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✩ 020

Febrero, 2021.

Después de la despedida y de asegurarme que Haneul se había sentido cómoda junto a los chicos, el camino al piso no fue muy agotador a causa de la cercanía. Mi mano se mantuvo durante todo el tiempo sobre el muslo de ella mientras hablábamos sobre aquella tarde o cantábamos algunas de las canciones que sonaban de fondo en la radio. Me hacía mucha ilusión que las chicas la hubieran aceptado tan bien, que, sin pensarlo ni apenas conocerla, la hubieran hecho estar tan cómoda. Tenía la sensación de que las cuatro serían grandes amigas y de que, si pronto se unía Danbi y Youngmi, tendrían un gran grupo del que disfrutar.

Aparqué el coche encontrando aparcamiento con facilidad y rapidez a causa de la hora, generalmente, los jueves eran día de fiesta por aquella zona así que casi todos los que vivían por allí se encontraban haciendo botellón en cualquier parte de Busan yendo contra la ley. Al salir del coche, tomé la mano de Haneul y nos acercamos sin pensarlo hasta mi edificio caminando uno al lado del otro en silencio que únicamente fue interrumpido por un pequeño y bajo saludo por parte del portero antes de tomar el ascensor.

—Tengo una pregunta —susurró Haneul mientras el ascensor subía los pisos—, ¿sois los únicos Universitarios que vivís aquí? —Preguntó interesada y no dudé en sonreír de lado.

—No, pero somos los más jóvenes del edificio aunque, solamente somos cuatro universitarios, este edificio es más hacia la zona de personas que están comenzando a formar una familia o algunos ancianos que siempre han vivido en la ciudad —le informé hablando bajo ya que, ambos, teníamos la costumbre de que si era de noche, debíamos susurrar.

—Vaya, ¿es muy caro vivir aquí? —Negué con la cabeza mientras me aseguraba de los pisos que íbamos subiendo.

—Solo seguramente pero, compartido es rentable, mucho más que las residencias Universitarias —le aseguré antes de que las puertas del ascensor se abrieran. Sin más dilación, salimos de allí.

Abrí la puerta con la llave para después marcar el código de puerta y pasar. Haneul dejó tanto su chaqueta como sus zapatos en la entrada imitándome después de que yo lo hiciera mientras saludaba a ambos de nuestros perritos. Sin pensarlo por mucho tiempo más, ella se puso de cuclillas a mi lado para saludarles también. Ambos tenían caras de cansados y, se notaba que habían estado de paseo con Jimin esa tarde. Haneul me ayudó a meterlos en su pequeña habitación y a ponerles algo de comida y agua ya que apenas les quedaba. Una vez todo listo, les dejamos tranquilos dentro para que pudieran descansar.

Estiré mis brazos mientras caminaba en dirección del sofá en forma de cheslón para tirarme sobre él sin pensármelo dos veces. Me encontraba tan cansado que pensaba que mi cuerpo se rompería. Haneul se sentó en un pequeño hueco que quedó en el sofá cerca de mi pecho. Comenzó a acariciarme con delicadeza mi pelo, cosa que amaba que hiciera y más cuando me encontraba tan cansado como ese día. Cerré los ojos disfrutando del tacto mientras ella me miraba tiernamente.

—Ya mañana acaba todo, aguanta un día más —añadió con esperanza haciéndome sonreír. Abrí los ojos encontrándome con sus ojos brillantes mirando cada una de las facciones de mi cara.

—Espero que te guste —ella asintió con la cabeza afirmando mis palabras bajando la mano que acariciaba mi pelo hasta mi mejilla para acariciarla.

—Claro y más sabiendo todo lo que te has esforzado —me aseguró y no dudé en sonreír. Sabía que ella iba a ser capaz de hacer que todos mis miedos e inseguridades se fueran al instante—. Además, aunque estés nervioso, sé que vas a ser el mejor de allí, incluso aunque realmente haya gente mejor, tú para mí siempre vas a ser el mejor, no tienes porqué preocuparte —dijo con calma. Mi corazón se derritió de ternura ante esas palabras.

