1. Voz.
✩ Notas del autor: ¡Hola mis bonitos lectores! ¿Alguien me extraño? ¿Se noto el semi hiatus de un mes? Pues, vengo a molestar con una nueva dinamica. Bienvenidos a este omegacember de 31 días consecutivos. Muy bien, este omegaverse es diferente a mis trabajos anteriores porque, los omegas están en la cúspide de la cima, todos los dominantes presentan rasgos animales (los recesivos no, esa es la unica diferencia) caso de Ash un lince y de Eiji un conejito, la verdad, no es tan relevante para la trama. Esta historia vendría a ser algo así como ¿qué hubiese ocurrido si Ash se queda en prisión por medio año? Acá no conoce a Eiji, no llegó a su entrevista en el bar, nadie está muerto, es un canon diverge. Los promps utilizados, son los propuestos por #EsDeFanfics, la página en facebook.
✩ Género: Omegaverse/ Canon Diverge/ Slice of life/ Fluff/ Drama/ Slow burn.
✩ Ship: AshEiji y WongLung en segundo plano.
✩ Advertencias: Se tratan muchos síntomas del estres post traumatico, ansiedad, anorexia purgativa y consumo de sustancias, tambien hay mención de abuso sexual explicito por el pasado de Ash, estos son temas constantes en el fic. Acá veremos un PTSD activo, por ende, pueden haber capítulos bastante densos con sintomas como reexperimentaciones, pesadillas, recuerdos intrusivos, hiperalerta y negativismo. Invito a que se mantenga el respeto con los comentarios, la autora es un ser humano, se quema facilmente.
¡Espero que les guste!
—Es una terrible idea. —Aslan rechista, rascándose las orejas y meneando la cola en indicación de hiperalerta, siempre ha aborrecido estos rasgos vestigiales alrededor de su casta, presentar dichosas características animales es vociferar a los cuatro vientos acerca de su naturaleza dominante—. No quiero hacerlo.
—Estás quebrado. —Shorter suspira, aunque ambos son alfas su mejor amigo carece de cualquier rasgo primitivo al ser recesivo—. Además, dijiste que querías vivir como un chico normal ¿no?
—Pero no de esta manera. —Él golpetea el cojín del sillón, las costuras crujen, revelando la espuma de relleno con una impresionante facilidad, le da cólera que este basurero sea el único arriendo que se ajuste a su presupuesto en Downtown—. Odio la idea de arrendarle a un desconocido.
—No es un desconocido, es amigo de Max.
—Amigo de un ex reo, eso no suena confiable.
—Estás siendo demasiado exigente.
—Tal vez. —Gimotea, arrojando la nuca hacia atrás y apoyando sus converse en la mesita repleta de botanas añejas—. Pero no me agrada abrirle mis puertas a un extraño. —Irónico considerando su vieja profesión, le ha abierto más que simples puertas a hombres desconocidos.
—Por mucho que te quiera, no te puedes seguir escondiendo en el Chang Dai.
—Lo sé. —Es verdad, tampoco le gusta andar mendigando compasión o simpatía, la gentileza de los seres humanos independiente de su casta viene con un precio a pagar.
—Ash... —Shorter ha cambiado de tono, se escucha más serio y afligido, no tiene la fuerza suficiente para comprobarlo, está demasiado entretenido colgando en el sillón, permitiendo que la sangre se le suba hacia la cabeza—. Dino Golzine está muerto. —Ese nombre lo incita a rasgar las fundas, no desea desatar sus instintos básicos antes de la llegada del invasor, ni lo hará—. Deberías disfrutar.
—Debería ¿verdad?
Pero no puede.
Dino Golzine está muerto.
Ash Lynx fue quien lo mató apenas salió de prisión.
Aslan estuvo encerrado durante medio año en ese agujero de ratas, una prisión exclusiva para alfas donde el desgraciado lo mandó a matar incontables veces. El evento que gatilló este teatro fue luego de que lo inculparan por el homicidio de Marvin Crosby, un pedófilo grotesco, se supone que ese día le haría un favor a la policía y les concedería una entrevista a un par de fotógrafos o algo así, no lo sabe, jamás llegó, Shorter lo llamó antes de que pisara el bar para hablarle sobre la posible redada, el resultado lo llevó tras las rejas durante medio año. Su primer acto de libre albedrío tras saborear la libertad fue permitir que sus instintos lo dominaran y asesinar con sus propias manos a su creador.
