El mar
Mi infancia pasó entre la arena, el sol y tu agua.
En la orilla recuerdo mi primer beso, acompasado por el ir y venir de tus mareas, a veces salvajes, a veces tranquilas, a veces alegres, a veces tristes.
No hubo verano en el que no te fuera a ver, a bañarme entre tus oscuras y profundas aguas, a refrescarme con tu oleaje, a correr entre tú y la orilla para ver si me alcanzabas.
Fue imposible adivinar qué momentos me traerías, qué recuerdos rodeados de ti crearíamos, qué desgracias me harías sufrir.
Era tan bonito que no puedo olvidarlo, pero ojalá lo haga. Ojalá olvide todos esos bonitos recuerdos que me tienen atado, preso a ti, que me tienen engañado. Eres tan enorme, tan precioso, tan misterioso, tan increíble... que tu superficie angelical no me dejó ver tu verdadera alma, tu verdadero ser.
Entre todos los saltos, juegos, baños y sueños, tu oleaje hizo naufragar el barco de mi madre. Ella murió ahogada entre tus aguas, ahora malignas y llenas de odio, de una tristeza desgarradora, de un rencor casi doloroso, de miedo. Un miedo terrible a tí, a que me tragues y lleves mi cuerpo hasta tus profundidades, a que me devores.
Hace tiempo que no me permito llorar por nada, y menos por ti. Las lágrimas son saladas, al igual que tú. No quiero que ellas me recuerden a ti.
No quiero recordar tu agua espumosa, tus peces brillantes, las playas en las que acabas, dejando tu rastro en la arena, las rocas a tu alrededor, las conchas que arrastras...
Al final, tus peces siempre acaban alguna vez en tus orillas, muertos por haber comido plástico. Supongo que eso es nuestra culpa.
Tus aguas se manchan en algún lado de tu enorme extensión de cualquier sustancia, como el petróleo. También es culpa nuestra...
Empiezo a pensar que te estamos destruyendo, es casi evidente. ¿Estamos matándote lenta y dolorosamente? A lo largo de los años, cuando te veo desde la ventana de mi casa de verano, he notado como has ido empeorando, como has perdido brillo, esplendor, alegría. Pensé que era una ilusión mía por ese temor que te tengo, pero tengo la sensación de que, si no te ayudo, pronto morirás, y será ahí cuando llore de nuevo, cuando muera de pena de verte a ti haciéndolo. Porque fuiste mi primer amor, y ahora te estás despidiendo.
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