurraron el amor que les fue arrebatado pero fue recuperado.

Min Yoongi de 29 años sufre de una perdida de memoria efecto de un accidente, Jimin su esposo de 27 años lo ayuda a recordar de a poco con fotografías.

" No importan las circunstancias, vidas, dolor, pruebas que tengamos que pasar, nunca dejes de amar y esparcir amor, a ti y a los demás"

remember me + yoonmin.
oneshot.
basado en el cortometraje lost propety.

©artl-her

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