Él lo mató, arruinando una maldita droga en producción y otros planes que desconoce del gobierno estadounidense, no le importa en realidad. Sin embargo, el vacío que le ha dejado ese homicidio es garrafal, ese sujeto lo hirió incontables veces, todavía tiembla cuando escucha un flash, no le bastó con reducirlo a un producto, sino que lo convirtió en una jodida mascota de exhibición gracias a sus rarezas animales, debería estar contento, lo miró a los ojos mientras se le esfumaba la vida, debería estar celebrando, no sintiéndose patético en un basurero en Downtown, pero ser un líder pandillero luego de traicionar a la mafia americana no es tan fácil como lo pretendía.
Mierda.
Las únicas cosas positivas que han salido son haber conocido a Max Lobo en prisión, quien resultó ser el mejor amigo de su hermano mayor y ha sido su mayor apoyo afuera de las rejas, y finalmente poder utilizar hasta el último maldito dólar que le quedó para pagarle una rehabilitación a Griff, Ash entiende las nulas probabilidades de que se recupere, casi no se sabe nada acerca de la droga que le fue inyectada en Irak, no obstante, ahora se encuentra en manos de profesionales capacitados y si existe una tenue, aunque sea mínima, posibilidad de recuperarlo, la aprovechará.
Así que acá está ahora.
Jodido y quebrado en Nueva York.
Hurra.
—Ni siquiera conoces al chico y ya te desagrada. —Ash bufa, la sangre en la cabeza le ha dado jaqueca, eso lo obliga a sentarse de manera correcta—. No te haría mal juntarte con personas más normales ¿sabes?
—¿Eso qué significa? Mis amistades son normales, solo mírate. —Okey, pésimo ejemplo.
—Gente fuera del mundo de las drogas y las pandillas. —Drogas, otro tema del que se debe ocupar, durante su estadía en prisión el traidor de Arthur aprovechó de iniciar un golpe de estado dentro de su pandilla y emanciparse con algunos miembros, un alfa de mierda—. ¿No quieres entrar a estudiar una carrera más adelante?
—¿Con qué dinero? Max ni siquiera puede pagar una pensión alimenticia. —Aunque se le pasó por la mente robar el dinero de la fundación CORSA, las claves de Dino fueron revocadas apenas su muerte se popularizó, no consiguió tocar ni un centavo sucio, al menos, ansía derrumbarlos con alguna noticia para en New York Times, pero ni eso puede—. Esto es patético.
—Vas a ser un modelo famoso con un nuevo compañero de apartamento, no se me ocurre nada mejor. —El único trabajo que ha conseguido debido a su apariencia, hilarante ¿verdad? Claro, está acostumbrado a ser una estrella de cine—. Sino te gusta podemos echarlo.
—Espero que no sea un tipo raro.
—Deberías ordenar antes de que llegue, el lugar es un basurero. —Esa es la primera vez que Aslan se digna a mirar el chiquero que ansía compartir—. Sin ofender. —Anoche celebraron demasiado brusco con la pandilla, el único que se quedó a ayudarlo desinteresadamente (a comerse sus sobras, mejor dicho) fue su mejor amigo—. Te dejo solo para que lo hagas.
—Eres de lo peor.
—Pero me amas así. —Shorter le guiñe un ojo antes de acomodarse los lentes de sol—. Escríbeme si pasa cualquier cosa con tu compañero, estaré atento al celular.
—Mentiroso, estarás de turno en el Chang Dai.
—Lo reviso mientras Nadia no me vigila. —Aslan rueda los ojos, arrojando por milésima vez la nuca hacia atrás, esperando que la jaqueca lo mate y no deba conocer al insoportable amigo de Max, de hecho, ni siquiera es un conocido directo del anciano, sino el protegido de un amigo, eso es peor.
Aslan no confía en extraños, es cuestión de instintos.
