El flan de Grace.
—¡La, la, la, lara!— cantaba la tranquila Grace en la cocina preparando un rico pastel.
A Grace le gustaba cocinar con frecuencia, una vez hizo una rica sopa de hongos, otra vez un delicioso plato de carne de pato, y también había hecho un rico cereal casero, pero esta vez quería hacer un gran pastel para su sobrina que cumplía años.
Creía que el tiempo era lento como todos los días, pero lastimosamente, la hora no estaba bien. Ya eran las cuatro y ella pensaba que eran las tres. Cuando Anita -su sobrina- tocó la puerta al lado de su familia y amigos, las criadas de Grace le abrieron la puerta y le avisaron que la visita ya había llegado.
—¡Pero apenas son las tres!— dijo sorprendida.
La presión cayó sobre ella, no sabía que hacer, ¡El pastel no estaba listo!
Corría por toda cocina muy abatida, la masa estaba por un lado y el chantilly por otro, las fresas cayeron, el chocolate no se derretía... Era un completo desastre.
—Anita... ¿Y porque no vamos a comer hamburguesas o pizza en el restaurante de Don Pablo?— decían su familia y amigos en espera del pastel.
—Mmm... ¿Y porqué no esperamos un poco más?— insistió ella muy incómoda.
La cocina era complicada, y Grace no dejaba que sus criadas le ayudarán, según ella, sólo ella tenía el don, pero en este momento necesitaba mucha ayuda ¡Debía terminarlo ya!
Pero de pronto, como si fuera un colmo, el gato Raúl, uno gordo, peludo, travieso y amarillo. El que se iba con las vacas sólo por su leche, jugaba con los pollos, patos y gallinas, el que se peleaba con los calmados cerdos, y cuidaba de las ovejas desde lejos... Siempre tenía hambre...
Se metió por la ventana y comenzó a maullar, tenía hambre otra vez, pero ahora Grace no tenía ni un solo minuto.
El gato notó que Grace no le prestó atención, así que maulló más, pero igual, ella ni se dio cuenta, el gato se rindió y comenzó a deambular por la cocina, y encontró la deliciosa masa, así que lamió todo lo que pudo ¡Hasta que un grito desesperado y decepcionado se escuchó en la cocina!
—¡RAÚL AUGUSTO DE LA CAÑA SÁNCHEZ! ¡¿Qué haces?!
—Miau...
Grace se echó a llorar, era un día tan especial y a la vez tan desastroso, no podía creer que en realidad necesitaba ayuda.
—¡Ramona!— llamó la triste Grace.
—¿Si señora?— preguntó la criada.
—¿Aún están allí?
—Si señora... Anita sigue esperando...
—Gracias chiquilla... Te puedes ir a hacer tus labores...
—Gracias señora...
Ramona se fue dejando a la pobre Grace nuevamente sola.
¿Qué podía hacer ahora?
Golpeó su cabeza incesantemente con las gavetas del mueble que tenía millones de especias y recetas. De pronto cayó una bolsita que se titulaba Flan Don Pancho: les gusta mucho a los niños. ¡Era lo que necesitaba! ¿A quién no le gusta el Flan?
Feliz se levantó y lo hizo en un dos por tres, cuando en eso escucho el ¡Rin! Del horno de la cocina, había hecho una delicia de pizza con pepperoni, cebolla, pimientos, queso, salsa de tomate y muchas otras cosas.
—¡Chicos, chicos!— Les dijo —Ya les tengo la rica pizza que les preparé... ¡Ahora se sientan que es hay una fiesta que celebrar!
La familia y amigos de Anita felices, contentos y sobre todo hambrientos fueron a la mesa, donde les dieron la pizza, jugo de naranja que habían hecho por la mañana, y celebraron el cumpleaños, minutos después, Grace pidió a las niñas que les llevaran el flan que había preparado. Seguramente había sido el mejor que hayan probado en años.
Fin.
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