Me levanté quedando sentado sobre el sofá al lado de su cuerpo tomándola por sorpresa ante la cercanía. Planté un pequeño beso sobre sus labios antes de abrazarla necesitando más de su contacto. Amaba estar con ella, realmente necesitaba tenerla cerca. Ella correspondió mi abrazo acariciando mi espalda con cuidado, asegurándose de tranquilizarme. Enredé su pelo entre mis dedos jugueteando con él como me encantaba hacer a la vez que acariciaba su espalda con los mismos dedos, acto que hacía que ella se retorciera ya que le gustaba. Sonreí.

—Esto era lo que pretendías, ¿eh? —Bromeó provocando que riera. Claro que estaba ansioso por poder tener de nuevo un momento tan íntimo con Haneul pero, sentía que aún era pronto para ello.

—Jimin puede vernos —admití medio enserio. En realidad no era algo que me preocupara pero, sabía que iba a ponerla nerviosa.

—No creo que eso sea el problema —murmuró y sonreí de lado. Ella me conocía y eso era obvio—. Estoy segura de que Jimin tardará —me aseguró y ladeé la cabeza pensativo sin dejar de mirarla. En parte era cierto, cuando estaba a solas con Haeri solía llegar tarde a casa.

—Sabiendo que estás aquí tardará menos pero no creo que llegue temprano —comenté pensativo. Una de las manos de Haneul fue a parar a una de mis mejillas mientras la acariciaba.

—¿Sabes? Hoy casi estuve a punto de dejarte ganar —comenzó haciéndome sonreír involuntariamente. Sabía cómo iban a acabar las cosas y, no pensaba pararlo.

—¿Y eso?

—Hubo un momento que te veías demasiado sexy —murmuró debido a la cercanía de nuestros cuerpos ya que se había movido algo hacia mí. Volvió a separarse para dedicarme una sonrisa pícara.

—Casi logro desconcentrarte, ¿verdad? —ella asintió formando un puchero con sus labios. Me encantaba cuando era así, me encantaba que se hiciera la inocente—. Podríamos haber ganado ay...

—La diferencia es que yo si logré desconcentrarte —canturreó formando una pequeña sonrisa con sus labios. Sus dedos acariciaron mi mejilla provocando que mis ojos se cerraran—. ¿Ves? Solo con esto te tengo loco —murmuró seductora y no dudé en sonreír.

Continuó acariciando mi mejilla por un rato para luego dirigir sus dedos hacia mi cuello, dejando una línea ardiente por cada lugar que pasaba. Mi piel se erizó ante el tacto, solo con eso, me estaba haciendo ansiar más. Recorrió mi cuello antes de pasar sus dedos al interior de mi pelo, recreando miles de emociones en mí que me estaba costando asimilar después de tanto tiempo. Dejé que continuara las caricias sin decir nada, estaba rendido ante ella solo por el hecho de que la necesitaba, necesitaba esto. Haneul continuó sin decir nada, únicamente concentrada en hacerme sentir bien. Coloqué una de mis manos sobre su muslo acariciándolo provocando que parara al instante ante el tacto. Deseaba tocarla tanto como ella deseaba tocarme a mí.

Ninguno de los dos dijo nada. Continué las caricias sobre su muslo mientras ella recorría cada parte de mi cabello despeinándolo como se le antojaba. Mis dedos ascendieron sin previo aviso a su muslo interior provocando que su cuerpo reaccionara ante ello elevándose. Era su zona débil, de eso jamás en la vida iba a olvidarme. Sonreí satisfecho al ver su reacción. Continué adentrándome un poco más hasta llegar casi a su intimidad para después volver hasta su muslo. Su cuerpo se relajó al instante. Ascendí mis manos recorriendo cada parte de su cadera y cintura mientras me colocaba bien para poder sentarla a horcajadas sobre mí. Parecía un sueño volver a tenerla así conmigo.

—Eres tan precioso, Jungkook —murmuró con sus manos colocadas sobre mis mejillas muy cerca de mí. Podía sentir cómo nuestras respiraciones se mezclaban. La necesitaba más cerca—. Te amo tanto... —rodeé su cintura con mis brazos acercándola más a mí.