Es cuestión de alfas.
Este mundo se encuentra dividido tanto por géneros como por subgéneros, la casta principal es la de betas, quienes ocupan la mayoría de la población y no tienen rasgos característicos como celo o feromonas, luego vienen los alfas, líderes por naturaleza y agresión animal encarnada, y finalmente están los omegas, los más valiosos de la sociedad, vanagloriados por poder copular vida, el género menos común. En estos dos últimos grupos existen tanto recesivos (escasean de rasgos animales) como dominantes, los que presentan facciones vestigiales como colas y orejas, las que en su mayoría solo tienen utilidad estética. Por eso Dino Golzine se obsesionó tanto con él, hallar a un alfa con características de lince es sumamente irrisorio, no es un secreto el odio que Ash guarda tanto por su cola como por sus orejas, ¿de qué diablos le sirve tener este par de orejas si no escucha mejor? Aunque su audición es más aguda, debe admitirlo.
Como sea.
Agradece que la sociedad sea benevolente con estos géneros especiales, eso le permitió conseguir un trabajo con la ex esposa de Max y hacerse famoso de pequeño en películas caseras, es un arma de doble filo, lo sabe. Ojalá hubiese tenido aún más coraje para confrontar a ese psicópata tras salir de la cárcel, tal vez así se sentiría mejor. El chirrido del timbre no lo deja pensar, no ha tenido tiempo para limpiar, el lugar es un basurero y no lo pretende disimular.
—¡Ya voy! —Su grito es poco amable y severo.
Aslan se arrastra con pereza del sofá, se limpia las lagañas de los párpados y se rasca las orejas de lince en un intento desesperado por verse presentable, contiene un bostezo antes de girar la perilla y recibir al intruso que Max le ha encomendado.
—Buenas tardes. —El saludo es tímido y sumiso—. ¿Eres Ash Lynx? —Cuando alza la mirada para responder, lo sabe.
Está jodido.
Está tan jodido que no lo puede describir.
—Eres un omega.
No cualquier clase de omega, no, un omega dominante con facciones de conejito.
Mierda.
—¿Gracias? —Vacila, ladeando su cabeza, moviendo sus esponjosas orejas negras junto a un cabello rebelde, es casi ondeado e increíblemente hipnótico, lindo, es la primera palabra que le cruza por la mente—. ¿Eres Ash Lynx? Max me dio esta dirección y ese nombre para arrendar el apartamento.
Ni siquiera puede responder.
Porque desde este instante sabe que el chico es un problema. Él se apoya en el soporte de la puerta, analizando al presunto desconocido, lo primero en captar su atención son esas esponjadas orejas de conejo que muestra su naturaleza dominante, son extraordinariamente negras, se notan suaves, penden arriba de una matita abenuz que se crispa con rebeldía y lo lleva hacia los ojos más amables que ha contemplado en su vida, sus manos se enrollan nerviosamente alrededor de la correa de sus maletas, las agarra con firmeza y lucha por mantenerse serio, conserva su cuerpo rígido, batallando por imponer respeto, sin embargo, su rostro infantil delata una franqueza inocente, le resulta tonta y curiosa al mismo tiempo, no entiende si debe sacar sus garras o bajar sus barreras.
—El apartamento es un basurero. —Independiente de sus instintos le ha prometido a Max darle una oportunidad al chico—. Tiene dos cuartos al final del pasillo, un solo baño y la cocina que también es el comedor. —Omite el pequeño balcón, le gusta mantener ese espacio para él mismo.
—Es un lugar muy bonito.
—Ahórratelas formalidades. —Le permite pasar, el bolso se ve pesado encima de su hombro, se ha tensado al punto de parecer un ancla en tan escuálido chico—. Ya discutiste la renta con el viejo, es lo único que encontrarás por ese precio.
—Lo sé. —Esos grandes ojitos cafés recorren con suma inquisición el comedor, deteniéndose desde las bolsas de botanas añejas hasta su cúmulo de libros viejos—. Me fui hace bastante de Nueva York, pero volví para quedarme, Max me ayudó a conseguir un trabajo como asistente de fotografía en la empresa de su ex esposa. —Bufa, cansado de tan aburrido discurso.
