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¡Navidad 2023!

Navidad.

Una de las mejores épocas del año; en donde todas las casas son decoradas de pies a cabeza con preciosos adornos navideños, las personas cantan villancicos y un enorme árbol se pone dentro de las viviendas de las personas, esperando a ser repleto de regalo, pero eso no es lo mejor de la navidad, si no que la puedes compartir con amigos y familia.

Familia que, este año, una pequeña escritora quiere unir, por lo cual mando un par de cartas a los miembros de su pequeña familia, buscando que estos la leyeran y asistieran a un pequeño, y apartado salón, para encontrarse por primera vez con ellos...

Las primeras personas en llegar, son una pareja de jóvenes en una Jeep negra, la cual es manejada por un chico que tiene el cabello tan negro como la oscuridad y los ojos igual de azules como el mar, y a su lado, una chica con muchas pecas en su rostro, las cuales hacen similitud a la formación que hacen las estrellas en el cielo nocturno, pasea sus ojos verdes y curiosos por el salón que se encuentra frente a ellos.

—¿Es aquí?—pregunta la chica, una vez su pareja se detiene fuera del lugar.

—Si... O bueno, eso decía la invitación.

Él chico, vuelve a tomar la invitación que le fue llegada a su apartamento hace unos días con los nombres «Dylan & Beca» escritos en el centro, para verificar nuevamente la dirección que está tallada con tinta en el reverso de la invitación y, cuando verifica que están en el lugar que marca la invitación, voltea su cabeza hacia Rebeca, la chica llena pecas, y asiente una vez con la cabeza.

—Si, aquí está.

—¿Estás seguro?

—Si.

—Pero se ve tan... solo.

Hace una mueca al ver de nuevo el lugar que, a pesar de estar rodeado de casitas que están decoradas de acuerdo a la época del año, sigue viéndose solo y sombrío.

—Beca —él chico tomo a su novia de la barbilla y volteo su cabeza en su dirección—, si no te sientes bien aquí dime y nos vamos de inmediato.

El corazón de la chica se derrite en su interior, al ver los ojos angustiados de su pareja, quien la miraba expectante esperando una respuesta

—Pero, ya viajamos hasta aquí. Literalmente atravesamos toda la ciudad para venir a este lugar.

—Y la volveremos a atravesar si no te sientes cómoda aquí, cielo. Solo dímelo y nos iremos.

Él, con sus ojos clavados en ella, espera con paciencia a qué su novia decidiera que hacer, dispuesto a irse al segundo si se lo pedía y ella, lo sabía.

Rebeca le da una rápida ojeada al lugar antes de mirar con firmeza a su novio.

—Entremos. Tengo curiosidad de que hay adentro.

—Está bien.

Dylan con su mano, tira de ella hasta dejar un corto beso en sus labios. Beso que, a pesar de que fuera apenas un frágil roce, fue lo suficiente para enviar corrientes eléctricas en el cuerpo de ambos.

—Al primer momento que te sientas incómoda, con miedo o lo que sea, me dices y nos vamos inmediatamente, ¿bien?

—Bien.

Él chico pelinegro asiente con la cabeza, conforme con la decisión de su chica, y baja con rapidez de su Jeep, para irle a abrir su puerta.

—Sigo sin entender porque nos llegó esa invitación. ¿Fuimos los únicos que la recibimos?

—Estoy seguro de que lo descubriremos.

—Solo espero que no aparezca un inmortal o un hombre lobo del otro lado de la puerta y nos asesine. —murmura la chica.

Dylan, detiene su paso, frente a las puertas de madera y voltea a ver a su pareja con una ceja enarcada.

—Creo que es momento de dejar de leer tanta fantasía, estrellita.

—Cállate.

Una sonrisa aparece en el rostro del chico, luego de obedecer su petición, y un pensamiento aparece en su mente: «estrellita mandona».

Sin quitar ese pensamiento de su rostro, tira de la mano de Rebeca para esconderla solo un poco detrás de él, listo para defenderla de cualquier cosa, y pone su mano izquierda en una de las puertas de madera, listo para empujarla y revelar su interior.

•••

Mientras la primera pareja entraba al interior del oscuro lugar, la segunda pareja, un poco tarde de la hora asignada en la invitación, se acercaba cada vez más al lugar.

