Capítulo 11
Recostada en la cama, el aburrimiento me invade mientras busco sin éxito algo interesante en la televisión. Dylan, quien se hizo responsable por lo sucedido y consiguió un descanso para mí por un par de días, se marchó a trabajar prometiendo volver en cuanto terminara sus escenas. Por mi parte, no he hecho nada más que ver televisión y pedir servicio a la habitación, no ha sido una buena idea esto de dejarme sin hacer nada, perderé la figura si sigo comiendo tanto.
En medio de mi frustración, mi celular vibra con una videollamada de Bianca, la cual no dudo en responder. Ella aparece frente a la pantalla con una amplia sonrisa.
—¡Kat! ¡Qué tiempo que no te v- —ella dice, pero su sonrisa se borra en el instante en el que asumo que vio el parche sobre mi frente —¿Qué diablos te pasó? —ella pregunta, frunciendo el ceño.
Sonrío con los labios juntos antes de suspirar.
—Hola, Bianca. No es nada, fue un pequeño accidente en el auto —contesto con total serenidad, no pretendo tampoco que todo el mundo se entere de que fue culpa de Dylan.
Ella hace una pequeña mueca.
—Espero que te la estés cuidando bien, en cuanto cicatrice puede que sientas un poco de comezón, pero no puedes rascarte.
Sonrío mientras asiento ante sus palabras.
—Está bien, doctora Bianca. ¿Cómo están todos por allá?
Ella sonríe, colocándose un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Bueno, todo bien por los momentos. Yo estoy en el hospital esperando alguna emergencia, como siempre. ¿Qué tal la película? Es decir, antes, dudo que puedas aparecer en las cámaras con esa brecha en tu frente.
Río con suavidad ante su broma de mal gusto.
—Todo ha marchado viento en popa, y sí, lo sé, pero en una semana estaré de vuelta en el set.
Ella asiente.
—Supongo que no está tan mal después de todo. Oye, ¿Qué hay de los chicos? ¿alguno especial?
Su sonrisa llena de malicia me hace negar con la cabeza. Pienso en Dylan por alguna razón, pero él es sólo un amigo y no creo que eso sea a lo que ella se refiera.
—No, en realidad no hay nad- —intento decir, pero en ese momento Dylan, Ki y Thomas entran en la habitación hablando en voz bastante alta.
Tal vez no debí darle las llaves a Dylan.
—¡Hey, Kat! Los chicos vinieron a verte pero les dij- —él dice pero se detiene en cuanto me ve, formando en su rostro una sonrisa llena de malicia —¿Viendo pornografía tan temprano?
Abro los ojos de par en par y ladeo la cabeza antes de negar, Ki y Thomas ríen.
—¿Quién está ahí? —pregunta Bianca, del otro lado de la llamada.
—Oh, son unos amigos —le explico, Dylan se toma la libertad de lanzarse a mi lado sobre la cama.
—¿Con quién hablas? —él pregunta, asomándose en la cámara.
Le doy un leve empujón y río suavemente.
—Es Bianca, mi mejor amiga. Bianca, él es Dylan, y ellos son Ki-Hong y Thomas —le digo mientras volteo el celular apuntándoles, ambos saludan con la mano antes de que vuelva a enfocar mi rostro.
—Es un placer, Bianca. No te dejes llevar por la brecha en la frente de Kat, en realidad está más de moda de lo que parece —bromea Dylan, sonriendo.
Bianca ríe.
—Es un placer, los he visto a todos en algunas películas y series. Oh vaya, esto es tan extraño —ella dice, sonriendo y colocándose las manos en las mejillas.
Yo río.
—Luego te acostumbras.
Ella sonríe, pero voltea hacia un lado por un segundo.
—Kat, emergencia. Nos vemos luego, ¡mucho gusto a todos!
Bianca se despide con la mano, Dylan y yo igual antes de que ella cuelgue la llamada.
Exhalo antes de levantar la vista hacia Ki-Hong y Thomas, quienes se acercan suavemente.
—Oh vaya, Dylan, ¿Qué le hiciste a la pobre chica? —Dice Ki con una mueca de dolor en el rostro
—No es nada —sonrío.
Dylan se levanta y se pasa la mano por el cabello.