No tardé mucho en juntar mis labios con los suyos deseando ese momento durante toda la tarde. Haneul no dudó en responderme. Tan dulces como siempre, sus labios se deslizaban sobre los míos encajando perfectamente, como si estuvieran hechos uno para el otro. Ella estaba marcando el ritmo y ambos sabíamos cómo iba a terminar esto. Lleno de lujuria y deseo, casi como si lleváramos esperando este momento desde hace bastante tiempo. Sus dedos volvían a recorrer mi cabello a medida que acercaba su cuerpo al mío buscando más cercanía mientras que mis manos acariciaban su cintura con cuidado y delicadeza.

Sus labios se encontraban algo hinchados y rosados, decir que aquella imagen no era bonita era mentir. Haneul con el pelo alborotado y con los ojos brillantes, era algo como estar en el séptimo cielo, una imagen realmente erótica. Volvió a besarme una vez ambos habíamos recuperado el aliento. Un beso de sed, un beso incluso más salvaje que el anterior. Mis manos descendieron involuntariamente por su cuerpo quedando sobre su trasero buscando apretar su cuerpo más contra el mío. Nuestras entrepiernas se rozaron provocando que ambos ahogáramos en un gemido que provocó la separación de nuestras bocas. Haneul dejó su frente reposar sobre la mía sonriendo. Estaba caliente, muy caliente, solo con el roce de su cuerpo con el mío me estaba poniendo fatal.

—Pequeña me estoy volviendo loco —dije de manera entrecortada por mi respiración agitada. Mis deseos por ella habían empeorado.

—Y esto solo acaba de empezar —susurró por lo bajini mostrando su igual respiración entrecortada. Tomó las riendas de la situación.

Comenzó a dejar besos sobre mi mandíbula, dibujando una línea húmeda de ellos para llegar a mi cuello. El calor en aquella habitación comenzaba a notarse y el dolor en mi entrepierna también. Ladeé mi cabeza para darle más espacio mientras que ella no dejaba de besar y de vez en cuando morder mi cuello haciéndome soltar algún que otro gemido o quejido. Me tenía a su merced, la Haneul que recordaba no era tan sexy ni atrevida como la que tenía sobre mis muslos haciéndome sentir miles de sensaciones mientras más besaba mi cuello. Aunque también podía decir que los cuatro años que habían pasado eran suficientes para sentirme tan necesitado de su amor. Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo sin tapujos. Las mías apretaron su trasero provocando que esta levantara su cabeza para mirarme a los ojos y dedicarme una pequeña sonrisa.

Volvió a besar mis labios una vez más dejándome de nuevo sin palabras. Mientras más me adentraba en su boca, más acariciaba mi pecho buscando ese ansiado roce que tanto deseaba. Estaba incómodo con toda esa ropa puesta, necesitaba sentirla más cerca. Mordí su labio inferior parando el beso para mirarla a los ojos. Le sonreí de lado ya que no sabía cómo actuar aparte de que me faltaba la respiración para poder hablar. Mis manos se colocaron en el borde de su suéter de lana observándola para que ella me diera el permiso que necesitaba. Tomó mis manos introduciéndolas dándome a entender la respuesta.

Mis manos recorrieron su cintura por encima de la camiseta mientras me deshacía de aquel bonito suéter rosa que vestía su cuerpo. Lo pasé por su cabeza quitándolo del camino observando la pegada camiseta de manga baja que vestía debajo de aquel suéter, una que marcaba perfectamente las curvas de su cuerpo. Ella mientras tanto decidió que también era buen momento para retirar el suéter que llevaba. Sonreí ante su torpeza, casi que me recordaba a nuestra primera vez.

—Tanta belleza te tiene distraída —bromeé causando su sonrisa. Conectó nuestras miradas.

—Estoy nerviosa —añadió con honestidad y la comprendía. Después de tanto tiempo, seguramente temía lo que pudiera pasar.

—Sabes que no voy a hacerte daño —acaricié su mejilla transmitiéndole tranquilidad—, ¿confías en mí? —Ella asintió sonriendo. Le di un corto beso en los labios antes de tomarla por los muslos y levantarme con ella en brazos del sofá.

Rió ante la acción inesperada. Tenía claro algo y es que, no permitiría que nadie ni nada destrozara ese momento que habíamos conseguido recrear después de tanto tiempo y después de tanta indecisión, así que, ni loco dejaría que algo tan importante sucediera en un sofá donde cualquiera pudiera vernos. Con agilidad cerré la puerta de mi habitación una vez entramos en ella. Con cuidado, la dejé sobre la cama quedando sentada sobre el borde. Dejó caer su cuerpo sobre el colchón dejando sus manos detrás de su cabeza y solté una risilla. Estaba cansada. Muchas emociones estaban pasando por nuestros cuerpos así que, la entendía.

—¿Ya estás cansada? —Pregunté burlón provocando que sonriera de lado. Me agaché para posar un pequeño beso sobre sus labios que se alargó consiguiendo que volviera a quedarse sentada.

Sus pequeños dedos se deslizaron por mi torso desnudo a la vez que apartaba la camiseta de su camino. Cada lugar por donde pasaban, podía sentir pequeñas descargas eléctricas por todo mi cuerpo mientras que, un maldito zoológico recorría todo mi estómago ante sus caricias. Una vez tocó sensualmente mi piel, apartó la camiseta tirándola a algún lado de la habitación. Sus ojos recorrieron mi torso desnudo a la vez que se mordía el labio inferior. No pude evitar ponerme algo ante esa situación, tener a tu novia deseando tu cuerpo después de tanto tiempo de esa manera tan erótica era algo que no se podía dejar pasar. Tenía claro que nunca olvidaría algo como eso.

—¿Cuánto has estado ejercitando? —Preguntó curiosa y no dudé en sonreír travieso. Tomé sus manos para que tocara cada parte de mi cuerpo.

—No tanto como crees —bromeé. Esta alzó la ceja intentando ocultar una sonrisa. Su tacto estaba erizando cada parte de mi piel.

—Madre mía.

Llevé sus manos hasta el borde de mis pantalones deseoso de que los apartara de una vez del camino, no podía aguantar más pero, sin embargo, lo único que hizo fue tirar de mí para volver a tomar la posición de antes. Mis manos recorrieron sus muslos sin tapujos mientras ella me besaba apasionadamente volviendo a dejarme sin respiración, jugueteando con mi pelo y acariciando cada lugar de mi pecho. Su piel se erizó desde que mis dedos hicieron contacto con esta. Podía notar cómo ardía, como estaba tan deseosa de esto como la mía. Me deshice rápidamente de aquella camiseta, ni siquiera me importaba el hecho de que ella hubiera utilizado tanta sensualidad para apartar la mía, necesitaba sentir su cuerpo.

Observé su suave piel algo blanca deleitándome con ella. A pesar de no estar tan morena como la recordaba, realmente me encantaba el color de su piel. Mis labios fueron directos a esa zona que tanto me gustaba besar, su cuello. Jadeaba en cuanto más lo besaba y mordía como ella había hecho minutos antes, mientras tanto, acariciaba mi espalda sin cuidado. Gimió mientras mi nariz recorría su cuerpo en busca de llegar a sus pechos. Sentí que aquello fue como música para mis oídos. Sonreí. Aparté su ropa interior superior dejando al descubierto aquello que había tenido oportunidad de apreciar en la ducha unos días atrás. Se notaba que ya era una mujer adulta. La miré a los ojos conectando nuestras miradas. Sonreí con suficiencia al ver su cara, parecía un ángel. Me sonrió de la misma manera mientras respiraba con dificultad. Me sentía en el séptimo cielo.

Mis manos ascendieron por su cuerpo una vez me puse acariciar sus pechos. Su cuerpo temblaba sobre el mío propinándome más placer de lo que esperaba mientras algún gemido salía de sus labios mientras más continuaba. Apoyó su cabeza sobre la mía intentando controlar sus emociones y gemidos, tiraba de mi pelo sin parar. Yo simplemente me sentía extremadamente bien, todo se sentía diferente una vez que tenías mayor experiencia y algo más de edad, además, después de cuatro años, el deseo sexual que tenía por Haneul era aún mayor de lo que esperaba.

Volví a encaminarme hacia su cuello después de hacerla sufrir un rato. Respiraba entrecortadamente, su pecho se movía con dificultad. Pasó sus brazos por mi cuello una vez que rodeé su cintura para abrazarla, quería mantener nuestros cuerpos pegados. Sentir como nuestras intimidades se rozaban a la vez que nuestros pechos, era algo inigualable. Apoyé mi cabeza sobre su hombro recuperando la respiración al igual que ella. Podía notar como ambos estábamos disfrutando demasiado de ese momento. Respiré hondo.

—Aire... —susurró a modo de broma. Solté una pequeña carcajada levantando la mirada para conectar nuestras miradas. Amaba que fuera así en momentos tan serios.

—Te cargas los momentos románticos Hannie —me quejé sacándole una sonrisa. Sus manos quedaron sobre mis hombros dejándome algo de vista de su cuerpo al separarse de mí.

—Shh —dejó su dedo índice sobre mis labios antes de besarlos una vez más. No dudé en sonreír.

Sus manos navegaban por mi pecho dejando nuevamente un rastro caliente por ellos, tocándome como si fuera lo más preciado del mundo. Por otro lado, yo me encontraba más afectado que antes cada vez ansiando más lo que estaba por venir. Mis manos descendieron hasta llegar al principio de sus pantalones desesperado. Haneul continuó besándome mientras me encargaba de desabrocharlos intentando deshacerme de ellos. Mordió el lóbulo de mi oreja y suspiré. Se sentía malditamente genial todo lo que ella me estaba haciendo sentir. Se levantó de encima mío para quitarse la prenda y aproveché el momento para hacer lo mismo. Ambos quedamos semidesnudos. Un calor residía en mis mejillas probablemente mostrándolas sonrojadas, sonaba extraño pero, me sentía así por ella. Haneul tomó mi mano mientras se recostaba sobre la cama para tirarme hacia ella.

—Confío en ti —me recordó en un susurro antes de quedar recostada sobre la gran cama de mi habitación conmigo sobre ella. Me sentía nervioso y debía de admitirlo, se sentía tanto como la primera vez.

—Esto me está recordando a algo... —ella simplemente pellizcó molesta mi pecho antes de sonreír cerrando sus ojos algo avergonzada. ¿Por qué era tan jodidamente perfecta? Tiró de mis mejillas hacia ella juntando ambas frentes mientras sonreía.

—Me haces sentir tan bien —murmuró ante la cercanía. Su aliento erizaba mi piel—, ¿cómo pude olvidar esto? —Se preguntó más para sí misma que para mí. Me miró conectando nuestras miradas. Me sentía tan tímido en ese momento a pesar de la escasez de ropa.

—Hannie... —interrumpió mis palabras para plantar un corto beso sobre mis labios. Se recostó de nuevo sobre la cama cerrando los ojos—. Pareces un ángel —dije sin tapujos. Acaricié su mejilla con el dorso de la mano mientras ella sonreía.

—Te necesito —suplicó. Tomó mi mano que residía en su mejilla para deslizarla por su cuerpo. Su rostro se tensó encontrándose lleno de deseo, muy distinta que su anterior expresión.

Acaté sus órdenes sin pensarlo. Una línea de deseo fue trazada por mí a lo largo de su cuerpo mayor que cualquier otra caricia que le hubiera hecho esa noche. De nuevo su respiración era algo entrecortada mientras que de vez en cuando soltaba algún que otro gemido por su dulce boca. Ella estaba disfrutando de esto tanto que me hacía sonreír, sus mejillas coloradas junto a las expresiones que mostraba sería algo que no podría olvidar en la vida. Jugueteó con mi pelo una vez llegué a una de las zonas más débiles que tenía. Sus piernas reaccionaron ante el tacto de mis labios con sus muslos causando que soltara una pequeña risilla.

—Hay cosas que no cambian —ella simplemente negó con la cabeza sonriendo de lado. Dejé de torturarla volviendo hasta ella para encontrarme con sus dulces labios una vez más. Sus piernas rodearon mi cuerpo buscando contacto.

Da igual cuánto tiempo cuánto tiempo pasara, quería mantenerme así con ella hasta la eternidad. Me quedé sobre mis rodillas observándola de nuevo. Había levantando su cuerpo quedándose sentada enfrente de mí para mirarme a los ojos. Sus dedos fueron a parar hasta la última prenda que quedaba sobre mi cuerpo mientras apartaba sus piernas de mi cintura. No duró mucho tiempo ahí eliminando todo aquello que me separaba de ella. Me sentí acalorado en el mismo instante en el que sentí su mirada sobre la mía, que fuera tan poco descarada me volvía loco. Levantó la cabeza para dedicarme una sonrisa seductora antes de morder mi labio inferior con cuidado.