La rubia, canta con fuerza «revenge», canción del pelinegro tatuado que está a lado de ella manejando, con una pequeña sonrisa al escuchar los cánticos de su novia que, aunque cualquiera pensaría que sus cantos son peores que los gritos de una mandrágora, él piensa que su voz, entonando sus canciones, es de las mejores cosas que pudo haber escuchado.

Ahí una prueba de que el amor nos hace ciegos.

O sordos...

—Que encantadora es tu voz, rubia.

La chica «rubia», como él la llama, rueda los ojos, sabiendo perfectamente que es mentira, aunque no puede negar que cuando le dice eso, le dan unas inmensas ganas de gritar de felicidad.

—Se que mientes, Jay.

—No miento.

—Se que lo haces.

—¿Por qué lo dices?

—Porque nunca nadie me lo había dicho.

—Eso es porque yo tengo gustos excepcionales.

La chica esboza una pequeña sonrisa y tras eso, su novio se detiene afuera del lugar donde fueron citados; justo a lado de una Jeep negra.

—Parece que no fuimos los únicos citados.

—¿Quién más podrá estar aquí?

—No sé, pero quién sea ya está dentro el lugar. —suelta el pelinegro, señalando las puertas de madera abiertas.

—Vayamos a ver...

Ambos salen del vehículo del chico y se encaminan hacia la entrada del lugar, no sin darse la mano antes de entrar.

El lugar está totalmente oscuro, ni siquiera la luz de la luna alumbra lo suficiente como para ver más allá de unos pasos lejos de las puertas abiertas.

—Espeluznante. —susurra, en voz extremadamente, la chica.

—Coincido contigo, Paris.

Ambos, sin soltarse de las manos, comienzan a caminar dentro del lugar, forzando sus ojos a ver por la espesa negrura que se esparce del lugar, sin saber que en este mismo lugar, la primera pareja caminaba de aquí a allá, con pequeños pasos, buscando un interruptor con el cual pueda prender las luces del enorme salón.

Al escuchar los zapatos del cantante de música pop y su fanática dar pasos por el lugar, el chico de ojos azules inmediatamente apagó la linterna de su teléfono, y un sexto sentido se activo en él.

Estira su mano, buscando la de su pareja, y apenas la encuentra, tira de ella hasta ponerla detrás de él.

—¿Qué pa...?

—No te despegues de mí.

Rebeca, con un escalofrío recorriendo su espalda ante las palabras de Dylan, se pega lo más que puede a él, siguiéndolo mientras da suaves y silenciosos pasos hacía la entrada. Lo que no saben, es que la segunda pareja, Jayden y Paris, caminan en dirección a ellos.

—Deberíamos prender nuestra linterna, Jay.

—Si, buena idea.

El cantante, obedeciendo a Paris, saca su teléfono para encender su lámpara.

—La verdad es que no lo había pensa...

Gritos.

La lámpara apunto hacía Dylan y Rebeca que están más cerca de ellos de lo que pensaron, haciendo que ambas parejas se asustaran se sobremanera y comenzarán a gritar los cuatro con fuerza.

Las dos chicas y los dos chicos, continuaron gritando hasta desgarrar su garganta y no pararon hasta que las luces por fin se prendieron; cegando a las chicas —quienes eran las únicas que mantenían los ojos abiertos— y alumbrando cada rincón oscuro del lugar.

Tanto Paris, como Rebeca fueron las únicas que guardaron silencio apenas la luz tocó sus ojos, pero los chicos, continuaron con los ojos cerrados y gritando con fuerza.

Ambas se dieron una mirada extrañadas, antes de que la chica castaña tire del brazo de su pareja que, a pesar de que continúo gritando, todo el tiempo la mantuvo detrás de ella.

Apenas Dylan sintió como su pareja tiraba de su brazo, empezó a abrir sus ojos lentamente y sus gritos disminuyeron poco a poco hasta que estuvo en total silencio, luego de que notó que no había peligro. Sin embargo, no se puede decir lo mismo del cantante, ya que solo detuvo su, muy agudo, grito cuando percibo que ya nadie más estaba gritando.

Cuando por fin abrió los ojos el cantante, paso su mano que sostenía la de la rubia, hasta su cintura, pegándola de inmediato a su cuerpo para poder protegerla ante cualquier mal que se presentará, pero cuando miro a su alrededor y encontró solamente un enorme árbol navideño a su derecha y otras dos personas enfrente de ellos, supo al instante que tanto él, como su novia, estaban fuera de peligro.

Lo cual provoco que se sintiera avergonzado por haber gritado de esa manera, pero no solo él, ya que el pelinegro también se sentía bastante apenado. Por el contrario a la vergüenza que sentían ellos, Rebeca los miraba a ambos entre divertida y confundida por sus gritos, mientras que Paris solo miraba a su pareja con una de sus manos cubriendo sus labios para no soltar la carcajada que amenazaba por salir de su boca.

—¿Qué se supone que fue ese grito, Jay Jay?—cuestiona Paris, con toda la diversión plasmada en el rostro.

—Solo...guarda silencio, rubia, por favor. —suplica el cantante, mirando a otro lado para esconder el rojo de sus mejillas.

Por supuesto, eso no sería algo que la chica olvidaría, pero por ahora, lo dejaría pasar.

—Un momento, ¿tú no eres Jayden Blackwood?—cuestiona la castaña, mirando al susodicho.

—Si...

Entrecierra los ojos en su dirección y presiona más a Paris contra él, en un abrazo bastante protector, como si temiera que le fueran a hacer daño.

—¿Y qué haces aquí? ¿Ustedes también recibieron la invitación?—pregunta Beca, haciendo notar su curiosidad.

Los mira, expectante a una respuesta, detrás del brazo de Dylan, ya que aún le impide salir detrás de su espalda.

—¿Hablas de la invitación misteriosa que solo venía con nuestro nombre, dirección y una hora de llegada?—pregunta la rubia.

La primera pareja asiente repetidas veces con la cabeza.

—¡Si nos llegó!—exclama con emoción, agitando a su novio por el brazo.

—¿Y tienen idea de por qué?—se hace notar la voz de Dylan.

Niegan la cabeza.

—Tal vez unos vampiros nos citaron aquí para devorarnos como cena de navidad. —murmura Rebeca, pegándose más a su pareja.

Él la vuelve a ver, con una sonrisita y acostumbrado a aquellos comentarios; «increíble que aún siga aferrada a la idea de los vampiros», piensa Dylan, divertido.

Y, al instante, luego de los pensamientos de Dylan y la pregunta de Rebeca, una hoja doblada por la mitad, descendió desde el techo hasta aterrizar en medio de ambas parejas.

Los cuatro, curiosos, se inclinaron hacia enfrente, mirándola con fijeza, como si esperarán que de esta fuera a salir un elefante o tal vez una bomba.

—¿Qué es eso?—la voz bajita de Rebeca se hace presente.

—Averigüémoslo.

Seguido de eso, Paris se agachara para tomarla en su mano y tras levantarse con ella, la desdobla.

«Queridos invitados:

Me alegra mucho saber —y ver— que los cuatro de ustedes ya se están aquí; tal vez un poco confundidos y puede que un poco temerosos porque no saben porque se les citó aquí, sin embargo, he de decirles que no es necesario que sientan terror o angustia, ya que la intención por la que los reuní aquí es totalmente inocente.

¿Ven el gran árbol que está a su lado? ¿Ese que el cuál ahorita todos ustedes están volteando a ver?

Bueno, su deber es decorarlo lo más navideño que puedan.

Y se preguntarán, ¿con qué decoraremos el árbol? Bueno, al otro lado del árbol, cayendo justo ahora con un gran estruendo que los hará dar un brinco del susto, se encuentran las decoraciones navideñas que usarán para cumplir con la meta impuesta.

Pero atención, no solo se trata de decorar el árbol, no, se trata de que ustedes, mientras hacen está actividad, convivan, charlen, se conozcan y que pasen un cálido momento y bonito mientras decoran el arbolito.

Disfruten este momento, porque les aseguro que en este momento, varias personas lo están disfrutando.

Con amor, H.

El silencio en la habitación se extendió hasta cada rincón de la habitación, luego de que Paris termino de leer aquella carta que cayó del techo y de que un estruendo, provocado por cajas, recorriera la habitación.

—Ya lo dijo la carta; es hora de decorar. —dice Jayden.

Dylan, con una mano en el pecho, aún tratando de recuperarse del susto que le ocasionó el sonido de las cajas cayendo, y con la otra entrelazando la de su novia, rodea el árbol en busca de las decoraciones de las que hablaba la misteriosa carta, y una vez las ven ambas parejas, deciden que es momento de ponerse manos a la obra.

•••

Los cuatro comenzaron con su arduo y divertido trabajo de decorar el gran árbol, con forme a sus personalidades, y charlando mientras estaban realizando aquella tarea.

