8. Celos.
Hi~ Hoy hay sido un día agotador, Dios, tenme piedad. Pero los capítulos de hoy estan muy lindos, así que eso me dio motivación para sobrevivir, como muchos adivinaron, tenemos a Yue. El capítulo de hoy es para alguien que me contó que está de cumpleaños, no sé si es el mejor regalo pero, espero que te guste jossy_Moore.
¡Espero que les guste!
—¿Estás seguro? —El japonés se ha sentado a su lado, les han dejado el camerino vacío, si bien, el lujo impregna la empresa, cuesta respirar, las paredes se le vienen encima, le aplastan los pulmones.
—Sí, estoy seguro. —Debería agradecer de que Jessica le dé una segunda oportunidad como su modelo, es complicado conseguir un trabajo en Nueva York con su reputación y no tiene ganas de volver a ejercer su antigua profesión, el mero hecho de pensar en prostitución le retuerce las tripas, dejándole sabor a cuajada en la lengua—. Está bien si eres tú.
—Solo enfócate en mi voz cuando tome las fotografías. —Sus zapatillas chocan contra las del omega, las baldosas son tan relucientes como los espejos del camarín, no tiene ganas de mirarse, estar tan maquillado y arreglado lo remonta a las noches de ópera donde Dino lo exhibía.
—Sí... —Pero no está escuchando nada.
—Ash.
Se ahoga, sabe que no puede controlar los síntomas por mucho que lo anhele. ¿Así que cuál es el punto de todas maneras? ¿Cuál es el chiste de someterse a las mismas jodidas imágenes una y otra vez? No sería tan terrible si fuese una reexperimentación, sin embargo, se concibe como si él tuviese ocho años, puede sentir el ardor de la violación en carne propia bajo el click, absurdo. Aslan se postra en las aguas profundas de sus tormentos, intenta respirar, buscando desesperado aire, le arden los pulmones, las articulaciones le pesan, se hunde y se hunde, se hunde un poco más. Es ingenuo tratar de escapar, así que se rinde, permite que eso lo consuma. Solo sirve para el placer ajeno, que utilicen sus fotografías para el comercio o la pornografía es lo mismo, es lo único que sabe hacer.
Es para lo que fue creado.
—Ash. —Y como si Eiji pudiese comprender su dolor, como si esos grandes ojitos cafés vislumbrasen la mierda que hay en su alma—. Solo concéntrate en mí cuando estés afuera. —Lo acuna con sus palabras, dándole la esperanza de que pese a los tormentos que no conoce aún quiere seguir siendo su amigo, es tonto ¿verdad?
—Lo haré.
—Prometo ser cuidadoso con la cámara. —La ofrenda que le ha obsequiado pende de su cuello, no va a tomar la sesión con esa chatarra, aunque ha adquirido la costumbre de llevarla a todas partes—. Yo sacaré tu mejor ángulo posible, ya lo verás. —Ja, ¿cuántas veces le han dicho lo mismo? ¿acaso debe abrirle las piernas y alzar el trasero?
—Solo hazme lucir genial, onii-chan. —Son frases que le han sido regaladas con suma malicia miles de veces antes, no obstante, es este omega quien las ha musitado, eso cambia absolutamente todo.
—Tú siempre te ves genial. —Su cola se ha enredado a la cintura de Eiji.
—¿Acaso me estás alabando? —Lo ha hecho ruborizar, se ve extraordinariamente adorable con las orejas esponjadas y peludas gachas por la vergüenza y la boca fruncida por la pena—. ¿Es eso?
—Te estás aprovechando. —Un ronroneo escapa de lo más profundo de su tráquea, es involuntario, además del resurgimiento de los síntomas parece estarse conectando más con su naturaleza de alfa dominante, las maravillas que ocurren cuando se va la disociación—. Idiota.
—Con 200 puntos de IQ, muchas gracias.
Ah, lo ha hecho enfadar.
Eso le encanta.
