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29. Cuidados.

Hi~ Esto definitivamente me remontó a flash backs de vietnam donde el año pasado estaba exactamente publicando el killing me softly a esta hora antes del año nuevo, el masoquismo de las dinamicas no cambia, solo evoluciona. Aún así, para cerrar el año tenemos momentos bastante dulces antes del final, muchas gracias a quienes han apoyado esta pequeña historia.

¡Espero que les guste!

—Buenos días, pequeños.

Ash lo musita somnoliento, presenta el cuerpo adolorido y la marca en la nuca todavía punzante, él no duda en inclinarse hacia su omega al otro extremo del nido (que quedó hecho un desastre), toca su vientre, repasando suaves y delicados círculos en el lugar donde yacen sus cachorros, hace mucho deseaba hablarles, no porque esperase una respuesta, sino por el simple deseo de darles a conocer que son amados y muy anhelados incluso antes del nacimiento.

—Espero que esta mañana no le den antojos de natto a su padre, porque no lo resistiría, mi paladar es bastante delicado ¿saben? Sino tengo ensalada de aguacates con camarones estaré de malhumor toda la semana y eso será terrible para sus tíos.

Eiji sigue durmiendo, con la centella resplandeciente coloreando su piel a través de las cortinas, con las sábanas de algodón frescas revolviéndose ante sus jugueteos, con su desordenada matita abenuz cayendo hasta sus orejas, plantando una serie de curvas alrededor de tan mullido retazo de amor, su pecho sube y baja pacíficamente, tiene un buen sueño, piensa, se acerca más. Aslan continúa con sus movimientos fantasmas alrededor del vientre del omega, están desnudos, es un deleite visual.

—Sigo pensando en sus nombres, pero no se me ocurren nombres lo suficientemente bonitos para ustedes. —Divaga, repasando desde el ombligo hacia la curva cerca de la cadera, besando aquel tentador retazo de piel.

—Ash... —Su pareja lo llama entre sueños, él lo abraza, tensando aún más su cola alrededor de aquel infame pompón negro en respuesta.

—Acá estoy. —Le asegura antes de continuar con el discurso laxo—. Odio mi nombre, Eiji dice que mi madre lo eligió con cariño, pero el único que lo usó de esa forma fue Griffin, su futuro tío favorito, es mi hermano, es genial, sé que lo amarán, yo lo amo y ha mejorado, ya está bien para reconocerlos e incluso cuidarlos de vez en cuando.

No es que el alfa aborrezca su nombre, sin embargo, posee recuerdos desagradables de su infancia, desde el entrenador embarrando cada letra con su pesado acento mientras jadeaba hasta clientela en el burdel, llamándolo en ronroneos porque lo encontraban atractivo incluso siendo un niño, Ash lo sabe bien, cuando la gente utiliza cierto tono para llamarlo es porque quieren algo de él. Pero Eiji, su dulce Eiji jamás ha usado esa clase de tono, inclusive en momentos de tan desmesurada intimidad como el sexo, no es lo mismo, sigue habiendo un ferviente amor ardiendo en sus pupilas, no lo mira como si fuese un objeto, es intimidante.

¿Acaso siempre ha sido tan intimidante?

Apuesta que sí, cuando las personas estaban demasiado cerca él dejaba escapar comentarios sucios sobre la pornografía infantil o las violaciones para restarle peso, era su manera de decirles: «Pueden tomar mi cuerpo y hacer lo que quieran, pero jamás les cederé mi alma». Fue abrumador ser tratado con tanto cariño por este conejito, sigue siéndolo.

¿Hola? Está en un proceso.

—Hay muchas personas que los están esperando. —Retoma el hilo, se quedó pegado contemplando a su novio, no se culpa, es precioso y adora recordárselo—. No sean muy duros con el abuelo Max, tendrá sus buenos años cuando ustedes nazcan, el pobre estará en un asilo junto a su otro abuelo Ibe, tendremos que irlos a visitar y a jugar croquet porque los amamos, ¿entendido?

Una patada.

Dan una patada en respuesta.

Una patada. Una patada. Una patada. Una patada. Una patada. Una patada. Una patada.

Es real.

