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El estropeado Halloween de Drácula.

Drácula nunca pudo tener un peor día que ese... pero... ¿Quién pudo haber sido?

Historia creada para el concurso "Octubre Macabro" para el perfil de HumorEs pero a falta de tiempo nunca fue inscrita...

Ese treinta y uno de octubre, algo estaba pasando, pero, ¡¿a quién se le ocurrió abrir las ventanas de la habitación de Drácula?! ¡Oh! A sido un tremendo bronceado que se llevó el polvoriento vampiro...

—¡Auch, auch, auch! —se quejó hasta lograr cerrar las cortinas—. ¡Troll! —gritó luego.

La chaparrita criatura se llevó una gran sorpresa al ver a su amo hecho chicharrón a buenas seis de la mañana. ¿Acaso había ella olvidado cerrar las cortinas?

—¡Oh, querido amo! ¿Qué te ha pasado? —dijo abrumada.

—¡¿Acaso no me ves?! ¡Estoy hecho un pollo rostizado! ¡Este día no puede empeorar! —el rabioso Drácula salió para ver qué comía, y la pobre troll tuvo que mandar a cocinar algo enseguida.

***

De la cocina traían los gigantes, miles de bandejas de plata para lucir lo bien sabrosos que estaban los ojos de elefantes al lado del pan con ajo... ¡Caspita! ¡El pobre Drácula no pudo ver de frente tal platillo!

—¡No! —gritó— ¡Ajo! ¡Plata!

Se escondió con su capa detrás de la silla. El brillo de la plata lo segaba y envenenaba con tan sólo verle, ¡y como no olvidar el pan con ajo! Se le hizo una broña, una sarna en todo el cuello. ¡Ah! ¡Este día definitivamente sí podía empeorar!

—¡¿Acaso no ven lo que le están dando al poderoso Drácula?! —gritó el chef.

—¡Saquen eso de aquí! —chilló la troll.

De inmediato con miles de «¡Oh! ¡Qué descuido!» «¡Lo sentimos mucho amo!» se disculpaban los gigantes. Aunque Drácula habría gritado y pataleado para que se fueran ya, estando en el suelo casi muriendo de asfixia, todo era más difícil...

Y cuando la troll vio que los gigantes —tan torpes—, no se iban, su único remedio fue sacarlos a escobazos.

***

—¡Oh! —se lamentó Drácula cuando su garganta se hubo aliviado.

—¿Qué pasa amo? —preguntó la troll.

—Si sigo así no podré salir para Halloween a asustar a los mocosos ésos...

—Pero tu ni siquiera quieres a los niños ¿Por qué te preocupas por ellos?

—¡Pues justo por eso! Si no los quiero, entonces me es más divertido verlos sufrir, además... ¡Ser Drácula no es para cualquiera! No puede haber quien me reemplace. ¡Ja! Solo míralos: mal vestidos y con empleo, ¡bebiendo licor y no sangre!, con feas pecas, sus panzas, ¡qué ofensa para la cripta!; cuando corren no son tan rápidos, ¡y sus caras! Ni hablar de ellas... ¡Todas rojas y sudadas al hacer este deporte! ¿Te lo puedes imaginar? Dráculas con espinillas, gordos, lentos, ¡feos! (Y específico que soy realmente guapo, sí, sí... Lo sé muy bien) ¡Y con colmillos humanos! No, no, no. Ser Drácula no es para cualquiera. Es por eso que no creo en la competencia, porque no soy como el resto. Mira al ratón Pérez: ¡Hay ratas en cada casa hoy en día! (Eso además que le pueden tirar un mata-ratas en cualquier momento). Mira a Santa Claus: todos los viejos son gordos y comelones ¡¿Quién no puede parecerse a ése?! Y mira al conejo de Pascua: ¡A los conejos se los comen! (Aunque nunca los he probado pensando que el día que lo haga, será mi propio socio). Pero yo... Tan guapo, tan alto, veloz, elegante y a pesar de tener miles de años enzima ¡Sigo joven! ¿Lo ves? Soy el único e inigualable Drácula.

—Ah... Pero en Halloween ahora hay más fiesta y dulces, que sustos y sangre...

—¡¿Qué?! —chilló de pánico—. ¿Ya no doy miedo?

—Humm. Siglo XXI, ya no siglo XIX... —dijo pensativa— Nop. Ahora ya no das miedo, ahora lo que a un adolescente promedio le da miedo es perder su celular por más de media hora o que alguien feo lo bese...

—¡¿Pero qué pasado?! ¡¿No doy miedo ya?! ¡No puede ser posible! —gritó desesperado.

Se lanzó al ataúd donde dormía, y luego... ¡Caray! ¿Qué era eso en su espalda? ¡¿Una estaca de madera?!

—¡¡¡Ya estoy harto!!! —gritó encolerizado.

***

Como Halloween aún no terminaba, Drácula pretendía cumplir su misión anual —que la había dejado tirada desde hace un siglo—, así que se lavó los colmillos para dejarlos apestosos a sangre y a la vez relucientes.

Se cepillaba frente un espejo —que no se reflejaba, claro—, con gran fuerza y esmero, pero al escupir vio una extraña espuma que le dejó la boca muy refresca y... ¡Demonios! ¡Esa no era su pasta dental! En cambio aquella pasta afuera decía:

Colgate Plus Luminus With
Dientes blancos más blancos
#1 recomendada por odontólogos
Frescura hasta por 12 horas

¡Qué tremendo infarto se iba a llevar consigo al hospital! ¡Usó pasta de humano!

—¡Noooo! —y por primera vez en diez mil millones de años, ese carmesí, uno tomatito, color ketchup, apareció en sus mejillas del enfado.

La troll aturdida, corrió hasta ver qué pasaba y se encontró al colorado Drácula haciendo una pataleta como un chiquillo. La troll no pudo evitar reírse, tanto que hasta se puso morada por no poder respirar.

—¿Y tú de qué te ríes? —enfurecido, Drácula comenzó a buscar su traje para esta noche.

Cuando la encontró —entre cajones llenos de calcetines—, se lo puso y se dio cuenta que... ¡Vampiros en ajo! ¡Ese no era su traje!

Las piernas le quedaban como chorizos fuertemente apretados, su pecho ahora era lo que más se notaba y al final se hacía semejante a una zanahoria vampiresa. ¡Estaba horrible!

***

—¡Este traje es incómodo! —se quejaba cerca de la ciudad.

—¡Tu no querías el traje de mariachi! Ahora no renieges —habló la Troll.

Cuando llegó al parque y pudo ver el primer grupo de niños, notó que estaban aterrorizados con un show llamado "El show de Drac"... Eso le sonaba familiar... Tan familiar que en su propia familia encontró aquel nombre ¡Era Drac su primo! ¡Demonios! Desde siempre había sido mejor que él en casi todo e incluso era más rápido.

¡Él había arruinado su Halloween con esas tontas bromas!

Fin.

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