Capítulo 21
Despierto de una larga siesta luego de haber ido a todos los lugares que nos ha sido posible en esta ciudad. Miro a mi alrededor, y me doy cuenta de que Dylan no está en ninguna parte, bostezo y me levanto antes de ir al baño a lavarme la cara y los dientes.
Al salir, Dylan entra por la puerta y se quita las gafas de sol antes de encontrarme caminando en ropa interior.
Me quito un mechón de cabello del rostro y lo miro, él me mira de arriba a abajo antes de que en su rostro aparezca un gesto malicioso.
—¿Qué? —pregunto con una leve sonrisa.
—Nada, me agrada lo que veo.
Él se acerca después, se para frente a mí y mientras me atrae a él por la cintura, deja una leve caricia en mi rostro.
—¿Dónde estabas? —pregunto, con su rostro a centímetros del mío.
—Nada, sólo había salido a tomar algo. Me estaba aburriendo mientras dormías.
Río suavemente y muerdo mi labio. El olor a colonia de hombre casi me hace perder la razón, la manera en la que me mira me hace preguntarme cómo es que nunca había sentido algo parecido. Levanto mi mano y acaricio suavemente con la yema de mis dedos su mejilla, en cuanto él se inclina y roza suavemente sus labios con los míos, haciéndome estremecer al instante.
Sus labios son suaves y cálidos, se mueven a la par de los míos, y por Dios, se sienten tan bien. Sus manos recorren mi espalda desnuda y mi cintura, y entonces decido enredar mis dedos en su cabello. Dylan me lleva hasta la cama sin romper el beso, recostándome sobre el colchón y colocándose sobre mí mientras se apoya con uno de sus brazos. Él me besa como si estuviese hambriento de mí, lamiendo suavemente mi labio inferior, abro suavemente mi boca y le doy paso para que su lengua se encuentre finalmente con la mía. Muerdo con suavidad su labio inferior, él gruñe suavemente antes de romper el beso y bajar por mi mandíbula y mi cuello, besando y besando antes de desabrochar el brasier que tengo puesto y dejándome expuesta a su merced.
Él masajea suavemente cada uno de mis pechos antes de volver en un camino de besos hasta mis labios, mis manos bajan acariciando su cuello hasta llegar al borde de su camiseta y quitársela, para luego ir hasta el botón de sus pantalones y hacer lo mismo. Dylan se separa de mis labios por un instante, pero se queda cerca y mirándome a los ojos.
—¿Pasa algo? —pregunto, en un evidente tono de preocupación.
Él niega con la cabeza.
—Quiero que sepas lo especial que eres, Kat. Eres hermosa.
Sonrío ante su comentario, él acuna mi cara con una de sus manos mientras acaricia mi mejilla con su pulgar antes de besarme nuevamente. En pocos minutos de besos, nos despojamos de las únicas prendas de ropa que nos impedían estar tocándonos al cien por cien. Dylan busca y finalmente se coloca un preservativo, camina de vuelta a la cama y se coloca entre mis piernas, me besa de nuevo en los labios con intensidad mientras entra suavemente y comienza con suaves embestidas.
Siento el calor recorriendo mi cuerpo con cada movimiento, mis manos recorren su espalda y sus labios recorren la piel de mi cuello mientras intento no soltar ningún gemido sonoro. Minutos después, ambos llegamos al clímax, él se desploma suavemente, con su frente en el espacio entre mi cuello y mi hombro, antes de besarme en la mejilla y colocarse a mi lado.
Ambos nos cubrimos con las sábanas blancas, mi cabeza reposa sobre su pecho y su brazo me rodea. Siento el sueño apoderarse de mí nuevamente, pero se va en cuanto el celular de Dylan comienza a sonar insistentemente. Lo miro, y él contesta.
—¿Hola? Estoy bien, ¿Cómo estás tú? ¡¿en serio?!
Siento un nudo en el estómago los minutos siguientes, Dylan cuelga la llamada y entonces se levanta de golpe, dejándome confundida y asustada.
—¿Dylan? ¿Qué pasa? —pregunto, incorporándome en la cama nuevamente.
—Tenemos que irnos —él dice, mientras se viste de prisa.
—¿Qué? —pregunto con confusión y el ceño fruncido.
Él me mira de frente, y suspira.
—Britt regresa mañana.
Sus palabras me caen como un balde de agua fría sobre el cuerpo. No digo nada, pero siento como si me clavasen un cuchillo en el centro del pecho. Me levanto y me visto con lo primero que encuentro, mientras siento un trago amargo dentro de mí.
Recojo todas mis cosas y las meto de vuelta en el bolso, Dylan intenta decir algunas cosas, pero lo ignoro, lo ignoro porque me siento utilizada. Salimos del hotel, y subimos en el auto antes de ponerlo en marcha.
—¿Kat, estás bien? —él pregunta, yo asiento sin siquiera mirarlo.
Él no parece muy convencido, pero no insiste.
Las seis horas de viaje transcurren lentas, lentas y dolorosas mientras él intenta hablar conmigo y yo desearía no poder escucharlo. Las lágrimas corren por mis mejillas, tan calientes como seguramente sería el infierno mismo, intentando que mis sollozos sean los más silencioso posible. Sé que Dylan lo ha notado, y sé que se está conteniendo para decir algo, pero entonces decide mirarme y hablar con seriedad.
—Kat, ¿Qué tienes? Has estado llorando casi todo el viaje, no me has querido hablar y me está matando verte así.
—Nada.
—Kat, escucha, sé que esto probablemente sea por Britt, pero por favor no llores.
No respondo.
(...)
La noche ya cayó y comienzo a reconocer las calles de mi vecindario, lo cual me alegra enormemente porque lo único que deseo ahora es poder alejarme de lo que siento.
Dylan estaciona su auto frente a mi casa, no digo nada y tomo mi bolso para bajarme del auto sin esperar más. Escucho que Dylan se baja y va tras de mí.
—¡Kat!
Él me llama, pero lo ignoro nuevamente. Él me alcanza, y entonces me toma del brazo en cuanto logro abrir la puerta y me dispongo a entrar, volteándome y haciéndome verlo a los ojos.
—Kat por Dios, ¿Puedes decirme algo?
Trago en seco, el dolor que siento se hace pesado y entonces sé que no puedo contenerlo más.
—¿Qué me pasa? Dylan, has pasado conmigo los pasados tres meses, sin contar los de la filmación. No dejas de venir, no dejas de decirme todas estas cosas y no dejas de hacer que me enamore de ti. Acabas de llevarme a un viaje a San Francisco, te acuestas conmigo todo este tiempo y aunque sabes que estoy perdiéndome en lo que siento por ti, apenas Britt llama, todo se te olvida.
Él me observa, pasmado por mis palabras.
—Kat, te dije que lo resolvería, sólo necesito tiempo.
Río con ironía.
—¿Más tiempo? Eso dijiste hace meses Dylan, yo no puedo seguir así. Tienes que elegir, no es justo ni para mí, ni para ella.
—No es tan fácil...
—Entonces puedo entender que todo lo que has dicho ha sido mentira.
Él me toma el rostro con ambas manos.
—Hey, no. No ha sido mentira, Kat. Sí te quiero, de verdad, es sólo que...
—Vete, Dylan. Y no regreses hasta que hayas tomado una decisión.
—Pero, Kat...
—Pero nada, Dylan. Buenas noches.
Observo esa última mirada que él me da, antes de que se de la vuelta vencido, se suba en su auto, y se vaya.
Cierro la puerta a mis espaldas, y hacía tiempo que no sentía tanto dolor al haber tomado una decisión.
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