Capítulo 22
Punto de vista de Jean.
No describiré cómo han sido estos sin ella más que con una palabra: infierno. Desapareció tan pronto como lo dijo y ni siquiera tuvo el valor de despedirse, iba a ser tan infeliz al lado de ese idiota con el que se va a casar y cree que puede darle un buen futuro. Pero yo no tenía nada que hacer, solo podría encontrar a Gia y amarla como la prometí, aunque hubiera aparecido en mi vida otra mujer idéntica a ella, aunque un poco menos intensa y acosadora.
Anna se había apoderado de una manera extraña y casi inexplicable de mi corazón, pero ahora lo estaba destruyendo casi tan rápido como lo conquistó. Si ella decía sí, quiero para mí todo lo que hayamos tenido que no es poco, se terminaba.
--Jean. --Escuché que dijo Maf, a su lado venía mi hermana con una expresión en la cara de preocupación hacia mí. La morena se sienta a mi lado en el sofá de cuero y me pasa un brazo por encima del hombro. --¿Por qué no vas a buscarla?
--Porque ella ya eligió y no me eligió a mí. --dije mientras mi voz se estaba quebrando por segundos. Estaba tan roto y desbastado que podía jurar que el Jean que se levantaba con ganas de comerse el mundo ahora sentía que el mundo se lo comía él.
Esa sensación no estaba dentro de mí desde el primer año que Gianna había muerto, hasta que me convencí que para que Halsey fuera tan feliz como me lo prometí debía de ser fuerte y aunque el dolor de su ausencia siguiera dentro de mi pecho no me sentía tan desbastado como ahora.
--Hermanito, tú y yo sabemos que Anna no quiere casarse. --dijo Mae sentándose a mi derecha. Cuando escuché su nombre mi corazón recibió una punzada enorme.
--Se fue, Mae. Se fue y ni siquiera se despidió, ¿te das cuenta lo que significa eso para mí? --dije mirando a mi hermana a la misma vez que sentía mis ojos aguarse y mi corazón romperse.
--Me doy cuenta de lo que significa para ella despedirse de ti. --me dijo con una seriedad y una firmeza abrumadora.
--Y según tú, ¿qué significa? --pregunté frunciendo el ceño, esperando que mi hermana me respondiera con algo convincente que me alentara a ir a por ella.
--Pues que si Anna se despedía de ti no se iba a poder ir con Erick porque te quiere y tú la quieres a ella, Jean. --Respondió para después poner su mano en mi rodilla y apretándola tratando de ser reconfortante. Por el otro Maf que aun tenía su brazo encima de mi hombro tocó mi antebrazo llamando mi atención y captando mi mirada.
--Creo que en su día ya aprendiste que cuando dos personas se aman tienen que estar juntas. --me dijo la novia de Ralf con una sonrisa de lado.
--Pero para eso hay que luchar, como hizo Gia. Anna no ha hecho eso ni de lejos. --Respondí con un tono de voz molesto. ¿Por qué debía ir yo a buscarla? Era ella la que iba a cometer el mayor error de su vida, no yo, era ella quien tenía que venir a por mí si quería ser feliz.
--Porque durante este tiempo la has estado confundiendo, Jean. Ella solo quería estar contigo y tú la besabas y te sentías culpable por Gia y una persona aguanta mucho pero todos tenemos nuestro límite. --Habló mi hermana. Lo que ella dijo me molestó muchísimo así que me giré a ella con los ojos abiertos como platos y la mandíbula tensa. Maf al ver mi reacción quitó su brazo de mi hombro.
--¿Qué insinúas, María Alexandra? ¿Qué he jugado con ella? Porque estás muy equivocada.
--Solo te digo una cosa, si no haces algo ya la vas a perder para siempre y eso no te lo vas a poder perdonar nunca, vas a volver a perder a la persona que amas, Jean. Tú verás lo que haces. --Mi hermana me dedicó una última mirada antes de irse con Maf tras ella.
En el fondo yo sabía que ella tenía razón pero mi orgullo me estaba impidiendo hacer lo que yo quería, era como una manera de protegerme a volver a sentir dolor aunque ya me estaba haciendo daño yo mismo.
