Capítulo 10
Mientras Will se despide de todos, Dylan me pide que lo acompañe a llevarlo al aeropuerto, y decido aceptar. Will abraza a Thomas de manera amistosa, mientras yo me encuentro de pie mirándolos, con Dylan a mi lado. Finalmente, él se acerca a nosotros.
—Bien, creo que ya podemos irnos.
Dylan y yo asentimos antes de que vayamos los tres juntos hasta el auto. Will me ofrece el asiento del copiloto, pero no lo acepto, después de todo este será el último momento que tengan juntos durante un tiempo. El auto en marcha, Dylan y Will no dejan de bromear el uno con el otro mientras yo suelto una que otra risilla.
—Aún me cuesta creer que hayas besado a Emma Roberts y Jennifer Aniston en una misma escena —Dylan dice, sin despegar los ojos del camino.
—Honestamente a mi también, a veces tengo que ver las escenas para creérmelo. No es como que realmente vaya a suceder de nuevo —Will contesta en medio de risas.
—Oh vamos, tal vez sí. Ya sabes como es el mundo de la actuación —digo con seguridad, sintiéndome libre de opinar en la conversación.
—Es verdad lo que dice Kat, además, con tu encanto Londinense puedes tenerlas a tus pies —Dylan ríe, palmeando el hombro de Will.
—¿Bromean? tuve que arruinar la escena a propósito varias veces, realmente no quería que ese día acabara —contesta Will riendo de vuelta.
Todos reímos, pero volvemos a la realidad en cuanto llegamos al aeropuerto. Bajamos del auto, Dylan ayuda a Will con sus maletas antes de que entremos a la edificación. El olor de la atmósfera en este lugar me trae recuerdos del primer día que llegué, recordándome también que en menos de dos meses tendré que volver, pero esta vez para tomar mi camino de vuelta a casa. En vista de que el vuelo saldrá pronto, acompañamos a Will hasta la puerta que da hacia el check-in, un poco antes de que Will nos observe a ambos con una sonrisa entristecida en el rostro. Él se acerca a Dylan, quien lo recibe con los brazos abiertos y un abrazo amistoso lleno de pequeñas palmadas en la espalda.
—Nos veremos pronto, hermano. La próxima vez trae comida Londinense.
Will ríe.
—Está bien, lo olvidaré, pero está bien.
Ellos se separan, antes de que Will se acerque a mí, me sonríe, y yo le sonrío de vuelta antes de envolverlo en un cálido abrazo.
—Nos vemos pronto, Will.
—Fue un placer conocerte, Kat. Nos veremos pronto, y no guardes por mucho tiempo más tus sentimientos, sean los que sean —él dice en un susurro sobre mi oído, deslizando suavemente su mano por mi espalda.
Sus palabras me provocan un escalofrío, sin embargo hago lo posible porque no sea evidente y le sonrío en cuanto nos separamos. Él me regala una leve sonrisa y me besa la frente antes de alejarse despidiéndose con la mano.
Siento tristeza al verlo marchar, porque a pesar de que yo no fuese lo que él esperaba, él es una de las personas más encantadoras que he conocido. Dylan me mira y me regala una pequeña sonrisa de labios juntos, haciéndome una seña con la cabeza para que lo siga, al subir al auto y ponerlo en marcha, el silencio nos acompaña por un rato, hasta que él decide hablar.
—Creo que realmente le gustas.
Lo observo ante su comentario, pero él no me mira de vuelta, continúa concentrado en el camino.
Suspiro, jugueteando con mis dedos.
—Lo sé, lamento no poder corresponderle.
—¿Por qué no le correspondes?
Su pregunta me hace viajar un par de días atrás, cuando por alguna razón me besó utilizando a Will como excusa, eso, o realmente no sé qué estaba pensando.
—No lo sé, supongo que no es la persona que busco.
—¿Qué buscas?
Suspiro de nuevo, sintiéndome frustrada con tantas preguntas que ni yo misma me he sabido responder.
—No lo sé. Es difícil saberlo, supongo que alguien que me haga reír. Por ejemplo, puedo imaginar como se siente Britt, contigo bromeando cada cinco segundos, o esas miradas tuyas, subiendo el ánimo en cada ambiente durante el día... Tal vez necesito sentirme así.
Él sonríe y me observa.
—¿Qué? —pregunto frunciendo el ceño, no recuerdo haber dicho algo gracioso.
—Yo te gusto.
Abro los ojos de par en par, negando con la cabeza de inmediato.
—¿Qué? Claro que no, Dylan. ¿Cómo te llaman ahora? ¿señor modestia?
Ruedo los ojos, pero él ríe y comienza a darme pequeños toques con el dedo.
—Vamos admítelo, no es algo anormal, suelo tener ese efecto —él bromea.
