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7. Ronroneo alfa.

¡Hola mis bonitos lectores! Como algunos sabrán, estoy participando en la Banana fish winter week en paralelo a esta cosa, ya, wattpad se puso raro y no me deja hacer nada, por si notan algún atraso, es eso.  Como les dije, este capítulo es bien bonito, no sé, me gusta y como es lo más suave que hemos visto ahora, se lo dedico a shimlexa, mi vida, estos meses he participado en cuatro dinamicas super agotadoras y me has acompañado en absolutamente todas, de verdad gracias, te tengo mucho cariño linda.

¡Espero que les guste!

Ash ama la biblioteca pública de Nueva York.

Es su lugar seguro, le gusta sentarse ahí, en silencio, luce sereno, alejado del mundo de la violencia y la lucha, pero solitario, esa indescriptible y sublime soledad que cada instante devora un poco más el alma se hace aún más presente bajo los despampanantes candelabros de cristal, el aroma a libros viejos y los murales casi magnánimos en el techo, a veces le gusta mirarlos y tratar de descifrarlos en busca de paz, es una idiotez para un homicida, pero Aslan asegura que si existe el cielo se asemeja a esto. Su forma de desconectarse es sentarse con una pila de clásicos o lo que se antoje leer hasta que el atardecer se cuele por esas ventanas de mosaicos coloridos.

Sí, adora venir acá en soledad.

—Esto pesa mucho.

Pero hoy, por alguna razón que aún desconoce, ha traído a un acompañante.

—No leerás todo esto ahora ¿o sí? —El omega deja abatir una pila de libros encima del mesón, sus orejas se han caído a causa del esfuerzo, su cola también se halla baja, el perímetro es seguro, por eso no le ha exigido esconder su naturaleza.

—Claro que sí. —Ash se acomoda los anteojos con suma parsimonia.

—¿Estás bromeando? Tardarás toda la noche. —Gimotea, es un bebé, piensa—. Los estudiantes de medicina sí que deben leer bastante, yo no podría. —Y se deja caer en la silla de enfrente, la lámpara tintinea, sus zapatillas chocan por debajo de la mesa, es un golpe familiar a estas alturas.

—¿Tú no deberías estar estudiando para tus exámenes, onii-chan? —El aludido toma el primer texto de la pila de libros, inflando tenuemente las mejillas y tensando el ceño con arrugas intermitentes, le da risa que este chico se queje acerca de que no debe fruncir el entrecejo pero lo haga.

—Recién está comenzando el semestre, ni siquiera han partido las clases regulares. —Ash no tiene idea, no es un maldito universitario, sus dedos se tensan contra el papel del manuscrito, es rasposo y viejo, si hubiese apretado más fuerte se habría cortado—. ¿No son muy duros con ustedes?

—¿Ustedes? —El plural capta su atención.

—Con Shorter y los demás. —Dios no, cree que todos esos vagos son estudiantes de medicina, se puede imaginarlos cometiendo negligencia en un hospital o tonteando con las herramientas, que el diablo se apiade de la salud estadounidense.

—Ellos estudian otras cosas. —Miente por ¿quinta vez? Ha perdido la cuenta.

—Pero tenías un proyecto con ellos. —El encuentro en la cantina relumbra en su mente como una película junto a los eventos de ese día, debió pensar en un engaño más coherente, sin embargo, el pánico le impidió pensar, por alguna razón, cuando tiene a Eiji cerca le es inverosímil acomodar su mierda.

—De un electivo. —No quiere vislumbrar esos ojos cafés, porque el omega es ingenuo y le confía su misma vida a Aslan aunque no haya hecho nada para merecerlo, le duele. ¡Bien! Wong tiene razón, lo hiere de sobremanera estar atrapado en esta esfera de engaños, teme que crezca como una bola de nieve cuesta abajo, sabe que lo hará—. Fue un trabajo para un electivo.

—¿De verdad? —El asombro en su voz le punza en el alma, le hierve desde el pecho hacia las venas, a diferencia de las anteriores punzadas, esta es desagradable—. Los universitarios son admirables.

—Tú también eres uno ¿no? —El omega no parece complacido por el halago, ha bajado sus orejas con pena, acurrucándolas contra sus cabellos, como sino quisiese escuchar más, el gesto lo preocupa.

—Estaré leyendo mientras tanto.

No tiene tiempo para esto, debe concentrarse.

«Banana fish».

Ese es el nombre de la droga que lo jodió.

Con la ayuda de Max lograron encontrar a quien la fabricó, Dawson les contó que las drogas como el LSD producen alucinaciones, si el estado mental del usuario es inestable, se produce un mal viaje, banana fish induce a esa clase de viajes, dijo que ningún humano podía escapar de ese demonio. No solo eso, el verdadero problema es que hace que el usuario sea susceptible a estímulos externos, es una especie de droga hipnótica. A estas alturas no importa, se aseguró de destruirla apenas asesinó a Dino, no obstante, depende de su investigación la recuperación de su hermano.

Griffin.

Sí, aunque Dawson le habló de la escasa posibilidad de una recuperación, él se mantiene aferrado a aquella posibilidad, sabe que está respondiendo bien a los estímulos, tiene la patética esperanza de que algún día lo volverá a reconocer. Eso también le da miedo, son muchas cosas que dan miedo.

Una parte de él tiene sentimientos encontrados y negativos asociados al hermano que lo abandonó para batallar en una guerra y volvió deshecho en un caparazón vacío que rescató siendo un niño, le fue sumamente duro atragantarse con su orgullo y ser obediente para Dino, debía ser una mascota linda si quería el dinero para las medicinas, independiente a las palabras cizañeras de Meredith, le continuó trayendo, sus gritos eran insufribles de todas maneras. Lo enferma que su amor no le haya bastado para quedarse, tenía solo ocho años cuando cayó en este abismo y...

Griffin.

Lo ama.

Ama a su hermano mayor y le teme.

Ambas son emociones válidas.

Porque Griffin a pesar de eso, hizo lo mejor que pudo, está seguro, lo crio siendo aún un adolescente luego de que Jim los abandonara en esa mugrienta cabaña, en lugar de odiarlo porque fue su madre quien rompió esa familia, lo amó como genuinamente lo haría un hermano mayor. Es jodidamente aterrador pensar en verlo lúcido otra vez, ¿lo podría amar? No es más el pequeño Aslan, él falleció durante su primera violación con su entrenador de béisbol, no hay marcha atrás al asesinato.

—¿Ash? —Pero Eiji lo está llamando con suma ternura, sus dedos han rozado la lámpara, es como si quisiese tomarle la mano y no se atreviera—. ¿Estás bien? —Él baja los anteojos hacia su nariz, se frota el ceño, pensar en su hermano mayor ha removido las telarañas en sus fantasmas, no los debe agitar mucho o van a despertar, no quiere eso.

—Solo estaba concentrado. —No se ve convencido con sus pretensiones—. No te preocupes.

—Lo que digas. —Le resulta insólito que sea capaz de ver tras esa fachada galante, usualmente le basta una sonrisa deslumbrante y una voz de terciopelo para que cualquiera caiga a sus pies—. ¿De qué estás estudiando? —Con este chico no funciona. ¿Le sorprende? Nada es coherente con él.

—Consumo de drogas. —Eiji deja escapar un silbido impresionado.

—Se escucha difícil.

—Lo es. —Aslan eleva la mirada por primera vez en la mañana, la luz dorada de la lámpara hace ver aún más brillantes esos ojos de ciervo, el punzar en su pecho no tarda en dispararse, es intenso y destructivo en un sentido completamente irracional, aunque agradable—. ¿Qué estás leyendo tú? —El nervio es evidente.

—C-Cosas importantes. —El tartamudeo no lo ayuda—. Muy importantes.

—Ajá.

—De verdad. —El alfa no duda en alzarse de su asiento para robarle el libro, al sostenerlo entre sus manos, trata con todas sus fuerzas de vencer su risa por cortesía, sin embargo, la carcajada escapa estruendosa y aumenta en un crescendo, siente a sus mejillas calentarse por la burla, el estómago le duele tanto que se lo debe apretar—. ¡Ash!