—Bienvenido al sueño americano. —Algunas medias sucias se hallan desparramadas por doquier.
—Gracias.
—Las reglas son bastante simples si quieres que esto funcione. —Debe trazar la línea—. No te metas en mis cosas, son peligrosas.
Él libera esas palabras con suma ponzoña, con una sonrisa burlona mientras mueve la cola en señal de dominio, tiene la intención de dejar las diferencias claras, son de mundos diferentes, no ignorará esa brecha. Él proviene de un contexto de crimen, muerte y horror, mientras que este chico...
—No tengo problemas con eso. —Parece haber tenido una vida cómoda y muy agradable—. Estoy intentando ahorrar mientras estudio, hace poco me transferí de universidad. —Por supuesto que sí, el lince no sabe qué diablos tiene Max Lobo en el cerebro para mandarle esto de compañero—. No te causaré molestias.
—Eso espero. —Sus feromonas inundan la habitación, provocando que el omega baje las orejas. Le es injusto que hasta de esa manera se vea tan adorable, pero así funciona la naturaleza ¿no? Estas son sus ventajas evolutivas de dominantes, pueden seducir a cualquiera con sus dotes especiales—. Instálate si no tienes más preguntas, yo me iré a dormir.
—Pero son las seis de la tarde.
—¿Algún problema? Trabajo de noche.
—¡Ibe-san me dijo que eras modelo de la misma agencia! —La simpatía en su voz lo destroza.
—¿Y?
—Significa que posiblemente seremos compañeros.
—Como sea. —Se da la vuelta y se encierra en su cuarto.
Está jodido.
Está con un maldito omega dominante.
No, Aslan no tiene problemas con el género del chico, al contrario, es un honor compartir con dicha rareza, y al mismo tiempo, ese es el problema, tanto su cola como sus orejas esponjadas no pasarán desapercibidas por los barrios bajos de Downtown, teme arriesgarlo, los hombres de Arthur siguen al acecho y si lo ve como una potente debilidad, va a peligrar su vida. No es justo para el omega, ha venido a hacer una vida normal mientras estudia en una universidad sobrevalorada y trabaja por un mísero sueldo, nunca lo privaría de eso cuando es lo que ha soñado (y jamás lo admitirá). No quiere que más inocentes salgan heridos por su culpa, casi pierde a Skip en la redada, ni hablar del infierno que pasó en prisión, ha sido demasiado tiempo sobreviviendo y ya se encuentra cansado.
Además, están esos ojos extraordinariamente amigables, son oscuros, lo suficiente para remontarlo a esa noche de Halloween donde se fue a esconder al bosque para espantar a Griff y acabar con un terror hacia las calabazas tras ver su reflejo, pero al mismo tiempo, le son más transparentes que el cielo de Cape Cod. Seguramente, no es el iris tan negro que se confunde con su pupila, sino la forma en que lo contempló a pesar de ser un alfa, sin miedo ni prejuicio, como si pudiese mirar a través de toda la mierda que le ha ensuciado el alma y la quisiese acunar, fue intenso, no le encantó, aun así, se permite el estúpido anhelo de que ese brillo ingenuo perdure entre tanta crueldad.
Le duele, porque en el fondo Shorter tiene razón y quiere hacer más amigos.
Pero no puede, no es justo ponerlo en peligro por un mero capricho. Si bien, los omegas son la casta más valorada en la sociedad, todavía hay idiotas (como Arthur) que tienen las creencias arcaicas de que únicamente están para complacer a un alfa.
—¿Por qué tenía que ser dominante? Ni siquiera lo puede disimular.
Ash suspira, luego de rumiar horas en su cuarto se rinde y se decide a salir a fumar al balcón, no le quedan cigarrillos de calidad, se encuentra obligado a usar los baratos que Shorter olvidó, presiona la rueda del encendedor, apoyando sus brazos en la baranda para contemplar el basural que tiene abajo, la vista en la prisión era más agradable, al menos ahí podía disociarse bien, acá se ahoga.
