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Capítulo II

Reconozco que es extraño despertarse en esta casa. Es cierto que vengo siempre que puedo a ver a mis padres cuando tengo vacaciones así que no es por este sitio si no porque mi casa está en una ciudad que yo no considero mi hogar, para mí Berwyn está lleno de odio y rencor, y mi casa es el único sitio donde estoy a salvo de todo eso.

Cuando me marché de aquí a casa de mi tía Linda a Austin lo pasé muy mal, mi tía que se dio cuenta de que algo me ocurría y como salía por aquel entonces con un psicólogo me hizo ir a su consulta para hacerme lo que ella llamaba una "revisión del alma" Mi tía es muy espiritual y muy creyente de esas cosas, de las limpiezas y las purificaciones del alma, de que hay algo de bien en el interior de todos y que tarde o temprano acaba floreciendo. Se nota que no conocía a la gente de Berwyn... Total que tras mucho insistirme fui a la consulta de su novio. Resultó que tenía depresiones, y ahora pensándolo en frío no me extraña. Me vino muy bien tener a alguien que supiera que me pasaba y a mi tía y mis padres que me ayudaron en todo lo que pudieron. Así pues acabé yendo todo mi último año de instituto una o dos veces por semana al psicólogo y cuando me mudé a Nueva York iba a consultas rutinarias con una compañera de universidad de quien yo acabé considerando como mi tío. La última vez que fui hará unos meses.

*FLASHBACK*

—Bueno Clara —dice la Doctora Coper —Estoy alucinada con tu progreso —

—Muchas gracias doctora —le agradezco.

—En serio, has hecho grandes progresos, ahora eres toda una mujer, has madurado y eres feliz, al menos yo te veo feliz, así que esto ha sido todo, mi trabajo contigo ha terminado —Hace una pequeña pausa —Pero si necesitas cualquier cosa ya sabes dónde estoy, y tienes mi número, no dudes en llamarme —

—Muchas gracias Doctora Copper —contesto.

—Y te recuerdo, que esta haya sido nuestra última sesión no significa que estés sola, si necesitas cualquier cosa, llámame —dice mientras me extendía su tarjeta de visita

Es curioso porque todas las veces que he venido a su consulta me da una, tengo por todas partes; en mi casa, en la funda del móvil, en el monedero, incluso tengo una para cada bolso

—Lo haré Doctora, muchas gracias por todo —

*FIN DEL FLASHBACK*

Nunca pensé que yo pudiese llegar a tener depresiones ni nada por el estilo, pero de no ser por mi tía Linda no sé cómo habría acabado.

Recojo las cosas que deje tiras por ahí ayer a la noche y deshago mi maleta, me visto y me tomo un café para espabilarme y llamo a un taxi para que me vega a buscar. Entro por las puertas del hospital exactamente a las 9:02 de la mañana.

—Buenos días progenitores— exclamo entrando a la habitación portando dos cafés, uno para mi padre y otro para mí. —¿Cómo ha ido la noche?—

—Todo ha ido maravilloso —contesta mi madre

Yo que no la creo del todo, por cómo me había descrito mi padre que había pasado la noche anterior y porque sabría que mi madre diría cualquier cosa por tranquilizarme. Miro a mi padre para que me confirme lo que me madre acaba de decirme.

—Si es cierto tesoro, ha sido una noche muy tranquila —confirma él.

Lo cierto es que a mi madre se la ve muy bien, si algo le duele lo disimula muy bien.

—Bueno —comienza mi madre la conversación —¿Tú cómo has dormido? ve que has conseguido encontrar la ducha —pregunta rriendo.

—Pues sí madre, gracias por apreciarlo —contesto burlona —He dormido de maravilla —

La conversación no dura mucho ya que entra una mujer que reconozco al momento. Es la doctora que había tratado a mi tía hacía unos años. Es una mujer de unos 45 años rubia, de pelo ondulado y siempre va con las manos en los bolsillos de su bata, es muy amable y siempre nos ha tratado muy bien.

—Buenos días a todos —saluda la doctora —¿Qué tan ha pasado la noche señora Millán? —

—Llámame Lucy por favor, nadie que me haya revuelto los órganos y salvado la vida debería tratarme de usted —la doctora sonríe.

—Bueno, es ese caso no me llames Doctora Shepard y llámame Anna, no puedo dejar que alguien a quien le he revuelto los órganos me trate de usted —replica la doctora chistosa. —Bueno, ahora vendrá la enfermera con los resultados, veamos si te vas a casa —dice ahora en tono alentador.

La enfermera llega enseguida con una carpeta que es el expediente de mi madre con todas las pruebas que le habían hecho desde que le detectaron el cáncer hasta el día de hoy están ahí. No tardamos mucho en saber que algo ocurre por la cara que pone la doctora, y que no es nada bueno.

—Bueno Lucy, siento ser portadora de malas noticias, pero el cáncer no se va —

El silencio en la sala se hice evidente. En la cara de mi madre se ve decepción y angustia, en la de mi padre tristeza y yo me aferro a la idea de que todo va a salir bien al final.

—Es más fuerte de lo que pensábamos —continua la doctora —Se ha expandido muy rápido, pero vamos a luchar Lucy, no estás sola —consuela la doctora a mi madre.

—Muchas gracias Doctora —agradece mi padre con evidente tristeza en la voz.

—Vendrán en unos minutos a ponerte un gotero Lucy, ahora tengo que seguir con mi ronda —se disculpa y se marcha de la habitación.

Cuando nos quedamos los tres solos nadie dice nada, a mi madre le ha cambiado la cara totalmente, se ha quedado blanca y ya no sonríe, vuelve a quedarse apagada. Mi madre ya no parece mi madre.

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