"Querida Mary:

Escribo esta misiva esperando te encuentre a buen recaudo. Lamentablemente, no puedo afirmar que tales sean las condiciones en las que me encuentro.

Nuestra detectivesca empresa en Boscombe sufrió un siniestro giro de eventos. Lo que comenzó como un caso que desafiaba la lógica, tanto mía como del doctor Holloway, se ha tornado en una cuestión de vida o muerte.

Investigar los asesinatos ocurridos en la localidad nos condujo a una caverna en lo profundo del valle. Mientras la explorábamos, sentimos una presencia acechando en la oscuridad y el guía que nos había acompañado soltó un alarido de muerte, como aquellos que no escuchaba desde Afganistán.

Cuando volvimos nuestras linternas en esa dirección, vimos algo descomunal, con millares de ojos surgiendo y perdiéndose de nuevo en la masa deforme que era su cuerpo. ¡Ah! La bestia me vio directo a los ojos y pude sentir, con indescriptible horror, el pútrido aliento que emanaba de su interior.

Conseguimos escapar, mas no pude evitar sentir que la bestia seguía acechándonos, rastreando nuestros pasos a través del valle.

No sé qué destino nos espera, Mary. Holloway reunió un grupo de valientes para enfrentar a la bestia, en caso decida mostrarse. Si la Providencia nos sonríe, esta carta llegará a ti poco antes de mi regreso a Londres. Espérame.

Quien te amará por siempre,

John."

—Transcripción del manuscrito hallado en 1889 junto al cadáver desmembrado de John H. Willow en Boscombe, Herefordshire, Inglaterra. Ningún otro ser humano, vivo o muerto, fue encontrado.