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Capítulo 6

Punto de vista de Anna.

Las cortinas no fueron echadas la noche anterior por lo que eso desencadenó que me despertara con todos los malditos rayos de sol dándome en la cara.

Erick aún dormía y como eran las nueve de la mañana, supe que le quedaba largo rato aún durmiendo.

Me levanté de la cama y me aseé, después me puse unos jeans negros y una camiseta que quedaba por encima del ombligo de color blanca y de tirantes, cogí la chamarra de cuero negra de Erick y me la puse.

Escribí una nota:

No me puedes tener metida en una jaula de cristal, confía en mí. Voy a estar bien. Cuando regrese hablamos, tengo que contarte algo.

Besos, Anna.

Luego salí del hotel.

Sabía que, que yo hubiera salido del hotel sola sin él le molestaría y que a mi regreso tendríamos una fuerte disputa. Pero ya, no me puede tener en una jaula de cristal solo por temor a algo que ni yo misma sé que es.

Con Erick todo había sido tan complicado desde hace siete años, que a veces me preguntaba como era posible que estuviera tan enamorada de él y nos fuéramos a casar. Entre él y yo siempre había estado la extraña sensación de conocernos de mucho más tiempo atrás del que hacía, pero él juró que no, y lo cierto era que yo tenía una laguna mental desde mi nacimiento hasta mis creemos que dieciocho años.

No recuerdo nada de mi niñez , ni mi adolescencia, todo fue culpa al coma. No crean que no me importaba no saber nada acerca de mi pasado, muchas veces me preguntaba si antes de esto tenía pareja o familia. Pero de ser así, me habrían buscado y cuando me desperté solo estaban mis padres adoptivos.
No perdía la esperanza de recuperar algún día la memoria. Los primeros meses tras el coma me obsesioné con ello y llegaron a darme varios ataques de pánico al ver que no podía recordar nada, ahora ya no preocupaba, no es mi prioridad, mi vida anterior estaba rota y había conseguido una nueva en la que era totalmente feliz.

Caminando por las calles de Ciudad de México pude llegar hasta un Starbucks. Si, me apetecía un batido.

Atendiendo las súplicas de mi antojo entré en aquel local, en la puerta una figura baja y delgada con el pelo blanco y ojos verdes me empujó sin querer, parecía enojada y detrás de ella iba un chico con el pelo negro y acento español, lo supe por las siguientes frases.

—Lo siento —dijo sin mirarme y continuó su camino detrás de la chica. — ¡Darían, espera!

Yo dejé de observar aquella imagen y entré en el local.
Ordené un frapuccino y me senté en una de las mesas del fondo.

Estuve observando que en la mesa de la otra esquina había un grupo de seis personas charlando y lo que parecían eran discutir, entre ellas pude distinguir al chico que ayer me vino gritando como un endemoniado realmente poseído.

Todos sus amigos se marcharon y solamente quedó él para pagar la cuenta. Me levanté de mi asiento y me puse tras él en la cola, llevaba el pelo alborotado y una camiseta de mangas cortas blancas, los pantalones negros se ajustaban perfectamente a sus largas piernas y su zapatillas blancas le quedaban de infarto. Tenía las manos detrás mientras esperaba a que la persona que había delante de él terminase de ordenar y poder pagar, mordió su labio inferior y jugueteaba con su arito del labio con su lengua, no voy a mentir se veía extremadamente sexy. En un movimiento que realizó con su cuerpo el aroma que desprendía me atrapó las fosas nasales y me erizó toda la piel.

— Señorita, pase por aquí. Yo la atenderé. — un hombro con una gorra y el uniforme de Starbucks captó mi atención y me hizo cambiar de fila.
Pagué el frapuccino que había tomado y me dirigí hacia la puerta.

Choqué contra un cuerpo mucho más grande que el mío y más fuerte, y gracias a su agarre de brazos evitó que cayera al suelo de culo creando así el momento más vergonzoso en lo que tengo de memoria.

— Perdón, olvidé mi sudadera y no te vi. Lo lamento. — al levantar la vista me encontré con semejante hombre y sus ojos impresionantes que miraban fijamente los míos    y me estaban haciendo temblar.

— descuida, yo también soy un poco torpe. — me ofreció una sonrisa. Sus ojos me estaban mirando pero no de una forma normal, me miraba con melancolía, como si al mirarme recordase a algo o alguien que le había hecho feliz y ahora ya no.

— Siento mucho el numerito de ayer, Anna, ¿no? — le sonrío de lado y asiento con la cabeza. — Soy Jean y Tengo un día horrible, ¿darías una vuelta conmigo?

Y aunque sabía que eso me traería múltiples problemas con mi prometido, acepté.

— y dime Anna, ¿Qué te llevó a ser fotógrafa? — preguntó mientras caminábamos por las calles de esta ciudad.

— Pues, siempre me ha gustado fotografiar los paisajes y las personas felices, supongo que me da paz y por eso me quise dedicar a ello. — le miro. — ¿de qué conoces a Erick?

— ¿No te ha contado? — negué con la cabeza.

— Erick tiende a no contarme muchas cosas. — hice una mueca. — supongo que no tenemos Tanta confianza como deberíamos.