Y mierda, Ash cree que va a llorar.

—A Jessica no le podrán decir abuela, creo que prefiere nana, pero ya me amenazó con que abuela está prohibido. —Así que continúa, acercándose al vientre para que lo escuchen mejor—. Tendrán compañeros de juegos mayores, Skip y Michael, sé que los adorarán. —Sus susurros chocan en la piel del omega, erizándola—. Shorter será el tío más cool de todos, pero moriré antes de admitírselo así que es un secreto. También está la víbora, le pondré una orden de restricción, el sujeto es capaz de ponerlos en mi contra o unirlos a su culto de maquillaje.

Otra patada es la respuesta.

Están pateando, sus cachorritos están vivos de verdad.

Siempre lo ha sabido, desde el susto del supuesto aborto espontáneo han sido muy rigurosos acerca de los cuidados que Eiji debe tener, aún así, esta es la primera vez que Aslan no se siente rechazado por sus hijos, es una prueba de realidad, los cachorros no lo verán y se espantarán ni lo juzgarán por su infinita lista de pecados, ni nada. Lo amarán si él procura amarlos y ser el padre que necesitó, eso parece motivarlo bastante y es aterrador, es jodidamente aterrador.

—Estoy asustado de ustedes. —Detiene sus caricias, apoyándose justo en el lugar donde patearon previamente—. Me siento un poco intimidado porque Eiji es la persona más increíble que existe, así que no tengo dudas de que será un super papá, pero yo todavía estoy trabajando en muchos asuntos que me ahogaron durante años, asuntos dolorosos, asuntos que me da miedo que sepan, asuntos que no son agradables, asuntos de los que mi padre no me protegió y ahora me duelen.

Respira.

Dándose este espacio para sincerarse.

Está bien, puede hacerlo.

—Al menos puedo prometerles que siempre les creeré cuando ocurra algo, que sí algún día... —No logra articularlo, sigue siendo demasiado punzante para tan frágil alma, tiene cuatro espinas para protegerse, cuatro espinas que no le sirven de nada—. Les creeré, juro que les creeré y aunque no puedo protegerlos de la maldad que hay en el mundo, estaré aquí siempre, Eiji y yo los amamos.

Va un poco más lejos.

—Así que no importa si hay más Dino Golzine en el mundo o Barba Azul, o lo que sea, estamos acá, no se repetirá la historia porque siempre tendrán quien los escuche, a mí no me escucharon y acabé mal, por eso, me odié mucho tiempo, todavía lo hago, pero por ustedes quiero sanar bien, por favor, les ruego que me den una oportunidad, no puedo borrar lo que hice, pero sí puedo intentar ser un padre y una pareja digna, cada día lo intentaré más duro, lo prometo.

—Serás un grandioso padre. —El omega lo ha escuchado, esos ojos tan oscuros como el regaliz pero más transparentes que una constelación con su nombre, parpadean, repletos de conmoción, no es mala, al contrario, es tierna—. Los cachorros lo saben.

—¿Cómo pueden saberlo?

—Porque yo te amo, su padre no amaría a nadie que no fuese grandioso. —Ash se acomoda al frente de su pareja, se abrazan, su cola no ha dejado de rodearlo de manera posesiva, se pregunta si es un instinto paternal y se ríe.

—No creo que entiendas cómo funciona el embarazo, onii-chan. —En lugar de molestarse, el aludido suaviza aún más su sonrisa, remeciendo hasta la última fibra de su alma en la oscuridad del cuarto.

—Escucha a tu onii-chan, es más sabio que tú. —Permite que el tiro le salga por la culata, mientras su conejito sea feliz no le importa sacrificar su orgullo.

—¿Cómo estás? —Ambos saben perfectamente a lo que Aslan se refiere—. Ayer fue un día intenso.

—Creo que estoy mejor. —Eiji se acurruca contra su pecho desnudo, restregándose mimosamente una y otra vez, impregnándolo de esas embriagadoras feromonas, le encanta, no duda en rodearlo, en sostenerlo como si su propia vida dependiese de él y lo hace—. Sé que mis padres no toman las decisiones por mí, pero es duro recibir esa clase de rechazo, no sé qué esperaba siendo sincero.

—Lamento que hayas pasado por eso, amor. —El aludido suspira, encogiéndose un poco más, como si fuese un girasol anhelante por la calidez del sol—. Los padres pueden ser una mierda.

Su sol.

El pensamiento le da risa, porque si alguien es un sol, es el japonés. Sus llamas son completamente diferentes al fuego destructivo que el alfa emana, por supuesto, estas se asemejan más a brasas de confort o ingenuidad, jamás deben ser subestimadas, quienes lo hacen terminan quemados. Repasa aún más esta metáfora, es perfecta, el amor de Eiji ha sido así, ha quemado hasta reducirlo a cenizas, pero al menos en esas cenizas encontró la libertad, y ha sido tan dulce renacer. Otra vez, su amante no puede arreglarlo, nadie puede arreglarlo porque no hay nada que arreglar, pero qué satisfactorio es renacer siendo la persona que siempre fue y procuró enterrar.

«Ash», como las cenizas, cenizas que renacen gracias al fuego que lo quemó.

—Voy a retomar el salto de pértiga, ya lo decidí y lo hablé con la universidad, no creo poder competir al mismo nivel que antes, tampoco permitiré que me distraiga con la fotografía, aun así, es algo que quiero tratar. —La determinación que arde en esas pupilas lo incita a seguirlo hasta el fin del mundo y más allá, lo asegura—. Amo saltar y me siento listo para intentarlo otra vez.

—No lo hagas durante el embarazo, piensa en el bienestar de los bebés. —Eiji luce genuinamente ofendido por ese comentario—. Nacerán revueltos si los mueves tanto.

—¿Tan tonto me crees para saltar embarazado? —Ha inflado las mejillas y crispado las orejas, lejos de ser amenazante, a Ash le resulta adorable.

—No tonto. —Se explica—. Solo torpe en un sentido adorable.

—¡Ash! —Eiji lo patea bajo las sábanas—. No debes enfadar a tu pobre novio embarazado.

—¿Pobre novio? Te veías muy energético anoche. —Se burla, evitando su inminente huida al acunar sus mejillas para llenarlo de besos, quemándose con la calidez que desprenden sus rayos, he aquí el verdadero sol, es azucarado y fragante, lo ciega con desesperación devota, igual que aquel principito enamorado de su rosa y viceversa, al menos, sabe qué libro le leerá a sus cachorros—. Fui la víctima.

—Tampoco te vi quejarte.

—Estaba bastante feliz siendo cazado por ti, muchas gracias. —Ahora que lo procesa—. Yo... —No hay más culpa ni pena—. Estoy feliz. —Lo disfrutó en su totalidad, sin los efectos instintivos del celo, tuvo sexo porque lo deseó y salió bien, no hubo reexperimentación ni tiempo para el negativismo.

—¿Aslan? —Eiji se inclina hacia él, hay una mueca de preocupación pendiendo entre sus facciones y maldición, es demasiado—. ¿Estás bien? —Claro que su fuego tonto e ingenuo preguntaría eso, es su perdición lo apuesta y más que dispuesto moriría por él. Pero va aún más lejos, morir es fácil en comparación a lo duro que es sostener una batalla diaria.

—Estoy excelente. —Así que vive por Eiji y sus cachorros—. Fue lindo. —Pero aún más lejos y difícil, vive por él mismo.

—Lo fue. —El japonés le regala una de esas sonrisas con sabor a miel, esas suaves y reconfortantes, dulces—. Tenemos que levantarnos, los chicos deben estarnos esperando en el bar.

—Tienes razón. —Suspira, sintiéndose como un hombre diferente esta mañana—. ¿Quieres bañarte conmigo? Debemos ser cuidadosos para que las mordidas sanen y es difícil lavarse el cabello así.

—Es cierto. —Un rubor salpica el bronceado de su adoración, dándole un aura aún más irresistible—. Es un vínculo permanente real.

—Para siempre. —Musita Ash, presionándole otro beso en la mejilla.

—Para siempre.

¿Qué es para siempre?

No lo sabe, Ash no es fanático de esa clase de promesas ni del amor idealizado, aún así, se ha tenido que tragar sus propias palabras una infinidad de veces desde que conoce a Eiji. Y si bien, sigue dentro de ese mismo cuerpo que rompieron y trataron como un arma, no está más sucio, ridículo, sabe que nunca lo ha estado, que era solo esa sensación visceral de abuso manifestando su omnipotencia en cada aspecto de su vida, pero finalmente es suyo otra vez y lo siente así.

Su terapeuta le habló de esta parte del proceso, volver a experimentar su cuerpo como suyo, siendo franco no se tenía fe para llegar tan lejos y acá está, ha recorrido el Kilimanjaro entero para escapar de su carcasa, no es el leopardo de Hemingway ni actuará como tal. Así que vierte el jabón floral en la tina y en una esponja, haciéndose un ovillo detrás de Eiji en una bañera jodidamente diminuta, le enternece de sobremanera la facilidad con la que el omega le da control, priorizando su comodidad.

Gracias.

Gracias por tu misericordia y tu amor.

Gracias por tu bondad, te amo y me esfuerzo por amarme.

—Hace cosquillas. —El comentario del conejo escapa nervioso y tiritón, su piel es un lienzo moteado a causa de sus besos, sus orejas siguen siendo un desastre adormilado, le encanta.

—La marca va a necesitar un parche.

—No importa, lo luciré con orgullo. —Ahora es feliz, porque sabe que por lo menos hay una persona que se preocupa por él y no espera nada a cambio—. Mi alfa me ha bendecido con su marca, soy un chico afortunado. —No puede creer la suerte que tiene, es el sentimiento más feliz del mundo.

—Esa debería ser mi línea. —Musita, vertiendo shampoo entre sus palmas, lavando ese cabello tan esponjado que adora tocar, Ash es terrible dándole mimos o confort a los demás, pero aprende de a poco, paso a paso—. El omega más terco del mundo me acaba de marcar.

—¿No pudiste escoger algo más lindo? —Se queja, con las mejillas regordetas y el ceño tenso.

—Esa es la verdad. —Se burla, recibiendo una ola de espuma en la cara, claro que la pequeña mierda sería un terrible perdedor ante la realidad, es tan infantil, lo saca de quicio con facilidad—. Muy maduro de tu parte.

—Te verías bien con barba. —Se mofa, dándose vueltas en esa diminuta tina para quedar de frente, el agua se desborda ligeramente hacia el piso, da igual, más tarde lo limpiarán—. Incluso te pareces a Max esos días que no tiene su café cerca.

—¡No digas cosas asquerosas! —Chilla—. El viejo no me ha dejado en paz por el New York Times, sabe que me metí a medicina pero insiste con que se me da la escritura.

—¿Quién sabe? Puedes terminar haciendo ambas si te apasionan. —Eiji mece su colita bajo el agua, salpica la espuma hacia atrás en la tina, golpeando los frascos de jabón, embarrando las etiquetas.

—¿Con qué dinero?

—Puedo conseguir la beca deportiva y tú una beca por tu IQ superior. —El idiota no tiene idea acerca de cómo funciona el mundo real, le alegra, es un alivio que esa arrebatadora ingenuidad siga aquí, no intacta, nadie queda impune tras haber contemplado tantas muertes, pero sí ardiendo.

—Me encanta la idea. —Ash se llena las manos de espuma antes de apretarle las mejillas y plantarle un beso—. Debemos cambiarnos de casa, no permitiré que mis cachorros vivan en este basurero.

—¡No le digas basurero a nuestro nido de amor! —Chilla, arrojándole shampoo hacia la nariz—. Siempre podemos irnos a vivir a la mansión de Yue.

—No. —El conejo se encoge de hombros, el agua les llega hasta el pecho, el sol se cola por la rejilla, hirviendo de un oscuro escarlata justo al amanecer, con las cálidas ventanas matutinas repletas de contaminación y Nueva York—. Prefiero que vayamos a vivir con Max o Griffin antes de eso.

—¿Griff no está viviendo con Max? Jessica quedó encantada con tu hermano. —El alfa bufa, se deja caer sobre su omega, quien no duda en acariciarle la nuca, su marca ya ha sanado, las propiedades curativas de esa casta le resultan impresionantes.

—Espero pueda conseguir un lugar pronto, no lo quiero cerca de esa mala influencia. —Miente, se ha vuelto un terrible mentiroso gracias a la influencia Okumura—. Max le pegará lo chismoso.

—Creo que ya lo era, lo confirmo con las llamadas que hemos tenido.

Y entonces, Ash sonríe. Permite que su omega le lave el cabello, que le repase las orejas aunque no había dejado que nadie las acariciara antes, que lo llene de espuma por doquier y luego lo enjuague, esta es su zona segura, con la ciudad mostrándose dócil y tímida a través de las ventanas, con tenues rayos de sol besando las paredes del cuarto de baño a través del vapor y encendiendo la sonrisa del moreno con esa resplandeciente luz, el corazón le late muy rápido. ¿Qué habría hecho sin su conejo? ¿Dónde estaría ahora? Probablemente habría vuelto a prisión siendo un asesino, odiando, ahogado en ese odio.

—Ya estás limpio. —Aslan relaja los párpados, permite que esas palabras lo empapen, se sumerge en las sílabas antes de renacer, lo está, está limpio y mientras deje esas heridas no atrás, pero sí les dé cabida para sanar, estará limpio siempre—. Hueles increíble.

—¿Debo tomar eso como un coqueteo? —Se burla, mirando a su amante repleto de espuma y de sales brillantes y coloridas, esto es hogareño, esto es felicidad.

—Lo dejo a tu criterio, señor 200 puntos de IQ.

Es un bastardo afortunado.

Se suben a la motocicleta camino al bar, procura ser suave a pesar de los quejidos de su novio acerca de que no es un cristal ni se quebrará porque cruce las curvas más rápido, su integridad no queda a discusión por mucho que gimotee. Su novio desliza sus dedos alrededor de su torso, obsequiándole de esa inherente calidez entremezclada con feromonas, una carcajada nerviosa se intercambia entre los semáforos de vez en cuando, el viento le pega la cara, el calor le escalda contra el pecho, es una imagen irreal, con las luces iridiscentes del alba convirtiendo a su basurero en algo hermoso.

Los chicos los reciben energéticos, Cain se ha vuelto su aliado oficial tras la muerte de Arthur. Antes de que tenga oportunidad, Skipper se abalanza sobre su omega para llevárselo, lo agradece, aunque siga siendo un pensamiento egoísta, no desea que se involucre en estos negocios, menos cuando él pretende delegar el mando y desligarse de a poco, los chicos están de acuerdo, lo toma por sorpresa, es casi como si estuviesen dejándolo ir para que sea...Feliz.

—Nuestro único problema son los traidores que Arthur plantó, pero la ciudad ha estado tranquila. —Alex ha aprendido a sacar más mando, es un sujeto confiable y leal, ni siquiera tuvo que considerar dicha elección, Shorter es tema aparte por supuesto, gobernar Chinatown lo dejó fuera de disputa.

—Haber acabado con los Lee nos dio una ventaja. —Absolutamente todos son conscientes de lo que ha hecho su mejor amigo, ya no se muestra avergonzado ni reticente, al contrario, orgullo chispea en sus pupilas tras proclamar aquello—. Podemos dividir el centro para hacer los negocios, está bien por mi parte.

—Black Sabbath igual está de acuerdo. —Aslan sabe que la calma no durará, que las ratas volverán a salir ante el cíclico mecanismo que esconde el bajo mundo de Nueva York, espera estar listo—. No hay más asuntos que discutir por el momento. —Cain no lo pregunta, lo impone.

—¡Claro que lo hay! —Sing chilla, ofendido—. Shorter me dará el mando de Chinatown.

—Alto jovencito. —El más alto le reclama—. Dije que te podía dar más responsabilidades, jamás dije que me jubilaría y te cedería el control, ser líder es cosa dura, no te lo tomes a la ligera.

—No me lo tomo a la ligera. —Shorter le revuelve el cabello, su tono se ha vuelto tan paternal como su expresión.

—Además, es Lao quien te quiere de líder ¿no?

—S-Sí... —El cachorro de león luce avergonzado.