Todo el mundo tenía razón, Anna no quería casarse y seguro que ella estaba esperando a que fuera a buscarla y le dijera todo lo que sentía. Dejar de engañarme a mí mismo y poder ser feliz por primera vez en nueve años.
Humedecí mis labios y marché rápido hasta mi habitación. Abrí el armario y cogí mi camiseta blanca, me la puse, me coloqué mis vans negras y acomodé un poco mi pelo.
Bajé corriendo a la sala y tomé mi cazadora negra y las llaves del auto de Richard, sabía que se iba a enfadar pero necesitaba el auto más rápido en este momento.
Corrí con la suerte de nacer cotilla y escuchar a Erick y Cris hablar de donde se estarían quedando, así que tuve claro donde ir en el primer segundo que pisé el acelerador.
El Hilton Miami Downtown no estaba lejos de la casa y con el Ferrari de Richard no tardé mucho en llegar, lo que fue más difícil fue encontrar aparcamiento pero lo encontré.
Entré en el edificio negro lleno de grandes ventanales con las piernas temblándome y tratando de buscar las palabras exactas para decirle a la mujer que quiero.
El interior del hotel era alucinante, a pesar de vivir en una mansión no estoy acostumbrado a tanto lujo, se nota que Erick lo gana bien y es famoso porque esto realmente era un palacio. Las paredes de la recepción principal eran de color marrón y había cuatro mostradores de mármol, uno al frente y tres en la izquierda. Me acerqué al del frente donde detrás de él estaba una chica morena de ojos marrones, con un uniforme negro y una línea roja en la solapa de la chaqueta.
--Buenas Tardes, ¿En qué puedo ayudarle? -- habló la chica en un tono amable y con una sonrisa de oreja a oreja. No mentiré la chica pues era linda pero no despertó el más mínimo interés en mí. Mi interés estaba puesto en como parecer convincente para que me dijeran en que habitación estaba Anna. Corría con el riesgo de que conociese a Erick y también corría con el riesgo de que me conociera a mí, pero tenía que intentarlo si no todo el valor del que me armé para venir hasta aquí no habría servido para nada.
--Hola, verá, vengo desde Colombia a ver a mi novia que sé que se está alojando en este hotel, pero desgraciadamente no sé en qué habitación está. Quiero darle una sorpresa porque es su cumpleaños, si usted sería tan amable de decirme en qué habitación está. --Le dije bajo su atenta mirada, sentía como los sudores fríos del nerviosismo estaban bajando por mi frente al no ver ninguna reacción o expresión en su cara.
--Lo siento, señor. No puedo darle esa información. --me dijo esperando que la comprendiese, cosa que claramente no hice porque lo único que se me pasó por la cabeza fue colarme en el ordenador y buscar yo mismo la información.
Vamos Jean, respira hondo.
--Por favor, llevo más de cuatro meses sin verla y no sabe cuan enamorado estoy de ella. --Le dije poniendo mi cara de cordero degollado, tenía la esperanza de que la gente aún tuviera fe en el amor y lograra entrar un poquito en su corazón. Vi un atisbo de rendición en su cara y eso me llenó de vida.
--Está bien, ¿Cuál es el nombre de su novia? --dijo suspirando abatida, por dentro suspiré aliviado de haber conseguido saber en qué habitación estaba mi chica.
--Anna, Anna Suárez. --Tecleó el nombre y miró con atención donde estaba. Por Favor que esté a su nombre.
--Habitación trescientos nueve. --dijo finalmente, le sonreí ampliamente en forma de agradecimiento.
Miré hacia los ascensores que estaban a mi izquierda, estaban repletos de personas y eran justo lo que no necesitaba en este momento. No muy a mi pesar porque adoraba hacer deporte me dirigí hacia las blancas escaleras. Como si de una carrera se tratase las subí corriendo, imaginando, sintiendo y viviendo en mis adentros como iba a ser el momento en que me abriera la puerta y le abriera mi corazón como se merecía.
Llegué agitado hasta la habitación trescientos nueve, el corazón me latía a mil por Segundo y no solo por la carrera que me había metido para subir las escaleras, estaba acelerado porque no sabía cómo me iba a recibir esa chica de pelo negro tintado y ojos claros.
