13. Gargantilla.
El capítulo de hoy está dedicado a una de las personitas más especiales desde que llegue al fandom, mi preciosa Deizy, (deokumura) no es raro ver su nombre por mi perfil porque vivo mencionandola ya sea por sus ilustraciones como por sus tremendas historias, no alcance a hacerte mucho pero está hecho con mucho amor, deseo que tengas un año repleto de cosas buenas, que deslumbres como sueles hacerlo y finalmente te des ese descanso para hacer lo que deseas, te amo mucho mi solcito, espero que estés bien.
¡Ojala les guste!
—¡Absolutamente no!
—¡Absolutamente sí!
—No irás conmigo, se acabó la discusión. —Ash se acaricia el entrecejo, sus hombros se encuentran tensos dentro de su musculosa, sus zapatillas pesan y su cola se mece erráticamente por doquier.
—No dejaré que vayas tú solo, es demasiado peligroso. —La rigidez se torna aún más grande, no es que le moleste el apoyo de este infame omega, al contrario, lo agradece, pero ponerlo en riesgo no está a discusión—. Ni siquiera le avisaste a Max, se supone que están trabajando juntos en el caso.
—El anciano se mueve demasiado lento, los chicos van a ayudarme para que intercepte a Froggy en su club. —Aslan es consciente acerca de lo inútil que es luchar contra el rey de los tercos, basta mirar la determinación ardiendo en sus pupilas, como un incendio, para aceptar que ha perdido—. No irás conmigo. —Aun así, no se la dejará fácil.
—No tienes maneras de entrar al club.
—¿Tú sí? —Eiji sonríe con altanería, como si hubiese estado esperando esa pregunta él apunta hasta su cuello, se ha puesto una gargantilla negra para hacer obvio su género.
—Soy un omega, la tengo.
Las benditas diferencias en esta mugrienta sociedad vuelven a alzar sus barreras, el alfa comprende racionalmente lo útil que sería llevar un compañero para disimular sus verdaderas intenciones, Ash es conocido en los clubes de Froggy, si lo ven sin pareja van a sospechar, pero con ese chico de ojitos de ciervo perdido, nadie siquiera se atreverá a cuestionarse lo que hacen juntos en un club gay, existe cierta...¿Química? Que les da un aire de intimidad que los podría hacer pasar como novios, se lo han dicho varias veces tanto en la empresa como en la pandilla, que su cola presente una supuesta ansiedad de separación con Eiji no ayuda a reafirmar lo contrario.
Es cuestión de alfas y omegas.
Mentira.
A estas alturas es imposible negar lo importante y especial que es Eiji para él, probablemente sea la bondad que retiene constantemente en sus ojos, la gentileza de sus manos junto a esa esplendente sonrisa con tenues hoyuelos los que lo atrae como una polilla hacia la luz. Ash se niega a encariñarse, incluso con su hermano mayor fue reticente a visitarlo (lo sigue, en realidad), pero este chico, quiere protegerlo de ida y vuelta al infierno, no tiene que ser suyo, ni siquiera necesita quedarse a su lado, no le pedirá nada jamás, solo lo que el mismo omega desee darle, lo que sea estará bien.
Así que negarse a su ayuda para ir al bar, es una simple pataleta donde lucha por su orgullo, porque Eiji quiere ayudarlo y puede, en el fondo de su corazón desea aceptar dicho desinterés con inmensa gratitud, no obstante, una parte quebrada de su alma espera que esto sea una fachada, que Eiji exija algo a cambio por su bondad en cualquier momento y no solo eso, que lo tome a la fuerza, así podrá confirmar lo mierda que es el mundo y dejará de estar aterrado.
Al lince le aterra un conejito.
Es tonto, muy tonto.
—¿No quieres que vaya? —Eiji ha tranquilizado el tono en su voz, ponen de lado la pelea, es el primero en atravesar las barreras, porque Ash todavía no posee las herramientas para hacerlo por su cuenta, agradece esta amabilidad.
—No quiero ponerte en riesgo. —La habitación se ha llenado de un agradable dulzor, son feromonas increíblemente suaves y hogareñas, las reconocería incluso en su siguiente vida, lo asegura.
—No te pregunté eso. —Musita—. Te pregunté sino quieres que vaya, más allá de mi seguridad. —Tanto su cola como sus orejas se bajan en una negativa, se profesa patético por no poderle mentir, supone que no le queda energía suficiente para engañarse a sí mismo.
