Capítulo 3
Al final, todo tenía un motivo. Mis padres se habían ido al abasto porque simplemente ya la comida era escasa. Podría haberlo notado antes de haber desperdiciado mi leche en la taza, aunque de igual forma lo dejé en la heladera para cuando volviera yo.
Y si, decidí ir a una pequeña despensa llamada "Las delicias", donde había la chuchería que más me gustaba comer en el desayuno, galletitas glaseadas de colores, por lo que, aprovecharía para comprar también un poco más de leche por si tuviera mucho vare'a.
«Que pereza. Salir un sabado para poder desayunar... ¿porqué me desperté ya?»
Al caminar tranquilamente por la calle, iba notando la hermosa pinta del sábado. Fresco, medio nublado ni mucho sol había como parecía entre los espacio del pestillo de mi balcón. Solo debía caminar dos cuadras al frente y doblar a la derecha, cruzar a la cuadra en frente y luego cruzar a la derecha. Justo como zigzac era la forma de caminar por esta zona de Laurelty-Luque.
—Hola Mabru, ¿En qué te puedo ayudar?—dijo la señora Elisa. Dueña de esta pequeña y hogareña despensa.
—Buenos días, doña Elisa. Eh... Vine a comprar mi desayuno...
—Hambrienta entonces —bromeó la doña, de cabello castaño hasta el hombro de ojos verdes oscuros, labios carnosos y robusta.— Bueno, si quieres tres puñados de las galletitas, están a ocho mil. Pero si quieres un kilo, te saldría doce mil.
—Llevaré el de ocho mil. Y una leche de ¼ por favor _correspondí.
Como solo había encima de la mesa, quince mil guaraníes. No podía malgastar todo. Debía guardar en caso de que debiera ir en bus.
Tras decir aquello, la doña no perdió el tiempo en darme lo pedido.
—Ten, así sería en total: once mil.
—Muchas gracias _le entregué el quince mil, dandome de vuelto cuatro mil. Directamente había justo para el bus diferencial que pasaba por frente a casa, y dos pasajes para la línea 3.—Espero tenga muy buen resto del día.
—Igualmente Mabru, cuídate y saludos a tu mami.
Y tras ello, volví sobre mis pasos. Cruzando a la cuadra del frente, luego en diagonal, y luego doblando la cuadra. Solo dos cuadras y ya podría comer al fin mi aclamado desayuno. Ya me estaba mareando por no haberlo hecho ya. Imagino que ya debían ser las once o más, pero podría comerme aun el desayuno ya que, claramente mamá se tardaría en cocinar.
Iba caminando pensando en las posibilidades de lo que podríamos almorzar hoy, hasta que de repente me tenso completamente al sentir como alguien dice:
—Disculpe, señorita.
Me volteo tensa, y con el jesu en la boca. No había escuchado ningun paso previo detrás mío, siquiera había notado al gran grupo que había detrás.
El chico que me había hecho detener tenía el cabello negro, pupilentes de color magenta y piel extremadamente blanca con esos lentes tan delicados. Vestía con una camisa blanca y chaleco negro, guantes blancos que dejaban una aparencia de refinado.
—¿Si?—pregunté aturdida.
La belleza que destilaban. La apariencia de cada uno y la hostilidad de alguna parte me parecía conocidos, todos parecían cosplayers de algún tipo de anime. Pero no estaba captando de cuál, por lo que trago saliva, nerviosa.
Tan solo esperaba que no me robarán. Si se te presentaban un grupo de chicos de esta cantidad, en la zona solo podía significar de que te querían asaltar o peor aún, tenían intenciones pecaminosas hacia una mujer, que en cuestión de criterio. ¡estaba sola! No tenía sentido, no te robaban a plena luz, capaz la calle estaba un poco desolada pero no debía ser así como mi día comenzara.
Me empezaba a doler el cuello, esto ya me estaba estresando más de lo que debería. «Mamita querida, que no sean lo que yo pienso que son.»suplico mentalmente conmigo misma.