—¿A ti no te gusta leer?—cuestiona la castaña, bastante ofendida.

Paris niega con la cabeza con una mueca.

—¿Por qué?

—Me aburre un poco. Si llego a leer es porque de verdad me llama la atención o porque es de planetas.

—Oh, ya veo.

La rubia continúa sacando las decoraciones, cuando de pronto un grito bastante agudo sale de sus labios haciendo que Rebeca de un pequeño brinco hacia atrás y la observe aterrada.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué ocurre?!

—¡Es una esfera de Saturno!—exclama con voz chillona y sus ojos lagrimosos de emoción, mientras saca aquella peculiar esfera.

Rebeca se le queda viendo, atónita sin poder creer que haya gritado de esa forma con una... esfera.

—¡Debo enseñársela a Jayden!

La chica, sale corriendo en dirección hacía donde los dos chicos se encuentran, desenredando las luces navideñas.

—¡Jay! ¡Jay! ¡Mira, mira!

Detiene su carrera cuando llega hacía él y alza la esfera, con una sonrisa, hasta que queda justo enfrente de sus ojos.

—¡Es Saturno en forma de esfera!—dice con evidente emoción— ¡Insulso tiene sus aritos alrededor!

El cantante sonríe de lado y suelta las luces para tomar la decoración.

—Que peculiar esfera.

—¡¿Verdad que es preciosa?!

—Definitivamente lo es, rubia —toma su barbilla entre sus dedos—. ¿Y no encontraste una de tomatito?

Las mejillas de la chica se tornan totalmente rojas, haciendo que la sonrisa de Jayden creciera ante el color que tanto disfrutaba ver en ella.

—Que fanática tan bonita.

Le deja un corto beso en los labios, provocando que las mariposas de su novia se movieran por todo su estómago mientras cantaban felizmente «Lover», canción que ya era como un himno para ella.

—Bueno, yo voy a... ayudar a Rebeca.

Seguido de eso, aún con sus mejillas super rojas, corrió despavoridamente hacia la castaña que decoraba el árbol con esferas características a «Harry Potter», películas y libros que, por supuesto, ama.

El chico, vuelve a su tarea de desenredar las luces navideñas, y mientras él lo hacía, Dylan tenía una duda plantada en la cabeza, así que sin poder retenerse, se vuelve al cantante.

—¿Ella es tu fanática?

El cuerpo de Jayden se tenso de pies a cabeza ante su pregunta, y las ganas de negarlo se hicieron presentes, sin embargo no lo hizo; algo del chico le hacía sentí que podía confiar en él. Que si le decía la verdad, no lo vendería a la prensa o lo juzgaría, así que asiente una vez, firmemente, con la cabeza.

—Oh, vaya; que curioso.

—«¿Curioso?»

—Si. Por mi novia he leído varios libros de romance y, en alguno que otro, cuentan historias como de una chica normal invocándose con un cantante o viceversa, entonces se me hace curioso ver una de esas historias en la vida real.

—Ah.

El silencio se vuelve a extender entre ambos, luego de esa corta respuesta que le dió el cantante —debido a qué no sabía muy bien que decirle— y durante ese tiempo, Dylan aprovecha para darle una ojeada a su novia.

Una sonrisa se adueña de su rostro cuando la ve a ella sonriente y con un brillo en los ojos cada que pone una esfera nueva: «¿Cómo es posible que la ame tanto?»

Aquella mirada de amor, obviamente, no paso desapercibida para el cantante, por lo que decidió carraspear, antes de preguntarle.

—Se ve que la quieres mucho. —dice tratando de ser casual.

Dylan, sonríe.

—La palabra «querer» se me hace muy pequeña para expresar mi amor por ella.

—Ah —frunce el ceño y lo vuelve a ver—. ¿Entonces, la amas?

—Si. Le he amado desde que la vi por primera vez.

Jayden asiente y no puede evitar sentirse conmovido por sus palabras y el sentimiento con el que lo dice.

Durante su tiempo en la fama, muy pocas veces ha visto la palabra amor ser transmitido con algo más que la palabra «te amo», palabras que muchas veces está vacía, pero viendo a aquel chico profesar sus sentimientos por ella y transmitirlo mediante sus ojos y sonrisas, puede estar seguro que él en verdad la ama.

Él cantante iba a pronunciar otra palabra, sin embargo las puertas e madera abriéndose con suavidad, estuvo su habla y ambos guiarlos su vista hacía la entrada.