—Dylan, deja la tontería y mira el camino.
Quito su mano, pero él vuelve a juguetear, hasta que veo algo en el camino y entro en pánico.
—¡Dylan ten cuidado! —grito, él reacciona y frena de golpe y de manera precipitada.
Cierro los ojos con fuerza en ese momento, siento un fuerte golpe en la cabeza y luego los abro.
—Kat, ¿estás bien? —él pregunta, levantándome el rostro con la mano. Me siento aturdida, la frente me duele y me coloco la mano sobre ella.
Al observarla, veo sangre. Dylan me mira asustado antes de tomarme del rostro y revisarme.
—¡Mierda, Kat!
Comienzo a asustarme yo también, nunca he sido alguien que pueda ver sangre sin entrar en pánico. Dylan y el auto están en perfecto estado, pero tal parece que no puedo decir lo mismo de mí.
—Dylan, ¿¡qué tengo!? ¡me duele! —chillo
—Tranquila Kat, voy a llevarte al hospital y vas a estar bien, ¿sí? sólo dime si sientes algo más que dolor —él balbucea, está asustado y eso aumenta aún más mis nervios, asi que simplemente asiento.
Dylan pone en marcha el auto de nuevo, y me lleva hasta el primer hospital que consigue. Al detener el auto, se baja corriendo y me ayuda a hacer lo mismo, me toma una de las manos y me guía por los pasillos llevándome por la cintura.
—¡Disculpe, necesito ayuda! —él le dice a la mujer detrás del mostrador de la recepción.
Escucho a Dylan hablarle, pero en lo único que puedo pensar es en el agudo dolor de cabeza que tengo en este momento. Minutos después, me llevan a una habitación, me sientan en una camilla y una mujer con guantes blancos comienza a examinarme.
Dylan camina de un lado al otro, frotándose el rostro con la mano.
—Linda, tienes una herida bastante profunda aquí, creo que lo mejor será suturar.
Sus palabras me enervan de maneras inexplicables, pero sé que no tengo otra salida. Respiro hondo un par de veces antes de que ella comience con su labor, hago muecas de dolor cada vez que siento la aguja entrar en mi piel, mientras Dylan me observa con una evidente mezcla de culpabilidad y miedo.
—Kat, lo siento tanto, soy un idiota —él dice, su respiración es agitada y comienzo a sentirme mal por él.
—Tranquilo, Dylan. Fue un accidente, está bien.
Intento calmarlo con palabras de aliento, pero estoy segura de que no va a funcionar demasiado. Luego de que terminen los 20 puntos de sutura, la doctora me envía unos analgésicos y me coloca un parche. Dylan coloca su mano alrededor de mi cintura y me lleva de nuevo hasta el auto, ayudándome a subir para subirse él después. Cabe destacar que todo el camino estuvo lleno de veinte tipos de disculpas diferentes, intenté decirle que estaba bien, pero no queda satisfecho.
Él finalmente estaciona el auto en el hotel, e insiste en llevarme hasta mi habitación, decido aceptar para alivianar su cargo de conciencia. Subimos al elevador, él no deja de mirarme con cara de cachorro abandonado, y al llegar hasta la puerta me quita la llave de la mano y la abre él mismo. Entro, él no lo piensa y entra conmigo cerrando la puerta.
—Dylan, voy a estar bien, no tienes que quedarte.
Él me mira a los ojos antes de negar con la cabeza, me toma de la mano y me obliga a recostarme semi-sentada sobre la cama.
—Lo siento mucho, Kat. Por mi culpa estás lastimada y esa es una razón más que valida para que me haga cargo de ti por el resto del día.
Dylan toma una silla, la arrastra y se sienta justo al pie de mi cama. Sonrío porque me causa gracia y ternura el hecho de que se sienta así.
—Dylan, en serio estoy bien, sólo tengo que tomar analgésicos y-
—Y desinfectar al menos dos veces más la herida. Lo siento, pero no es una opción el quedarme, lo haré y ya está —me interrumpe, cruzándose de brazos frente a mí.
Suspiro, pero entonces una puntada de dolor crea una mueca en mi rostro. Dylan me observa, suspira y se levanta antes de sentarse a mi lado en el borde de la cama.
—Lo siento otra vez, Kat.
Sus ojos color miel muestran un arrepentimiento que hace a mi corazón derretir. Por más que esto haya sido su culpa, no podría enojarme con él, asi que sonrío con los labios juntos.
—Está bien, Dylan. Pero, ¿por qué quieres quedarte?
Él sonríe, me toma ambas manos y las besa.
—Te la debo, Kat, por ser la mejor.
Sonrío
—¿Y ahora qué haremos?
—No sé tú, pero en lo que a mí respecta tendré que hacerte reír y hacerte compañía el resto del día.
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