—Nos hemos perdido, mis hermanos y yo, no sabemos para dónde ir. Ni siquiera dónde estamos. Debíamos ir a un... evento... y nos perdimos —expresó el de cabello negro.
—Esto... Están en el vecindario Conavi. Y estamos practicamente entre Laurelty casi Luque. _logré contestar aun con la garganta seca. Remojé mis labios, por los nervios que esta interacción me estaba causando.
Sin embargo, al responder la pregunta sentí como que, la respuesta pareció darles mas duda que solucionar su problema. Sintiendome automáticamente vergonzosa. «¿Qué clase de respuesta estaban buscando?»pensé preocupada.
—Entiendo... —proseguió a decir.
—¡Tch! ¡No lo entiendes! Ore-sama necesita volver, dejamos a la plana sola. ¡Reiji!_gritó molesto uno de los otros chicos. Mas específico el pelirrojo corto de puntas mas claras en el cabello. De ojos verdes y piel palida.
Aquella forma de reaccionar me tomó por sorpresa. Saltando en mi lugar, y retrocediendo unos pasos del grupo. Aunque mucho no pude retroceder porque choqué con... ¿una pared? ¿pared? Pero si...
—No te vayas. Es un impaciente de mierda, por favor, ayudanos —pidió con un tono despreocupado, casi somnoliento un chico rubio de ojos azules y piel pálida.
Tragué saliva. Nunca antes estuve tan cerca de un chico. ¡nisiquiera tenía amigos varones! Aunque me llevará más con un varon que con una mujer...
—Yo... Yo estoy ocupada y... No quiero causarles problemas...—contesté sintiendome pequeña.
Este chico era muy alto para mi gusto. Me llevaba de altura unos veinte centimetros, era una gnomo para él. Traté de esquivarlo. Pero en un parpadeo, otro tipo se interpuso en mi camino, tomando el atrevimiento de tomar mi mentón y mirarme a los ojos.
—Preciosa mujer... Ayúdanos y luego podrás volver ...—su voz. Su voz del chico de cabello rojo largo, con ese sombrero negro y ojos verdes, tenía algo que hizo estremecer mi piel. Jadeo nerviosa al sentir una punzada fuerte contraer mi estomago ante el contacto de su piel gelida en mi mentón.
—Raito, compórtate. —pidió el tal Reiji, ajustandose los lentes que parecían resbalarse en el tabique de la nariz.— Perdone nuestra insistencia y los actos poco educados de mis hermanos, pero me temo que no podrá irse hasta que nos pueda ayudar en esta situación. Le prometo que no será por mucho tiempo, señorita.
El nombre solo hizo que mi vista por un momento se hiciera borrosa. Mi cabeza dolía bastante, era como si el dolor de muela hubiera vuelto pero más intenso.
—Siempre eres un fastidio, Reiji. —sisea molesta el tal Raito, acercandose un poco más hacia mi rostro.
Pero mi cuerpo pareció despertar del entumecimiento y mudez. Lo empujé, al mismo par que le pude pisar fuerte el pie derecho. Deshaciendome de su agarre que estaba por mucho quitandome espacio personal. Nerviosa, con miedo y preocupación trastabillo, tocandome la cabeza.
Dolía horrible. Más cuando tocara a este tipo.
«¿q-que me pasa?»
«¿Por qué... Porqué los nombres me suenan? ¿porqué...?»
Mi cabeza iba a mil.
Me sudaba el cuerpo. Lo sentí tal como un pirimba al tener el cuerpo sudoroso y de la nada llegara ese viento de la rosa de guadalupe para hacer su toque tenebroso, si es que no podía ser mas.
Traté de ignorar un poco más la sensación de estar sintiéndome mal.
—Bueno... ¿En qué más podría ayudarlos?—pregunté tratando de mantenerme firme. Si no desayunaba pronto, capaz y terminaba desmayandome.
Tenía la mirada de todos en mi. Inclusive del que parecía mucho menor a ellos, con ese hermoso de cabello color lila fantasía y ese... Ese bonito peluche que se parecía al de Teddy.