—Ya no le duele ni nada, el doctor O'Brien la ha cuidado bien, ¿verdad?
Sonrío y asiento.
—¿Ven? —Dylan dice con una sonrisa triunfadora.
Thomas se cruza de brazos al pie de la cama con una leve sonrisa.
—Puedes decir lo que quieras, linda, pero eso se ve bastante doloroso —dice Thomas, bastante seguro de sus palabras.
Yo suspiro
—La verdad es que duele terriblemente.
—¡Pues gracias! —dice Dylan, extendiendo los brazos y abriendo los ojos de par en par.
—¡Lo siento! —chillo
Thomas ríe.
—Tienes suerte de que Kat sea tan buena contigo, yo haría todo lo posible porque la culpabilidad te consumiera —añade Ki, sonriente.
Yo río.
—Oh vamos, no sean tan rudos, fue un accidente nada más.
—De todos modos, considéralo, hará todo lo que quieras —insiste Ki-Hong, con una sonrisa maliciosa.
Dylan lo fulmina con la mirada.
—Estoy bastante seguro de que ya lo hace —Thomas ríe, haciéndome sentir apenada y reír también.
—Bueno, ya es hora de que se vayan porque Kat tiene que descansar —dice Dylan, empujando a Thomas y a Ki-Hong hasta la puerta.
—¡Pero en realidad estoy muy aburrida! —me quejo, pero Dylan me fulmina con la mirada a espaldas de aquellos dos.
Me cubro la boca intentando no reír. Dylan abre la puerta, Ki y Thomas apenas se despiden con la mano en cuanto él decide cerrarles la puerta en la cara y avanzar de vuelta hacia mí.
—¿Por qué los echaste? —río.
—¿Qué no es obvio que si los dejo quedarse no dejarán de preguntar? No es como que me sienta muy orgulloso de lo que hice —él contesta, sentándose en el borde de la cama junto a mí, quedando cara a cara.
Sonrío.
—Dylan, ya te dije que está bien. Fue un accidente, sólo déjalo ir.
Él suspira.
—Déjame ver como está eso.
Él me toma del rostro, se acerca y le echa un vistazo sin tocar directamente la herida. Mueve un par de cabellos de mi frente, siento su respiración sobre mi rostro y comienzo a sentir un nudo en mi estómago.
—Parece estar bien.
Él dice, bajando la mirada hasta mis ojos. De alguna manera, ambos nos quedamos estáticos, como perdidos en los ojos del otro. Ninguno dice nada, ni siquiera nos movemos, pero el tiempo es suficiente como para que mi corazón comience a latir de una manera que no puedo explicar, no puedo explicar cómo es que sucede, ni tampoco el porqué. Sus ojos color miel se vuelven algo parecido a un péndulo que me hipnotiza, porque en cuestión de segundos no escucho nada, ni pienso en nada que no sea ellos. Estamos tan cerca, que siento que mi respiración se corta, pero en cuanto tengo la sensación de que él comienza a acercarse, reacciona y se aleja de mi rostro con una sonrisa.
—Me alegra que no te pasara nada más. Pronto vas a estar mejor.
Sus palabras me arrastran de nuevo al mundo real, pestañeo un par de veces y luego sonrío.
—Sí, gracias, Dylan.
Él sonríe de nuevo, se levanta de la cama y se sienta en la silla que colocó el día anterior frente a la cama. Demasiado lejos, y demasiado cerca a la vez.
—¿Qué prefieres? ¿colocarte un abrigo hecho de cucarachas, o comerte un perro?
Hago una mueca de asco y me encojo de hombros.
—¿No tienes opciones menos asquerosas? ¿o crueles?
Él ríe ante mi pregunta.
—Dos cosas, primero, eres tú la que siempre pone en riesgo mi vida con sus opciones, y segundo, tienes que elegir.
Suspiro.
—El abrigo con cucarachas. ¿Qué prefieres tú? ¿tener que sacarte los ojos con una cuchara, o matarme a mí para salvar tu vida ?
—Sacarme los ojos.
Frunzo el ceño, con una pequeña sonrisa.
—¿En serio?
Él asiente, sonriendo.
—Si te mato, mi vida no sería la misma aunque pudiese ver.
—¿Por la culpabilidad?
—No, por ser tú.
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