—Hola. —No se alcanza a ahogar cuando este entrometido lo encuentra—. No te quería molestar, solo... —Se mira nervioso, el estremecimiento en sus orejas y el movimiento frenético de su colita lo delatan—. Venía a fumar. —Es un terrible mentiroso, piensa.
—¿Dónde están tus cigarros?
—Se me acabaron. —Cada mentira lo hace peor.
—Puedes usar de los míos. —Ash le extiende la cajetilla, divertido—. También el encendedor.
—Eso es bastante amable de tu parte. —El omega se acomoda el cigarro en los labios como si fuese una especie de espiga en una película de vaqueros, rueda el encendedor con fuerza, sin lograr que la chispa encienda—. Estoy un poco oxidado, no he fumado desde anoche. —Es tan malo mintiendo que quiere llorar, sin embargo, decide burlarse un poco más.
—Ten. —Y le prende el encendedor, el papelillo no tarda en quemarse.
—Está delicioso. —Las pupilas le lloran y la boca le tiembla, conteniendo una amarga tos—. Es dulce. —Hasta que ya no puede y deja escapar un estruendoso carraspeo, el cigarro cae por el balcón.
—Trata de relajarte. —Se lo pide, indicándole para que vuelva a intentar apoyando el papelillo entre sus labios, el omega obedece, permitiendo que le encienda el tabaco—. Da una calada suave, si lo haces muy fuerte te volverás a ahogar. —Lo hace, presionando los párpados, empapándose por la brisa que envuelve Nueva York y las luces iridiscentes de la luna, la imagen lo deja boquiabierto.
—No es tan malo.
—N-No lo es. —Niega—. Dijiste que viniste acá otra vez, ¿de dónde eres?
—Japón. —Intenta recordar algo de la conversación.
—¿Eh? —Le es fácil—. ¿Usan a niños como ayudantes en Japón? —Le es natural.
—Soy mayor que tú. —Lo ha hecho enojar, lo nota por cómo muerde el cigarro y tensa los hombros.
—Vaya, discúlpame. —Le gusta este ambiente—. Pensaba que eras un niño.
—Tengo diecinueve, muchas gracias. —Bufa, dándole una calada furiosa a su cigarrillo, conteniendo el tabaco entre sus regordetas mejillas solo para no darle la razón al soltarlo, es terco, le agrada.
—Lamento haber sido tan agresivo contigo cuando llegaste. —Aslan no comprende por qué se encuentra dándole explicaciones, no lo quiere cerca en teoría, mejor si lo odia—. Estoy pasando por un momento duro y me desquito con todo el mundo últimamente. —No obstante, las luces de neón de los anuncios cerca lo envuelven con una suavidad arrebatadora, el omega sostiene el papelillo entre sus dedos, es un movimiento delicado y lindo.
—Tratemos comenzando de nuevo, ¿te parece?
—Eso me encantaría. —El alfa le da una profunda calada a la nicotina, es agresiva y amarga, nunca le han gustado las marcas pretenciosas que hacen llamarse artesanales cuando es mierda barata—. Soy Ash Lynx, el lince de Nueva York. —Musita, apoyando sus codos todavía más en el barandal, permitiendo que su cola ondee con la brisa y sus converse se deslicen por las baldosas.
—Es un gusto, Ash. —Murmura—. Soy Eiji Okumura. —Todo el mundo se estremece cuando escucha aquel nombre con semejante voz, no lo consigue explicar, pero hasta la última fibra de su alma se congela, es como si Aslan hubiese sido creado solo para escuchar esas dos palabras, son perfectas.
—Eiji Okumura. —Repite, saboreando cada una de las letras, haciéndolas suyas—. Es lindo.
—El tuyo también es lindo, Ash.
Traga duro, presintiendo que esta amistad terminará en una catástrofe.
Un alfa y un omega.
¿Qué puede salir mal?
Les dije que tenía sorpresas planeadas para diciembre, no se preocupen mis lectores regulares, tambien actualizaré los otros fics, ya conocen la dinamica si estuvieron en el flufftober conmigo, hay días que solo subire capítulos del omegacember y otros donde tendrán doble actualización. Espero que les haya gustado, muchas gracias por leer.
¡Nos vemos mañanita!
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