Capítulo 16
Última noche en Vancouver. Después de tres meses de haber compartido toda clase de cosas con estas personas, confieso que no sé cómo podré seguir mi vida sin extrañarlos terriblemente.
Mientras el cielo no es más que un manto de color oscuro lleno de la pequeña luz que le regalan la luna y las estrellas, me encuentro sentada en una silla en el área de las piscinas. Sin hacer nada especial, simplemente disfrutando el silencio y la atmósfera de mis propios pensamientos.
Todas las cosas que he vivido en los últimos meses regresan a mi mente en flashbacks. Mentiría si dijera que estoy feliz de volver, porque a pesar de que estaré en casa de nuevo, eso implica que no tendré compañía cada día. No tendré las bromas de Ki-Hong, la amabilidad y sensatez de Thomas, la risa de Kaya, ni mucho menos las bromas de Dylan. Oh, Dylan.
Como si de arte de magia se tratase, una voz me saca de mis cavilaciones.
—¿Kat? ¿Qué haces aquí sola?
Volteo la cabeza, sólo para encontrarme con Dylan sosteniendo una botella de agua.
Le sonrío con los labios juntos.
—Sólo pensando en todo lo que voy a extrañar.
Él sonríe de vuelta, antes de tomar una silla, arrastrarla y sentarse junto a mí.
—Probablemente esta sea la única parte mala de filmar, ya sabes, separarse de todos los buenos amigos que haces —él dice, mientras apoya sus codos sobre sus piernas y me mira.
Yo suspiro, para luego asentir.
—Sin duda alguna —contesto, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
El silencio nos acompaña por unos instantes, aquellos en los que ambos desviamos la mirada hacia el cristal que nos separa del firmamento, pero que aún nos deja admirarlo. La compañía de Dylan me conmociona, hace que mi cuerpo se tense y que por un segundo tema que el temblor de mis manos se haga demasiado evidente. Una pregunta me ha estado quemando por dentro, y decido que tal vez sea el mejor momento para sacarla.
—Dylan...
Él deja de concentrarse en mirar hacia el cielo, y dirige sus ojos hacia los míos.
—¿Sí?
La pregunta se encuentra justo en la punta de mi lengua, sin embargo, no dejo de sentir inseguridad de si será realmente una buena idea hacerla.
—¿Qué va a pasar con nosotros ahora? —escupo, temiendo terriblemente que se ría en mi cara y me diga que es una pregunta estúpida, que ambos deberíamos saber que lo que compartimos no fue más que un par de momentos de placer.
Su ceño se frunce ante mi pregunta, y un suspiro abandona sus labios. Cierro los ojos con fuerza, preparándome para su posible burla, pero no es eso lo que él deja salir.
—No lo sé, Kat. Realmente no lo he pensado, no estoy muy preparado para alejarme de ti que digamos.
Su respuesta me toma por sorpresa, ya que termina siendo totalmente lo contrario a lo que pensé que diría. Me alivia y me causa malestar a la vez, porque realmente quiero que él me eche de menos cuando no estoy con él, pero también sé que no está bien que sienta algo por mí. Lo miro a los ojos en busca de que esté bromeando, pero lo que consigo no es más que un puro rastro de honestidad.
—¿Por qué no? —pregunto, aunque sea una pregunta estúpida, siento que realmente deseo escuchar su respuesta.
Él sonríe.
—Porque voy a extrañarte. Llegar a los ángeles y no poder verte no va a ser muy bueno.
Abro los ojos de par en par ante sus palabras, él acaba de decir algo clave.
—¿Vives en los ángeles? —pregunto, él frunce el ceño confundido.
—Sí, ¿por qué?
—Porque yo también, Dylan, mi vuelo es mañana a las 7:35.
Él se toma unos segundos, pero finalmente reacciona.
—Ese es exactamente el mismo vuelo en el que yo voy.
Mi corazón late con fuerza, no me esperaba algo así. Él sonríe ampliamente antes de liberar una pequeña risilla.
—Tal parece que no voy a dejar de verte del todo —él dice, haciéndome sonreír sin pensarlo.
A pesar de que esta situación me tenga hecha un enredo, no puedo dejar de sentirme feliz de saber que Dylan vive en la misma ciudad que yo, y que tal vez lo veré seguido. Pero luego un balde de realidad cae sobre mí.
—Vives con Britt, ¿no es cierto? —pregunto de manera impulsiva, la sonrisa de Dylan se hace más pequeña antes de desviar la mirada y asentir.
—Sí. Vivimos juntos.
En cuestión de segundos, la felicidad que sentía no se vuelve más que cenizas. La única realidad es que a pesar de todo, Dylan está con Brittany, y dudo que eso vaya a cambiar algún día. Asiento ante el trago amargo de su respuesta, coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja y me levanto de la silla con intención de volver a mi habitación.
—¿Te vas ya, Kat? —él pregunta justo antes de que yo cruce la puerta, lo siento levantarse de golpe y me detengo.
