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Capítulo 17

Punto de vista de Anna.

Después de todo lo que me había dicho ahora me estaba demostrando él todo lo contrario, la bipolaridad de este hombre me estaba matando.

Había sido tan cruel conmigo durante unos segundos y después tan comprensivo y adorable que ahora me encontraba aquí y no sabía si decirle mi historia.

—Jean, no. —dije ahora. —te iba a contar la verdad, mi verdad. Pero lo único que vas a hacer es sentir pena por mí y lo siento pero no quiero, bastante pena me doy yo misma. —me levanto de la cama que estábamos sentados los dos y él toma mi manos. Una electricidad escalofriante nos recorrió el cuerpo a ambos, digo a ambos porque él también se estremeció.

—Siento lo que te dije. —me dice con sus ojos brillándole de sinceridad. —Llevo nueve años esperando algo que en el fondo sé que no va a suceder, mírame aquí estoy. En la ciudad donde la persona que más he amado en mi vida perdió la suya, tratando de averiguar si vive o no, pero sin saber a dónde ir a buscarla. En el fondo sé que está muerta y odio eso.

—¿Crees eso?

—No tengo ni una sola prueba de que Gia está viva solo una corazonada que nada vale. —me vuelvo frente a él. —me miró a los ojos y se comenzó a acercar a mi. Mi mente me decía que me alejase que era lo mejor, pero mi cuerpo anhelaba su cercanía. —¿Erick vino contigo?

—No, no vino. —negué con la cabeza. —Discutimos y me dejó en la puerta, tras eso se marchó quien sabe a dónde.

—Mejor. —sus manos se apoderaron de mis caderas y me hizo pegar mi cuerpo al suyo, el latido de mi corazón estaba aumentando cada segundo, el roce de sus manos por la costura baja de mi camiseta negra me estaba poniendo nerviosa. Necesitaba sentir el metal de su piercing sobre mi labio otra vez. Poco a poco con lentitud nuestros labios se juntaron y nuestras lenguas se conectaron. Quería que me hiciera suya en este momento, me daba igual todo.

Solo le bastó una mirada para saber que queríamos lo mismo, o más bien que necesitábamos lo mismo.

Cogió mis muslos y enredó mis piernas en su cadera mientras me besaba, mi cuerpo que ahora se encuentra entre la pared y los abdominales tonificados de Jean, sus manos que subían y bajaban por mi cadera me hacían sentir como miles de pequeños cortocircuitos. Sus labios que buscaban con desesperación los míos y solo cambiaron de destino para buscar mi cuello.

Con cuidado pasé su camiseta por encima de su cabeza y el no sentir su lengua en mi cuello se me hizo un infierno aunque fuese por dos segundos. Sus pupilas estaban dilatadas, llenas de un placer oculto que yo quería darle.

Como si fuera un filete me dio la vuelta y en un abrir y cerrar de ojos había mandado mi camiseta muy lejos de nosotros y besaba mi espalda, cada lunar que había en ella, me pareció tan tierno y tan excitante a la vez.

Caminé de espaldas a la cama con él frente a mí tomándome de la nuca, asegurándose de que solo me separaría por falta de aire, sentí mi espalda chocar contra el colchón y ahí comenzó lo malo.

Los recuerdos del primer recuerdo que tuve de mi pasado volvieron a mí, atormentándome, no dejándome disfrutar del roce de la piel que se encontraba ahora mismo desnudándome. Pero no, esto no se iba a quedar así, Jean no era esa persona que tanto daño me había hecho.

Sin él esperárselo, tomé el control.

Era como si supiese cada punto exacto del placer de Jean, como si ya hubiese estado antes en esta situación con él.

Mi lengua recorría todo su abdomen y solo disfrutaba de lo bien que sonaba el oírle gemir y su respiración pesada, me libré de sus pantalones dejándole así solo en bóxers. Por y para mi.

Lo demás para mí fue como un ensueño, nos dimos placer mutuo, y aunque sabía que el tener a otro hombre dentro de mí que no fuera Erick estaba mal, esto era lo que mi cuerpo había deseado y así se lo concedí.

Jean mordió mi hombro cuando sentía que el orgasmo estaba llegando, y como nunca me pasó con Erick, nos vinimos los dos juntos.

Aún teníamos las respiraciones agitadas, él se había desplomado a mi lado y miraba el techo sin ningún tipo de expresión.

Lo siguiente que hizo fue vestirse, mirarme como si nada hubiera acabado de pasar y salir del cuarto.

Genial. Soy gilipollas.

Me tapo con la sábana blanca y me reincorporo en la cama colocando mis manos en mi cara.

—¡tonta, tonta, tonta! —me dije golpeándome la frente con la Palma de la mano. —¡tonta!

Me había usado, había sido como lo que Ralf lo denominó como un pasatiempo para olvidar a Gia.

Sentía el corazón roto.

Me vestí, me intenté recomponer lo más que pude y bajé a la sala, encontrando así a Naim que me miró sabiendo que la expresión que había en mi cara no era normal.

Me abrazó y en él rompí en llanto silencioso.

—¿Qué pasó? —me dijo acariciando mi pelo.
Tú amigo es un hijo de puta que juega con mis sentimientos eso pasa. —Ven, te preparo una tía y hablamos tranquilos.