«¿Teddy? De Diabolik Lovers»pensé por un instante.
—¿Sabrías de algún lugar donde podríamos quedarnos?, un alquiler tal vez —pregunta Reiji.
—En esa casa de la esquina. Justo antes de la cancha de arena roja, podrían preguntar. —especifiqué justo a unos metros del mío. No era como que les diría donde viviera.
—Nos acompañas a comprobar y ya podrás retirarte. —expresó el rubio de ojos azules como si ya quisiera que acabara este momento incómodo.
En total eran seis chicos adolescentes. Me tenían atrapada y sin ninguna escapatoria, por lo que no tuve opción y me resigné.
Los guíe hasta donde pude, y poco después cuando el tal Raito volvió a intentar charlar conmigo. Mi cuerpo no pudo mas, y mi bolsa de compras cayó al suelo, creo que yo con él también. Ya que luego, no supe más de mi.
[...]
Unas horas atrás. Los chicos Sakamaki habían caído en una plaza silenciosa de arena roja. Todos apilados como almohadas caídas de una cama doble.
—Auch... ¡Ore-sama les ordena salirse de encima! —se queja un pelirrojo.
—¡Oe! ¿¡Quién me esta tocando mi trasero...!? —dice Subaru totalmente sonrojado.
—Nfu~ Nfu~ lo siento Subarito —dice burlón Raito.
—¡Aplastan a teddy!, ¡teddy no mueras! —se queja Kanato.
—Tks... Ya ni se puede dormir tranquilo —murmura Shu saliendo de encima.
Y Reiji también, miraba el lugar con curiosidad. No conocía de nada esto.
—No entiendo como hemos llegado aquí, pero... ¿Alguno sabe? —pregunta Reiji mientras se sale de encima con agilidad, sacudiendose el polvo y arena.
Ayato le imita también la acción, desempolvandose
—Tch, ¿Crees que si supiera Ore-sama te permitiría que siguieras preguntando? ¡Es obvio que nadie sabe dónde estamos! —exclama enojado.
Reiji sólo endurece en seriedad, su mirada. Agotado de su actitud.
—Sigues con tus malos modos de comportarte.
Subaru por otro lado, se encontraba con la mirada perdida en un parque de niños que había encercado en la misma plaza. Kanato iba a ir en esa dirección para jugar ya que teddy le había dicho algo, y Raito pues... Había encontrado con quien hablar.
Shu que era el último, se había percatado de la pose pensativa de Subaru, quien no dejaba de estar perdido en el horizonte.
—Subaru, di lo que tengas que decir.
Subaru al escuchar su nombre y obtener toda la atención de sus hermanos, se coloca nervioso.
—Una figura extraña antes de acabar aquí, entró de alguna forma a la casa.
Reiji lo observa con detenimiento.
—¿Dijo algo sospechoso, Subaru?
Subaru asiente.
—Pero no he de entender mucho, justo cuando iba a pegarlo para sacar la información, el humo azul me empezó a rodear solo me dijo algo como: Disfruten del viaje de muerte.
Shu se había dado cuenta, de algo, pero no lo diría hasta estar seguro.
—Sumamente raro, pero bueno, vamos a buscar un lugar donde quedarnos, Raito deja de coquetear con esa chica —dice Reiji.
Raito, se despide meloso de la chica.
—Nfu~ no estaba coqueteando, estaba preguntando donde estábamos —contesta Laito sonriente.
Reiji lo mira, y ante que pregunte.
—Ore-sama te ordena que digas lo que sabes —dice Ayato.
Raito sonríe.
—Pues... Dijo que estábamos en... Como era... Parawai... Para... Que... Mmm... Paraguay, si eso era.
Reiji se extraña ante tal respuesta, más luego se fija en algunas casas que rodean la plaza.
—Preguntemos, puede que nos ayuden —dice Reiji.
Sin embargo, la cosa se complicó. Porque al encontrar ayuda, su esperanza cayó en picada, cuando la chica cayó inconsciente en brazos de Shu, quien había actuado a tiempo.
—Que fastidio es todo esto...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro