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Capítulo 12

Después de haber pasado una semana metida en una habitación de hotel aburrida, logré que me dejaran ir al set siquiera a ver a los demás grabar. El día ha pasado con tranquilidad excepto por una cosa: Dylan no ha aparecido en todo el día. Me abstuve de preguntar mientras tenía la pequeña esperanza de que él llegara en algún momento, pero no fue así.

Observo a Thomas después de filmar, él camina hasta uno de los asistentes que le entrega una botella de agua, suspiro y me decido a caminar hasta él, quien al verme me sonríe amablemente.

—Hola, Kat —él dice sonriente, mientras abre la botella para darle un sorbo.

—Hola, Tommy. Eh, ¿de casualidad sabes dónde está Dylan? —pregunto con inseguridad, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

Luego de darle un sorbo al agua, Thomas frunce el ceño.

—Creí que tú lo sabías.

Ahora soy yo quien frunce el ceño.

—¿Por qué debería?

Él se encoge de hombros.

—No lo sé, siempre están juntos.

Sacudo la cabeza para evitar responder cualquier estupidez, y decido enfocarme en lo que importa.

—Pues no, la verdad no tengo idea. ¿No vino a trabajar?

—No, de hecho lo único que sé es que pidió permiso para faltar hoy, pero no tengo idea de la razón.

Una leve ola de preocupación me inunda, pero intento ignorarla por los momentos y mantener la calma.

—Qué extraño, él iba a llevarme hoy al hospital para que me retiraran la sutura.

Thomas se pasa la mano por el cabello y se quita un mechón de la frente antes de suspirar.

—Bueno, yo ya estoy libre, si quieres yo puedo llevarte.

Sonrío ante su propuesta, de todas formas no tengo otra opción.

—Creo que eso me serviría.

Thomas sonríe.

—Bien, espérame aquí mientras me cambio de ropa.

Asiento, y él se marcha por un par de minutos. Mientras estos pasan, vuelven a mi mente las mismas preguntas sin respuestas y razones para preocuparme. Dylan no suele faltar al trabajo, tampoco suele no avisarle a nadie, y mucho menos suele faltar a algo que me haya prometido. Thomas regresa ya cambiado, sacándome de mis cavilaciones.

—¿Estás lista?

Pestañeo un par de veces, y entonces asiento.

—Sí, lo estoy.

—Entonces vamos, ya no tengo nada importante que hacer aquí.

Sonrío una vez más y me dispongo a seguirlo mientras salimos del set rumbo a su auto. Me subo en el asiento del copiloto, él enciende el auto y en poco tiempo iniciamos el trayecto.

Mi mente se inunda nuevamente de interrogantes, y decido que tal vez sea mejor hablarlas con Thomas.

—¿No crees que es extraño que Dylan no dijera nada? —pregunto, él me da una leve mirada antes de devolverla hacia el camino.

—Tal vez necesitaba hacer algo, no lo sé. No te preocupes, seguramente está bien.

Asiento levemente, pero por dentro sigo sintiendo la misma confusión. Si algo he aprendido conociendo a Dylan, es que él no suele actuar de esta manera.

Thomas estaciona el auto en el hospital, bajamos y nos sentamos por un rato en la sala de espera. Saco mi teléfono y lo reviso, no hay mensajes, sin embargo decido ser yo misma quien le escriba a Dylan.

Kat: Hey Dylan, ¿dónde estás? nadie ha sabido de ti en todo el día y bueno, estoy algo preocupada (3:36 pm)

visto a las 3:37 pm

Kat: ¿Dylan? (3:38 pm)

Kat: ¿Estás bien? (3:39 pm)

visto a las 3:41 pm

Kat: Dylan, dime algo (3:43 pm)

visto a las 3:44 pm

El comportamiento de Dylan me confunde aún más, pero cuando pienso que no va a responder, mi celular vibra.

Dylan: Déjame solo. (3:50 pm)

Siento como si un balde de agua fría cayera sobre mí en cuanto leí esa respuesta, realmente no entiendo por qué me respondió de esa manera, ¿hice algo mal?

Thomas me toca el brazo y levanto la mirada hacia él.

—Es tu turno.

Le sonrío, evitando cualquier tipo de evidencia acerca de la ansiedad que siento en estos momentos. Me levanto y entro junto a él al cubículo donde la misma mujer de guantes blancos se va a deshacer de la molesta sutura en mi frente.

(...)

Luego de agradecerle a Thomas y despedirme de él, subo a mi habitación mientras él decide encontrarse con Ki-Hong y Kaya para cenar, de no ser porque me siento preocupada por Dylan seguramente me les uniría. Al entrar a mi habitación, suspiro y decido ir a darme una ducha.

Tal y como pensé que sucedería, mi mente se vuelve un nudo de pensamientos aún más grande de lo que fue anteriormente. Salgo de la ducha y suspiro, debo respetar la decisión de Dylan y no insistir, a pesar de que no comprenda en lo más mínimo lo que le está pasando. Me coloco unos shorts y una camiseta antes de recoger mi cabello y disponerme a ver si encuentro algo en la televisión, pero un golpeteo en la puerta cambia mis planes.