—Luego podemos hablar con él. —Se lo promete, Lao es un hermano sobreprotector quien tiende a imponer su voluntad sobre el resto, la única razón por la que aceptó al lince fue mera amistad con Shorter, es un secreto a viva voz—. ¿Te agrada la idea? —Sing esconde un sutil rubor en su nariz.

—Eres tan genial. —Musita, es evidente y dulce su admiración—. Gracias. —Le recuerda un poco al vínculo que sostenía con Griffin durante su estadía en Cape Cod, esa mirada ilusa al héroe salvador, se debe tener cuidado con semejante idealización, porque hasta el héroe más fuerte, es humano.

—Ahora... —El recesivo posa su mirada en la barra—. ¡Brindemos para celebrar!

—Eres tan desconsiderado. —Yut-Lung rueda los ojos—. Eiji no puede beber.

—¿Ni siquiera un poco? Los bebés no se harán adictos al alcohol por una cerveza. —Tanto Ash como la víbora suspiran al unísono, en busca de paciencia.

—Si algún día me dejas embarazado, no te harás cargo de mis cuidados. —Bufa.

Pero brindan de todas maneras.

¡Salud!

El ambiente es agradable en el bar, una vez terminada la reunión tras tocar pequeños temas acerca de Nueva York, se dedican a conversar de cosas cotidianas en una atmósfera familiar. Él debe admitir que disfruta contemplar a Eiji tonteando con Bones y Kong mientras comen chatarra, es adorable la manera en que deja escapar un grito de admiración ante sus patéticas historias de pandilleros, igual que Skipper, ambos son unos ingenuos.

Shorter se acerca, lo abraza por los hombros con una cerveza en mano todavía, su sonrisa cómplice le revuelve las entrañas, el desgraciado le está sacando en cara lo útil que fue su ayuda para salvar su relación si lucen tan acaramelados hoy. No sabe qué haría sin este idiota, es una relación un tanto distinta a la hermandad que sostiene con Griffin pero similar de todas maneras. Ash se voltea, eleva una ceja, siendo recibido por una mirada completamente altanera que lo enferma y la aguanta.

—Te ves bien con Eiji. —Acá está, el restriego en la cara—. Parecen haber arreglado las cosas.

—No empieces. —Se lo ruega.

—¡Vamos! Hasta tienen marcas permanentes, apestan al otro, es obvio que se acostaron. —El rubor le quema en las mejillas, le da risa que el tema le de vergüenza porque bueno, no es un virgen para ponerse así—. El sexo de reconciliación es lo mejor del mundo, la vez que Yue se enfureció conmigo, me ató tan rico cuando llegamos a casa, fue el mejor orgasmo que he... —Ash le tapa la boca, no soportará escuchar esto, el asco es impresionante.

—No quiero saber. —Entonces, Shorter se atreve a lamerle la palma para que lo suelte—. ¡¿Acaso tienes cinco años?! —Se queja, limpiándose desesperado en su camiseta, lamentándose por aquella dulce reminiscencia que las feromonas de su adoración le dejó, se las pagará.

—Estamos teniendo una conversación adulta y tú te cohíbes, ¿quién tiene cinco años?

—No quiero tener esa clase de conversaciones contigo. —Bufa, dándose vueltas indignado.

—Bien, las tendré con Sing.

—¡No! Dejarás traumado al pobre cachorro.

—Entonces las tendré contigo.

—Te odio. —El alfa se quita los lentes para poder darle un guiño coqueto de ojo.

—Me amas.

Y de pronto, ambos están riendo por tan patética discusión, es un alivio tenerlo de mejor amigo, no le cabe duda que sus cachorros, Sing o cualquier otro niño perdido que se encuentre bajo influencia del alfa crecerán bien. Se relaja, chocando las boquillas de las cervezas, contempla la mueca de tonto enamorado que el alfa recesivo arroja para llegar hasta Yut-Lung Lee, quien se ha unido a Sing dentro de una conversación infantil, todos son niños, nunca dejaron de serlo y probablemente antes lo eran aún más, pero solo tras quitarse esa venda de negativismo ha sido capaz de procesarlo.

