Capítulo 17
Hace no menos de cinco días todos volvimos a la realidad. El rodaje terminó, todos volvimos a casa dispuestos a un merecido descanso, aunque para mí, haber trabajado con ellos no se sintió jamás como algo desgastante.
El aburrimiento ha liderado la mayoría de mis días, exceptuando aquellas veces que alguno de los chicos me llama por Skype, ya que Dylan simplemente me ha escrito por mensaje de texto una que otra vez. Desde aquél día en el aeropuerto, me preparé a mí misma para aceptar que lo único que quedaría entre nosotros, quizá, era una bonita amistad.
Aunque yo no lo sintiera así.
Camino de un lado al otro mientras lavo la ropa que utilicé durante el viaje. Llevo la cesta llena de una nueva tanda, abro la tapa de la lavadora y la lanzo dentro luego de colocar un poco más de jabón. Limpio el sudor de mi frente con mi antebrazo y suspiro, en el preciso momento en el que escucho un nuevo mensaje en mi celular.
Coloco la cesta en el suelo, me seco las manos húmedas de la ropa que saqué para tender en mi short y avanzo hasta la pequeña mesa de café que se encuentra en la sala, tomándolo, desbloqueándolo y revisando el mensaje.
Dylan: Hey, Kat :) (2:22 pm)
Kat: Hola, Dylan. ¿Cómo estás? (2:24 pm) Leído
Dylan: Bien, creo. El aburrimiento me está matando. ¿Estás ocupada? (2:25 pm)
Kat: Eh, bueno, un poco. Estoy lavando ropa, ¿por qué? (2:26 pm) Leído
Dylan: Será un placer ir a ver películas contigo entonces. (2:27 pm)
Kat: Espera, ¿qué? te dije que estoy ocupada :( (2:28 pm) Leído
Dylan: Oh vamos, Kat, alquila un robot o algo (2:29 pm)
Kat: Muy gracioso. Además, ¿qué hay de...? (2:30 pm) Leído
Dylan: ¿Britt? Está de viaje justo ahora, tal parece que ahora ha sido su turno de filmar. ¿Ya puedo ir? (2:31 pm)
Kat: Dylan... (2:33 pm) Leído
Dylan: Sabes que iré de todos modos, ¿verdad? (2:34 pm)
Kat: No tienes mi dirección (2:35 pm) Leído
Dylan: Buen intento, aún recuerdo el lugar en el que te dejó el taxi a la perfección (2:37 pm)
Kat: Demonios (2:38 pm) Leído
Dylan: Voy saliendo :p (2:40 pm)
Kat: Ugh, está bien (2:41 pm) Leído
Suspiro una vez más, coloco el celular sobre la mesa y corro hasta el baño para lavarme la cara y verme un poco más presentable. Me seco la cara con una toalla, recojo mi cabello en una coleta y un golpeteo en la puerta de la entrada me hace preguntarme cómo rayos ha llegado tan rápido.
Con una leve oleada de nervios camino hasta colocarme frente a ella, abriéndola enseguida. Dylan está ahora frente a mí, apoyándose contra el marco de la puerta. Al ver me regala una pequeña sonrisa de labios juntos, y de nuevo siento cómo me debilito ante un simple gesto.
Le sonrío de vuelta, sin siquiera poder reaccionar. Dylan hace el resto del trabajo antes de rodearme con sus brazos en un cálido y apretado abrazo que no demoro en responder.
—¿Cómo estás? —él susurra en oído mientras me abraza y acaricia mi espalda.
—Estoy bien, gracias —respondo nerviosa en cuanto él se separa.
Me sonríe de nuevo, yo le sonrío de vuelta y por unos instantes conservo el mismo gesto mientras me pierdo en su forma de sonreír, que confieso, extrañaba.
Él ríe suavemente.
—¿Me invitarás a pasar? —pregunta y me trae de vuelta a la tierra, me abofeteo mentalmente por este vergonzoso momento y le doy espacio para que entre.
Él examina el lugar, mientras yo trato de disimular lo que sucedió un par de segundos atrás.
—Linda casa —él dice, colocándose las manos en la cadera.
Yo le sonrío.
—Gracias, puedes sentarte en el sofá que está justo allá mientras saco la ropa de la lavadora, hay un televisor ahí. Ponte cómodo.
Él asiente y se aleja rumbo a la dirección que le indiqué. Suspiro y sacudo levemente en mi cabeza para lograr enfocarme, siempre parezco volverme aún más tonta cuando Dylan está cerca. Camino hasta la lavadora, saco la ropa húmeda y me tomo un par de minutos en tenderla antes de alcanzar a Dylan en la sala de estar.
Me siento a su lado, él se ve demasiado concentrado en lo que están pasando y eso me causa un poco de gracia.
—¿Qué estás viendo? —pregunto mirándolo fijamente sentada junto a él.
—Chicago Med —contesta, sin quitar la vista ni por un segundo del televisor.
—¿Está interesante?
—Mhm
Está tan concentrado que podría suicidarme frente a él y no se daría cuenta.
—¿Por qué es tan interesante? —pregunto de nuevo, él está observando el televisor como si estuviese hipnotizado, la boca semi abierta.