Y si bien, Aslan está muerto de miedo por tener una segunda sesión (aunque nunca lo admitirá), Eiji se está esforzando por sonreírle, tratando de hacer absolutamente todo lo posible para consolarlo, permitiendo que le enrolle su cola de lince en la cintura, desprendiendo esas dulces feromonas para que el ambiente se profese seguro y familiar, es suave. Los labios del alfa retiemblan con una sonrisa floja, es como si este terco supiese mejor que él mismo cuántas lágrimas no ha derramado y lo ha necesitado, es triste. Pero demonios, él le bajaría la luna, arrancaría al mismo sol del cielo y contaría las estrellas con tal de transmitirle una tenue chispa de reciprocidad.
—¿Puedes liberar tus feromonas en el estudio? —Se lo pregunta bajito, casi cohibido—. Me traen a un lugar agradable.
—¿A dónde? —Eiji parpadea con curiosidad, batiendo sus pestañas con suma ingenuidad, eso le apaga los circuitos y lo incita a decir una atrocidad de cursilerías que no sabe de dónde han florecido.
—Al apartamento. —Aslan tensa sus puños contra sus muslos, aunque intenta alejarse, su cola de lince lo mantiene anclado al omega—. Contigo. —Es normal, son amigos, piensa.
Los amigos son buenos.
—Chicos... —Jessica golpea la puerta del camarín, a diferencia del retrato de bruja que Max le ha entregado, se ha portado bastante amable luego del incidente, es casi como si supiera lo que es vivir una transgresión en propia piel, pero no, a las mujeres como ellas eso no les pasa—. ¿Ya están listos para la sesión? —Mentira, los agresores no discriminan.
—Lo estamos. —Sus tacones rechinan contra las brillantes baldosas del vestidor, su melena dorada se ve todavía más brillante bajo los focos fosforescentes—. Podemos salir a escena cuando quieras, anciana. —Le hace reír la manera en que las arrugas se intensifican tras el comentario.
—¿Cómo me llamaste, mocoso? —Su amabilidad no tarda en esfumarse.
—Anciana. —Repite, puede sentir el terror en su compañero, las feromonas lo delatan—. ¿O acaso te quedaste sorda? ¿Necesito llamar a un asilo?
—Soy tu jefa.
—Al borde del retiro, impresiona.
—¡Ash! —Eiji tiene las bolas suficientes para golpearlo en el hombro justo antes de una sesión, no cree el descaro de este tipo—. Por favor perdónelo por su insolencia, ya estamos listos para trabajar. —La atmósfera se relaja, el talento secreto que parece esconder este chico es suavizar a quienes lo rodean, lo ha experimentado en su propia piel desde que lo conoció.
—Si necesitas parar... —Algo en su tono le es distinto, las palabras fluyen con dificultad hacia sus labios carmesí y aun así, transmiten una empatía desconocida—. Puedes pedirlo, nadie te forzará a seguir sino quieres, te lo prometo.
—Gracias. —Eso lo hace profesarse increíblemente pequeño y...Vulnerable—. Estoy listo.
No le agrada.
Otra vez se para frente a un fondo monocromático, con un traje de dos piezas y lo que aparenta ser un perfume pero probablemente son feromonas artificiales, porque tiene que afrontarlo, es lo único que sabe hacer, mostrar lo extravagante que es, el frasco se concibe como si fuese un agujero negro en su mano, está sumamente pesado, las luces le queman, tiene náuseas aunque ni siquiera se tomó el desayuno, no puede ver bien, mierda, apenas el primer click suena sabe que se desvanecerá.
—Ash... —Pero la dulce voz de Eiji lo llama—. Respira conmigo, contemos desde diez.
Diez, nueve, ocho.
Tiene siete años y su padre lo ha vendido al entrenador de béisbol, le ha relatado lo que ocurrió, se encuentra deshecho, la policía le ha dicho que es su culpa, que fue quien lo sedujo con esos ojos de lince que la naturaleza le dio. Click. Click. Click. Le sacó fotos mientras lo violaba y las guardó.
Siete, seis, cinco.
Tiene nueve años y ha llegado a las manos de Dino Golzine, lo ha vendido a un maldito burdel, se lo ha pasado a Froggy, él solía alabarlo por su naturaleza de lince, diciéndole que era toda una belleza justo antes de que se turnaran para transgredirlo, él gritaba, arañaba y lloraba, solo le pegaban más fuerte, el aroma a perfumes costosos le da arcadas, ahí dejó de comer y empezó a vomitar, la figura debe ser mantenida con suma gracia.
Cuatro, tres, dos.