— Permíteme el atrevimiento, pero si no tienen la confianza que deberían de tener, ¿por qué te vas a casar con él?

— Porque a pesar de todas las cosas que me oculta, pude conocer al verdadero Erick, y es un chico que para dejarle escapar hay que estar muy loca. Ya no solo eso, sino estoy enamorada de él. Han sido los ocho años más felices de mi vida.

— nos conocimos hace diez años. — suspira. — era el novio de mi novia. Ella murió y tú te pareces mucho, por eso discutíamos.

— Lo sé, pero no soy ella.

— Sí, eso lo pude ver en tus ojos.  — sonrió de lado. — Ella tenía diecisiete años cuando la conocí y estaba enamorada de Erick, de hecho, estaba saliendo con él, Gianna era la hermana de un compañero suyo de banda y tenía un pasado muy difícil, por eso la enviaron a la fraternidad donde pertenezco. Cuando la vi llegar me enamoré de ella por completo y fue muy difícil porque ella era menor y yo mayor y pues tuve miedo, y el miedo me llevó a perderla. Quedó embarazada y el temor a que no lo aceptara la hizo huir a Miami. Nos reencontramos y tuvimos a nuestra pequeña Halsey. Y cuando más felices estábamos, cuando nada malo podía ocurrirnos, la secuestraron los fantasmas de su pasado matándola en vida, ingresó en un hospital psiquiátrico y se quitó la vida un mes después.

— Dios, es horrible.

— Todos lo pasamos muy mal. Incluso Erick, que aún seguía enamorado de ella. — El saber que Erick tenía un amor del pasado que no le quedó más remedio que olvidar me pellizcó un poco el estómago. — Lo siento. No quise incomodarte.

— No, no te preocupes.

— ¿me dejas llevarte a casa?, me gustaría presentarte a unos amigos.

— Debería de volver al hotel.

— Por favor.

Me miró profundamente a los ojos y no pude evitar que mi estómago sintiera un cosquilleo inmenso, casi podía jurar que me iba a caer desmayada cuando se mordió el labio inferior.

— Está bien. — su sonrisa se extendió por toda su cara y dejó a mostrar su dentadura blanca como el papel.

Caminamos hasta una mansión enorme en DF, su jardín con la enorme piscina me dejó pasmada desde el segundo uno que había puesto un pie en ese recinto.

— Chicos, ella es Anna. — les dijo a las tres personas que había en la sala.

Se trataba de un chico con el pelo rojizo y alborotado, otro con lunares en su cara y el pelo ruloso y una chica rubia embarazada.

Sus caras parecían de espanto, joder, ¿tan fea soy?

— pero si parece...— dice la chica.

— Sí, lo sé. — responde Jean. — pero no.

La puerta de esa mansión suena como loca y todos los presentes miramos extrañados sin saber de quien se trataba. Pero cuando esta se abrió, los ojos verdes que escondían tras ella me decoloraron. ¿Como supo que estaba aquí?

— ¡Te dije que no te acercaras a ella! — señala a Jean. Él se acerca a mí furioso y toma mi brazo.

— Erick, suéltame me lastimas. — dije intentando zafarme.

— Suéltala, te lo está diciendo. — se interpone Jean entre nosotros.

— ¡tú no te metas! — le grita al moreno que hay frente a nosotros. Jean hizo el amago de agarrarle pero lo impedí.

— Está bien. Me voy.

Finalmente me fui con mi prometido, el que todo el camino estaba gritando como un poseido. Sí, nunca logré cabrear a Erick de esta manera.

Al llegar al hotel, los gritos se hicieron más intensos.

— ¡Te dije que no salieras del hotel sin mi, Anna! — me gritó.

— ¡no puedes tenerme en una jaula de cristal para siempre, Erick!

— Te pudo haber pasado algo.

— ¿Qué es lo que me ocultas que tienes tanto miedo?

—¿Qué?, no seas ridícula no te oculto nada.

— ¡No te creo, Erick! — le dije enojada. — Sé que tienes miedo de algo y que ese algo está relacionado conmigo.

— ¡Cállate, Gia! — gritó sin medir su voz, y tampoco sus palabras. Tras pronunciar ese nombre nos quedamos en silencio.

— Es la segunda vez que me llamas Gia, Erick. — le dije en un tono más suave.

— Lo lamento, me confundí.

— te puedes confundir una vez, no dos. — agarré mi bolsa de nuevo.

— Anna... — giré sobre mis talones e hice como que no le escuchaba para salir de la habitación m. Él gritaba mi nombre pero no me giré.

Él me engañaba, y lo peor de todo es que no sabía qué hacer para averiguar la verdad.

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HOLAAAAAAA he vueltoooo, estuve estos días falta de inspiración por eso no escribí nada. Supongo que tengo que hacer mis pausas de escribir para volver con más fuerza.

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¿Qué le oculta Erick a Anna?

últimamente los capítulos reciben muy poco apoyo y eso me pone triste porque siento que mi trabajo no les gusta😕
Por favor, si les gusta, voten y comenten, no Sean fantasma, eso me ayuda a seguir mucho con mi trabajo.

LAS QUIERO❤️

Twitter: @_maariasanchezz

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