—¡Shh, Kat! Están intentando sacarle un tenedor del estómago a ese hombre.
Frunzo el ceño y río suavemente.
—¿Qué? ¿Cómo puedes tragarte un tenedor?
Él finalmente desvía su mirada y la posa sobre mí.
—¿Tienes idea de lo que es estar realmente hambriento? porque yo sí. He estado en riesgo de que eso me suceda a mí -contesta él, mirándome a los ojos y no puedo evitar reír.
—Comes como un cavernícola que no sabe utilizar cubiertos, entonces.
Él ladea la boca y suspira.
—Hablando de comer, tengo hambre. ¿Tienes algo de comer?
Yo asiento.
—Sí, ven conmigo a la cocina a ver que quieres.
Él asiente y sigue mi indicación. Se levanta del sofá y me sigue hasta la cocina, en donde simplemente se queda parado junto a la mesa.
—Tengo papas, cereal, o tal vez podría cocinarte algo.
Él se lo piensa un segundo, y luego se encoge de hombros.
—Las papas están bien.
Asiento, camino hasta la alacena y la abro. Las papas están bastante altas, asi que me coloco de puntillas para alcanzarlas. No lo logro y resoplo, Dylan sonríe con los labios juntos.
—Déjame ayudarte con eso.
Él avanza hasta mí y alcanza las papas en un segundo, pero se queda con ella en las manos mientras ambos nos quedamos estáticos. Mi espalda está contra el mostrador, y él está frente a mí.
Y nuevamente me pierdo en él, pero esta vez, él parece perderse en mí también.
Sus ojos conectan con los míos, una pequeña sonrisa de labios juntos está formada en su rostro. Yo no me muevo, simplemente lo miro, a él, a sus ojos, sus lunares y sus labios, sin decir nada.
Dylan coloca la bolsa de papas junto a mí en el mostrador. Coloca sus brazos a mi lado apoyándose contra este y encerrándome por completo entre el mueble, y su cuerpo.
Como si fuese inevitable, él se inclina de a poco y mi corazón se acelera. Su nariz roza con la mía, y siento la calidez de su respiración sobre mis labios.
—Te he echado mucho de menos, no te lo imaginas -él susurra, a pocos centímetros de culminar la distancia.
—Yo también -escupo sin pensarlo en forma de balbuceo.
Pero no estoy mintiendo.
Una pequeña sonrisa aparece en su rostro nuevamente, antes de que levante su mano derecha y acune mi cara con ella. Termina la distancia entre nosotros y presiona finalmente sus labios con los míos.
El tiempo se congela, y sólo puedo sentir el movimiento de su boca sobre la mía, con ese sabor que me ha hecho perder la moral desde que los probé. El beso se torna más urgido y enredo mis brazos alrededor de su cuello, jugando con el cabello que cae por su nuca. Él me toma por los muslos y me sienta sobre el mueble, colocándose en medio de mis piernas sin dejar de besarme. Siento un escalofrío en todo el cuerpo en cuanto su lengua choca agresivamente con la mía, mientras sus manos acarician cada centímetro de mis piernas. Mis manos hacen camino por todo su cuello y sus hombros, sintiendo cada uno de sus músculos moverse.
—¿Dónde está tu habitación? -él jadea en medio de besos.
—Saliendo de aquí en el fondo a la derecha —contesto de igual manera, besándolo de nuevo en cuanto termino la oración.
Él continúa besándome en cuanto me levanta nuevamente, enredo mis piernas alrededor de su cintura y nos lleva a la habitación, me recuesta sobre la cama y se coloca sobre mí sin romper el beso. Finalmente, se separa por unos segundos antes de quitarse la camiseta y volver a mis labios. Mis manos acunan su cara, porque una vez más amo sentir como sus músculos se mueven cuando me besa. Le acaricio el rostro y bajo hasta su espalda en cuanto él comienza a besar mi cuello.
—Maldición, Kat. No sé qué demonios me hiciste, pero no he podido sacarte de mi cabeza. No puedo evitar quererte como lo hago. Te quiero, ¿me escuchas? —él dice, dejando de besarme, acunando mi rostro y mirándome a los ojos.
Lo que me dice dispara miles de sensaciones en mi interior, está mal, pero aún así sus ojos me gritan que está diciendo la verdad.
Yo lo tomo del rostro de vuelta y lo beso, porque no puedo ni podré resistirme a él.
Dylan O'Brien ha hecho que la moral deje de importar.
Él se deshace de cada prenda de mi cuerpo, igual que las de él, hasta que inevitablemente sucedió lo que tanto me temía.
Volvimos a estar juntos.
Nuestros cuerpos eran como dos polos unidos por la pasión.
Y mentiría si dijera que no quería.
Él se queda dormido cubierto por una sábana, rodeando mi cuerpo con uno de sus brazos mientras mi cabeza reposa sobre su pecho, con la tranquilidad de su respiración.
Dylan me dijo que me quería.
Brittany está de viaje.
Estoy atada a sus sentimientos, y soy sedienta de su corazón.
Soy un monstruo.
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