🥖6: Éclair🥖
Las cosas no habían salido bien, nada bien y Kim no podía estar más frustrado.
Ya siquiera sabía cuántas latas tenía encima, solo quería amortiguar la voz que demandaba cometer alguna estupidez que luego lamentaría. Desde que llegó a su casa no hizo otra cosa que sentarse en el sillón a beber y fumar.
¿Desde cuándo pertenecer al Club le jodía tanto? No quería pensar en eso.
Desde que Hope había tomando el mando sabía que algunas cosas cambiarían, pero no a tal grado que necesitará autorización de todos sus hermanos, hasta los nuevos, para tomar acción sobre algo que era "su asunto".
Se mantuvo alerta cuando la puerta se abrió, dando paso a un hombre uniformado de policía.
— ¿Mal momento?
—¿Quién carajos te dejo entrar? — pregunta neutral pero firme.
—¿A caso necesito una orden judicial para visitarte? — el hombre mayor inquire haciendo caso omiso. — ¿No es muy temprano para que ya estes tomando?, ¿Quieres parecerte a tu viejo?
—¿Cuanta mierda te colocaste hoy?
Feromonas molestas llenaron el lugar rápidamente, junto a un gruñido por parte del mayor.
Kim solo lo mira de reojo mientras se tomaba de un solo jalón toda el contenido de la lata que tenía en mano.
—Ten cuidado como me hablas, ya que, es uno de tus amiguitos quien me la vende. — el mayor dice en tono bajo y amenazante.
—¿Mis amigos? — repite son inmutarse. — Que yo sepa ninguno de Hellwalkers* vende esa porquería y menos de tan baja calidad. Seguro los niñatos que explotas. Quieren matarte para que dejes de abusar de ellos.
—Tu maldita boca anda muy suelta últimamente, sería una lástima que tenga que cerrarla.
— Oh... ¿Está amenazando a un civil, oficial Song?
Song Heechul, más conocido como el querido oficial Song, es el comandante de policía "honorario” del departamento de Busan. La máscara perfecta que utiliza para ser uno de los tipos más solicitados por de las mafias del contrabando.
— No juegues a tu suerte sobrino. Mis muchachos están con muchas ganas de cobrarse lo de la última vez y estás al límite de mí paciencia.
Ah, sí, lamentablemente también era su tío.
Con "sus muchachos" , Song se refería a su grupito de escorias que siguen sus mismos pasos. Sanguijuelas de poder y marionetas sin cerebro.
— Ambos sabes que no pasará. — dijo sin mucho interes. — Si me tocan, terminarás perdiendo tú, mí pasta es la que te salvaba el culo con tus porquerías.
Después de todo era mejor mantener cerca a tu enemigo y Kim sabía que la de su tío era el dinero.
Aunque cada vez le irritaba más mantenerlo.
—Tiene razón, no me convendría. Pero siempre está la posibilidad de que venga alguien con más dinero. — sugiere.
— ¿Mas dinero del que te doy yo?, lo veo difícil, si todo lo que escupes es mierda sin importancia.
— Pero es una mierda que a ti te vale. Por algo me sigues pagando. — señala el mayor con soberbia. — Sabes... justo venía para contarte algo inusual que sucedió hoy en la ruta 13 cerca del sector norte. — eso llamo la atención de Kim, y también lo hizo maldecir por lo bajo. — Uno de mis muchachos reporto tres motocicletas estacionadas sospechosamente, fuera de una propiedad privada abandonada. Lo más impresionante eran las insignias doradas en sus motos. Estoy dudando en hacer un cateo por la zona. — finge pensar. — Aunque no sé porque te lo cuento, es estúpido e insignificante para ti. ¿O no?
Kim se mantiene en silencio unos segundos mientras su mirada no se separa de rostro del mayor, buscando algún signo de malicia o algo. No era la primera vez que compraba información de mierda por este.
— ¿Cuánto? — termina diciendo entre dientes.
— 1.000 dólares.
—¿Y el cheque que te di hace una semana? — ese cheque no había sido insignificante.
Y si bien, no era ni la mitad que solía ganar en una carrera. Pero ahora que estaba más tiempo encerrado en esa tienda que corriendo, el dinero no abundaba para gastarlo en estupideces de su tío.
— Wou, ¿Qué ahora tú haces los interrogatorios?, ¿Desde cuándo eres policía?, solo dame el jodido dinero, lo necesito.
Kim por primera vez, se permitió escanearlo de pies a cabeza. Solo le basto una milésima de segundo darse cuenta que el tipo estaba en etapa de abstinencia.
"Y pesar que un tiempo ese hombre fue un policía de verdad"
Kim hizo una mueca y desvió la vista hacía otro lugar.
