Capítulo 30
Subo a mi habitación luego de haberme preparado una taza de café. Al entrar, observo que la puerta del baño se encuentra abierta, lo cual me hace acercarme a mirar.
—¿Jace?
—¿Sí? —él responde, pero al asomarme en el marco de la puerta me consigo con él rasurándose.
—Nada, sólo me quería ver por qué tenías la puerta abierta —contesto apoyando mi espalda en el marco de la puerta, él sonríe levemente mientras continúa.
—Parte de ser hombre.
Suspiro.
—¿En serio tienes que irte hoy?
Él se separa por unos segundos de la hojilla y me sonríe.
—Sabes que sí, pero volveré pronto —contesta, volviendo a lo que hacía.
—¿Y quién me va a quitar las sábanas mientras duermo? Ya me estaba acostumbrando a la idea —bromeo.
Él ríe suavemente.
—Linda, no me hagas reír a menos de que quieras que me presente en aquél congreso con una gran brecha en medio de la cara.
Río.
—Lo siento, ya me voy.
Regreso a la habitación y me siento sobre la cama, pero no toma mucho tiempo antes de que Jace regrese, se quite la camiseta y se proponga a buscar algo más adecuado en el armario.
—Aún no estoy muy segura de ir a esa fiesta a la que te invitó tu primo.
—¿Por qué? —pregunta, sin retirar su vista del armario.
—No lo sé, no conoceré a nadie. Ni siquiera lo conozco a él.
—No te preocupes, no creo que sea gran cosa. Sólo ve y diviértete un poco, será mejor que estar sola.
Yo suspiro.
—No lo sé.
—Puedes decidir si ir o no, bonita, la decisión es tuya, simplemente creo que no te vendrá mal y que estarás bien. ¿Me puedes pasar un par de calcetines?
Le paso lo que me pide, él se coloca una camisa y luego los zapatos, estando perfectamente vestido en pocos segundos.
—Voy a echarte de menos —confieso, él sonríe y se acerca a mí.
Me toma de la mano y me hace levantarme de la cama, parándose frente a mí y levantando mi mentón con su dedo índice.
—No más que yo, mi amor.
Sonrío, él se inclina y me besa suavemente en los labios. Al separarse, suspira y recoge su maleta.
—Es hora de que me vaya.
Hago un puchero, él sonríe y me abraza besando mi cabeza. Ambos bajamos las escaleras y caminamos hasta la puerta, encontrando fuera de la casa el taxi que llevará a Jace al aeropuerto.
Lo miro una última vez y le sonrío, enredando mis brazos a su alrededor. Él se separa, acuna mi rostro entre sus manos y me besa.
—Nos vemos en un par de días, te llamaré. Te amo.
Asiento, con una leve sonrisa.
—Ten un buen viaje, también te amo.
Él sonríe, recoge su maleta y se sube al taxi. Suspiro, entro de vuelta a la casa cerrando la puerta tras de mí, preguntándome qué será de mí estos días en su ausencia.
(...)
Ocho de la noche. Luego de habérmelo pensado un buen rato, decido seguir la recomendación de Jace e ir a la fiesta que dijo Brandon. Sigo dudándolo de cierto modo, pero no haré nada aquí encerrada de todos modos. Me arreglo y cuando por fin estoy conforme con mi aspecto, tomo mi bolso y me dispongo a salir del departamento a buscar un taxi.
Consigo uno con facilidad. Me subo, le doy la dirección y suspiro mientras observo por la ventanilla. El sol se ocultó por completo y hace algo de frío, pero intento ignorarlo.
Minutos después, llegamos a una enorme casa con jardín. Le pago al hombre y me bajo del auto antes de caminar por este lugar que no conozco. La reja se encuentra abierta y la empujo, al pasarla observo a muchas personas bailando y hablando por el amplio lugar, con vasos de plástico rojos en la mano.
No sé para qué vine.
Sigo caminando y entro por la puerta principal, todo está repleto de personas y eso me hace incomodar.
Entonces observo a Brandon y a Harley en un mueble de cuero negro.
—¡Hey, Kat! —él me llama, haciéndome caminar hasta ellos.
Harley finge una sonrisa, pero Brandon no, asi que se la devuelvo.
—Hola, Brandon. Harley.
—No creí que fueras a venir —él dice sonriendo —De todos modos la pasarás bien, siéntate.
Sonrío con los labios juntos y me siento junto a él. Varias personas se acercan y hablan con ellos, me presentan, pero no cruzo más de dos palabras con nadie.
El tiempo corre, y lo único que he podido hacer es ver el comportamiento extraño de todas las personas.
O lo que llevan puesto.
Brandon se levanta poco después, alejándose con dos sujetos que parecen estar bastante drogados. Harley está junto a mí con su celular, pero en cuanto nota que Brandon se aleja posa sus ojos verdes sobre mí.
—Que te quede claro que no me gustas para mi hermano —espeta, haciéndome fruncir el ceño en confusión.
—¿Y por qué no?
Ella se encoge de hombros.
—No creo que puedas hacerlo tan feliz como él merece.
Suspiro.
—Sé que te da celos que alguien más esté en su vida, pero no estoy aquí para quitarte a tu hermano.
Ella me observa y no dice nada, simplemente voltea la mirada.
Resoplo, y decido que será mejor que me levante y vaya por algo de tomar.
Camino fuera de la habitación sin saber a dónde me dirijo. Me hago espacio entre la multitud y llego a la cocina. No hay más de un par de personas y de cierto modo me alivia.
Tomo un vaso y le coloco un poco de hielo, haciéndome sacudir la mano por el frío que me causa dolor. Me sirvo un poco de gaseosa y levanto la mirada para salir de la cocina.