Con el corazón en un puño, mis nudillos chocaron contra la puerta de esa habitación.
Con rapidez escuché unas pequeñas zancadas hasta la puerta, que dejaron ver detrás de ella una vez abierta a una chica que para nada me esperaba en ese lugar.
Todo le quedaba bien, incluso la camiseta negra de gatitos blancos que llevaba, el pelo recogido en un moño alto y sus short negros. Su maquillaje era básico, solo la línea del ojo.
—¿Qué haces aquí? —dijo mirándome profundamente a los ojos con una frialdad que causaba escalofríos por toda la columna.
—He venido a decirte todo lo que siento, todo aquello que querías escuchar. —le dije tratando de que las palabras me salgan fluidas, pero por los nervios no estaban siendo así.
—Jean, evítatelas. —me dijo, su voz sonaba tan indiferente que hacía añicos mi corazón.
Hizo el amago de cerrar la puerta pero lo impedí antes de que el acto se concluyera.
—Jean, vete. Erick puede venir en cualquier momento. —habló mirándome mientras suspiraba, sabía muy bien que en sus adentros no quería escucharme lo que le voy a decir porque teme que la convenza.
—¿crees que me importa que venga? —le dije abriendo mis brazos en señal de que ya no me importaba nada. —Anna, estoy aquí para decirte que estoy enamorado de ti.
—Jean, basta. ¡Lárgate! —dijo señalando la salida por el pasillo. —¡Entiende que me voy a casar y que lo nuestro no puede ser!
—Sí, sí que puede ser. Tú me quieres. —le dije acercándome a ella peligrosamente, pasando mi brazo por su cintura, pegando su cuerpo al mío.
—Ya, se acabó. —me dijo poniendo sus puños en mi pecho haciendo fuerza para separarnos pero de nada sirvió. Oía su corazón latir a la misma velocidad que el mío y eso hacía que mi piel se erizara. —¿qué pretendes? ¿Que deje la estabilidad que me brinda Erick por un arrebato tuyo?
—Que no te quieres casar. Asúmelo. —dije soltándola para mirarla fijamente a los ojos.
—¿acaso tú sabes lo que siento? —dijo con todo de voz ofendida, había dado en el clavo, ella no quería esa boda.
—Sí, sí que lo sé, y me quieres a mí. —le dije señalándome a mí mismo, ella muestra una sonrisa irónica.
—Es demasiado tarde para que te des cuenta de las cosas, Jean. —dijo mientras dejaba caer sus manos sobre sus muslos. Suspiró. —Vete, Por favor vete y olvídate de mí.
—Si me voy...—comencé diciendo señalando al pasillo. Humedecí mis labios y mordí un poco el aro negro de mi labio inferior. —Si me voy, Anna. No voy a volver a buscarte nunca más, si das ese sí quiero, lo que sea que sintamos se acabó.
—Adiós, Jean. —me dijo mirándome una última vez con sus ojos llenos de lágrimas que estaba evitando soltar. Luego tomó el pomo de la puerta y la cerró en mi cara, acabando así con mis sentimientos y destrozando mi corazón.
A veces, duele más aferrarse que soltarse, porque si amas algo tienes que aprender a dejarlo ir.
Te dejo ir, Anna. Pero cuando estes con él en la soledad de tu habitación y tu matrimonio, recuerda que yo te quise y no tú no quisiste ser conmigo.
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Hola he vueltooo!!!
Bachillerato puede conmigo, la verdad está siendo un comienzo de año difícil porque es un comienzo de curso bastante atípico y con mucho miedo de los contagios que pueda haber. 😶 pero por el momento me estoy haciendo a él como puedo!
BUEEEENO, YA CASI ESTOY PARA DEJARLAS Y ACABAR🙁 ESTE ES UNO DE LOS MOTIVOS POR LOS QUE NO ACTUALIZO SEGUIDO, NO ESTOY LISTA PARA DEJAR A GIA Y JEAN🥺
4 capítulos para el final.
VOTEN Y COMENTEN.
LECTORAS FANTASMA NO.
@maariasanchezz19
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