—No puedo esperar más —anuncié oyendo una risa por su parte en mi cuello. Ella asintió ante mis palabras casi como si estuviera dándome la razón.

Continuó besándome el cuello mientras me colocaba la protección. De pronto nos encontrábamos de nuevo acostados sobre la cama y un sentimiento de nervios volvió a aflorar en mi interior. La amaba tanto, tanto que me dolía mucho el alma sabiendo que de nuevo la tenía conmigo. Durante toda la noche había podido apreciar que sus caricias no eran fruto del deseo simplemente, sentía con cada caricia que me amaba, me lo mostraba y por nada del mundo quería dejar que se escapara una vez más. Haneul me dedicó una última sonrisa antes de fundir nuestros cuerpos.

Me sentí fatal una vez vi como ella se quejaba ante el tacto de nuestros cuerpos y, en parte la comprendía, yo tampoco me sentía muy cómodo después de tanto tiempo sin haber mantenido relaciones sexuales con ninguna persona. Respiré hondo ya que miles de sensaciones me estaban golpeando en ese momento. Se sentía tan bien. Una vez me fui acostumbrando, nuestras respiraciones se agitaron junto al movimiento de nuestros cuerpos. Aquella habitación se había llenado de suspiros, gemidos, jadeos pero, sobretodo, de sentimientos. Aquello simplemente no era sexo, era amor.

Por un momento quise llorar, quise llorar como un maldito niño pequeño porque, me estaba dando cuenta de lo mucho que la necesitaba, de lo mucho que durante esos años la había echado de menos. Miles de recuerdos de aquella época negra acudieron a mi mente, toda esa bebida, mi decepcionante imagen y mi descaro con los demás llegaron hasta mí. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo realmente importante que había sido Haneul durante toda mi vida porque, sin ella la vida no tenía sentido. Antes éramos tan pequeños que apenas me podía dar cuenta de eso. Junté mi frente con la suya dejándome llevar por el vaivén de nuestros cuerpos y mis pensamientos.

—Haneul —dije entrecortadamente—, te amo tantísimo... —murmuré reprimiendo las ganas de llorar. Ella simplemente acarició mis mejillas.

—Yo t-también Jungkook —añadió con dificultad y la miré a los ojos. Sus ojos brillaban, estaba feliz. No pude evitar echarme a llorar y, realmente sonaba raro estando en una situación cómo en la que estábamos.

Ella me rodeó con sus brazos aceptando mis sollozos mientras más juntábamos nuestros cuerpos. Repartió besos por todos lados de mi cara haciéndome sonreír. No me sentía triste, claro que no me sentía triste. Me sentía feliz de haberme dado cuenta que de verdad nunca iba a dejar de estar enamorado de Haneul, que nunca iba a dejar que se marchara de nuevo de mi lado porque, tanto lo que yo sentía como lo que ella sentía era real, algo que jamás podría romperse. Reí ante mi tonta actitud y debilidad de llorar en un momento como ese. Haneul me sonrió mientras limpiaba las lágrimas de mis mejillas mirándome con tanta ternura que dolía, de esa manera que me hacía sentir tan bien. Sabía que ella nunca me juzgaría. Acarició su nariz con la mía para después plantar un corto beso sobre mis labios.

—Sé cómo te sientes —admitió—, he sentido lo mismo —su voz se entrecortó—. Nunca te separes de mí —suplicó y no dudé en sonreír. La amaba y nunca me cansaría de repetirlo.

—Jamás.

Nuestra conversación se vio zanjada por el encuentro de nuestros labios una vez más. Sonreí al sentir miles de mariposas en mi estómago. Ambos buscamos fundirnos lo más que pudiéramos uno en el otro hasta llegar a la saciedad. Podría decir que, aquel día, era el mejor día de mi vida por darme cuenta de mis verdaderos sentimientos, aquellos sentimientos que, aunque dijeras con palabras, no tomaban fuerza hasta que no los sentías con el alma. Poco después ambos llegamos al clímax. Me sentía lleno, después de tanto tiempo me sentía lleno una vez más. Mi cuerpo se dejó caer sobre el de Haneul agotado mientras acariciaba mi pelo con cuidado.