—Sí, creo que ya es hora de que nos vayamos a dormir. Mañana hay que madrugar —respondo, a pesar de que lo único que desearía es poder quedarme con él.
Dylan me observa por unos segundos sin decir nada, como si tuviera ganas de hacer algo pero se siente inseguro. Sin embargo, él se acerca y se para frente a mí, cara a cara.
—Está bien, supongo que te veré más tarde.
Asiento con una sonrisa casi inexistente, pero no me muevo. Él levanta la mano y me regala una leve caricia en la mejilla con el pulgar antes de acercarse lentamente a mis labios. Sé cuáles son sus intenciones, y por más que deseo besarlo allí mismo, volteo el rostro ocasionando que sus labios choquen con mi mejilla.
Él reacciona luego, suspirando con decepción y alejándose suavemente de mí.
—Buenas noches, Dylan, descansa —murmuro, antes de darle un último vistazo a la hermosa complexión de sus labios, su rostro y a el bello color de sus ojos.
Suspiro, y con el dolor en mi corazón regreso a mi habitación.
(...)
Luego del ajetreo y estrés de tener todo listo y no olvidarme de nada, llego al aeropuerto temiendo que sea muy tarde, pero suspiro al encontrarlo todos allí. Me acerco, todos sonríen amablemente y el hecho de ver a Thomas y Kaya tomando sus maletas de mano me hace saber que su avión ha de estar por salir.
—Justo a tiempo para despedirnos, Kat —dice Thomas con una leve sonrisa, caminando hacia mí.
Le sonrío de vuelta, antes de estirar los brazos y rodearlo en un cálido abrazo.
—Tommy, ha sido un placer conocerte y espero verte muy pronto.
Él me corresponde, dejando leves caricias sobre mi espalda.
—Lo mismo digo, Kat. Eres una gran chica, nos veremos el día del estreno, ya sabes que el Skype siempre será una buena opción.
Me separo de él levemente sonriéndole.
—Cuenta con ello.
Él sonríe antes de besar mi cabeza y darle paso a Kaya para abrazarme de manera amistosa también.
—Un gusto haberte conocido, Kat. Gracias por no haberme dejado sola con estos locos.
Le sonrío y la abrazo fuertemente.
—Lo mismo digo, Kaya. Nos vemos pronto.
Ella se separa de mí, se despiden de Ki-Hong y Dylan y luego se marchan por la puerta de abordaje.
Me acerco a Dylan, quien me sonríe levemente, y a Ki, que hace lo mismo.
—¿Durmieron bien? —pregunto, lucen bastante cansados.
—Podría haber dormido mejor, suerte que mi vuelo será bastante largo y tendré tiempo para hacerlo —responde Ki-Hong, pasándose una mano por el cabello.
Frunzo el ceño confundida.
—¿A dónde vas?
—Se va a Corea —contesta Dylan, yo asiento.
En ese momento, la voz de una mujer suena a través de los parlantes. Es hora de irnos.
—Ese es el nuestro —dice Dylan, ofreciéndole la mano a Ki-Hong para que la estreche.
—¿Viajan juntos? —él pregunta mientras termina de despedirse, yo asiento.
—Sí, casualidad —contesto antes de rodearlo con mis brazos.
—Bueno, que tengan un buen viaje. Nos vemos pronto.
Los tres nos sonreímos, antes de que Dylan y yo nos marchemos y hagamos todo el proceso para subir al avión. Una vez dentro, casualmente nos tocó juntos. Él se sienta en la ventanilla, yo a su lado y un asiento vacío al otro. El avión se prepara para despegar y los nervios me inundan de inmediato.
Dylan me observa y ríe suavemente.
—¿Estás bien?
Yo asiento, tragando con fuerza y sin decir una palabra. El avión comienza a moverse y siento el pánico inundarme, lo cual él nota en un instante, riendo de nuevo.
—Kat, tranquila. Sólo es un avión.
No contesto, estoy demasiado nerviosa temiendo morir.
Él ríe, pero luego me toma de la mano. Me sobresalto y lo observo, pero en cuanto siento que el avión comienza a subir, me aferro a él y cierro los ojos.
Soy una cobarde.
Minutos después, el avión se estabiliza, y mis nervios bajan. Suelto a Dylan, y le sonrío.
—Gracias.
Él sonríe.
—No fue nada.
Mi sonrisa no se borra, pero apoyo mi cabeza en el respaldo del asiento sin parar de mirarlo. Estoy increíblemente cansada, ¿y cómo no? si no pude dormir anoche, y la razón de mi desvelo está justo a mi lado. Él observa por la ventanilla con los audífonos puestos, yo me hipnotizo mirándolo. Tan hermoso, tan perfecto y tan ajeno. Mis párpados comienzan a pesar, y comienzo a quedarme dormida.
Lo que siento después, es un brazo rodeándome por la espalda. Dylan me atrae hacia él y apoya mi cabeza sobre su hombro. Su brazo sigue sobre mí, brindándome calor. Podría reaccionar y quitarme, pero no puedo, estoy muy cansada como para hacerlo.
Además de que tampoco quiero.
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