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Capítulo 19

Camino mientras empujo el carrito por el supermercado, debo admitir que hacer compras no es una de mis actividades favoritas, de no ser porque necesito comida, probablemente lo omitiría. Tomo un par de paquetes de spaghetti y los meto en el carrito antes de mirar a los alrededores del estante para ver si hay algo más que necesite llevar. Mi celular comienza a vibrar, meto mi mano en el bolsillo y sin mirar lo contesto.

—¿Hola?

—Hola, Kat. ¿Qué estás haciendo?

Tal como lo sospeché se trata de Dylan. Sostengo mi celular con mi hombro y continúo mi camino a lo largo del supermercado.

—Estoy en el supermercado, ¿y tú?

—Estoy en el bañ... Nada, estoy aburrido. Tengo una pregunta para ti.

—¿Cuál? —pregunto, paso frente a un estante de sopas enlatadas con la idea de comprar una, asi que la tomo.

—¿Alguna vez has ido a San Francisco?

No, ¿por? —contesto casi por inercia, distrayéndome de inmediato con el precio de las sopas. —¡¿35 dólares?! —digo en voz alta, para mí misma.

—Eh, Kat... Lamento arruinar tu lucha interna con lo que sea que estés comprando pero nos iremos a San Francisco.

Las palabras de Dylan me traen de vuelta a la tierra, haciéndome abrir los ojos de par en par.

—Espera, ¿qué? No puedo ir a San Francisco.

Empujo nuevamente el carro hasta hacer la fila para pagar, sosteniendo nuevamente el celular con la mano.

Dylan ríe.

—Sabes que no voy a aceptar un no como respuesta.

—Dylan, ¿por qué iríamos a San Francisco un viernes por la noche sin previa planificación?

—Estás equivocada, yo sí lo había planeado. Además, ¿por qué no?

Frunzo el ceño mientras comienzo a bajar las cosas del carrito.

—Porque es una locura.

—Sabía que aceptarías. Haz una pequeña maleta, te busco a las seis.

—Dylan, yo no dije que...

—¡Nos vemos!

Dylan cuelga la llamada y resoplo. Nunca sé con qué idea extraña va a salir.

(...)

Tomo un pequeño bolso y aunque no sé por qué le estoy haciendo caso a Dylan, lo lleno de un par de mudas y cosas básicas antes de vestirme con una camiseta, shorts y una camisa que Dylan dejó el otro día.

Me quedo pensando unos segundos en lo que me falta, pero alguien llama a la puerta. Suspiro y camino hasta la puerta de la entrada para abrirla, al hacerlo, Dylan sonríe y entra.

—¿Estás lista? —él pregunta, sosteniendo la mochila que cuelga de sus hombros con ambas manos mientras sonríe.

—Casi, aún necesito ver si falta algo.

—¿Esa es mi camisa?

Me miro, antes de sonreírle.

—¿Estás emocionada?

Mi sonrisa se borra antes de fulminarlo con la mirada.

—La verdad no sé cómo sentirme, la última vez que hicimos caso una de tus ideas terminaste invocando muertos —contesto, volteo y camino de vuelta a mi habitación.

Vuelvo a mi habitación seguida por Dylan, y continúo empacando.

—¡Vamos, será divertido! —él exclama con los brazos extendidos. Lo observo y enarco una ceja antes de que él los baje y yo cierre mi bolso.

—Esas palabras me dan miedo cuando salen de tus labios —contesto sincera, antes de tomar el bolso y caminar, halando a Dylan tras de mí por el cuello de su sweater.

—¡Eres una cobarde!

Dylan sale de mi casa después de mí, cierro la puerta y camino hasta su auto.

—Te estoy llevando a conocer San Francisco gratis y con mi compañía, al menos sonríe, amargada.

Me detengo ante su comentario, volteo y le sonrío de la manera más hipócrita que me es posible antes de seguir caminando.

—Algo es algo —él dice, subiéndose del lado del conductor.

Luego de aproximadamente dos horas de viaje, el sol comienza a descender. Sentada en el asiento del copiloto, apoyo mi cabeza sobre mi mano en la puerta, mirando por la ventana.

—¿Estás aburrida? —Dylan pregunta, haciéndome voltear a mirarlo.

Le sonrío con los labios juntos.

—Sólo un poco, es un viaje largo.

—Podemos jugar a algo si quieres.

—¿Algo como qué?

Él sonríe.

—Me harás cinco preguntas, yo las responderé con sinceridad, y luego lo haré yo.

Sonrío.

—Está bien.

—Espera, déjame prepararme —él dice, con las manos sobre el volante estira los brazos y se suena el cuello antes de suspirar.

Yo río.

—Qué payaso.

—Ya estoy listo.

—Bien, ¿Cómo te hiciste famoso?

Él sonríe, y se coloca la mano sobre la frente.

—Haciendo vídeos estúpidos en YouTube.

Un par de segundos de silencio nos acompañan, antes de que yo suelte una carcajada.

—¿¡En serio!? —pregunto, cubriéndome la boca mientras río, él resopla.

—Sí, sí, ya. Siguiente pregunta.

—Está bien, está bien... ¿En qué escuela te graduaste?

—Mira Costa High School.

—¿Si no hubieses sido actor, qué hubieses querido ser?

—Comentarista deportivo.

—¿Cuál fue tu primer papel?

—Stiles Stilinski en Teen Wolf.

Me quedo en silencio unos segundos, pensando mi última pregunta. Dylan me observa por unos segundos antes de devolver su mirada hacia el camino.