Tiene diecisiete pero lo han encerrado en la cárcel. Hay sangre por todas partes, cadáveres hundidos por doquier, parecen muñecas de trapo, con los ojos vidriosos y vacíos, con la piel tan pálida que se asemeja a un saco de tela, hace frío, hace mucho frío dentro de la celda. Lo drogaron contra voluntad y luego él mismo empezó a buscarla, porque la pesadilla que encarna la prisión es mil veces más fea que la realidad. Los recuerdos entremezclados a las fantasías lo atormentan, hay distintos destellos de imágenes quemándole los párpados, de sus amigos muertos, de manos sudorosas recorriéndole el cuerpo, la peste a sexo, el semen, la sangre, es demasiado, que se detenga, ¡que paren por favor!
Uno.
Un chico terco como el demonio ha tocado la puerta de su apartamento, es un omega dominante con los ojos más oscuros del mundo entregándole una sonrisa adorable, es la persona más especial de todo el universo, solo lo sabe. Y de pronto, Ash parpadea, encontrando a esos mismos ojitos desde el otro lado del lente en la sesión, incluso bajo la estridencia del click y la efervescencia de las luces, no hay rastro de maldad en esas pupilas.
Eiji es bueno.
Eiji nunca le haría daño.
Eiji es seguro.
Uno.
Así que se las arregla para posar, aferrándose a esos cándidos ojos cafés, ignorando al resto porque el resto no importa, escucha y acata las órdenes de Jessica, siempre mirando a Eiji, contando desde diez hacia atrás en su mente, enfocando su atención desde esas orejas esponjadas de conejo hasta esa nariz arrugada de botón, se mantiene acá, aferrado en este momento. Y mierda, acaba de luchar contra una reexperimentación, no lo creía posible. Lo felicitan apenas acaba la sesión, hizo un buen trabajo, lo admite, hasta a él le han dado ganas de comprar esas feromonas falsas.
—¡Eso ha salido increíble! —El omega se halla moviendo su cola erráticamente, ni siquiera logra disimular su emoción y eso le encanta—. Felicidades, Ash.
—¿Captaste mi lado bueno? —Eso lo incita a rodar los ojos, lindo, muy lindo.
—Sabes que sí.
—Ash. —Jessica le acomoda una palma por encima del hombro, es suave y gentil, un contraste muy curioso para su apariencia de alfa—. ¿Te molestaría modelar con nuestra otra estrella? —El viejo no le ha comentado nada, quiere negarse, ir a casa a ver su maratón de plaza sésamo con Eiji sentado al otro extremo del sillón, no obstante, se ve intrigado.
—Claro. —Así que acepta.
El otro modelo es un omega dominante.
Yut-Lung Lee, es su nombre.
Las maquillistas no dejan de alabar la belleza del sujeto, es un híbrido con alguna serpiente, lo nota por el brillo en su cabello y el filo que chispea en sus ojos, sin embargo, parece tener bien controlada su naturaleza de dominante y es capaz de intervenir sus facciones a gusto, lo envidia en cierta forma. El petulante le arroja una sonrisa antes de posar para una toma conjunta, también le han pasado un imitador de feromonas, las suyas tienen más sentido por supuesto, su casta se encuentra en la cima de la ciudad, al alfa le desagrada que le abrace la cintura y desprenda su peste con tanta libertad, al ser un lince es especialmente susceptible a los aromas, en su mayoría le desagradan, excepto...
Eiji se ve triste mientras les toma las fotografías.
¿Por qué?
—¿Cómo has estado sin Dino, Lynx? —Ese susurro le hiela la sangre, dejándolo paralizado mientras lo rodea con recelo—. ¿Te divertiste en prisión?
—¿Quién diablos eres? —Se acercan, lo que resulta conveniente para las tomas de modelaje y los ayuda a disimular aquella evidente rivalidad, no le agrada tener a los dedos viscosos de este sujeto manoseándolo con descaro, mucho menos tener su verdadera identidad expuesta.
—El genuino líder de Chinatown.
—Ese es Shorter. —Gruñe—. Luego Sing.
—Eso es un problema, Lynx. —Yut-Lung esboza una sonrisa venenosa, vaya, el animal le sienta a la perfección, casi puede verlo sacando los colmillos antes de devorar a su presa de la forma más sádica posible—. Tenemos asuntos pendientes que resolver. —Siendo sincero, conoce poco acerca de los Lee.