—¿Plaza sésamo? —El comentario no le hace ni un poco de gracia—. Bien, estás tratando de mejorar tu inglés con una fuente confiable, enorgulleces a tus antepasados.

—Ahora solo te estás burlando de mí. —El omega entrecierra la mirada, intentando intensificar su indignación, se ha erizado, eso debería resultarle remotamente intimidante, pero no, es un escueto conejito agitando la nariz con ira, Ash incluso se atreve a asegurar que la imagen es adorable, lo más adorable del mundo—. ¿No es así?

—Claro que no, yo jamás haría eso. —La risa le sigue chispeando en la lengua—. Si estás tan aburrido toma esto, ve a comprarte algún manga. —Le extiende el billete en broma, esperando que le regrese algún comentario sarcástico o un gesto inesperado, no obstante, se levanta de su silla.

—Sí, lo haré. Y también un perrito caliente. —Y le arrebata con sumo descaro el dinero de las palmas, su cola se ha tensado, asomándose desde sus jeans, se ve esponjosa y suave, quiere acariciarla.

—Compra uno para mí. Con mucha mostaza, onii-chan. —Eiji presiona con fuerza los párpados antes de sacarle la lengua, es un gesto extraordinariamente infantil y aun así...

Lindo.

Su amigo es lindo.

Degusta ese travieso pensamiento hasta que no lo ve más, la angustia es inmediata ante la lejanía, no es una especie de ansiedad de separación ni nada, pero su cerebro le juega malas pasadas, el no tenerlo a simple vista lo impulsa a imaginar lo peor y a ahogarse en ese espiral, esto lo ha mantenido con vida hasta ahora, el instinto animal que le suplica desconfiar de absolutamente todo su entorno. Por eso, él no tarda en levantarse para seguirlo, es inconsciente mantener cerca al omega, es incapaz de descifrar si esta ferviente necesidad es a causa de su vínculo emocional o es más animal.

—¡Oye! —Se pone con rapidez la chaqueta—. Voy contigo.

—¿Te cansaste de estudiar? —Caminan a la salida de la biblioteca, es posible que sea la hiperalerta o el negativismo sesgándolo, independiente presiente que los vigilan, agradece en la misma medida que maldice al estrés post traumático, es un dolor de culo conectarse consigo mismo.

—Algo así.

—Ash... —Eiji se ha detenido, sus orejas tienen un encantador tono carmesí, se ve avergonzado—. No voy a escapar, puedes soltarme. —Le cuesta trabajo procesar dicha petición irracional porque bueno, sus manos están vacías. Es necesario alzar su mirada hacia su compañero para percatarse de que su propia cola se ha enrollado en la cintura del omega, generando un abrazo.

—¡No fue mi intención! —Por mucho que intente, su naturaleza no lo obedece, al contrario, atrae todavía más cerca al japonés solo para cabrearlo—. A veces pasa, todavía me cuesta entender mis facciones animales. —Se queja, resignándose a caminar como si lo llevase de rehén.

—A mí también me cuesta. —Pero Eiji es dulce y complaciente, como siempre, se toma la situación con humor y le es contagioso—. En Japón era un inconveniente, especialmente durante mis clases. —Puede imaginárselo a la perfección saltando contra su asiento o alzando sus orejas durante los exámenes, lindo.

—No sé qué me pasa hoy. —Se ríe, usa cualquier excusa para evitar detenerse en lo agradable que es caminar tan cerca del omega, sus cabellos desprenden ese dulzor extraordinariamente familiar que lo ha vuelto loco desde el primer día, es el shampoo, se convence—. Soy un desastre.

—No tiene importancia. —Musita, dejándose enrollar por su caprichosa cola de lince—. Me siento muy seguro contigo.

Seguro.

Eiji se siente seguro con él.

Lo ha pronunciado bajo el tenue velo de la ignorancia, apuesta su vida a eso, y todavía así, manifiesta el descaro de concebirse feliz por aquello. Porque mientras este chico lo quiera cerca, el mundo está bien, Ash puede seguir matando, persiguiendo a los hombres de Arthur y lidiando con la pornografía, su compañero se encuentra sano y salvo a su lado, eso es lo único que vale la pena. La existencia de este mezquino ha cambiado la forma en que ve el mismo universo, por eso sigue y sigue, acunando la esperanza de sobrevivir y en alguna realidad diferente conocerlo en las circunstancias que le dijo, siendo un universitario normal en el campus, no este desperdició humano. Sí, así se siente.

No admite que esa incapacidad de experimentar emociones positivas lo envuelva, prefiere arrastrar al omega hacia un carrito de chatarra, el aroma a grasa inmediatamente despierta su apetito, Aslan se aborrece por contar de forma inconsciente y automática las calorías, se supone que estaba mejor y que esa jodida anorexia cumplía una función diferente teñida por los traumas que el pedófilo ha plantado, aunque claro, hay días buenos y malos para todos los trastornos.

Se sientan encima de las escaleras que dan hacia las estatuas de los leones, esas que han aparecido en los cazafantasmas, no ha visto la película ni planea hacerlo, la cultura popular es una ofensa para sus gustos refinados (dice eso, cuando es un consumidor activo del capitalismo). Sus zapatos chocan contra los de Eiji en el escalón inferior, él se hunde en su chaqueta, saborea la humarada del pan en sus propios labios, es tentadora, le abre el apetito.

Es una mierda tener esta clase de relación con la comida, racionalmente comprende que no necesita mantenerse pequeño o delgado siendo un animal de exhibición, Dino se halla muerto, puede tragar tantos perritos calientes como desee. Y al mismo tiempo, la anorexia ha pasado a ser crónica, ya no es una enfermedad, sino un estilo de vida donde lo que come lo angustia, así que lo vomita. Algunos días le da mucho miedo morirse, purgar es asqueroso, no pretenderá que le agrada. Otros días, reza para ahogarse en su propio vómito y morirse pronto, es duro.

—¡La mostaza está muy fuerte!

Y como si Eiji supiese lo ahogado que se encontraba, él arroja un grito agudo, apretándose la nariz mientras presiona los párpados con fuerza, algunas lágrimas han escurrido hacia sus mejillas, él saca la lengua para abanicársela, le da mucha risa la imagen.

—Qué mocoso, llorando por la mostaza. —Ni siquiera se percata de lo sencillo que es darle un mordisco a su cena, la mostaza tiene un picor agradable que danza en las papilas gustativas, la carne continúa humeante junto al pan, está delicioso, es lo más delicioso que ha comido desde ¿quién diablos sabe cuándo?—. La próxima vez te pediré uno con natto.

—¿Sigues enfadado por el desayuno? —Ahora que se da cuenta, es fácil comer sin preocuparse con el omega alrededor, ni las purgas ni las calorías le acomplejan, nunca antes le había pasado. No, Eiji no es una especie de medicina mágica que ha llegado para curar sus males ni un ángel, pero tal vez, es un amigo que le da el espacio seguro para que su incomodidad por la comida sea acogida.

—Deberías cocinarme ensaladas de camarones y aguacates, esa que hiciste estaba rica. —Rueda los ojos, aunque luce extremadamente complacido por el halago, Aslan se anima a darle un segundo mordisco a su cena, luego un tercero, está muy rico.

—¿Por qué decidiste estudiar medicina? —La pregunta lo toma por sorpresa, no la suficiente para que desista de comer, se profesa famélico, incluso durante sus visitas al Chang Dai suele restringirse con la excusa de alguna dieta, la mayoría le cree—. Tengo curiosidad.

—¿Por qué? —Pero el mundo adquiere un sentido diferente al lado de este terco, como si hubiese girado al revés y esa siempre fuese la dirección correcta. Él está a punto de recitar la ¿sexta? mentira cuando su mente se avería, deben habérsele caído los tornillos—. Griffin. —Sí, probablemente eso pasó.