—Vamos, sólo te falta una —él dice, yo muerdo mi labio.

—¿Crees en el amor a primera vista?

Me sorprendo de lo estúpida que me siento al hacer esa pregunta, qué vergüenza.

—Ahora lo hago —contesta, mirándome.

Siento un escalofrío a lo largo de mi cuerpo y le sonrío, nadie dice nada por unos segundos. Simplemente sonreímos como tarados.

Dylan... Está en verde.

Él reacciona ante mis palabras y coloca el auto en marcha nuevamente, haciéndome reír por su torpeza.

Han pasado al menos cuatro horas de viaje, el sol se ocultó por completo. El auto se detiene de pronto y me sobresalta por completo, me siento derecha en mi asiento, y miro a Dylan.

—¿Qué ocurre? —pregunto, estoy segura de que el tono de mi voz delata perfectamente mi preocupación.

Después de todo, es de noche y estamos posiblemente en medio de la nada.

Dylan me observa, la forma en la que lo hace, me hace preocupar aún más.

—Dylan...

—Tranquila, sólo ha de ser una pequeña falla. De seguro ahorita encenderá.

Me cubro el rostro con ambas manos, esto es el colmo.

—Al menos tenemos una linda vista, Kat. Bájate y toma un poco de aire mientras yo reviso esto.

Suspiro, pero hago lo que me dice. Me bajo del auto, y por suerte tenía razón.

Pero aún así, la frustración me invade. Tal vez simplemente fue una mala idea venir, hace frío, tengo hambre y estoy cansada. Comienzo a sentirme molesta, molesta de verdad en cuanto Dylan se para justo a mi lado. Volteo para mirarlo a los ojos, él suspira.

—Creo que tendremos que pasar la noche aquí.

Sus palabras me enervan por completo, ahora sí estoy enojada.

—¿¡Qué!? ¡Dylan! ¡Estamos en medio de la nada! ¿Qué tal si nos pasa algo? ¡Estamos solos, sin algo más que snacks para comer y con mucho frío!

Él no dice nada, simplemente baja la mirada.

—¡¿No dirás nada?!

—Kat, lo resolveré, cálmate.

—¡Dylan! —alzo la voz, para luego cubrirme la cara con la mano y resoplar.

—Kat, no dejaré que nada malo te pase. Por favor, confía en mí.

—Por confiar en ti es que pasó esto —escupo sin pensar, y por la manera en la que me mira sé que lo hice sentir mal.

—Lo siento.

—Dylan... —lo llamo, pero él se aleja de mí y entonces no me queda más que suspirar de nuevo.

La verdad es que no es su culpa, y yo estoy actuando como una niña. Me tomo unos minutos y decido volver al auto, Dylan está sobre la capota recostado sobre el vidrio del parabrisas. Me coloco frente a él, quien me observa con decepción.

—¿Quieres subir? —él pregunta, el tono de su voz es bajo en comparación a lo usual.

Asiento, él estira su mano y con su ayuda me subo y me recuesto a su lado. El silencio nos inunda por un par de minutos, pero decido romperlo.

—Lo siento, Dylan. Sé que no fue tu culpa, es solo que me frustré.

Él voltea levemente a la cabeza y me sonríe con los labios juntos.

—Está bien, Kat. Sé que soy estúpido la mayoría de las veces, pero supongo que es lo que pasa cuando estás cerca.

Inevitablemente, sonrío ante su comentario. Él extiende uno de sus brazos y entonces me acerco y dejo que me rodee con él.

—Aunque eso sea verdad, eres divertido.

Él sonríe una vez más, toma mi mentón y posa un beso sobre mis labios. El sentirlo luego de varios días hace que una cosquilla se dispare en mi estómago. Dylan besa mi frente, y en poco tiempo comienzo a temblar debido al frío.

—¿Tienes frío? —él pregunta, en tono jocoso.

—No, sólo me estoy congelando.

Dylan ríe.

—Date la vuelta, pega tu espalda a mi pecho.

—¿Para qué?

—Sólo hazlo, tonta.

Dudo ante su petición, pero la obedezco. En cuanto mi espalda toca su pecho, él me rodea con sus brazos por completo y su calor ayuda a que me sienta mejor. Besa varias veces mi hombro, y mi piel se eriza al sentir su respiración en mi cuello.

—¿Mejor? 

—Mhmm —contesto, el sueño me está venciendo y admito que es placentero dormir así.

(...)

Despierto con los rayos del sol sobre mis ojos, los froto un par de veces y luego me incorporo. Dylan se mueve y hace lo mismo en cuanto me siente. Posa sus ojos sobre mí, y sonríe.

—¿Dormiste bien?

Yo sonrío.

—He dormido mejor, pero sí. Gracias.

Él se inclina y me besa en los labios por un par de segundos.

—Entonces ya nos podemos ir.

Frunzo el ceño confundida ante su comentario.

—¿Qué?

—Que ya nos podemos ir.

—¿El auto no está dañado?

Él sonríe.

—Nunca lo estuvo.

Mis ojos se abren de par en par.

—¿¡Qué!? ¿¡Dormimos con frío sobre la capota del auto por gusto!?

—Si no no hubiésemos tenido un momento tan lindo con una buena vista.

No digo nada, simplemente lo miro a los ojos, hasta que le doy un empujón y se cae al suelo de espadas.

—¡Auch, Katherine! —se queja, me bajo de la capota y al pasar junto a él le sonrío.

—Listo, ahora si podemos irnos.

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