Una chica castaña, de mediana estatura, con ojos unos color miel que reflejaban tanto pureza como inocencia, tez clara sin ningún tipo de grano, lunar o peca, se encuentra en el marco de la puerta. Llevaba su cabello recogido en una coleta alta —sin dejar ningún cabello de fuera— y su cuerpo envuelto en un traje lo bastante formal como verse fuera del lugar entre las personas de la habitación.

—Buenas noches, ¿este es el salón de la calle Rodríguez, 903?

—¿Tú también recibiste la invitación?—cuestiona Beca, con una ceja alzada.

—Si.

—Oh, ¿y cómo te llamas?

—Mi nombre es Cassandra.

—Que lindo nombre tienes —adula Rebeca—. Ven, entra con nosotros.

La chica, sin perder su porte, da un paso adentro, sin embargo se detiene cuando el sonido fuerte de una motocicleta se escucha en la parte de afuera.

Las dos parejas se miran entre ellas con confusión y antes de poder decir o hacer algo, un chico alto con el cabello castaño y unos preciosos y brillantes ojos verdes se detiene en el marco de la puerta, justo detrás de la chica.

A comparación de ella, el chico no reflejaba inocencia, no, si no que su mirada era perversa, fría y calculadora; incluso, su mirada, combina con su ropa de cuero y las perforaciones que se ven a simple vista en su rostro.

La frágil chica, delante de él, lo observa con curiosidad, ya que nunca antes había visto a algún chico con la ropa, perforaciones o a fría mirada que él portaba... le parecía extrañamente fascinante.

Al sentir la mirada de ella encima de él, su ceño se frunce y alza una ceja.

—¿Se te perdió algo, muñequita?

Ofendida, por tal apodo la chica, luego de lanzarle una furiosa e indignada mirada, vuelve su vista hacia enfrente encuadrando sus hombros y recuperando su porte.

—Supongo que tú también recibiste la carta. —murmura Paris, luego de aquel comentario.

—Mhm.

Tras ese pequeño sonido, el chico saca un cigarrillo y tras llevárselo a la boca lo enciende. Tal acción hizo que la chica hiciera una mueca y se alejara de él para adentrarse al salón.

—Bueno... ¡Sigamos con nuestras actividades!—animo la rubia.

•••

La noche transcurrió y todos los presentes en la habitación —excepción del último que llegó—, ayudaron a hacer el más bonito y brilloso árbol.

Cassandra no hablo mucho, solo se limitó a decir unas cuantas palabras cuando era necesario y a acomodar correctamente las esferas que estaban mal posicionadas, mientras que el chico de la moto los veía desde la entrada fumando su cigarrillo.

Los demás sí que hablaron, incluso se hicieron bastante amigos; en especial Jayden y Dylan, ya que este último estuvo dándole algunos consejos para que su relación con su novia, Paris, saliera adelante.

Esperemos que les sirva.

Y, para cuando terminaron, luego de mucha charla y esfuerzo, tenían el árbol más luminoso y —en la opinión de la escritora— bonito del mundo.

—¡Acabamos! ¡Que bonito que está! —exclama Paris, tomando a Rebeca del brazo y agitándola con una fuerza desmedida.

—Se ve muy bonito. —halaga, luego de que Paris termino de moverla por el brazo.

—Tan bonito como tú. —murmuro su novio en la oreja de Beca, haciéndola sonreír.

—¿Y ahora qué hacemos?—pregunta el cantante.

Antes de que alguno de los presentes en la habitación pudiera responder, el sonido de una radio se hizo presente en algún lugar de la habitación...

¿Hola? ¿Hola? Probando, probando.

¿Alguien que me escuche?

—Que demo...

Bueno ojalá alguien me escuche porque estoy de comunicarse entre dimensiones está bastante difícil.

En fin, eso no es lo importante, sino que ¡acabaron el árbol! ¡Felicidades!

Debo decirles que es el árbol más bonito que yo alguna vez he visto, ¿eh? Incluso superan el de mi abuelita, algo casi imposible, así que por favor, ¡dense un aplauso! Se lo merecen.

Los chicos, incluso el motociclista que no ayudó en nada, se dieron un aplauso por su logro, sin entender mucho todavía que estaba ocurriendo.

Seguro que ahorita no están entendiendo mucho de lo que está pasando y no saben de quién es está chillona voz que sale de algún lado del salón, así que permítanme presentarme...

Me llamo Hanna y, aunque ustedes no me conozcan ni les suene el nombre, soy alguien más importante de lo que ustedes creen para sus vidas. Soy la que está detrás de todos ustedes...

—¿Detrás de nosotros?—cuestiona Paris, confusa.

Así es, Paris, yo soy la que está detrás de ustedes y no literalmente, así que no voltees a tu espalda.

Paris detiene su acción.

En fin, él día de hoy, como pudieron leer en la carta que les lancé al principio, los cite aquí para que ustedes convivieran en esta bonita Navidad, y llenarán el corazón de felicidad de mis bonitas lectoras...

—Un momento, ¿dijiste lectoras?

Así es Beca, lectoras y estoy segura que lograron hacer feliz a una que otra de ellas.

Pero no solo los cité aquí para ello, si no también para darle la bienvenida a los nuevos integrantes de la familia que se estarán uniendo pronto en próximas historias...

—¡¿Historias?! ¿Cómo qué historias?—exclama Beca, impresionada.

No te martirices tanto con eso, Beca, al final de la noche olvidarás esto para que no alteren su universo, así que, como les decía, también invite a las próximas personas que estarán formando parte de nosotros...

Entre ellos están Cassandra, como ya la conocen, y Forsythe, chico de la motocicleta.

El porte de Cassandra vaciló un poco antes la mención de su nombre y Forsythe, se acercó a ellos lentamente, más interesado, al escuchar su apellido.

También habrán muchos más integrantes, pero por desgracia no todos pudieron venir, porque mientras unos están ocupados en su época, otros no pueden porque viven muuuy lejos del lugar citado u otros con su simple asistencia es un gran spoiler para las nuevas historias, así que lo mejor es mantenerlos en casa...

En fin, muchas gracias a ustedes que asistieron a esta pequeña reunión navideña y por darme mucha felicidad a mi y a mis lectoras este bonito año. Sigan repartiendo mucha felicidad y sigan llenando los corazones de las personas...

Oh no, ¡La transmisión está a punto de cortarse!

El sonido de aflicción en todos los presentes fue inmediato cuando la voz dijo tales palabras.

Lo siento, chicos, pero debo irme. La transmisión entre nuestros universos está a punto de cortarse.

—¿Te vas?—cuestiona la rubia con tristeza—, pero si acabas de llegar.

Si. Lo siento, Paris, pero la transmisión está a punto de colapsar.

—¿Te volveremos a... escuchar?—pregunta la suave voz de Cassandra.

Por supuesto que sí. En especial tu, Cass...

¡No puede ser! ¡La transmisión se corta!

Otra vez, los sonidos de angustia se hicieron presentes.

Antes de que se corte debo decirles que apenas crucen por la puerta, todos sus recuerdos de este momento serán borrados, ¿bien? Cómo lo dije, si se quedan con estos recuerdos, pueden alterar su universo y... es mejor no hacerlo.

Como sea, ¡Feliz navidad a todos ustedes y próspero año nue...!

Antes de que pudiera terminar con felicitación, la transmisión finalizo.

Los presentes de quedan en silencio y con un amargo sabor de boca al ver qué aquella persona se había desvanecido...

•••

Luego de que aquel momento terminara, el primero en irse fue Forsythe; agarró su moto y se fue, olvidándose y dejando marcha atrás cualquier recuerdo de ese momento. La segunda en irse, fue Cassandra, luego de despedirse con un apretón de mano de todos los presentes se retiró del lugar, dejando solamente a las dos parejas.

No pasó mucho tiempo para que Paris y Jayden se fueran, aunque no querían hacerlo debían de, ya que Jayden prometió dejar a Paris en su casa puntualmente, dejando atrás solamente a Rebeca y Dylan; los primeros personajes en ser creados.

—Es momento de irnos, cielo.

—Si, lo sé.

Luego de que Beca le diera una última ojeada al lugar y al árbol navideño, ambos se tomaron de la mano y salieron del lugar...

Y, tal como se les dijo, cuando pusieron un pie fuera del lugar, todo aquel recuerdo desapareció, pero no solo eso, sino que también, el lugar en donde habían estado.

Confundidos, al ver qué estaban muy lejos de su casa, se subieron a «Venom», la Jeep del chico y emprendieron camino a su hogar. Dejando atrás a una chica muy feliz por haber visto convivir a sus queridos y amados personajes...

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