—Luego de la sesión, en el balcón.
Shorter le ha dicho que los Lee son un clan respetable, que los han protegido y les han dado un lugar a pesar de encontrarse en América, que no discriminan entre géneros al momento de proteger, casi los hace ver como unos malditos salvadores, el tipo que se encuentra posando en la sesión no encaja para nada en dichoso esquema, le hiela la sangre. Cree haber escuchado a Golzine mencionarlo par de veces, pero nunca a un integrante tan joven, no sabe de dónde ha salido ni predispone arriesgar su plan para averiguarlo.
Acabar con Arthur y el Club Cod son su prioridad.
Apenas termina la última foto el sujeto lo toma de la mano para arrastrarlo hacia el mirador, no le alcanza a decir a Eiji que lo espere para almorzar, es un dolor de culo este histérico. ¿Histérico? No, a juzgar por su perfil de personalidad afirma con certeza que es un limítrofe histriónico, sí, semejante sed de atención entremezclada con destrucción le es clara como el cristal en esos ojos, Yut-Lung Lee le recuerda de una manera completamente desagradable lo que fue y no repercutió, pero este chico es un omega, los alfas se hallan a su servicio, incluso en el burdel podía comprobarlo, la mayoría de sus clientes eran pertenecientes a dichosa casta.
—Entonces... —Se han acomodado en el balcón, el silencio que han sostenido resulta una eternidad, el aire se encuentra repleto de contaminación, el día se profesa espantoso—. Eres bastante difícil de rastrear, Lynx.
—Tal vez no quería ser encontrado. —Eso le roba una sonrisa.
—Probablemente.
Vuelven al silencio, Aslan se toma su tiempo para examinarlo, tiene los ojos de un asesino, son fáciles de distinguir porque él tiene los mismos, nublados por el tormento y al mismo tiempo, vacíos, como si fuesen el mero reflejo iridiscente de una carcasa congelada en el Kilimanjaro. Metaboliza aún más esa metáfora acerca de los leopardos, sigue esperando morirse para ser franco, la vida es una mierda y no va a pretender lo contrario, no obstante, sino mata a los bastardos del Club Cod van a continuar haciendo de las suyas, incluso sin Dino, su fundación funciona de maravilla, no puede permitirlo.
Y si tiene que matar a ese niño bonito para asegurar el bienestar de su plan, lo hará.
—Quiero aliarme contigo. —Oh, esto lo toma por sorpresa.
—¿Aliarte conmigo? —No le cree—. Explícate.
—Más bien, quiero usarte para llegar al actual líder de Chinatown. —Bufa, repasando los bordes del barandal con sus uñas, parecen garras aunque su naturaleza se las prive, su cabello relumbra contra el cielo abarrotado, las feromonas lo incitan a arrugar la nariz, no le encantan—. Quiero destruir al clan Lee.
—Eres un omega, tienes el poder para hacerlo.
—¿Crees que la discriminación a mi casta no existe? —Bufa, profundamente ofendido, ha apretado la baranda con su palma, es más pequeño que Ash, pero su presencia es lo suficiente para someterlo a la hiperalerta, llamase instinto o lo que sea, algo en el chico no lo termina de convencer—. Eres ingenuo, mejor que nadie deberías entenderlo.
—¿Eso qué significa? —Ha elevado su voz, con las palabras rechinándole entre los dientes.
—Nosotros somos lo mismo. —El sabor es amargo—. Debo decir que estoy un poco decepcionado. —Aslan raspa la orilla del balcón, dejando líneas huecas en el vidrio, sus feromonas han comenzado a escapar de manera involuntaria, es un mecanismo de protección—. Pensé que serías una bestia, tú eres quien ha matado a Dino Golzine.
—Lo soy. —Intenta mantenerse impasible, dándose vueltas en el ventanal para poderlo mirar, el sol colándose por las nubes es afanoso, lo fuerza a entrecerrar la mirada—. Soy un depredador.
—No es verdad. —Yut-Lung lo escupe colérico, con los puños tensos, parece despechado, como si acabase de matar a un ídolo o a su salvador—. Apestas a ese omega conejo.
—Es mi amigo.
—¿Amigo? ¡No me hagas reír! —La tensión no los deja respirar, incluso afuera sofoca—. ¿De verdad crees que alguien está a tu altura, comparándose con Ash Lynx el inigualable? No necesitas amigos, eres una bestia salvaje, una bestia hermosa, libre e incontrolable. —Con esas palabras, él lo entiende a la perfección—. Solo necesitas a aquellos que te idolatran, y a los que, como Arthur, te desafían. No necesitas a nadie más.
—Lo que haga o no con mi vida personal, no es de tu incumbencia.
Yut-Lung Lee está proyectando.
Aslan no es la clase de persona compasiva, al contrario, evade apegarse a toda costa a cualquier ser vivo porque se mueren, sin embargo, esto es nítido como el cristal. Ese omega se encuentra sediento de esperanza para sublevarse de quienes lo han sometido, tiene a sus propios demonios devorando, él no es un buen samaritano, por supuesto, no le extenderá una mano desinteresada y ya. Si anhela su ayuda va a tener que ofrecerle algo a cambio, algo bueno.
—Tengo conexiones para acercarte al Club Cod. —Como si le leyese la mente, suelta esas palabras—. Quieres vengarte de esos cerdos, ¿no? —Le da escalofríos que sepa tanto cuando él ha ignorado su existencia, ese es el problema con tapar el sol con un dedo.
—¿Qué quieres tú a cambio?
—Preséntame al líder de Chinatown. —Yut-Lung frunce el entrecejo, tratando de reacomodar sus pensamientos—. Más bien, hazme partícipe de eso, me corresponde gobernar. —Va a ser un dolor de culo tener esta charla con Shorter Wong, lo sabe, es bastante receloso con su linaje, más cuando se trata de aquellos ilegítimos de sangre.
—Es un trato. —Lo cierran dándose la mano—. ¿Por qué te quieres deshacer del clan Lee?
—Porque todas las escorias que lleven ese apellido deben morir.
—Tú lo llevas. —Yut-Lung se aparta, herido.
—Ha sido un placer hacer negocios contigo, Lynx. —Se limpia la mano en su suéter, el maquillaje se le ha corrido, las máscaras se derriten con suma facilidad bajo los reflectores de la falsedad—. Me mantendré cerca siendo el nuevo modelo de la empresa, espero cuides de mí. —Su sonrisa es cínica, tanto que le retuerce las entrañas, apenas puede lidiar con esta clase de hipócritas.
—Claro. —Ese presentimiento sigue escaldándole entre las venas—. Lo haré.
Yut-Lung no le agrada.
Al regresar al estudio, Eiji lo está esperando con una caja de almuerzo lista para ser devorada, se ve apetitosa y agradable, ha preparado dos en la mañana porque el terco se preocupa por su salud, ha escuchado que son tradición japonesa, «bento» se llaman. Aslan se acomoda a su lado en la gradilla, el omega tiene las orejitas bajas, eso capta su atención, tal vez alabarlo le suba el ánimo.
—Huele delicioso. —No miente, las verduras perfectamente ordenadas entre los trozos de carne le dan un aspecto que le hace agua la boca—. Eres un estupendo cocinero ignorando el natto, onii-chan.
Una de las cosas que capta la atención de Aslan es lo fácil que es comer con este terco, usualmente el conteo de calorías corre de manera automática en su mente, es casi diabólico saber que se los va a tragar para correr al baño y arrojar hasta las tripas por el escusado, nunca a nadie le ha importado, tampoco es de su preocupación la verdad, a menos que sangre o pueda interferir con su plan, contra sus expectativas pesimistas, el simple hecho de comer no lo angustia cuando Eiji está a su lado. No, de nuevo, el tipo no es una especie de terapia ni nada, solo...Es un espacio seguro.
—Delicioso. —Musita, dándole el primer bocado, su cola se columpia de un lado al otro, debe verse como un gato manso pero al carajo, esto es un festín—. ¿No vas a probar el tuyo? —El omega tiene las manos sobre su propia caja de bento, ni siquiera lo mira.
—No tengo hambre. —Es obvio su esfuerzo al esconder sus sentimientos y mantener las orejas altas.
