Capítulo 25
Punto de vista de Anna.
Sábado, 30 de junio 2030. 01:01 p.m
Miami, Florida.
Sonaban campanas de boda, ahí dentro en el altar estaba esperándome Erick, la persona a la cual juré amor eterno y la persona que por suerte o desgracia, ya no ocupaba mi corazón.
¿Por qué lo hago? No quiero hacerlo, pero él siempre había estado incluso cuando yo le dije que no. Él reconstruyó mi vida, él me ayudó a ser yo.
Las puertas se abrieron, tomé fuerte el brazo de mi papá y por el otro brazo en la mano, tomaba el ramo de rosas.
Caminé toda vestida de blanco por una alfombra roja, viendo las caras de los invitados, los pocos que estaban. Entre ellos estaba mi hermana, que me miraba con una cara larga, sabía que no era de mi agrado estar aquí, pero para ella era incluso menos.
Al frente estaba Erick, en trajeado de chaqueta negra y corbata gris, con una rosa en su bolsillo. Sus ojos verdes lucían más brillantes que nunca y su sonrisa, aquella de la que me había enamorado hacía ocho años estaba reluciente. Él era feliz.
Llegué a su encuentro, tomó mi mano y no sentí nada. Quise sentirlo, lo prometo. Juro por mi vida que quería sentir felicidad porque esto era lo que había deseado desde que le conocí, pero ya no. Él me miró, me sonrió y ni siquiera se inmutó que yo estaba pálida y que en cualquier momento me desmayaría, no quería estar aquí, quería correr a los brazos de Jean.
—Estamos reunidos hoy aquí, para unir en sagrado matrimonio a dos personas que se aman a pesar de todo. —dijo el sacerdote. Ojalá hubiera dicho esas palabras cuatro meses antes, no hubiera dudado de ella ni un segundo. —Erick Brian Colón y Anna Suárez. Dos personas jóvenes que han decidido unir sus caminos para el resto de su vida.
Para el resto de su vida. El tiempo que me quedaba de infelicidad o el tiempo que se me daba de tregua para olvidar a Jean, no sabía bien cómo tomármelo.
—Si alguien tiene algo que decir que hable ahora o calle para siempre. —pronunció las míticas palabras. Ojalá esto fuera como en las películas y de repente entrara Jean oponiéndose a la boda y me armara de toda la valentía que en este momento no tengo para correr a por él. Pero claro, me he olvidado que esto es el mundo real, que tonta. —Bien, Erick. ¿Aceptas a Anna como tu legítima esposa, en la Salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, para amarla y respetarla, hasta que la muerte os separe?
Erick me miró, sonrió y asintió con la cabeza.
—Sí, quiero. —pronunció firme y tomó mi otra mano que quedaba libre.
—Anna. —dijo el sacerdote mirándome, a la de tres me desmayo. —¿Aceptas a Erick, como tu legítimo esposo, en la Salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, para amarle y respetarle, hasta que la muerte os separe?
Agaché la mirada, no podía responder. No quería, lo único que quería era salir corriendo y pedirle mil disculpas a todos, pero iba en busca de la felicidad.
Levanté la cabeza y justo en ese momento, un sonido atronador de las puertas abriéndose captó la atención de todos.
—¡Un momento, detengan la boda! —Le oí, oí su acento colombiano, oí la voz que tanto estaba esperando.
Punto de vista de Jean.
Sábado, 30 de junio 2030. 12:30 p.m.
Miami, Florida.
Hoy se convertiría en la mujer de otro, hoy se acabó Anna. Ella regresaría a Vancouver y yo por lo tanto me volcaría en recuperar a Gia la que nunca debí de abandonar.
Pero mientras tanto sucedía todo eso, estaba ahogando mis penas en alcohol. Sí, yo sabía que hacía mucho no tomaba. Concretamente desde que Gia dejó México para volverse a Miami, pero esta ocasión merecía un homenaje en toda regla y yo, para cagarme en la vida maldiga, se lo iba a dar.
—cuarta copa y solo es mediodía, Jean. Deja de tomar ya. —dijo Orson quitándome la copa. Quería a este man con toda mi completa vida, pero le miré con cara de asco.
—Orson, el mundo es puto conmigo. ¿Qué le hice yo para merecer esto? —le dije mirándole con ojitos tristes, él apretó sus labios y me miró fijo.
—Deja de lloriquear, Jean. No quieras que Halsey te vea así.
—La mujer que amo se está casando en este momento con el ex de la mamá de mi hija que lo dejó porque se enamoró de mí. Esta batalla la ganó él y lo estoy celebrando. —le dije tomando de nuevo la copa y bebiéndola de un solo trago. Sentí como el alcohol quemaba mi garganta y con ella el dolor de mi corazón estaba amainándose.
El ruido de la puerta cerrándose de una forma muy forzada captó la atención de mi cuñado y yo.
Un Christopher muy enfadado se acercó hasta nosotros y nos miró como si quisiera matar a alguien a golpes.
—Voy a matar a Erick. —dijo entre dientes, está bien, a eso no me opondría.
—¡me apunto! —dije alzando la copa.
—Jean, mírame. —dijo el ecuatoriano buscando mi mirada. —mírame.
A duras penas logré devolverle la mirada.
—Erick fue quien atropelló a Halsey. —mis ojos se abrieron Como platos y mi dolor que ahora se había convertido en furia me hizo recomponerme.
—¿Qué? —dije casi de forma inaudible. Mi hija, había estado a punto de morir, por culpa de ese desgraciado que ni siquiera tuvo la maldiga humildad de pedir perdón o entregarse. —Lo voy a matar.
—Espérate. —dijo Orson tomando mi hombro. —Se debe de estar casando no quieras formarle el numerito allí y que Anna te odie, no puedes estropearle este día a ella.
De repente, Ralf, Naim y Darían entraron por la puerta del jardín mirándonos, esas caras me las conocía y sabía que algo importante debían de soltar por la boca.
Darían me tendió un sobre blanco con letreros azules.
—¿Qué es esto? —dije tomándolo entre mis manos y abriéndolo como suma delicadeza.
—Una prueba de ADN, entre Anna y Halsey. —dijo Naim.
Comparación de ADN: positivo.
—Es positivo. —habló esta vez su mujer.
—Eso significa que... —titubeó Ralf.
—Anna es Gia...—dijo Chris en un hilo de voz. —Anna, es mi hermana.
—Hay que impedir esa boda, ya. —dije arrugando el papel y tirándolo al suelo.
Como una furia salí de la casa.
Ahora encajaba todo, era ella, siempre fue ella, era mi Gia, era el amor de mi vida desde el primer momento. Muy dentro de mí siempre lo había sabido.
Cogí el auto, al que se unieron, Chris, Darían, Ralf y Naim. Orson y Mae se quedaron con Halsey y Liam.
Conduje como si de una carrera de Nascar se tratase, hasta llegar a aquella iglesia.
Erick lo sabía, por eso no la quería cerca de nosotros, por eso me odiaba. Él siempre lo había sabido, desde un principio, por eso nunca la había mostrado ante la gente. Maldiga sea todo este tiempo tuve a mi chica en las narices y no me di cuenta.
Bajé del auto con mis amigos detrás, me paré frente a la puerta enorme marrón. Me daba igual cuán pesada fuera, como que me llamo Jean, que la abro. Necesité de la ayuda de Naim y Ralf, pero pudimos abrirla haciendo un gran ruido.
—¡un momento, detengan la boda! —entré gritando y corriendo a la misma vez por aquella alfombra roja. Todos los invitados cuchicheaban, pero la verdad que me importaba una mierda. Venía a recuperar a la madre de mi hija.
—¿Qué cojones hacéis vosotros aquí? —dijo el ojiverde mirándome mientras me fulminaba con la mirada.
—Se te acabó el juego, Erick. —le dije frente a él.
—¿Que estás haciendo, Jean? —dijo Anna.
—Tengo pruebas de que Erick fue quien atropelló a nuestra hija hace dos días. —dije mirándola a ella la que frunció el ceño.
—¿nuestra hija? —dijo extrañada.
—Sí, porque también tengo pruebas de que tú eres, Gianna Vélez.
_______
Y POR FIN SE HIZO REALIDAD EL #JEANDATECUENTA.
Ahora sí que sí, no estoy lista para decirle adiós a esto.
1 capítulo para el final.
@maariasanchezz19
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro