Capítulo 14
Si quieres saber cómo se siente Dylan exactamente, reproduce el vídeo en multimedia.
Sólo tres días más, y todo habrá acabado. La última semana fue bastante tranquila y emotiva para todos nosotros, despedirnos de Sharon, del señor Wes e incluso de Frank fue duro para mí, porque son personas increíbles. En vista de que el trabajo terminó, los últimos tres días en Vancouver son para relajarnos y pasar un último tiempo juntos.
Sentada en el área de las piscinas, recibo un mensaje en mi celular.
Dylan: Hey, ¿estás en el hotel? (4:32 pm)
Kat: Sí, ¿pasa algo? (4:35 pm) Leído
Dylan: ¿Podrías venir a mi habitación? Necesito que hablemos (4:36 pm)
Kat: ... ¿De acuerdo? Iré en un momento (4:37 pm) Leído
Dylan: :) (4:38 pm)
Frunzo el ceño para mí misma, preguntándome qué es lo que Dylan quiere hablar. Siento un nudo en el estómago, supongo que son nervios, sin embargo me levanto y me dispongo a subir hasta que me consigo a Thomas.
—¡Hey! —él sonríe, antes de envolverme en un abrazo.
—Hola, Tommy —contesto, correspondiendo el abrazo.
Él se separa de mí, y me mira aún con una leve sonrisa.
—Nos reuniremos esta noche en la habitación de Ki, puedes decirle a Dylan.
Sonrío antes de asentir.
—Está bien.
Él sonríe.
—Debo irme, iré a arreglar unas cosas. Nos vemos más tarde.
Thomas sonríe, se despide con la mano y se aleja lentamente. Suspiro, tomo el elevador y en pocos segundos estoy frente a la puerta de Dylan. Dudo por unos segundos, pero la toco un par de veces antes de que él la abra y sonría en cuanto me ve.
—Hola —sonrío.
Él me rodea con sus brazos en un cálido abrazo sin mediar palabras. Le correspondo, acariciando suavemente su espalda.
Al separarnos, me invita a pasar.
—¿Pasa algo? —pregunto, mientras él cierra la puerta tras de si.
Me mira confundido, luego niega con la cabeza.
—Nada, sólo quería decirte un par de cosas. ¿Quieres algo de tomar?
Yo niego.
—No, gracias —sonrío.
Él asiente con una sonrisa.
—¿Qué quieres decirme? —pregunto ansiosa, él enarca una ceja.
—Eres bastante intensa cuando te lo propones, ¿no?
—Lo siento.
Él ríe.
—No es nada, Kat. Sólo quería agradecerte por todo.
Ladeo la cabeza, mientras él está a un par de pasos lejos de mí.
—¿Qué es todo?
—Por todo. Por haber sido tan buena conmigo siempre, por haber estado para mí cuando no tuve a nadie. Por soportarme, ya sabes.
Sonrío.
—No es nada, Dylan. Honestamente volvería a hacerlo.
Él sonríe con los labios juntos.
El silencio nos acompaña por unos instantes, los cuales me tomo para observarlo, observarlo y recordar. Él se sienta sobre su cama, no está muy cerca de mí, suspira y se pasa repetidamente los dedos por el cabello. Por alguna razón, mi corazón late con fuerza, como cada vez que lo tengo cerca desde hace algún tiempo. Dylan se convirtió en la mejor compañía durante todo este viaje, compartimos muchas cosas, buenas y malas, y mentiría si digo que no me mata la idea de no verlo más.
Bajo la mirada, mi sonrisa se borra ante ese pensamiento que me golpea.
—Kat, me pregunto qué fue lo que hiciste —él dice luego de un rato, sacándome de mis cavilaciones y haciéndome mirarlo.
—¿Qué hice de qué? —pregunto, claramente confundida.
—Conmigo.
Frunzo el ceño, lo observo sin decir nada, confundida, pero a la vez nerviosa.
—¿Qué?
Él suelta una risa cansada.
—¿Ya se te olvidaron las dos veces que te besé?
Lo que dice hace que mi corazón esté a punto de salirse de mi pecho. Intento mantener la calma para no hacerlo evidente, pero el mero recuerdo de esos momentos me eriza la piel.
—N-no —balbuceo, mirando al suelo.
—A eso me refiero.
—Creí que lo habías olvidado, o que no era importante —respondo, insegura de cierto modo.
—Ese es el problema, Kat.
—¿Cuál?
—Que no puedo sacarte de mi cabeza.
Sus palabras me dejan estática, no sé cómo reaccionar y por un momento dudo que esté hablando en serio.
—Dylan...
Él se levanta bruscamente y camina a pasos lentos hacia mí, haciendo que mis nervios comiencen a ser evidentes.