—En la encimera de la cocina hay 1.200 dólares. Tomalos y no quiero ver tu puta cara aquí hasta el próximo mes. Sol mándame los archivos cuanto antes.
— Sí, sí, como digas, sobrinito.
Kim hizo una mueca, teniendo el mismo pensamiento de asco que siempre le surgió al ver el estado ya patético de su tío que parecía despertarse al contar los billetes.
—Sabes se me ocurrió una idea asombrosa, ¿Qué les parece ser mis patrocinadores?, seguro tu club le interesa la oferta. — balbuceó mientras sonreía con satisfacción viendo los billetes. —¿Por qué no les hablas de mí?
Kim tenso mandíbula. — Mantente lejos de mis asuntos.
—Bien, bien, aunque es una buena oportunidad, piénsalo. —dijo caminando hacia la puerta, pero se detuvo antes de salir. — Por cierto debes presentarte la próxima semana a firmar lo de tu servicio comunitario. — informa. — Tienes a la encargada de esa pocilga muy feliz, sobrinito. ¿Te la tiras?
—Vete antes de que te rompa la nariz y no tengas por dónde aspirar tu porquería. — pronuncia con tono mordaz.
— No se puede bromear contigo, sobrino. — dijo antes de marcharse.
Kim se reincorporo en el momento que la puerta se cerró, se tomo el tabique entre su dedos. Tenía un jodido dolor de cabeza y solo había una cosa que se lo quitaba.
Miro las llaves de su moto en la mesita del living y no tardó en ir por ellas, tomo sus color del perchero y salió hacia el aparcamiento. Se subió a su moto y arranco.
Haría lo que debía hacer para calmarse y luego iría a la jodida mierda que consumía todo su tiempo. A fin de cuentas tenía un puto trabajo que hacer.
[...]
Jungkook caminaba apresurado por las calles, la bolsa de tela con la chaqueta contra su pecho recién planchada y lavada. Sus mejillas estaban rojas, y los nervios estaban haciendo efecto en él como cada vez que se acercaba a la tienda.
Se detuvo en frente de ventanal, teniendo una agradable vista del alfa rubio. No pudo evitar suspirar encantado al verlo distraído, y aunque tenía la misma expresión seria de siempre, JungKook no pudo evitar ponerse rojo pensando en lo guapo que se veía mientras guardaba el dinero en la caja registradora de mala gana.
El ruido a su izquierda hizo que pegará un salto, miro con cautela a las dos personas que salieron a su costado de la tinda, apretó con fuerza la bolsa y bajo la cabeza ante la mala mirada que le lanzaron mientras se iban.
Jungkook empezaba a preocuparse que su compresor de aroma no fuera suficiente para no molestar a los demás.
Tomado coraje, decidió que era momento de entrar. Cuando dio un paso dentro del local quiso salir huyendo, pero ya era tarde, los ojos penetrantes del alfa estaban él.
Jungkook sintió sus piernas ser gelatinas y se sintió temeroso de dar otro paso.
— H-Hola... — balbuceó totalmente rígido y se puso peor cuando el alfa levanto una de su pobladas cejas. — Y-Yo traje tu chaqueta. La limpie y le puse suavizante, así ya lo oleria mal por estar en contacto con mí ropita sucia...
Estiró la bolsa como si fuera un robot y se quedó en esa posición hasta que el rubio la tomo. No hubo respuesta por lo que continuó aún más nervioso.
— T-También hice unos Éclair, e-espero y le gusten. — terminó cerrando los ojos y subiendo un poco el tomo de su voz.
—¿Eso es todo?
— S-Sí...
— Bien, vete. Estoy trabajando ahora.
Jungkook asintió cabizbajo, sintiendo una presión en su pechito por el tono vacío del mayor.
Se tambaleó cuando fue tomando por el hombro por una mano grande y empujado sin cuidado hacia un costado.
— Muévete del medio. — dijo el hombre pasando con un carro de compras. — Estorbas.
—L-Lo siento... — se apresuró a disculparse haciendo una reverencia.
— Puff... repugnante.
Jungkook quiso llorar cuando se dio cuenta que el comentario venía porque estaba expandiendo sus feromonas sin darse cuenta.
Sus ojos rojos reteniendo las lágrimas, confundido por la sensación inconforme en su pecho. ¿Por qué le dolía más la indiferencia del Alfa que el maltrató? Con esas dudas decidió que lo mejor era irse no queriendo tener otro problema como ese frente al alfa.
No quería seguir dando lástima, aunque era lo único que sabía dar.
Se dirigió hacía la salida con la mirada baja e intentando no molestar a nadie más con su presencia.
Después de todo... su presencia siempre sería eso, un estorbo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro