7. Las tres citas, final
Cita 3.
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Observó con insistencia el calendario sobre su escritorio aquella mañana, habían pasado varios días ya sin recibir una llamada o mensaje de Julian. Saori no quería reconocer que extrañaba su voz y sus mensajes cursis en el celular. Estaba sentada en su escritorio tratando de concentrarse en un memo que tenía que leer guardando el teléfono celular en un cajón para no estar tentada a mirarlo de vez en vez. Suspiró de fastidió reconociendo lo absurdo de su actitud, ¿por qué estaba a la expectativa de una llamada o un mensaje de Julián Solo? Aquello no tenía sentido y comenzaba a odiarse a sí misma por haberse permitido salir con él y meter su cabeza en líos.
—Esto no puede ser... —se levantó de la silla de un salto dirigiéndose a la ventana, no pudiendo evitar sentirse triste por la ausencia del joven quien seguramente estaría cortejando a alguna otra chica o a lo mejor se había regresado a Grecia sin despedirse. La peor parte era verse a sí misma imaginando cosas.
—¿Está bien Señora? —Tatsumi acaba de entrar llevando una bandeja con la tetera caliente y una taza— La veo algo preocupada.
—No, no tengo nada, estoy bien —se sentó en su sillón favorito mientras él le servía el té de la tarde.
—Me alegro. Por cierto, creo que su teléfono está sonando... —hasta sus oídos llego el débil sonido del timbre del celular que yacía al fondo de un cajón, el corazón de Saori dio un respingo, tomo aire poniéndose de pie para ver de quien se trataba.
Se sorprendió al ver que era él quien llamaba. Tatsumi no dijo nada y, tras lanzar un bufido discreto, salió de la habitación.
—Hola Princesa, ¿cómo estás? —preguntó muy tiernamente él al otro lado de la línea.
—Creí... creí que ya no llamarías —replicó ella tratando de contener su nerviosismo y tomando aliento para no molestarse por su ausencia de tantos días.
—No pude llamarte, estoy en Yokohama sabes, atendiendo una conferencia importante sobre una norma de calidad pero pensé en ti todo el tiempo. Lamentablemente me he desocupado muy tarde todos estos días, pasadas las diez, y no consideraba apropiado llamarte a esas horas.
—Bueno podrías haber mandando un mensaje —respondió la joven sin pensar.
—Es cierto, lo lamento —Julián se disculpó lo mejor que pudo suavizando aún más la voz—. No te enfades Saori, de verdad quería escuchar tu dulce voz estos días.
Saori no supo que responder, pues algo le decía que no estaba mintiendo y se había complicado la mente pensando en quien sabe que tonterías, por lo que tratando de mejorar su actitud sintiéndose más tranquila luego de que él hubiese tenido mucho trabajo sin tiempo para cortejar a otras, fue que también suavizo su tono de voz.
—No, no pasa nada, estaba un poco molesta eso es todo —respondió sonriente—. Me alegra que hayas tenido la oportunidad de llamarme.
—Te dije que estaba planeando algo especial para nuestra tercera salida, ¿conoces el hotel Otani?
—Por supuesto, es uno de los mejores de la zona —respondió sorprendida.
—Habrá una gran fiesta en el Salón de recepciones el sábado, solicité dos boletos para poder asistir y me gustaría llevarte conmigo.
La palabra "Hotel" la puso nerviosa por unos segundos con el corazón latiendo en su pecho a mil por hora, no obstante al escuchar que sería una recepción elegante su mente se relajó sintiéndose más tranquila.
—Me encantaría ir —respondió sonriente sabiendo que no tenía nada agendado para el fin de semana dedicando una hora de la tarde para ponerse al día de todas las cosas que habían hecho desde su última salida.
Sin embargo, Saori sabía que llegaría el día en que él tuviera que volver a Grecia, a su hogar, entonces aquellas salidas terminarían indefinidamente. Aquella idea la entristecía porque le había tomado cariño al joven, mucho más cariño del que quería reconocer.
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La noche del sábado llegó antes de lo esperado, Saori se sentía demasiado nerviosa y a la expectativa de lo que pudiera ocurrir porque tenía en mente que a pesar, de que sería una fiesta elegante el evento al que estaban por acudir, seguía siendo un hotel el lugar al que iban. Mientras elegía con cuidado su vestido de esa noche, pensaba detenidamente si ocurriría algo más además de la fiesta en el Hotel Otani.
La pregunta que le daba vueltas era ¿sería correcto permitir que algo pasara esa noche? Sabía que estaba realmente nerviosa porque se estaba haciendo ideas raras en la cabeza, tal vez solo sería una salida a una fiesta como las demás y no era necesario preocuparse por otras cosas con respecto a esta salida, habría besos y abrazos seguramente pero no más.
No más, se dijo resuelta lanzando un largo suspiro mientras trataba de ordenar sus confusos pensamientos.
Momento más tarde, Julián llegaba puntual en el auto con chofer e iba vestido mucho más elegante que antes usando un traje negro que se veía costoso, además de eso llevaba un ramo de rosas blancas en la mano. Ella estaba sorprendida porque era la primera vez que le regalaban flores sonrojándose apenas este salía del vehículo recibiéndola amorosamente. Saori indicó a Tatsumi que volvería tarde y subió al auto.
—La fiesta es de uno de los empresarios más importantes de este país —comenzó a decir Julián, mencionando el nombre de una famosa Empresa Automotriz y como es que él había conocido al dueño en Yokohama—, es una sorpresa que escogiera ese hotel para hacer su festejo.
— ¿Por qué sorpresa?
—Porque estoy hospedado ahí —Julian hizo la aclaración con toda naturalidad haciendo que el corazón de Saori se acelerará por la noticia— ¿Estás bien? Te has puesto pálida.
—Sí, no te preocupes —respondió fingiendo lo mejor que podía tratando de contener su respiración agitada y los acelerados latidos de su corazón.
La abrazó y la besó durante todo el camino ayudándola a tranquilizarse. En esos instantes fue que la joven detecto el aroma de su fragancia que le llenó la nariz con su delicioso aroma. Saori se tomó su tiempo para aspirar la fragancia reconociendo la elegancia y porte de Julián en todos los aspectos, desde sus atuendos hasta la elección de su loción. La joven estaba extasiada en medio de delirante aroma y las caricias. Llego un momento en que estaba convencida de que podría pasar la velada completa recargada en su pecho.
El hotel en cuestión se encontraba a unos treinta minutos de camino en auto, el tráfico estaba algo pesado pero fluido aunque, adentro del vehículo el tiempo no le importaba demasiado a la pareja ya que ambos hablaban alegremente de esto y lo otro combinándolo con un beso prolongado o una caricia sin prestar atención al reloj. No obstante, Saori esperaba que no llegaran al Hotel sino que se quedaran dentro del auto hablando por más tiempo aunque, le gustaran los abrazos, las caricias y los besos que él le regalaba, tenía miedo por lo que fuera a suceder esa noche.
La idea rondaba por su mente sin darle ni un minuto de descanso.
Finalmente llegaron a su destino y, desde varios metros atrás, se podían ver los autos elegantes en la entrada principal. Apenas se detuvieron frente a la entrada el hotel, el chofer les abrió la puerta y uno de los empleados del establecimiento los guio hasta el salón de recepciones. El salón en cuestión parecía ser el escenario de una película; sus paredes blancas adornadas con una decoración exquisita en tonos dorados, los adornos de la pared parecían haber sido tallados a mano. Así mismo, la mantelería y cubertería resplandecían a la luz de las arañas sobre las mesas ya dispuestas para la cena. El "Vals Gramofon" de Eugen Doga, que era interpetado por la orquesta en vivo, los incitaba a bailar toda la noche.
La parte ventajosa fue que Saori tuvo la oportunidad de interactuar y conocer a otros empresarios importantes que decían estar felices de verla, ya que usualmente no se mostraba al público. Algunos comentaron que su presencia era una sorpresa animándola a que se uniera a esos eventos con más frecuencia.
La velada transcurría entre la cena, bailes y charlas interesantes, pero conforme pasaba el tiempo aquella idea la atormentaba más y más, al mirar el reloj del teléfono se dio cuenta que era cerca de medianoche pensando que, tal vez, sería buena idea decirle a su acompañante que era momento de volver a casa, sin embargo su este se adelantó.
—Ven conmigo —Julián le tendió la mano tiernamente apenas terminó la pieza que bailaban alegremente—, hay algo que quiero mostrarte— Saori no sabía qué decir limitándose a ir detrás de él, necesitaba estar segura de que la llevaría a donde ella estaba pensando antes de objetar nada.
—¿A dónde vamos?
—Te dije que preparía algo especial para esta tercera cita. Espero te guste porque trabaje un buen rato en ello —besó su mano mientras la guiaba por el pasillo hasta el elevador. La joven estaba por decir algo, pues la idea de que la llevara a su habitación y sucedieran otras cosas, hacían que su corazón estuviera por explotar.
Se dirigieron a la torre más alta del hotel, a la que se llegaba subiendo por un segundo elevador, Julián la condujo por un largo pasillo hasta una puerta grande ubicada al final del camino, al abrir la puerta, Saori pudo ver que se trataba de una elegante suite doble con vista a la ciudad.
—Adelante.
Al entrar, lo primero que hizo fue observar con cuidado a su alrededor, la habitación era hermosa y muy amplia; tenía una salita para visitas, la alcoba estaba cruzando otra puerta a su derecha y una pequeña cocineta se dejaba ver a su izquierda. Dejó las flores y su bolso en un sofá respirando con algo de dificultad ya que se sentía rígida como una tabla tratando de tranquilizarse. Julián ocupó un puesto en el elegante sofá y la invito a tomar asiento al lado suyo.
—¿Qué te pareció la celebración?
—Hasta el momento todo ha sido estupendo, la cena, la música, todo —se sentó a su lado notando que Julián la observaba con intensidad mientras ella se ruborizaba tratando de mantener la mirada.
El joven tomo su mano dejando un prolongado beso aproximándose a ella para abrazarla sintiendo como la joven estaba nerviosa. La estrechó aún más fuerte susurrando palabras dulces a su oído esperando que se relajara.
—Sabes, ya te confesé mis sentimientos, pero en estos días que hemos salido juntos me doy cuenta que... —Julián hizo una pausa antes de continuar, Saori lo miraba esperando lo siguiente que tuviera que decir— De verdad, eres muy especial para mí y me gustaría mucho pasar esta noche a tu lado. Quería que fuera significativa y por eso escogí esta suite.
—¿Me consideras especial? —pregunto sorprendida y sonrojada.
—Por supuesto, no sabes cuánto. Lo que preparé para ti está en la alcoba.
Saori se levantó rápidamente aproximándose a la alcoba sin imaginarse lo que estaba a punto de encontrar, pero aquella hermosa escena no la esperaba: la cama estaba preparada para la noche, además había pétalos de rosas blancas cubriendo las mantas y las almohadas; en las mesas de noche había velas encendidas y la cortina estaba cerrada dando un ambiente acogedor y romántico.
—Oh dioses... —no sabía que decir, ya que era el primero que le había preparado un escenario como ese— Esto es hermoso, me gustan mucho las rosas blancas. Nunca imaginé que harías algo así por mí.
— ¿Qué dices, quieres quedarte conmigo esta noche? —le tendió la mano aproximándola a él estrechándola con suavidad.