Hizo lo que dijo, me preparó una tila. Ni siquiera tuve fuerzas para decirle que odio las infusiones y que me hacen vomitar. Pero se veía tan lindo preocupándose por mí, que yo de buena manera se la acepté.

—Espero que estés mejor. —dijo sentándose sobre la mesa de madera que había en el patio trasero, donde estábamos solos. —¿Qué pasó, Anna?

—Engañé a Erick. —le dije agachando la cabeza pero logré ver un atisbo de confusión en su rostro. —Me he acostado con Jean.

—¿Qué? —gritó. —¡Joder, entiendo porque Erick odia tanto a Jean si le ponen los cuernos con él!

—Shh. Baja la voz. —le hice un gesto con la mano. —Yo no sé por qué pero estoy sigo los pasos de Gia tal cual.

—Dime que usaste preservativo, por favor. —le puse cara de inocente. —¡Que no usaste preservativo!

—Se me olvidó, ¿vale?

—No, no vale. —dijo. —Gia, se quedó embarazada de Jean la primera vez que se acostaron, engañando así a Erick que era su novio en aquel entonces, y visto tu historial lo estás repitiendo hasta con honores, y creo que no es lo mejor que te vendría. Un hijo de Jean, no, no. Ni locos. Salen llorones nocturnos.

—Naim, ¿que dices? —le dije frunciendo el ceño.

—No, otro hijo de Jean no, por favor.

—Naim, que no estoy embarazada de Jean.

—Eso tú no lo sabes. No usaron preservativo.

—Pero no puedo tener hijos, porque tuve un accidente que me dejó sin matriz.

—¿cómo así?

—Hace nueve años tuve un accidente automovilístico que me dejó en coma durante dos meses, me dejó sin matriz y sin memoria anterior a despertarme del coma. —la expresión del chico se tornó en confusión. —cuando desperté del coma nadie estaba esperando por mí así que me adoptaron mis padres adoptivos a los dieciocho años, como no recordaba cuál era mi nombre y lo único que sabía era que terminaba en Anna decidimos llamarme así. —suspiré. —Pero ahora los recuerdos de mi pasado parecen estar volviendo de forma intermitente, y he recordado un alumbramiento, en el que estaban dos personas ayudándome a empujar, no les pongo rostro pero supongo que uno de ellos sería el papá. También recuerdo...una...una violación. —el de Mallorca comenzó a ponerse un poco pálido, así como Darían se puso. —Se lo conté a Darían y puso la cara que tú exactamente estás poniendo ahora.

—¿Darían sabía de esto?

—Sí, se lo conté antes.

—Si me disculpas. —se levantó de su asiento y se marchó por la puerta.

No dio ninguna explicación, pero simplemente yo ya me estaba hartando de que aquí me dejasen sola todo el tiempo.

Punto de vista de Darían.

¿Que te has acostado con Anna? —grita Ralf a Jean que tiene las manos sobre su cabeza lamentándose, si supiera.

—Sí, perdí el jodido control, mierda es que se parece mucho a ella. —es ella Jenner, es ella.

—¿y que pasó después? —pregunté yo.

—Nada, me vestí y me fui. No supe qué decirle. Por mi mente solo pasaba el nombre de Gia. —respondió.

—Eso es cruel, muy cruel. —habló Marco.

—¡no me jodas, Marco! —masculló.

—Deberías de ir a hablar con ella, porque seguro que ahora está confundida. —aconsejé, sabiendo que no haría eso.

—Ya veré que hago, ahora solo necesito estar sin nadie. —dijo y sin más salió de la habitación.

—Oye, ¿y si le decimos que Anna es Gia? Igual se deja de sentir culpable por haberse acostado con ella. —sugiere Marco, y seguro que no en broma.

—no digas estupideces, Ralf.

—No son estupideces, es la verdad.

De repente apareció Naim en la habitación dando un portazo, con cara de enojado y señalándome amenazándome.

—¿Tú sabías que Anna era Gia y no me lo dijiste? —dijo entre dientes, mierda. ¿Como se había enterado?

—¿Qué dices, Naim? —babuceé.

—Por Darían Fernanda. Llevamos ocho años casados, tenemos un hijo, no me mientas. Dime la verdad, porque lo sé todo. Su accidente, su pérdida de memoria y sus recuerdos.

—Bro, tranquilo. —habló Ralf.

—Habla Darían, ¿sabías o no?

—Sí, si sabía. —confesé. —y si no te dije nada fue porque aún no tengo pruebas, pero estamos seguros de que Anna es Gia, nuestra Gia.

—Hay que desenmascarar a Erick, él seguro que lo sabe y no dijo nada. —dijo Naim aún intentando recomponerse.

—¿y como lo hacemos? —preguntó Ralf.

—Hay que averiguar de una buena vez que Gia no ardió en ese coche. —dijo. —Hay que traerla de vuelta.

_________

HOLAAAAAAAAA

Bueno en una semana comienzo las clases🥺
No tendré mucho tiempo para escribir así que trataré de dejar un poco terminada Remember Me.

Sí, lo siento. Estamos entrando en recta finaaaal🥺

PERO TENGO MÁS NOVELAS PLANEADAS!!

@maariasanchezz19

LECTORAS FANTASMA NO 👎
VOTEN Y COMENTEN ♥️

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