—Las cosas parecen haber salido bien con el clan. —Aslan pone con sutileza el tema, no presenta la intención de lastimar a su mejor amigo por sus errores, pasado el incidente ayudó con lo más técnico acerca de las desapariciones de Hua-Lung y Wang-Lung, hasta el día de hoy son noticias.

—Yue no estaba feliz por la mordida. —Shorter lo musita, enfocando su atención en la espuma que cae desde la boquilla de vidrio hacia el piso—. No puedo culparlo, su hermano lo mordió siendo aún un niño, era obvio que reaccionaría mal y sé que no es excusa, pero no era yo mismo cuando lo hice.

—Lo entiendo. —Ash es comprensivo—. Ser un alfa implica esto. —A veces, le da miedo perder el control cerca de Eiji, su naturaleza es violenta e instintiva y no debe olvidarlo, no obstante, eso lo ha llevado también hacia la felicidad, le dio las herramientas para proteger a su familia e incluso, su cola lo hizo consciente de su enamoramiento mucho antes de que su razón lo entendiera.

—Lo sé.

—Lo lamento.

—Fue duro para él lidiar con la mordida. —Sus hombros se hunden en su musculosa negra, se ha quitado ese polerón ridículamente chillón y amarillo, lo ha dejado encima de la mesa—. Pero luego mi marca se sobrepuso a la de Hua y ambos acordamos que era lo mejor, que era preferible nuestra conexión a ese recordatorio de un constante abuso.

—¿Se sobrepuso?

—Sí. —Shorter se acaricia ansioso el cuello, dos colmillos se hallan clavados en su nuca, pregunta si será veneno pero sabe que no—. Al parecer somos una pareja destinada o algo así, tenemos mucha mayor compatibilidad, la otra marca no tuvo competencia.

—¡Eso es grandioso! —No, no debe asumir—. ¿Verdad? —Así que abre el espacio al malestar.

—Lo es. —Pero Shorter no impresiona alegre para nada—. Es grandioso.

—Ajá. —Ash presiona un poco más.

—No creí que era posible, yo soy un recesivo después de todo. —Shorter se toma un momento para beber de la cerveza, las gotas doradas le penden hacia el cuello, empapándole la clavícula, apesta a feromonas de omega malicioso y eso le saca una sonrisa—. Sigo procesándolo, mierda, soy el novio de Yue, soy su destinado, joder, soy el destinado de Yut-Lung Lee.

—Domesticaste a una víbora, felicidades. —Aslan mantiene el sarcasmo omnipotente en su voz, se fuerza a entrecerrar la mirada, las luces se hallan demasiado fuertes y tiene hambre porque no ha comido más que botanas, es raro volver a tener hambre y no verlo como algo negativo, es raro estar vivo.

—¡No le digas así! Es la futura madre de mis hijos.

—Ni siquiera Eiji me deja llamarlo así, ¿qué te hace pensar que podrás con él?

—Tengo encanto legendario. —Shorter se quita los lentes, esbozando una mueca asquerosamente ¿coqueta?, ¿galante?, ¿seductora? Aunque no sabe cómo llamar semejante aberración, le recuerda al príncipe de la película enredados (vio aquel filme por su novio, no porque quería, que conste, fue forzado), sí, es todo un Flynn Rider.

—Lo que digas.

—Yue es mucho más dócil conmigo. —Su voz se quiebra en un tono agudo que lo hace contener una risa entre sus mejillas, se ahoga con los restos de cerveza que penden en el aire—. Hablaste con él, ¿no es así? —La atmósfera cambia, se torna ligeramente más seria, igual que un pájaro revoloteando en un campo de espinas o de girasoles envenenados. Ash lo mira.

—¿Te diste cuenta?

—Su actitud cambió bastante desde la discusión que tuvimos. —Dejan cervezas de lado en la barra, los chicos siguen tonteando al fondo, la música es relajante y la vida es más ligera—. Gracias.

—No le dije gran cosa. —Shorter le golpea la espalda con su característica brusquedad, solo al mirar de verdad la clase de sonrisa que le entrega se da cuenta que también es paternal, porque siempre ha cuidado de él, incluso si es un recesivo, fue el primero en salvar a ese niño perdido, y aunque no supo llegar a él como Eiji (porque Eiji es Eiji), preservó su humanidad—. Pero somos algo similares.

—Supongo. —El chino se encoge de hombros—. Hay cosas que yo no entiendo porque no he vivido en carne propia, pero me gustaría entender.

—E incluso sino entiendes. —Ash le da un trago a la cerveza—. Se trata de no menospreciarlo, no si él te ha abierto su corazón porque dolería demasiado.

—En el fondo eres todo un romántico, ¿lo sabes?

—¡No es verdad! —Gruñe, meciendo la cola erráticamente por el bar, la que por supuesto, lo jala hacia el omega porque tiene una maldita ansiedad de separación o tal vez, quiere estar cerca de los bebés—. Pero Eiji es muy lindo y amerita que diga cosas un poco gays.

—¿Un poco?

—Oh, cállate.

—Me alegra verte así. —Shorter se saca los lentes para ponérselos a Aslan encima de las orejas, la sensación es áspera y fría, era especialmente reactivo a sus facciones animales, por eso las evitaba—. De verdad estoy contento por ti. —Pero permite que los anteojos reposen, con el suave aroma del shampoo y el toque casi fantasma que su omega le obsequió.

—Lo mismo digo. —Se burla, colocándose los lentes encima de los ojos—. Domesticador de víboras.

—Idiota.

Hace mucho no tenía una conversación tan abierta con Shorter, él aborrece sonar como una especie de orador motivacional considerando su pasado y justamente eso impresiona, vociferando sobre lo rico que es vivir bien, la magia de la amistad y bla, bla, bla. Pero se lo permite, al carajo si suena igual que esos estúpidos de infomerciales que venden libros de autoayuda, aprendió a ser agradecido, no todo el tiempo porque es un humano, pero sí más que antes.

—Griff me llamó antes de venir. —Aprovecha este momento de vulnerabilidad para quedar todavía más vulnerable, no usará sus cuatro espinas contra su aviador, tampoco necesita refugiarse dentro de su domo—. Él quería hablar conmigo.

—¿Qué quería decirte? —Shorter le da la atención debida, Eiji y Yut-Lung han empezado a carcajear, puede jurar que se están burlando de ellos, pero un pellizco en el corazón desaloja ese pensamiento.

—Jim vendrá a Nueva York, dijo que quería hablar con nosotros.

—Oh... —Shorter no sabe cómo reaccionar, no lo culpa, ni siquiera conoce a cabalidad la paternidad de su progenitor y ya le genera desprecio—. ¿Quieres verlo?

—Claro que no, lo odio. —Okey, no lo odia, ha superado esa faceta berrinchuda.

—Entonces, dile que no.

—Pero siento que me debo una charla normal. —Una donde esas resistencias despectivas caigan en su padre, donde no lo mire en menos ni le ponga apodos dolorosos, una donde verdaderamente puedan hablar como dos personas que alguna vez compartieron un vínculo y hoy no—. No busco una relación padre e hijo ni nada, solo quiero que me escuche, merezco que me escuche de verdad.

—Ash...

—Merezco cerrar esa etapa sin arrepentimientos. —Impone—. Me lo gané.

—Realmente has cambiado. —Shorter suspira, acomodándole un brazo en el hombro, dándole esa mirada que tantas veces le costó descifrar y hoy sabe que es paternal, porque un padre no se define por la sangre o por el ciclo de crianza—. Si es lo que necesitas, creo que ya has tomado una decisión, Ash.

—Tienes razón. —Sonríe, han empezado a caminar hacia los demás—. Te comportas igual que un hermano mayor idiota. —Protector, era lo que pretendía decir y no salió.

—Eso soy ¿no? —Y tiene razón.

Gracias, no sé qué haría sin ti.

Es momento de dejar ir todo el dolor.

Ya saben lo que se nos viene y potente, pero ya estamos a nada de que se acabe el fic, aunque sigo sufriendo por haberme atrasado porque me gusta terminar estas cosas a tiempo, Dios, que año más desastroso, ojala el siguiente sea mejor. Mil gracias por tanto.

¡Nos vemos el otro año!

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