Pero lo que observo me congela.
Los ojos color miel tan familiares están posados sobre mí, y tan sorprendidos como yo.
Ninguno de los dos reacciona, porque los dos estamos congelados.
—¡Hey, Kat! no estés sola, ven conmigo o Jace va a matarme —escucho la voz de Brandon entrar en la cocina, antes de tomarme del brazo y sacarme de allí sin yo poder separar mis ojos de aquellos que tenía tiempo sin ver.
Brandon me arrastra hasta el jardín de la casa. La música es ensordecedora y a pesar de eso no puedo dejar de pensar en lo que pasó minutos atrás.
—Ella es la novia de Jace. ¿Recuerdas a Jace? —dice Brandon, a un chico de rizos color avellana.
—Sí. ¿En serio tiene de novia a este bombón? —él responde mirándome con una sonrisa.
Hago una mueca de asco.
—Sí, y será mejor que no intentes nada con ella o tendré que golpearte en su nombre —responde Brandon, guiñándome el ojo, yo le sonrío.
El tiempo pasa nuevamente, mi gaseosa se termina y ya estoy aturdida del ambiente. Reviso mi reloj, son la una de la madrugada.
Aprovecho la distracción de Brandon y entro nuevamente en busca de mi bolso, el cual olvidé aparentemente en la primera habitación.
Hay gente tirada en el suelo, probablemente demasiado ebria como para mantenerse despierta. Esquivo uno a uno los cuerpos hasta que llego a la habitación, tomo mi bolso y reviso que no se haya extraviado nada y suspiro al ver que todo está bien.
Salgo de la habitación y me choco con alguien, casi me caigo, pero esa persona me toma del brazo y me hala para evitar que eso suceda.
—Perdón —me disculpo, pero en cuanto lo veo nuevamente me quedo sin palabras.
—Eso estuvo cerca, aunque hubieses caído en un calentito colchón de carne humana —bromea.
Estoy estática, pero al escucharlo no puedo evitar reír suavemente.
Me enderezo, me froto los brazos y coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Yo...
—Hace tiempo que no te veía —me interrumpe, yo asiento.
—Sí, ha pasado un rato.
Él sonríe, y un escalofrío recorre mi cuerpo.
—Hey, Kat, Brandon está demasiado ebrio y yo me quedaré aquí esta noche —escucho la voz de Harley detrás de mí, la cual me mira de brazos cruzados.
Entonces me preocupo por la hora que es, se supone que Brandon debía llevarme a casa.
Debí haber traído mi auto.
Asiento.
—¿Tienes como irte? —ella pregunta, con desinterés.
—La verdad no...
Dylan nos observa a ambas, y entonces habla.
—Yo la llevaré a su casa.
Lo observo confundida.
—¿Se conocen? —ella pregunta, confundida también.
—Sí, hace tiempo. No te preocupes —él responde por mí, haciendo que Harley se encoja de hombros y se marche.
Entonces lo miro a los ojos nuevamente, insegura de lo que está a punto de pasar.
—No creo que esto sea una buena idea.
Él enarca una ceja.
—¿Prefieres dormir así como estás vestida en medio de treinta borrachos?
Miro a mi alrededor, y trago en seco.
—No.
—Eso pensé. Ven conmigo, iré a llevarte.
Él se dispone a caminar.
—Dylan...
Él suspira, voltea y me mira.
—Tranquila, Kat. No voy a hacerte nada.
Lo dudo por unos instantes, pero accedo y lo sigo hasta su auto. Me subo en el asiento del copiloto, él lo pone en marcha y entonces el silencio se hace presente.
Pero el silencio no es una opción para Dylan.
—Y... ¿Cómo has estado?
Volteo a mirarlo, él sigue con su vista en el camino.
—Bien, gracias —contesto insegura, y también nerviosa. Jamás pensé que esto iba a pasar.
—Qué bueno.
El silencio regresa por un par de segundos, pero él habla nuevamente.
—¿Sigues con tu novio? ¿Jacob?
—Jace.
—Sí, ese.
—Sí. Vivimos juntos desde hace un par de meses.
Él asiente.
—Qué bueno, en verdad.
Esto es incómodo, increíblemente incómodo.
—Dylan, yo creo que n...
—Kat, está en el pasado —me interrumpe, haciéndome guardar silencio.
Comienzo a ver las casas de mi calle, y siento un poco de tranquilidad.
Dylan probablemente cree que lo odio, pero eso es porque él no sabe lo que nunca dije.
—A la derecha —le indico, él obedece.
Aparca el auto, y entonces tomo mi bolso para bajar.
—Me alegra haberte visto nuevamente, Kat. Espero verte pronto otra vez.
Observo sus labios pronunciar esas palabras, palabras que me hacen sentir confundida. Sus ojos brillan intensamente, pero busco reaccionar en cuanto siento que comienzo a perderme en ellos.
—También yo, Dylan. Gracias por haberme traído.
Él sonríe con los labios juntos, y entonces me bajo y camino hasta la puerta.
—¡Hey!
Volteo, Dylan trota hacia mí y siento pánico.
—¿Qué?
—Se te cayó esto —él dice extendiendo el brazo, sosteniendo mi brazalete de plata.
Lo tomo, mi mano roza con la suya y siento una descarga eléctrica que me asusta en el cuerpo. Lo observo e intento hablar, pero por alguna razón no salen las palabras cuando él me mira.
—Gr-Gracias.
Él sonríe nuevamente, se rasca la nuca y se da la vuelta para volver a su auto.
Entro en la casa, cerrando la puerta tras de mí y por alguna razón siento que mi corazón está por salir de mi pecho.
¿Qué diablos fue eso?
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