—Eiji... —Su cola lo traiciona, buscando la calidez de este chico como se le ha vuelto costumbre, para su vergüenza se enrolla alrededor de esa fina cintura, posiblemente sea instintivo el mantener cerca a quien anhela proteger—. ¿Pasa algo? —El aludido alza el mentón, luce herido y demacrado, eso enciende cada alarma mental con violencia.
—Tú te veías muy bien con Yut-Lung. —El omega ha empezado a acariciarle la cola, sus toques son suaves, pacientes y delicados, nada similar a lo que acostumbra a recibir, le gusta.
—¿Nosotros dos? —Aslan arruga la nariz, ha visto las imágenes de la sesión y a pesar de las sonrisas, le dan la impresión de que se siguen matando con la mirada.
—Escuché que para un alfa es especial ser elegido por un omega.
—Sí. —¿Cuál es la relación de ese petulante con ese puchero que le rompe el alma?—. ¿Por qué?
—Nada. —Musita, retorciendo sus dedos alrededor de sus manchas, es curioso, los linces poseen una cola sumamente corta pero la suya es larga, similar a la de un felino doméstico—. Ustedes hacen una pareja bonita.
—¿Nosotros dos? —Contiene una arcada en la cresta de su lengua, el mero pensamiento le eriza los vellos, es repugnante, son demasiado similares pero diferentes al mismo tiempo, como un cortejo entre el alba y la luna en el peor sentido—. No es mi tipo.
—Oh... —De pronto, alza las orejitas, animado.
—¿Acaso estabas celoso? —Deja escapar la pregunta exclusivamente para molestarlo, no se espera que la nariz se le ruborice igual que las mejillas, es una imagen adorable en demasía—. ¿Lo estabas? —Lo empuja más lejos, su cola se enrolla todavía más fuerte en la cintura del omega, evitando que se escape, nunca ejerce la presión suficiente para hacerle daño, es cuidadoso con Eiji siempre, es su preciado amigo.
—Él es un omega exótico. —Su balbuceo se aplaca con el chirriar de las zapatillas en las baldosas—. Todos en el equipo empezaron a hablar de eso, de lo bien que se ven juntos.
—¿Tenías miedo de que te reemplazara? —Otra vez, libera la interrogación con simple intención de fastidiarlo o ganarse un puchero de mejillas regordetas.
—Sí. —Esta inseguridad lo toma desprevenido—. Es una tontería. —Eiji Okumura es todo un enigma, se cuestiona qué clase de cosas habrá experimentado en Japón para temer el reemplazo, mencionó que era saltador de pértiga, quizás viene de ahí o tal vez, no creció en una familia tan amorosa como lo pensó. Es más, ahora que se detiene verdaderamente en el tema, jamás lo ha escuchado llamar a su casa.
—Nunca te podría reemplazar. —Así que suelta esas palabras con ligereza, finge ignorar el peso que ocultan, lo esconde como una rosa entre las páginas de una novela o un girasol bajo tierra—. Nadie más es así de terco. —Entonces ahí está, el ceño fruncido que con tanto esmero anhelaba incitar.
—Solo por eso le pondré natto a tu siguiente bento.
—No eres para nada lindo.
—Da igual. —Se burla, abriendo su propia caja de almuerzo—. Lindo o no, dijiste que no me puedes reemplazar jamás. —Ash bufa, su cola se ha aflojado alrededor del omega, más, no se han apartado ni un centímetro en la banca, tienen los muslos pegados sobre la madera, el dulzor de sus feromonas es irresistible fundido al vapor de las verduras.
Se pregunta si podrá vencer también otras cosas además de la reexperimentación, si algún día podrá alcanzar su verdadera libertad.
—Ash... —Eiji le extiende un trozo de vegetales humeantes frente a la boca—. Abre. —El rostro le quema, el staff se ha detenido para mirarlos, incluso Jessica, no le importa, se inclina para morderlo, es un festín que los cocineros de Dino jamás lograron equiparar.
—Está delicioso. —Confirma.
Y espera algún día mejorar.
El capítulo de mañana es clave para el AshEiji porque ¿recuerdan todas las mentiras de Ash? Bueno, mañana sabremos. Muchas gracias a todas las personas que se han tomado el cariño para apoyarme en tantas dinamicas idiotas, merecen el mundo.
¡Nos vemos mañana!
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