—¿Griffin? —Ash se encoge hacia sí mismo, hablar de su hermano mayor es un tema duro, ha dejado la cena de lado, enfocando su atención en los puestos ambulantes cruzando la calle, aborrece a este basurero, es la cuna de la delincuencia, un nido de cucarachas que gobiernan en trajes elegantes.

—Ese es el nombre de mi hermano mayor.

—Oh... —Eiji permanece en silencio, atento.

—Griffin Callenreese. —Como si estuviese dispuesto a recibir todo lo que Ash le dijese sin pedirle más.

Es lindo.

Es seguro.

—Una mala droga lo arruinó en Irak. —Le es infernal recordar aquello, porque de repente, no se encuentra frente a las estatuas de leones con la suave mirada de Eiji acogiéndolo, sino que posee apenas ocho años y tuvo que ir por su hermano mayor a un mugriento hospital de veteranos, estaba desesperado, era apenas un niño, ¿cómo debía mantenerlo?, ¿cómo podía ayudarlo?—. Desde ahí no ha sido él mismo.

—Ash...

—Ni siquiera sabe quién soy. —Prostituirse era una manera de sacar dinero, todas las noches rezó para que eso ayudase a Griff a que lo reconociera, de pronto los papeles se habían intercambiado y Aslan era quien debía darle de comer y ayudarlo en el baño, era un estado casi vegetal, pero en las noches chillaba desesperado por las pesadillas, era tormentoso, la mente de un mocoso normal no soportaría tanto, es frágil—. He estado estudiando para ayudarlo desde entonces. —Él no tuvo más opción que resistir.

Clic. Clic. Clic.

Debe resistir.

—No seas tan duro, papá. Si me rompo no podrás volver a usar el inodoro.

Debe resistir.

Se rieron como hienas.

Clic. Clic. Clic.

—Está en rehabilitación, no lo he visto desde hace medio año. —Siendo sincero, no tiene ni remota idea de por qué entre todas las personas del mundo, ha elegido a este terco para sincerarse, apenas alza el mentón lo vislumbra con una impresionante claridad—. Yo...

—Debe ser duro estar pasando por eso. —Eiji no lo está mirando con condena ni con desagrado, es comprensión, una comprensión limpia e incondicional, eso le descarrila la racionalidad, no entiende cómo reaccionar, Ash es bueno leyendo a los demás, eso lo ayudó a satisfacer a sus clientes, es tonto encontrarse a sí mismo tan perdido—. Lamento que lo hayas pasado solo.

—¿Cómo sabes que estuve solo?

—Te ves triste. —Le es duro tragar, es atemorizante ser visto por primera vez, él se suele comparar con la presencia de un fantasma, se halla aquí aunque nadie nunca lo nota, no lo ven en realidad—. Puedo acompañarte para verlo si quieres. —Eiji se encoge hacia sus rodillas, como si tratase de consolarlo sin transgredir el tacto, es acá cuando recuerda que el moreno ya conoce parte de su pasado y que tenga semejante consideración ante su consentimiento, incluso para conferirle un simple roce de manos es...Desconcertante. ¿Qué gana a cambio?

—¿Por qué querrías hacer eso? —Su voz sale más hostil de lo que habría deseado.

—Porque somos amigos. —Es una respuesta simple y verosímil.

—¿Vas a arreglarme? —Se burla, frustrado.

—No es eso... —Eiji se acaricia el cuello, frunce los labios, intentando ordenar sus pensamientos—. Pero es difícil pasar por las cosas duras solo, todos necesitamos a quien permanezca a pesar de la adversidad ¿no es así? —No tiene idea de qué responder, esa clase de relaciones desinteresadas no existen.

—¿Por qué quisiste estudiar fotografía? —Es más fácil escamotear y cambiar el tema.

—Porque la fotografía me salvó. —Ahí está otra vez—. Así que le di otra oportunidad.

No sabe nada de Eiji y no se atreve a preguntar.

