Capítulo 29
Ha pasado todo un año, y ha sido tan rápido que me ha costado darme cuenta. Dylan y yo no volvimos a hablar o vernos desde aquél día en su casa, Jace se graduó de la Universidad y nos mudamos juntos en un pequeño departamento. A mí, me ha ido bastante bien haciendo algunas películas, mi carrera ha ido en ascenso.
Sentada sobre la cama, jugueteo con mi celular en cuanto escucho a Jace salir del baño, con jeans y sin camiseta. Él busca una camisa en el armario, ya que hoy iremos a cenar con su familia.
Me quedo admirándolo por un instante, preguntándome cómo es que he sido tan suertuda. Él lo nota y voltea a mirarme, enarcando una ceja.
—¿Acaso estás teniendo pensamientos sucios mientras me ves? —él pregunta, sonriendo.
Yo abro los ojos de par en par y suelto una carcajada.
—No es mi culpa que seas tan irresistible —contesto, él sonríe con picardía y se acerca hasta la cama.
—¿Quieres hacer algo al respecto?
Él se acerca a mí, y antes de que pueda responder me toma del mentón y me besa de manera hambrienta y apasionada. Enredo mis dedos en su cabello liso mientras él poco a poco me recuesta sobre el colchón. Pasea suavemente su lengua por mi labio inferior, abro levemente la boca y le doy paso para que se encuentre con la mía mientras sus manos recorren mis brazos y mi cintura.
Se separa de mis labios por falta de oxígeno antes de dejar un camino de besos a lo largo de mi mandíbula y mi cuello, a la par de que yo dejo caricias en su espalda desnuda. Él introduce la mano entre el colchón y mi espalda antes de atraerme más hacia él y no dejar espacio para que nos separe ni siquiera un alfiler.
Vuelve a mis labios de manera sigilosa, mordiéndolos con suavidad hasta que su celular comienza a sonar y lo obliga a alejarse, no sin antes soltar un gruñido. Jace se impulsa con los brazos y se coloca de pie nuevamente, se relame los labios y toma el celular, aclarándose la garganta antes de contestar mientras yo me siento y río suavemente.
—¿Hola? Sí mamá, ya casi salimos —él dice, guiñándome un ojo y haciéndome reír nuevamente —Sí, está bien, nos vemos allá.
Al finalizar la llamada, él suspira y niega con la cabeza.
—Creo que dejaremos esto para después, debemos irnos.
Yo asiento y me levanto.
—Me iré a retocar.
Camino de vuelta al baño mientras él se coloca la camisa, me retoco el maquillaje y me perfumo antes de bajar y encontrarlo con las llaves del auto en las manos, y parado frente a la puerta.
Le sonrío, él sonríe de vuelta y salimos del departamento hasta su auto. Como ya es costumbre, él abre la puerta para mí del lado del copiloto, me siento y poco tiempo después estamos rumbo a su casa.
Semáforo en rojo, mis dedos se aferran a la falda de mi vestido en cuanto él me mira y me toma la mano. Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos.
—No temas, te van a querer —sonríe.
Suspiro y sonrío antes de apretarle de vuelta la mano, la luz vuelve a verde y él la retira antes de poner el auto en marcha nuevamente. Vuelvo a pensar demasiado como de costumbre el resto del camino, la relación entre Jace y yo se ha vuelto más seria de lo que creí que podía ser, él ha estado para mí en todo momento y ha sabido comprender y aceptar cada uno de mis errores sin pedirme nada a cambio. Admito que se ha ganado todo lo que siento por él.
Jace aparca el auto frente a una casa grande de ladillos. Trago en seco mientras él se baja y rodea el auto para abrirme la puerta. Me ayuda a bajar y entrelaza nuestros dedos antes de pararse frente a la puerta, saca las llaves y la abre.
Lo primero que observo, son paredes y suelo de madera, escaleras en forma de espiral y muchos cuadros y lámparas por todos lados. Una mujer mayor se acerca sonriente cuando nos siente llegar, yendo directamente hacia Jace y abrazándolo.
—Jace, cariño.
Él la rodea con sus brazos y la besa en la mejilla, lo cual me hace asumir que es su madre. Poco después un hombre canoso, con barba y dos niñas corren hacia él y hacen lo mismo. La sonrisa en su rostro me hace saber lo feliz que se encuentra de estar con ellos nuevamente.
—Ella es mi novia, Katherine.
—Por fin te conocemos, es preciosa —dice la mujer antes de abrazarme.
—Bienvenida —dice el hombre poco después, dándome un leve apretón de manos.
—Ellas son Sophia y Harley.
Dos niñas rubias con ojos azules, una de unos diez y otra de unos dieciséis. La más pequeña se acerca sonriente y me estrecha la mano, mientras que la otra parece más bien hacerlo de mala gana.
