La casa de carne
Hace mucho tiempo, como hace ya 3 décadas, había una familia, conformada por un padre que trabajaba como doctor, una madre muy bella, un hijo inocente y un perro muy fiel y valiente. Ellos vivían felices, sin ninguna preocupación o malestar, siendo la envidia de todos por su riqueza y carisma. Vivieron primero en una casa ubicada en Tehuacán, puebla. Pero luego se mudaron a la ciudad de Mérida, en Yucatán, donde consiguieron una casa, que era tan grande que parecía una mansión, y estaba hecha de los materiales más caros, pues tenía en sus paredes la más fina madera de árboles extranjeros, un piso hecho de granito, y ventanas que uno podía golpear cientos de veces y no se rompían.
De el lugar se decían cosas extrañas. No se sabe con certeza quién construyó aquel sitio, pero se dice que fue una familia horrible que llegó en el sitio a secuestrar a varias personas para torturarlas y matarlas. De las supuestas personas secuestradas por la familia nunca se supo el paradero, por eso surgió el rumor. Se dice que se las comieron, y los huesos los usaron para hacer muebles, como portapapeles con los cráneos y sillas con los huesos de las manos y piernas, pero que después no se supo que pasó con los huesos. Lo que si se sabe es que el último dueño fue un hombre de avanza edad que no duró ni 3 meses en aquella casa por qué murió.
La estadía de la familia en aquel lugar fue de los más placentera y tranquila. Bueno, solo los primeros 2 días, después, ya todo fue más raro.
La madre, que estaba la mayoría del tiempo en casa, empezó a ver cómo su hijo hablaba con un aparente amigo imaginario, que según el niño, tenía apariencia como de mezcla entre niño e insecto.
Los padres tenían sueños de lo más retorcidos, en los que sucedían cosas inenarrables y repugnantes. El padre no pudo olvidar que una semana después de mudarse a aquel sitio, tuvo un sueño en el que hormigas bala se colaban por sus oídos y su boca, y empezaban a picarlo. Y es que las hormigas bala son conocidas por su picadura, parecida, como se puede suponer, al impacto de una bala. El sufrimiento sufrido por el padre fue algo horrible, algo tan realista. Una pesadilla que le dejó cicatrices, que lo hizo estar en el psicólogo mucho tiempo. Y por eso, él se empezó a desarrollar un comportamiento explosivo, que lo hizo estar menos con su hijo, quién empezó a platicar más con su amigo insecto, y lo que molesto en silencio a su papá.
Aún para mayor desfortuna del padre, también se oían golpes en las paredes. Súplicas de personas que podían ser escuchadas a veces por las noches, como si se tratara de una especie de último mensaje a los habitantes del recinto. Y en los últimos días que pasaron en la casa, vieron espectros, personas que tenían siempre una serie de características; una expresión depresiva y melancólica, rasguños en diferentes partes del cuerpo y la incapacidad de comunicarse.
La madre por alguna razón empezó a decir que oía sonidos viscosos dentro de la televisión. Era algo tan surrealista que ni en broma el padre le creyó. El hombre estaba ya tan loco que le golpeo a su esposa un día que dijo volver a oír aquellos ruidos. Y después, también la llevo al psicólogo.
Ya los vecinos estaban tan asustados con la situación de la familia, que no era un secreto para nadie, que ya nadie hablaba con ellos. Viendo al niño hablar con la cucaracha en el parque, los demás chicos no querían ni que él les pasará la pelota. Viendo al padre con su expresión malhumorada, sus pacientes hablaban apenas 3 frases y evitaban el contacto visual. Y viendo la desesperación en la mirada de la madre, las demás mujeres no le invitaban al club de lectura.
Era una casa de locos, un sitio ya desesperante para las personas que vivían ahí. ¿Por qué no se iban entonces? Pues por qué ya no tenían dinero. El psicólogo de los padres y la misma casa los habían dejado ya algo pobres. Incluso llegaron a vender al perro, algo que de hecho, poco le afecto al niño, pues ya estaba muy enganchado hablando con su amigo.
El papá ya estaba loco por las pláticas constantes que tenía con "el niño cucaracha" así que castigo al niño teniéndolo encerrado todo el día en su cuarto, y si veía que hablaba con su amigo cucaracha, su castigo sería más largo. En un momento, cuando fue a ver cómo estaba el niño, como lo había hecho desde hace rato. Pero cuando fue a verlo, lo encontró muerto, teniendo cristales en la cabeza y extrañamente estando la ventana destruida. El que pasó es algo inexplicable. Los padres lloraban incesantemente, viendo el cuerpo muerto del niño con vidrio en la cabeza y sangre saliendo a litros de ella.
Los días que siguieron en la casa tuvieron una atmósfera deprimente. No había ya ánimo en aquella casa de espectros. Los padres solo tenían expresión de tristeza y a veces de desesperación debido a todo lo que pasaba en aquel sitio, lleno de maldad.
Nadie espero que después la madre terminará suicidándose, sumando otra tragedia.
En los días siguientes de aquel fatídico hecho, el padre no fue visto de nuevo, ya no saliendo de su casa ni para trabajar, y abandonando todo pensamiento de abandonar el hogar de mala muerte. Un día que intentó un vecino entrar al hogar y ver que pasaba con el hombre, vio su cuerpo ya muerto de inanición.
Los años siguientes el hogar ya no fue alquilado por nadie, nisiquiera por los extranjeros que preferían estar en la calle antes de vivir allí.
Un día muy recordado en Yucatán, un tornado acompañado de una fuerte lluvia azotó toda la ciudad, destruyendo todo. Destruyó varios sitios, desde restaurantes hasta casas, e incluso la casa. Pero algo que nadie espero, fue lo que ocultaba la casa dentro de sus caras y finas paredes, ya que cuando se revisaron los escombros de los lugares devastados, nadie quiso ir a ver la casa. Pero, en un momento, una señora que pasaba por ahí, dirigiéndose a uno de los escombros, se murió de un infarto al ver por un santiamén el lugar embrujado. Y si, literalmente se murió de un infarto.
En ese lugar había varios esqueletos ya antiguos.
Eso fue algo realmente espeluznante.
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