No es exactamente eso, Aslan conoce muchas cosas acerca de Eiji pero al mismo tiempo, especula que no sabe nada. Es como una pintura surrealista en una exposición, es un lienzo libre de admirarse en cualquier momento, no se oculta, permanece fulgurante bajo los focos y el espectador. Pero, esa pintura de belleza sublime, es imposible de descifrar, no con sus herramientas actuales, aquella obra de arte solo se comprende a cabalidad con el estudio correcto, es frustrante pero fascinante. Es algo que lo impulsa a querer aprender todo acerca del gran artista que ha plasmado semejante incógnita, igual que su sentimiento fantasma, debe aprender a ver.

Terminan la cena hablando de trivialidades, está atardeciendo, resuelven que lo mejor es regresar a descansar. No alcanza a dar ni tres pasos de regreso cuando nota que algo anda mal, los hombres de Arthur los están siguiendo. ¿Cómo diablos pudo permitirse semejante descuido?

—Eiji. —Le agarra la muñeca, trata de no ser brusco incluso en el pánico—. Necesito que corramos, ¿lo puedes hacer?

—Puedo.

Corren y los persiguen por las estrechas calles de Nueva York, al alfa le llama la atención lo bien que le sigue el ritmo este chico, probablemente es por su naturaleza de conejo, su rapidez depredadora lo suele enorgullecer, pero acá van cabeza a cabeza, giran entre la multitud queriendo perderlos, sí, Ash podría usar su arma y matarlos a todos. Sin embargo, que Eiji conozca esa parte de él es un lujo que no se permitirá

Espera que nunca lo vea así.

Se detienen lejos de la calle central, Aslan procura cubrir a Eiji con su cuerpo, escondiéndolo entre la pared y su pecho, tienen la respiración errática, subiendo y bajando con frenesí, no cesa la guardia hasta que se asegura de que ya no los ven. Entonces, se atreve a descender la mirada y mierda.

Están cerca.

Muy cerca.

Eiji ha encogido sus puños contra el pecho del alfa, se ve extraordinariamente nervioso, esos ojitos brillantes relumbran con un sentimiento que si bien, le es imposible de descifrar, lo hipnotiza hasta que abre la mandíbula embobado. Su cola lo vuelve a traicionar, aferrándose a la cintura del omega, eso lo hace querer gritar de rabia, pero no es todo, porque de lo más profundo de su tráquea, gracias a la suave sensación de ese cabello entintado bajo su nariz y esa adorable expresión siendo esbozada él...

Ronronea.

Mierda, está ronroneando.

—Se fueron. —Intenta actuar rudo y genial, ignorando ese molesto eco que escapa de su garganta, no le había pasado antes con nadie, de hecho, no creía posible que hiciese este patético ruido, siente el inexplicable impulso de acercarse aún más. Ni siquiera recuerda dónde termina una respiración e inicia la otra, su aroma se desliza sobre la piel del alfa, el calor quema—. Deberíamos movernos.

—Ash. —Eiji le hace un ademán acerca de la cola enredada a su cintura.

—No puedo evitarlo. —Se queja, el aire perece en este rincón de Nueva York, las manos del moreno le tiemblan en los hombros, inclina la cabeza, permitiendo que ese flequillo entintado penda sobre sus pestañas—. Le agradas a mi alfa interior. —Hasta las orejas le enrojecen por dichosa confesión, es vergonzosa, sincera y primeriza—. No puedo explicarlo, es instintivo.

—Me alegra agradarle. —La sonrisa del japonés es tímida, hay un magnetismo hipnótico rebosante en sus pupilas, es peligroso—. ¿Deberíamos regresar a casa? —Ash presiona los párpados, bebe del momento, permite que esta calidez lo absorba y lo sostenga.

—Aún no es seguro. —Se quedan quietos, a solo unos centímetros de distancia—. Solo un poco más.

Eiji se acurruca contra el alfa.

Y Ash ronronea.

Mañana tenemos la aparición de un personaje que me ofendería sino saliera, apuesto que saben de quién hablo~ Y empezamos con esto, ni se darán cuenta e iremos subiendo de golpe en la trama. Muchas gracias por tanto.

¡Nos vemos mañana!

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