Camino hasta ella, la abro y consigo a Dylan.

—Creí que querías est- —intento decir, pero me detengo en cuanto lo veo a los ojos y me doy cuenta de algo aterrador.

Dylan está llorando.

Un nudo se forma en mi estómago y por un segundo no sé siquiera cómo reaccionar. Lo observo sin mediar palabras, su nariz está enrojecida y sus ojos también.

Él simplemente me abraza, y entonces sé que algo está mal. Me cuesta responder, pero luego lo rodeo con mis brazos.

—Dylan, ¿Qué ocurre? —susurro, el verlo así parece haberme debilitado a mí también.

Él no dice nada, simplemente suelta un par de sollozos sobre mi hombro, y eso me parte el corazón. Me separo de él con delicadeza antes de cerrar la puerta, tomarlo de la mano y hacerlo sentar frente a mí. Trago en seco, porque una vez más ver a alguien tan lleno de vida de esta manera se siente como un cuchillo en el pecho.

—¿Dylan? —murmuro, colocando una mano sobre su hombro.

Él finalmente levanta la mirada y la conecta con la mía, sorbiendo por la nariz.

—Mi abuela.

Frunzo el ceño.

—¿Qué le pasó a tu abuela? —pregunto, realmente temiéndome lo peor.

—Murió anoche, y ni siquiera puedo ir a despedirme de ella —él contesta, su voz está tan quebrada como posiblemente lo está su corazón.

Me cubro la boca con la mano antes de rodearlo nuevamente con mis brazos.

—Lo siento tanto —susurro, acariciando levemente su espalda.

Él se separa de nuevo, se pasa los dedos por el rostro y se quita las lágrimas.

—Es horrible, ¿sabes?

Yo asiento.

—Lo sé, ¿por qué no puedes ir a despedirte?

—No podemos parar la filmación de la película.

Sus palabras me causan disgusto, no es algo que deban hacer con una persona que pasa por un momento difícil.

—¿Qué? Dylan, eso no puede ser, yo hablaré con el señor Ball si-

—No, Kat. No tiene caso, debo quedarme —él dice interrumpiéndome, con su mirada sobre la mía.

Suspiro, y coloco mi mano sobre su pierna.

—Lo peor de todo es que no tengo a nadie, pero tampoco quiero estar rodeado de personas que sientan lástima por mí.

—Son tus amigos, Dylan, probablemente merecen saberlo para poder apoyarte —susurro de nuevo, pero él niega con la cabeza.

—Ahora no quiero que nadie lo sepa.

Yo asiento.

—¿Es por eso que me dijiste que te dejara solo?

—Sí, pero necesitaba decírselo a alguien.

De cierta manera, sus palabras me causan malestar y siento que simplemente vino hasta mi habitación para descargar sus emociones, por ser la más blanda, supongo.

—Entonces supongo que ya vas a querer estar solo de nuevo.

Sus ojos color miel, tan rotos como sólo podrían estarlo con él sufriendo, me observan con algo que pienso que es ira.

—No —él espeta, haciéndome confundir.

—¿No qué?

—No quiero que tú me dejes solo.

De pronto me doy cuenta de lo vulnerable que él realmente es. Lo que dice me provoca algo tan fuerte, que simplemente coloco mi mano sobre su mejilla, por primera vez sintiendo lo cálida y suave que es su piel. Sonrío débilmente, mientras él aún me observa.

—Nunca lo haré.

Luego de pronunciar aquellas palabras, siento que me pierdo de nuevo en esa hipnosis en la que solamente él ha logrado sumergirme. Sus ojos mirándome sin decir nada, posados en la única parte de mí que es capaz de divulgar todos mis secretos, si él observa los míos como lo está haciendo, entonces ya no hay nada que pueda ocultarle, porque si bien mi boca no habla, ellos gritan todo lo que siento.

Sus ojos se desvían a mis labios, y por alguna razón no me importa. Lo único que siento segundos después, es cuando él termina con la distancia y une sus labios con los míos. Siento su boca, siento la calidez que emana y me derrito en ella. Le sigo, me pierdo aún más en ese universo que temía conocer, porque a pesar de ser hermoso es prohibido, y lo prohibido es precisamente lo que uno más desea tener. Sus brazos se enredan alrededor de mi cintura, y mis dedos se hunden en su cabello mientras su lengua choca con la mía, mi corazón late tan fuerte como nunca antes lo sentí, una corriente eléctrica viaja a lo largo de mi espina dorsal, sus labios y los míos trabajan mejor juntos de lo que me pude imaginar. ¿Qué estoy haciendo? No lo sé, pero no puedo detenerme.

La falta de oxígeno se hace notoria, y nos obliga a separarnos. Ninguno de los dos está preparado para enfrentar lo que esto acarrea, asi que no se dice nada al respecto. Él se inclina y recuesta su cabeza sobre mi regazo, y aquí me encuentro yo, acariciando su cabello hasta que se queda dormido.

Observando y preguntándome qué es lo que él hizo para que yo decidiera ir en contra de la moral, e ir directo a lo prohibido.



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