Bestia estaba preocupado por la partida de Bella, la única persona que acabaría con la maldición que lo mantenía como un monstruo, con aquel espejo podía ver como ella iba viajando por medio del bosque; cuando la vio llegar sana y salva, se permitió descansar. Esa noche aquella sensación de que algo malo iba a pasar no lo dejaba en paz, tomó el espejo, la veía dormir tranquilamente, tenía rabia por sentirse así, abandonado, con miedo de que ella no volviera, y sin querer arrojó aquel objeto que terminó en pedazos.

Bella solo durmió un poco, extrañaba a bestia, se había enamorado profundamente, y sin importar que todavía no había salido el sol, decidió marcharse, solo dejó una nota a su padre con un "te amo".

Ya estando cerca del castillo sintió nervios, escuchó un gruñido a su alrededor, creyendo que era bestia, gritó; - ¡Bestia te amo!; y en segundos un frio recorrió todo su cuerpo, no podía hablar, vio como aquella criatura de filosos dientes la consumía por su garganta; solo escuchó como aquel vampiro le decía; - Jajaja, no soy tu bestia peluda, pero no te preocupes, ahora ya son dos las que se acompañaran por siempre.