Noche adelantada
Había una vez en un pueblo cualquiera un pequeño hotel; en el que se desarrolla una noche especial para nuestros jóvenes protagonistas.
***
Abro la puerta de la habitación, como buen caballero que soy, y Estela entra con su rápido andar que la hace tan vivaz.
–¡Qué bien estuvo la fiesta! –dijo entrando mientras yo cerraba la puerta tras ella.
–Sí, se ve que saben divertirse en este lugar –le dije mientras la veía sentarse en la cama y se quitaba los tacones.
–Ya me estaban matando –dijo mirándolos mientras los lanzaba con odio a un rincón.
–Me imagino –coincidí, esas cosas tenían un tacón de, mínimo, 10 cm.
–No tienes ni idea –me dijo suspirando y dejándose caer tendida en la cama.
Solo pude responder elevando los hombros, fui hasta el baño a lavarme un poco la cara, estar bailando durante horas te deja realmente sudado...
Al regresar a la habitación Estela estaba en ropa interior revisando su móvil.
–Wow –exclamé por lo bajo al verla tendida en la cama con solo esa lencería de encaje blanco que resalta cada una de sus curvas, no podía evitar contemplarla....
Siempre ha sido hermosa, lo sé, llevo prendado de ella desde que la vi entrar a clase por primera vez.
Era la chica nueva y causó impacto en todo el mundo, llevaba una sudadera enorme que le llagaba hasta las rodillas y se cubría con la capucha, todos pensaban que era la típica chica rara del montón pero yo pude descubrir de inmediato lo que ocultaba. Me atrajo su postura altanera y me dediqué a hacerle la vida imposible, y tampoco es que alguien me lo pudiera impedir siendo yo el estereotípico chico malo del curso, cuando acababa de presentarse al salón le retiré la capucha y todos se deslumbraron con su rostro, incluyéndome, hasta ese momento pudo mantener su fachada de chica solitaria pero aún así se ocupó de alejarlos a todos, exceptuándome ya que soy muy difícil de despegar cuando me aferro.
Nuestra relación, desde el primer momento, fue la típica historia entre una chica mala aparentando ser buena, demasiado rota como para permitirle a alguien más acercarse, y un chico bueno acostumbrado a ser malo. Mi vida había sido un torbellino y sin intención alguna había hecho demasiado daño a los que me rodean, ya no conocía otro modo de relacionarme con los demás.
Con el pasar del tiempo nos fuimos conectando, a través de llamados de atención, a través de peleas, a través de guerras de comida, a través de incendios en la biblioteca, fuimos un carrusel de incidentes en ese pobre instituto que no hizo más que presentarnos. Al culminar el año no fuimos capaces de separarnos y aunque no podíamos definir nuestra relación y mucho menos nuestros sentimientos sabíamos que no podíamos parar de vernos.
–¡Ey! –me sorprendió Estela, deteniendo mis divagaciones.
–S, si –le dije rápidamente disimulando mi cara roja lo mejor que pude.
–¿Qué tienes?
–Nada, solo estaba pensando –respondí dirigiendo mi mirada al techo.
–¿En qué? –Me preguntó escéptica, como si ya lo supiera todo, bueno, es imposible que no lo sepa, llevamos años conociéndonos y no es la primera vez que me pilla mirándola, qué puedo decir.
–En que hicimos bien en hacer este viaje, esta noche ha sido muy divertida ¿verdad? –dije tratando de cambiar el tema.
–Sí –dijo sonriendo–, y aún le falta –susurró en un tono inaudible para mí.
–Qué bueno que no siguió interrogándome –pensé aliviado–, a veces puede ser muy insistente.
Al ver que no continuó la conversación y regresó su atención al móvil empecé a quitarme toda la ropa hasta quedarme solo en bóxer, siempre he sido de dormir en ropa interior, todo lo demás me molesta. Me lancé rápidamente a la cama, ni me había percatado de una pequeña situación en mi ropa interior, menos mal que Estela no estaba mirando. Me acomodé bajo la colcha y me puse a mirar el techo, no tiene nada de interesante sólo necesito distraer un poco mi atención.
–Buenas noches –me dijo Estela apagando su móvil y volteándose hacia el otro lado completamente destapada.
–B, buenas noches –respondí sin poder apartar la mirada de su figura ¡jod*r! que cuerpo tan hermoso, es preciosa, tiene las curvas correctas en los lugares correctos, cualquier pintor la tomaría por su musa al verla.
Mi antiguo pequeño problema acaba de convertirse en un gran problema, creo que no podré dormir esta noche, pero al menos he sido bendecido con esta gloriosa imagen, así que no me quejo...
Tras un rato de contemplarla en silencio comienza a moverse, se voltea hacia a mí y me mira a los ojos, intento disimular pero; ya no sirve de nada.
–¿Tampoco puedes dormir? –pregunta Estela con una media sonrisa desveladora.
–La verdad es que no –respondo honestamente, no le diré que su hermosura es la razón pero soy lo más honesto que puedo.
–¿Y eso por qué? –inquiere curiosa.
–No lo sé –miento y me volteó para mirar al techo disimuladamente –¡Jod*r! –exclamo para mis adentros mientras me vuelvo a poner de lado, había olvidado mi problemita, seguro ya lo notó.
–Eso era lo que yo creo que era –me dijo con una sonrisa maliciosa en la cara.
–No tengo idea de que estás hablando –me hice el desentendido.
–¿A penas llevamos dos días de viaje y ya estás tan necesitado? –Dijo burlona.
–Ya duérmete –le dije y me giré dándole la espalda.
Pasaron unos minutos de completo silencio...
–No te preocupes –me dijo Estela con voz comprensiva y dulce entrando bajo la colcha y acercándose, hice lo posible por mantenerme tranquilo– sé lo que sientes por mí –posó su mano en mi hombro y con la otra giró mi cabeza.
–Eh, yo n, no –intente decir.
–Shhh... lo sé, siempre lo he sabido.
–E, entonces porq... –Intenté preguntarle por qué nunca me dice nada, por qué siempre peleamos, por qué siempre complica las cosas, por qué coqueteaba con mi hermano, por qué siempre había un obstáculo pero fui silenciado por sus suaves labios, esos labios que me han tenido tantas noches en vela imaginándolos y justo ahora se materializan tantos de mis sueños– Oh –un suspiro se me escapa
–Yo siento lo mismo por ti –me dijo con sus labios rozando los míos– desde el día que me expusiste frente a todos.
–Y, yo...
–Shhh, no digas nada –me calló poniendo su delicado dedo índice sobre mis excitados labios.
–Pero dijiste que esperaríamos a la boda, la próxima semana –intenté apelar a la poca razón que me quedaba.
–Disfrutemos nuestra Luna de Miel por adelantada –sentenció uniendo nuestras bocas.
(1106 palabras)
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