—¿Ya te dije que te amo? —Le pregunté sonriendo mientras buscaba su mirada. Ella agachó la cabeza para dedicarme una dulce sonrisa. Amaba la manera que tenía de sonreír, porque, cuando lo hacía con el alma cerraba sus ojos brillantes.

—Tantas... —murmuró soltando una pequeña sonrisa. Rodeó mi cuerpo con sus brazos apoyando su cabeza contra la mía— pero nunca me cansaré de oírlas —admitió acelerando mi corazón. Y yo nunca me cansaría de decirlas.

—Te amo muchísimo Haneul —volví a repetir apartándome de encima de su cuerpo para colocarme a su lado. Ella rió ante las más veces que repetí esa frase. Me encantaba hacer que sonriera.

—Ya basta, cariño —comentó divertida mientras nos tapábamos con la manta. Abracé su cuerpo pegándola hacia mí cerrando los ojos.

—No pienso dejar que te escapes, eres mi Hannie —sin verla pude sentir cómo sonreía con intensidad. Me correspondió al abrazo. Acarició mi mejilla con la suya.

—No tienes de qué preocuparte, no pienso permitir que me dejes escapar de nuevo —admitió. Abrí los ojos encontrándome con su mirada sincera.

—Eres tan bonita... —fue lo único que conseguí decir antes de volver a besar sus labios cortamente. Apoyé su cabeza sobre mi pecho y coloqué mi mentón sobre su cabeza acariciando su brazo con cuidado.

Y ninguno de los dos dijo una palabra más. Ambos disfrutamos de ese momento, estar juntos después de tanto tiempo, después de recuperar todo aquello que habíamos perdido. Los sentimientos de ambos volvieron a aflorar con más fuerza y, estaba vez no desaparecerían jamás. Ambos nos sentíamos completos, ya nada nos faltaba y eso, era una sensación inigualable. Besé su cabello después de un rato que nos mantuvimos en silencio. Nunca querría separarme de ella lo más mínimo, deseaba mantenerme todas las noches abrazado a ella, protegiéndola y despertándome todo los días a su lado, viendo primeramente a la persona que más amaba. Quería salir todos los días con Haneul, disfrutar de las mañanas y las tardes, salir a comer o hacer cualquier tipo de cosas. Quería que fuera mi mujer, la madre de mis hijos y mi compañera de vida hasta el final, hasta que nuestro corazón dejara de palpitar. Quería que nunca dejáramos de estar juntos, que nunca volviéramos a sentir algo tan doloroso como la soledad.

—Te amo Kookie —canturreó antes de plantar un corto beso sobre mis labios casi como si hubiera leído cada uno de mis pensamientos—. Buenas noches —me deseó bostezando antes de colocar de nuevo su cabeza sobre mi pecho.

—Sabes que yo más —peleé sacándole una pequeña sonrisa. No tuvo intenciones de llevarme la contraria—. Buenas noches.

Ojalá pudiera revivir ese momento una y otra vez.

 Hola pequeñxs!! ¿Cómo están? ¿Qué mejor día para subir un capítulo tan importante como un día tan importante como hoy para mí? Hoy es mi cumpleaños y, por ese motivo, quería subir capítulo hoy (ay, ni queriendo podría haber hecho coincidir mi capítulo preferido con mi día preferido del año). ¿Cómo se han quedado con el capítulo? ¿Les ha gustado? Lo hice algo más explícito de lo habitual porque quería mostrar cómo se sentían después de tanto tiempo y los sentimientos que hay en el corazón de cada uno. Espero haberlo mostrado♡

MEJOR NI HABLEMOS DE LO GENIAL QUE ES QUE BANGTAN GANE EL DÍA DE TU CUMPLEAÑOS AH. Y QUE JUNGKOOK SUBA UNA FOTO.

· Aquí dejo el capítulo desde la perspectiva de Haneul, amadlo también.

· Recuerdo que la es el símbolo de Haneul así no habrá pérdida con los capítulos y que el de nuestro Jungkook es ☆.

· Dejo el tablón de pinterest con las de ideas de los lugares, momentos, personajes de esta historia aquí.

¡Nos vemos en el próximo capítulo bebus!♡

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