—Deseo que vayas. —Finalmente lo acepta. Para él esta clase de misiones siempre han sido jodidas, usar su cuerpo para conseguir un fin no era tan duro estando disociado ni siendo un carnívoro quien se alimentaba a base del rencor, no cree soportarlo ahora que es...Más humano—. Tu estatus es útil.
—Te dije. —Le es imposible mantenerse enfadado cuando esa colita de algodón se mece de un lado hacia otro—. Entonces, vamos. —Eiji se inclina para tomar unos anteojos de sol, son rosados y de botella, es la primera vez que le presta atención a la vestimenta de su compañero.
—¿Qué diablos llevas puesto?
El atuendo lo deja boquiabierto, está usando una chaqueta de raso rosada que convierte al caramelo de su piel en un dorado delicioso con líneas ambarinas que delinean su cintura, ni siquiera está bien puesta, porque uno de sus hombros se encuentra expuesto, sus brazos son más torneados de lo que creía, puede ver los músculos de pertiguista a la perfección en esa musculosa, el conjunto se remata con unos pantalones sueltos en las piernas pero jodidamente ajustados en el trasero con diseños de hojas, no se ve intimidante, ni como un pandillero, esto es solo...
Endemoniadamente sexy y lindo.
¿Acaso es eso posible?
—Vamos a un club gay. —Eiji lo dice como si fuese lo más obvio del mundo, colocándose las gafas sobre la cabeza, resaltando las onditas que nacen alrededor de sus orejas de conejo—. Estoy vestido para la ocasión. —Definitivamente no conoce la discreción, no obstante, decide molestarlo.
—Se escucha como si ya hubieses estado en un club gay antes, onii-chan.
—Cuando recién llegue a América me invitaron, aunque no fue divertido para ser sincero. —Esto lo deja embobado, ¿acaso Eiji no tiene ni un poco de respeto por su propia seguridad? ¿cuál es el afán de andarse exponiendo al peligro? Cuestión de japoneses seguramente—. Los omegas son vips.
—Solo terminemos con esto luego. —Chilla, es peligroso, pasar tanto tiempo juntos definitivamente le afecta la capacidad para pensar con claridad—. No te obligaré a hacer nada que no quieras, es importante que me digas con lo qué te sientes cómodo para pretender o no.
—Tú igual. —Es lindo que se preocupe por él, incluso cuando él los ha metido en este lío por su sed de venganza hacia quienes usaron su cuerpo quebrado—. Siempre puedes decir que no, Ash.
—Sé.
Es complicado.
¿Complicado? Sí, durante toda su vida tomaron de él un cuerpo que aunque es suyo, no es capaz de experimentarlo como tal, Ash no se lo admitirá a sí mismo, no obstante, él se profesa como si fuese una montonera de pedazos que han pasado tanto tiempo así, quebrados, que a estas alturas resulta imposible recordar la imagen inicial, esa del hermanito que Griff tanto amó, esa que constantemente se le escapa con Eiji y eso lo intimida, lo hiere de sobremanera pensar en lo que pudo ser y no fue, esta es su vida, nada borrará los pecados que ha cometido y está bien. No quiere pensar en esto.
Club gay.
Un club gay con Eiji.
Diablos.
La gargantilla del omega les permite entrar sin siquiera hacer fila, el bastardo le sonríe con altanería, acomodando sus lentes ridículamente cursis sobre sus cabellos, inflando el tórax y meciendo la cola antes de entrar. Poner su brazo alrededor de sus hombros le es instintivo, se encuentra familiarizado con esta clase de clubes decadentes, demasiado familiarizado para su gusto. No es la gran cosa, hay un estallido de ruido del otro lado de una puerta hermética, que insonoricen es imprescindible para que los cerdos puedan hacer sus negocios nocturnos, es especialmente útil para mitigar el llanto de los niños, cerdos. Afuera pensamientos intrusivos, debe concentrarse.
Es otro basurero más de Downtown, hay una barra, luces fluorescentes por doquier, mesas forradas de terciopelo, un escenario y una pista para bailar. Aslan camina con confianza por la multitud, esta clase de ambientes han sido su hogar desde que posee memoria, suceden muchas transacciones en paralelo, probablemente Eiji no lo ha notado y se alegra. Irónico, anhela conservar su inocencia y es el primero en exponerlo, pero así como él daría su vida para resguardar la seguridad del omega, tal vez, solo tal vez, sea un sentimiento mutuo.
—¿Ahora qué? —Se han sentado en la barra, Froggy se encuentra negociando cerca del escenario, sería fácil sacar su flamante Smith & Wesson para armar un ajetreo, pero así no hará más que alertar a las ratas, no conseguirá sus fotografías de niño y Max no lo perdonará por arruinar esto.
—Pasamos desapercibidos hasta que se meta a su oficina, ahí lo atacaré. —Musita, pidiéndole al barman dos tragos con un gesto, no son fuertes, disfruta la impresión de que Eiji es un peso ligero, le sientan los cócteles de niños si luce como tal—. Espérame en un lugar seguro cuando eso pase.
—Suena fácil. —La gargantilla relumbra bajo tenues reflectores de colores, la música es intoxicante, si bien, no es su primera vez frecuentando un bar gay, es la primera donde no se siente mercancía—. Al menos pudimos entrar sin problemas. —Ash rueda los ojos, alzando su bebida hacia los focos de iridiscencia que penden en el techo, es bajo, da una horrenda sensación de estrechez.
—Ahora solo estás presumiendo. —Se burla—. Tal vez deba hacerte parte de la pandilla.
—¿Dónde están?
—Me ayudarán a cortar la electricidad desde fuera, necesito las cámaras apagadas para amenazarlo. —Eiji suelta un pequeño sonido contra su trago, sus labios acarician los hielos, es una bebida con sabor artificial azul, la ha pedido porque es dulce, tan dulce como el omega, lo apuesta—. Los chinos son lo mejor en cuanto a sistemas de vigilancia, me alegra contar con Shorter.
—¿Son amigos desde hace tiempo?
—Más de lo que te puedes imaginar. —Bufa, tomando de su propia bebida, es vodka, necesita algo más fuerte si pretende confrontar a ese sujeto, su trauma con las cámaras, esa herida que se rebana constantemente en su trabajo de modelaje, ha surgido acá, Froggy y el cerdo de Marvin, ja.
—¿Por qué no le pediste venir contigo? —Eiji ladea la cabeza con genuina curiosidad, sus lentes chocan contra sus orejas de conejo, sus mejillas enrojecen por el alcohol—. Es tonto venir solo, creo que lo has sabido desde el comienzo, pudiste pedirle que viniera contigo.
—Porque ver a dos alfas juntos en un bar gay sería raro.
—No hay prejuicios en cuanto a parejas. —Lo ha atrapado.
—Shorter no da esa clase de vibra conmigo. —Murmura, tiene las mejillas tan acaloradas que cree que explotarán—. Contigo es diferente, damos una vibra más íntima.
—Oh. —El omega parece realmente avergonzado con esa respuesta, al menos es lo suficientemente intensa para que cambien de tema.
Para matar el tiempo mientras Froggy termina sus asuntos y poder llevar a cabo la misión, se dedican a charlar de cosas sin sentido, Ash le cuenta más acerca de cómo ha conocido tanto a Shorter como al resto de la pandilla y existe algo maravilloso en la manera en que Eiji se ríe de sus bromas carentes de sentido, en la forma que juguetea con su cabello al inclinarse en la barra como si fuesen extremos de un mismo imán, como si fuese lo más especial del universo y ansiase escucharlo porque sí y ya.
Eiji es raro, vuelve a repasar en ese pensamiento, claro que sus amigos sueltan tonterías, incluso en el mundo de la mafia se precisan descansos para no enloquecer, una huesuda ilusión de normalidad, ningún ser humano es impune a perecer ante la soledad. Pero hay algo brillante en esas pupilas, un fuego danzante que convierte al café de sus ojos en un mosaico de infinitas tonalidades, en un mar de puro caramelo o una lluvia de dorados bronceados. Quiere más de esto y le duele.
—Disculpa. —Una mujer se le ha acercado, tiene una sonrisa coqueta y una mirada asquerosamente familiar, ah sí, quiere algo de Ash, por poco olvida su realidad—. ¿No quieres compañía? —Froggy sigue riendo como una jodida hiena en su mesa, lo hace perder la paciencia, no tiene toda la noche (en realidad sí, pero Shorter espera su señal para cortar la luz).
—No, gracias. —Aslan intenta mantenerse cortés, ha estado seis meses fuera de la red. Le llama la atención que una chica esté en el club gay, aunque supone tiene sus motivos, puede ser una asesina.
—Déjame invitarte un trago, insisto. —Hay una sonrisa sedienta y coqueta en sus labios, eso le basta para leerla, esta mujer no se le ha acercado en plan de espía o porque sospeche, genuinamente lo desea—. La noche es joven.
—Como verá, ya tengo un trago. —Ash alza su vaso medio vacío, mantiene su fachada galante lo mejor que puede, se da asco, la facilidad con la que repite las líneas que los clientes aman escuchar, es casi una muñeca sin vida que vende sexo—. Aunque aprecio la oferta.
—Déjame invitarte el siguiente.
—Ejem. —El carraspeo molesto de Eiji capta la atención—. Como verá, ya tiene compañía.
—Oh... —Que el omega tenga las orejas tensas y la cola erizada le roba una sonrisa, luce molesto en serio, con la nariz moviéndose frenéticamente y las palmas altas alrededor de su vaso—. ¿Es así?
—Lo es. —Ash no duda en abrazarlo por los hombros, esperan a que la mujer se aparte para volverse a relajar—. Vaya, no sabía que eras la clase de novio celoso, onii-chan. —Se mofa, con una sonrisa altanera, calor, siente un calor agradable expandírsele desde el pecho hacia la garganta, quema más que el vodka.
—No es eso. —Es sincero—. Pero cuando ella se te acercó se veía como si quisiese tomar algo de ti, eso no me gustó.
—Siempre es así conmigo. —Ash enfoca su atención en el mugriento vaso de alcohol, su reflejo yace difuso entre las grietas del cristal, apenas se logra reconocer—. Los que me alimentaban o me daban un lugar para dormir siempre querían algo a cambio, como sexo. —Porque es un cúmulo de pedazos, está frustrado, lo despedazaron, y no sabe ni puede arreglarse a sí mismo—. Solo tengo una pistola y aprendí a disparar porque era la única forma de sobrevivir.
Tiene pena, no vale la pena arreglarse.
—Te envidio por no haber necesitado un arma en tu vida.
—Ash...
—Tú y yo vivimos en mundos diferentes.
Los ojos de Eiji se extinguen con una extraordinaria parsimonia, destilan resignación, como si aquella grieta que ambos trataron de ignorar desde que se conocieron finalmente se hiciese presente. Nadie menciona otra palabra durante lo que resta de la velada, Aslan se limita a hacer lo que vino a hacer, a canalizar esa furia que lo mantuvo con vida en ese mugriento agujero para matar a Dino.
Finalmente llega la hora del espectáculo, Froggy abandona la mesa para dirigirse hasta su oficina, el alfa conoce a la perfección su agenda, le pide a Eiji que se mantenga quieto en la barra, le ordena a sus subordinados cortar las luces, las cámaras quedan inhabilitadas antes de la cacería. Es divertido ver al cerdo huir despavorido, aunque es un beta debe reconocer las feromonas de sus fantasmas, eso lo incita a correr más rápido, más, mucho más hambriento, a sacar su arma, a arremeterlo contra la cama y apoyar el maldito cañón en su frente.
Mirarlo a los ojos, con el arma apretada tan fuerte entre sus cejas que se pregunta si quemará los sesos, con los dedos tensos contra el gatillo, con la boca inundada de ese grasiento alcohol, con sus facciones de lince a punto de explotar, con el corazón sangrante, muy sangrante porque está roto y no puede arreglarse. ¿Por qué debe arreglarse? Él no se rompió, era un niño cuando bebieron de su cuerpo hasta dejarlo malditamente vacío, lo tiraron como una lata usada, pero no solo les bastó eso, no, grabaron y repitieron su humillación sin importar que tanto suplicara.
—Todavía no he recibido lo que me debes. —Deja escapar las palabras con rabia, le tiemblan entre las cuerdas vocales, las rompen, todo duele, todo rompe, todo quema, está cansado—. Froggy.
—Ash, pensaba que estabas muerto. —Claro que sí, Dino Golzine se aseguró de hacerle su estancia en prisión un averno, ni el mismo desgraciado esperaba que sobreviviera, por eso murió, descuidó su guardia y se confió.
—He salido del infierno. —Sus dedos se tensan alrededor del gatillo—. ¿Dónde están las fotografías?
—No tengo ninguna, me deshice de ellas.
—Deja de mentir, parece que manejas un buen negocio.
El terror en los ojos de ese asqueroso lo colma de satisfacción, sus garras presionan su pistola hasta arañarla, es un depredador listo para asesinar, posee hambre, posee hambre pero el vacío jamás se llenará, irónico considerando su bella anorexia purgativa, vomitará y vomitará, es la autodestrucción que le garantiza su muerte, solo, en una carcasa congelada.
—Nunca abandonarías el dinero fácil. —Él se inclina justo frente a su abusador, apuntando el cañón en su regordeta nariz—. Nos violaste a todos mientras te reías como hiena.
Todavía escucha el chasquido de la cámara.
Clic. Clic. Clic...
Recuerda haberse quedado ahí, tendido en la cama, no tuvo la fuerza necesaria para cerrar la boca, el llanto no dejaba de escurrirle por los ojos, tenía tanto miedo que quería gritar, pero no salía nada, nada de nada, solo los miró ahí, quietecito bajo el flash mientras lo rompían por primera vez y nunca se supo arreglar, no lo veían como un ser humano gracias a sus facciones de lince, lo despedazaron, no una sino mil veces, ya no hay Aslan que rescatar, esto es todo, un asesino a sangre fría.
Clic.
Sus dedos se tensan alrededor del gatillo, se desconectó, tener a Froggy enfrente lo regresa con demasiada vividez al instante del abuso, con esa risa de hiena taladrándole entre las orejas, con un montón de pederastas burlándose mientras lo despojan de su humanidad y lo ensucian, lo toman a la fuerza entre todos, con el cerdo de Marvin encima, su cuerpo lo aplastaba, estaba sudoroso, Aslan creyó que moriría en ese instante, el sufrimiento era demasiado, le sangraba desde los huesos hasta el alma, pero la cámara no se detenía, seguía filmando por más que sollozase, Griff, papá, ¿Por qué nadie venía? Después Papa Dino lo obligaba a ver su propia violación una y otra vez.
Clic. Clic. Clic...
—¡Ash, no!
Eiji.
Eiji está acá con él.
—¡Son tuyas, no dispares!
Estuvo a punto de volarle los sesos al pedófilo en una reexperimentación.
—Estas son todas. —Se las extiende en un sobre de papel que mantenía oculto en una caja fuerte, Eiji es quien las toma, él no se ha atrevido a bajar el arma, todavía quiere matarlo, si lo asesina quizás se aplaque el vacío garrafal que lo succiona y lo rompe cada día más, convirtiéndolo en un cascarón hueco—. Las tuyas también.
No lo hará, si la muerte de Dino Golzine no lo hizo sentir mejor, esta tampoco.
Se van.
Ash se profesa ido el camino de regreso, no puede dejar de abrazar el sobre, no mira a nadie ni toca a nadie, quiere solo hundirse en un abismo y no salir jamás. Es fuerte recuperar la prueba física del instante concreto donde perdió su humanidad, debería haberlo superado, ha visto, incluso se burló de sus propios videos pornográficos con la policía, debería estar más que procesado, pero no puede. Es frustrante ser incapaz de avanzar, es como si hubiese dado una llave que por más que intente, es incapaz de cortar, la sangre escurre, gotea y gotea, gotea y no queda nada.
Ay.
No sabe en qué momento se ha arrastrado para hacerse un ovillo en el nido de Eiji, si bien, se halla compuesto de sus prendas, la esencia del omega abunda en el cuarto, se queda en silencio, no mira un punto fijo, no mira nada en realidad, no siente nada y lo siente todo al mismo tiempo, tiene ganas de vomitar. Presiona sus párpados con fuerza, intentando mantener unidos los trozos que le quedan, ni siquiera son muchos, pero se le caen, se aferra a dichas fotografías, consciente de que ese Aslan, el pequeño niño que nadie cuidó, ha fallecido para siempre y las pruebas yacen acá.
—Ash. —La voz de Eiji retumba como un relámpago en el cuarto, no es violenta ni lo reprocha, más, lo incita a hacerse aún más pequeño dentro del nido, necesita sentirse protegido con desesperación, eso no existe para él, no hay una zona segura, se ahoga, alza la mano, no toca la superficie.
Se rinde.
Se hunde.
Lo admite, tras meses de correr de sus emociones, de su pasado y de sí mismo, lo admite. Se siente roto, perdido, herido, no es más un humano, ni siquiera tiene corazón, es como si se hundiese cada día un poco más en un océano de desesperanza que ni siquiera parece tener final, la agonía le rebosa por los pulmones, la desesperación no lo deja respirar, no pone resistencia, se encuentra demasiado cansado para luchar, se lleva hundiendo años, desde Cape Cod, desde que el entrenador lo abusó y su padre no hizo nada, desde que Griffin volvió hecho un cascarón vacío, desde que Dino se aseguró de hacerle saber la clase de amor que merecía.
¿En qué debe creer a estas alturas? ¿En qué puede creer?
Se ha sentado en la cama, vacío, no le queda esperanza, sabe que probablemente se recompondrá más tarde, porque él es así, debe ser funcional para matar o no será de utilidad, pero ahora...
—Intenté olvidarlo. —Ahora tiene pena por el niño de las fotografías—. Ex prostituto, asesino, líder de una banda y todavía tiemblo.
—No digas esas cosas.
Eiji.
Eiji está a su lado.
—Tenía ocho años cuando maté a un hombre por primera vez. —Se resigna a hundirse, a entregarse a la miseria, espera lo peor incluso siendo un muerto vivo—. Él me violó. —Ash se aferra a su pierna, está temblando en la cama, las imágenes han caído hacia algún lado del cuarto, las palabras brotan como la sangre del alma—. Tenía miedo. —Está llorando—. Tenía tanto miedo que no podía hablar, mi corazón gritaba pidiendo ayuda pero no pude decir nada. —No presenta el derecho de hacerlo—. Cuando disparé, lloré. Lloré porque no sentí nada.
Aslan no puede salvarse a sí mismo, nadie puede salvarlo.
—Tengo miedo de mí mismo. —No logra zurcir lo suficiente sus pedazos, se quiebra y se desparrama por doquier, jamás se encontrará al fondo del agua, está oscuro, está helado, está solitario, ayuda—. No sé cuánta sangre hay en mis manos.
Ayuda por favor.
—No siento nada. —Cae al fondo—. Nada de nada.
Aslan tirita, tratando de al menos mitigar el llanto, de recomponerse o aceptar con dignidad lo que merece, no obstante, el recuerdo de las fotografías sigue vívido, quemándole en el corazón, incluso con diez años de traumas sostenidos sigue doliéndole como la primera vez, no es mejor ni se vuelve más llevadero, es disociación que cuando se esfuma como niebla, dejan a ese mismo niñito desnudo, lastimado y roto, muerto al fondo del lago porque no respiró.
—Ash... —Pero Eiji lo abraza con suma gentileza, a pesar de lo que ha visto en el club y los muros que ha tratado de imponerle—. Tranquilo, Ash. Sí lo estás sintiendo, estás herido, estás muy herido. —Y de pronto—. Lo entiendo bien. —Respira—. Tú me salvaste, te sientes responsable, y yo también me siento así.
Porque alguien pudo ver lo herido que estaba incluso cuando él mismo ignora su sufrimiento.
—Puede que ahora mis palabras no signifiquen nada, pero recuerda esto. —Eiji lo está mirando con tanto amor que Ash no...—. Aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre estaré a tu lado. —Las lágrimas le queman hacia las mejillas, cayendo por su barbilla, su cola sigue inerte en el suelo, su corazón se ha caído—. Yo permaneceré a tu lado. Claro, sino te molesta.
Eiji no tiene idea, no tiene ni la más remota idea de lo que esto significa.
—¿Eso quiere decir que tendré que seguir comiendo de esos sándwiches asquerosos? —Él intenta burlarse, limpiándose la pena con las mangas de su camiseta, tomando todo el aire que puede antes de volverse a ahogar, viendo que el mundo luce diferente afuera, más vivo y bonito, más real.
—Sí, así que alégrate. Los sándwiches de tofu son muy sanos, tu salud está a salvo conmigo. —Él no puede salvarse a sí mismo.
—Quédate a mi lado, no tiene que ser para siempre. —Eiji no puede salvarlo con sus gentiles caricias mientras se derrumba sobre su regazo—. Aunque solo sea por ahora. —Nadie puede salvarlo, no esta noche, no así, no cuando cree ser indigno de su propia ayuda.
—Para siempre.
Pero no necesita ser salvado en este momento, solo ser un poco amado.
SOY UNA HORRIBLE MASA DE ANSIEDAD EN ESTOS MOMENTOS, así que ni siquiera alcance a responder todos los comentarios, perdón.*Screaming* *Crying* *Dying*, será así hasta que me den una respuesta en el mundo adulto, pero por mientras solo quiero hacerme bolita y morir.
¡Nos vemos mañana!
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