—Harley —dice ella, con un tono seco en la voz.
Sin embargo, le sonrío de manera amable.
—Kat —contesto.
—Vengan, vamos a la mesa e iré por la cena.
Después de lo que pide su madre, todos se marchan hasta el comedor, excepto yo, que tomo a Jace del brazo antes de que me observe confundido.
—¿Qué ocurre, amor?
—Creo que no le gusto a tu hermana.
Él ríe.
—Es un tanto celosa conmigo, dale tiempo.
Sonrío y asiento, él me besa en los labios y me toma de la mano hasta llevarme a la mesa. Él se sienta, conmigo a su lado antes de que escuchemos el timbre de la casa.
Poco después, un chico rubio de ojos cafés se asoma por la puerta.
—¡Jace!
—¡Hey, Brandon!
Jace se levanta con una sonrisa y camina hacia él para abrazarlo de manera amistosa. Los observo y sonrío, antes de que Jace lo acerque a mí.
—Mi novia Katherine. Kat, él es mi primo Brandon.
—Es un placer —le digo, estrechando amablemente su mano.
—El placer es mío —contesta —¿Puedo quedarme a cenar?
Él lanza la pregunta al aire en cuanto la madre de Jace llega con la cena.
—Claro que sí, cariño. Hay suficiente comida para todos.
—Genial.
Sirven la comida, y todos se sientan. Al principio todo se encuentra silencioso, pero no me molesta porque la comida está deliciosa.
—¿Y a qué te dedicas, Kat? —pregunta la señora, yo me limpio con una servilleta y sonrío.
—Soy actriz, señora.
Ella sonríe.
—¡Eso es maravilloso! —exclama.
—Tal vez algún día podamos ver algunas de tus películas —dice el padre, haciendo que Harley ruede los ojos.
Intento no reír al respecto.
—¿Conoces actrices calientes? —pregunta Brandon.
Jace se ríe por la nariz, yo sonrío.
—¿Supongo?
—No seas baboso, Brandon —dice Harley, tan amarga como al principio.
Brandon se encoge de hombros.
—Puede ser, tengo un amigo que tiene un primo que es un actor famoso.
Yo río.
—Nos agrada que Jace por fin haya conseguido a una buena chica —dice la señora cambiando el tema, recogiendo los platos de la mesa.
Jace me mira y sonríe, mientras yo jugueteo con el anillo plateado que está sobre mi dedo. El anillo que Jace me dio, algo así como un compromiso a futuro, ya que él tiene uno igual.
—Por cierto, Jace. El próximo sábado habrá una fiesta y realmente me gustaría que vayas.
Jace enarca una ceja ante el comentario de Brandon.
—No puedo ir, tengo un viaje que hacer ese fin de semana.
Él resopla.
—¡Pero será divertido! —insiste.
—Tal vez Kat quiera ir, así no tiene que quedarse sola en casa.
La propuesta de Jace me pone los pelos de punta, sin embargo, no lo hago evidente.
—¡Eso sería maravilloso! ¿Te espero?
Ambos posan sus ojos sobre mí, y me siento presionada. No puedo decirle que no porque me da pena, asi que asiento.
—Claro —contesto con inseguridad, ambos sonríen.
Todos nos levantamos de la mesa, y nos vamos a la sala común a ver una película.
Gracias Jace, ahora tengo un compromiso que cumplir mientras tú estás lejos.
(...)
Finalmente ambos llegamos a casa. Lo primero que hago al llegar, es quitarme los tacones y suspirar, mientras Jace coloca su abrigo sobre el perchero y se desabotona los primeros tres botones de la camisa.
Me dispongo a subir para cambiarme, pero él me toma de la muñeca y me detiene.
—¿Qué pasa? —pregunto sonriente, él sonríe de vuelta.
Él coloca ambas manos sobre mis caderas y me atrae a él, uniendo su frente con la mía.
—Nada, preciosa.
Sonrío, él toma mi mentón con una mano y roza sus labios con los míos por un par de segundos. Al separarse, me toma de la mano y nos guía hasta el sillón.
Jace se recuesta y me recuesta sobre él, me rodea con sus brazos y me siento increíblemente cómoda acurrucada con él.
Besa mi cabeza y sonrío.
—Te amo —susurra.
Levanto la cabeza y lo miro a los ojos.
—¿En serio?
Él asiente y besa mi nariz.
—En serio, haría cualquier cosa por ti.
—¿Cómo qué?
—Lo que sea que te haga feliz, incluso si no me hace feliz a mí.
Sonrío con ambas manos sosteniendo su cara y lo beso antes de recostarme nuevamente en su pecho. Él me abraza con ambos brazos y acaricia mi espalda.
No sé en qué momento conseguí la paz, pero estoy feliz.
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