Qué difícil aceptar las diferencias.

Qué triste que esta sociedad no sea capaz de comprender a mentes que no concuerdan con las suyas.

Que no todo es blanco o negro, que no todo se rige por la gravedad.

Y nada suele ser lo que parece.

No creí que fuera a ser tan típico esto de distanciarse de la gente que no es como tú, cuando esa es la gente que te va a proporcionar información, inteligencia, fuerza de voluntad, la belleza de otros puntos de vista.

Sin embargo, poco importa eso a la gente de ahora, que sólo quiere a la gente de su alrededor para hacerse fotos con ellos y subirlas a cualquier red social, o bien para despotricar sobre ellos a sus espaldas para poder sentirse superiores.

Algo muy malo es que esto es ridículamente típico.

Algo muchísimo peor es que nunca es típico el retrato de algo insólito.

Nunca es típico lo bueno y bonito, la gente, por el contrario, ama a los que se rigen por su mismo patrón, a aquellos que han sido construidos con sus mismas opiniones, gustos y valores, porque eso es lo fácil.

Pero lo fácil nunca es lo mejor, nunca ganará, no llegará a ningún sitio.

Ir a lo fácil es no mancharse las manos, cuando hay gente ahí fuera sufriendo, trabajando doce horas al día para recibir menos salario que el de otras personas que lo tienen fácil en la vida.

Estos primeros no piensan en estos segundos, sino que se concentran únicamente en quejarse a gusto de su trabajo.

Estos segundos tampoco piensan en estos primeros, sin embargo, algunos de ellos son felices con su condición, porque cuanto más difícil sea, cuanto más cueste, más satisfacción genera.