Capítulo IV
—Big es mala gente —la voz de mi madre hablándome me despierta. No sé en qué momento de la noche me he dormido pero a pesar de ello sigo cansada.
—¿Qué? —contesto desperezándome.
—El ex de Carrie, no me cae bien, aunque ella lleve esos pelos se merece a alguien mejor —
Río. Recuerdo cuando era una adolescente y veíamos programas juntas en la tele como Anatomía de Grey, y al terminar siempre criticaba o elogiaba a los personajes como si fueran reales y pudieran oírle.
—Ya verás mamá, en la tercera temporada se echa un novio que tiene un perro —
Son las diez de la mañana, en una hora vendrá mi padre y yo podría ir a casa a ducharme, cosa que necesito.
—¿Te apetece una barrita de chocolate? —pregunta —Voy a por una para mí —
—¿Puedes traerme dos? Hace mucho que no como chocolate —me sorprende la respuesta de mi madre, a ella le encanta el chocolate.
—Vuelvo en cinco minutos —
El pasillo empieza a llenarse de los primeros familiares y amigos que vienen a visitar a otros pacientes. Mi madre no tiene que compartir habitación, cosa que agradezco porque así tenemos más intimidad, y si queremos ver Sexo en Nueva York no hay nadie a quien podamos molestar.
Llego donde yo recordaba que solía estar la máquina expendedora pero en su lugar me encuentro con una bancada de asientos.
¿Me han quitado el expendedor de dulces?
Un tanto resentida por los quejidos de mi estómago me dirijo a la única persona con uniforme de trabajar en el hospital que veo en el pasillo.
—Perdona ¿Dónde está la máquina de dulces que solía estar ahí?— señalo a la bancada de asientos mientras le toco el hombro al hombre.
—Se cambió al otro extremo del pasillo, hace tres años que desapareció de allí —El hombre se da la vuelta dejándome ver su cara que reconozco al instante.
—Bueno, como tú —sonríe —tú también desapareciste hace tres años —Las palabras de Alejandro resueran en mi cabeza
¿Pero qué...?
—¿Qué haces aquí? —pregunto sorprendida, no puedo evitar sentir que las cosas se me v a liar más todavía, más de lo que ya están.
—Estoy de auxiliar de enfermería —responde mi pregunta —¿y tú qué haces aquí? ¿Qué ha sido de ti este tiempo? —
—Gracias por lo de la máquina —digo alejándome de allí lo más rápido que puedo.
No sé porque me molesto en ocultarle que estaba aquí por mi madre, trabajando para en el hospital no creo que vaya a tardar mucho en descubrir que mi ella está aquí ingresada, ni tardará mucho en contárselo a los demás...
Los demás... pero eso fue hacía casi cinco años, ahora había madurado, tengo una nueva vida y no quiero ni necesito a ninguno de ellos en ella.
—Aquí tienes mamá, ha sido una aventura pero las he encontrado —
—Gracias hija, pero si pregunta tu padre, los envoltorios son tuyos, será nuestro secreto, solo nuestro ¿vale? —
Mi padre no tarda mucho en llegar y obviamente pregunta que si quien se ha comido el chocolate había sido mi madre o yo, no sé porque pero a mi padre no le parece bien que mi madre coma chocolate estando en el hospital, así que la encubro y digo que me los he comido yo a lo largo de la noche.
Hacemos relevo tal y como habíamos acordado. Cojo mis cosas y sobre las once y cuatro ya estoy esperando al ascensor que me llevará al aparcamiento y podré irme a casa, ducharme, dormir y después de comer volveré con mis padres al hospital.
El timbre me saca de mis pensamientos y me indica que el ascensor había llegado, y cuando este se abre puedo ver que no haré mi viaje sola, si no que Alejandro me hará compañía.
No. Bajo ningún concepto.
—Casi que mejor iré por las escaleras... —me excuso.
Cuando he bajado un piso de los ocho que son hasta el parking, Alejandro me espera al pie de las escaleras del octavo piso y se pone a bajar las escaleras conmigo. Yo dejo salir un soplido que deje bastante claro mi fastidio y continuo mi camino.
—¿Qué haces aquí? —pregunta alegre.
—Déjame en paz y finge que no me has visto ¿vale? —no contesto a su pregunta.
—Los demás se pondrán contentos cuando sepan que estás aquí —dice eso sabiendo que me haría reaccionar.
El corazón me da un vuelco solo de pensar en lo que dirán o harán si se enteran de que estoy en la ciudad...
—¿Qué no entiendes de 'finge que no me has visto'? —pregunto retórica.
—Pues dime qué haces aquí —insiste él.
—Estoy de paso —miento.
—¿Tu madre? —pregunta parándose en las escaleras –Ella es la de la habitación 906 ¿verdad? —
Me paro en seco y segundos después consigo reaccionar y sigo mi camino escaleras abajo.
—Lo siento —dice –Yo estoy de interno, hasta mediados de julio estaré en oncología, si necesitáis algo... —
—Solo finge que no me has visto, no les digas nada a los demás —le contesto.
—No te preocupes, será nuestro secreto —dice mientras se apoya en puerta de mi coche con una sonrisa arrogante impidiendo que la cierre –Yo tampoco mantuve la relación con ellos —añade mientras se aleja de mi coche sonriendo caminando de espaldas para poder mantener el contacto visual conmigo hasta entrar de nuevo al hospital.
¿Cómo? ¿Qué no mantiene la relación con Alexis, Bea, Dani y los otros?
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