—Sí, ya sé lo que me vas a decir y es verdad. No debería quererte, pero quiero hacerlo, tampoco debería mirarte, pero no me puedo mover. Nunca planeé que algo así sucediera, Kat, pero simplemente apareciste, siendo tan hermosa, tan inteligente y tan dulce con todo el mundo. No pude evitarlo, Kat, no puedo hacerlo, necesito tenerte cerca.
Lo observo, ninguna palabra sale de mi boca, claramente jamás pensé que él me iba a decir algo como esto. Mi mente se vuelve un nudo, hasta que él avanza y me toma bruscamente por la cintura, besándome con necesidad.
Debería detenerlo, pero no puedo.
Una vez más, no puedo.
Sus labios danzan con los míos con rudeza. Me sostiene de tal manera en la que no cabría ni un alfiler entre nosotros, siento sus manos subir hasta mi cuello y ahuecar mi cara entre sus manos. Mis dedos en su cabello, bajan hasta su cuello y él toma la iniciativa de voltear y empujarme hasta la cama y recostarme sobre ella.
Él está sobre mí, sin parar de besarme mientras siento miles de chispas en mi interior. Baja por mi cuello, dejando un tren de húmedos besos sobre él.
—Dylan, esto no está bien —susurro, sonando más como un jadeo.
—No me importa una mierda, no puedo resistirlo más, Kat. Por favor, déjame quererte —él responde antes de atacar mis labios una vez más.
El beso incrementa de velocidad y de necesidad, al igual que mis palpitaciones. Sus manos recorren mi cintura, haciendo que mi piel se erice antes de que él se deshaga de mi blusa y la lance por la habitación. Besa mi clavícula y mi cuello, mi mente me dice que pare, pero lo que siento es mucho más fuerte.
Me deshago de su camiseta, él desprende mi brasier y aunque tengo miedo, no me opongo, y mi corazón late aún más fuerte cuando siento cómo su piel roza con la mía. Él me besa de nuevo en los labios, mientras con una de sus manos masajea suavemente mis pechos. Él baja de nuevo dejando besos húmedos en mi cuello, clavícula y ahora, mis pechos. Muerdo mi labio inferior, porque me cuesta controlar lo que siento.
Dylan besa mi abomen y mi ombligo, antes de desabotonar mi short, y quitarlo con delicadeza.
—Eres la mujer más jodidamente hermosa que he visto —él suelta, con la voz ronca antes de besarme de nuevo.
Me incorporo sin romper el beso, desabrocho sus pantalones y con su ayuda los alejo. Lo tomo por los hombros, y lo empujo para que sea él quien esta vez esté recostado sobre la cama. Me coloco sobre él a horcajadas, con cada pierna a cada costado suyo y lo beso en los labios por unos segundos antes de bajar a su cuello y su pecho lleno de lunares. Sus manos se pasean por mis piernas y mi espalda desnuda mientras yo retomo el camino de vuelta a sus labios, sintiendo su lengua con la mía y haciéndome perder la razón. Me quito de encima de él, me quito la última prenda de ropa interior y él me observa por unos segundos antes de sonreír y suspirar.
—Soy un maldito suertudo. Por favor, que alguien me de una corona.
Río ante su comentario, pero él se deshace de sus boxers, se levanta y saca de un bolso un preservativo antes de rasgar el empaque y colocárselo. Él me toma bruscamente otra vez y me besa con intensidad, pero no pretendo que él tome las riendas esta vez, asi que lo empujo nuevamente sobre el colchón antes de colocarme a horcajadas, esta vez ayudándolo a entrar. Muevo las caderas lentamente, besándolo y separándome de sus labios de vez en cuando mientras la respiración de ambos se irregulariza. Aumento mis movimientos, y escuchar sus jadeos me hace sentir aún más deseo de él.
Dylan me toma por la cintura, y en un rápido movimiento se coloca sobre mí nuevamente, siendo él quien tome el trabajo ahora.
—¡Dylan!
Él me besa en los labios, y luego sonríe aún cerca de mi sin dejar de moverse.
—Shh. A pesar de que me encanta la idea de que grites mi nombre, no estamos en el lugar más adecuado.
Río suavemente antes de morder mi labio inferior, evitando que eso suceda de nuevo.
Pocos minutos después, ambos llegamos al clímax antes de que él se desplome a mi lado, intentando respirar con normalidad.
Se deshace de los desperdicios, y luego vuelve a mí, recostándome sobre su pecho mientras dibuja suavemente un pequeño camino con sus dedos.
—¿Qué acabamos de hacer, Dylan? —susurro, mientras lo abrazo.
—Lo que ambos necesitábamos que pasara, Kat.
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