El corazón le latía con fuerza aun después de que su respiración ya estaba acompasada, en esos instantes no pasaba por alto todo lo que había hecho por ella en esas salidas: las flores, los mensajes, los lugares que escogió para llevarla a conocer y ahora esa habitación decorada especialmente para ella. Tras considerarlo por unos breves instantes, se tranquilizó observándolo tiernamente.
—Sí, me quedo contigo —la joven se separó un poco mientras Julián la llevaba en brazos hasta la cama.
Estaban sentados uno al lado del otro besándose y acariciándose. Julián trataba de no acelerarse pues, desde hacía mucho, anhelaba un primer encuentro con ella no deseando estropear el momento. Sin prisas, paso sus labios lentamente por su cuello y su clavícula saboreando la textura de su piel antes de remover con cuidado su vestido. Saori lo observó con timidez mientras Julián se quitaba la chaqueta dejando ver su cuerpo musculoso y torneado aún por debajo de la camisa. Ambos estaban visiblemente felices por estar ahí recostándose uno al lado del otro sintiéndose nerviosos por compartir ese momento tan íntimo y especial.
—Eres tan hermosa —le susurró al oído atrayéndola hacía él sin dejar de acariciar sus curvas y besar su cuerpo una y otra vez mientras Saori pasaba sus manos lentamente por la espalda de su amante revolviendo un poco su cabello. No podía creer lo que estaba sucediendo, pero tampoco quería detenerlo, ese momento era de ambos y nadie se los arrebataría.
—Esta es la primera vez que hago esto, que estoy en un sitio como este en compañía de un hombre —dijo con algo de vergüenza—. No seré una amante muy creativa o hábil.
—No te preocupes. Ambos somos inexpertos en esto —respondió con la misma vergüenza que ella, a lo que la joven sonrió con complicidad pues jamás imagino que esa noche aprenderían juntos sobre el amor físico— Espero no decepcionarte.
—No te preocupes, me alegra saber que soy la primera. Eso hace que este momento sea aún más especial e importante.
Se unieron en un largo abrazo riendo un poco entre las torpezas cometidas por uno y otro mientras encontraban la manera de acoplarse adecuadamente, de complacerse mutuamente hasta quedar satisfechos, sin dejar de sonreír y susurrarse palabras dulces al oído. Así, hicieron el amor por varias horas durante esa primera noche juntos. La joven sabía que esa noche había sido verdaderamente especial y no deseaba que él se marchara del país para no volver a verlo.
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Saori despertó rodeada por los fuertes brazos de Julián, aquella noche durmió mucho mejor que otras veces, pero tuvo un sobresalto cuando escuchó que su teléfono sonaba, al mirar hacía la salita de la suite noto que ya era de día.
—Dioses... —susurró consternada.
—¿Estás bien? —él apenas estaba despertando cuando se escuchó que un segundo teléfono sonaba insistentemente— Creo que ya nos están esperando, seguro ese es Sorrento preocupado porque no he respondido el teléfono— Saori esbozó una sonrisa de complicidad mientras Julián le daba un caluroso beso de buenos días.
—Debo irme a casa, Tatsumi ha de estar muerto de la preocupación.
—Me imagino que si —respondió presintiendo que Sorrento estaría igual.
La llevó a su casa como siempre hacía apenas estuvieron listos pues no desearon perder tiempo desayunando siquiera. Mientras iban en el auto, Saori intercambiaba una mirada risueña con Julián, ambos parecían seguir impactados por la noche anterior aun sin asimilar todo lo que habían vivido. Cuando llegaron vio que Tatsumi estaba en la puerta con semblante preocupado y unas profundas ojeras en su rostro, parecía que no había dormido en toda la noche. A Saori no le pareció apropiado hacer más larga la despedida y solo alcanzó a escuchar que su acompañante la llamaría en los siguientes días.
—¡Mi Señora! —Tatsumi se lanzó a sus pies apenas la joven bajo del automóvil— ¡Creí que le había sucedido algo terrible, como no regreso durante la noche!, ¿está bien, ocurrió algo malo?
—No te preocupes, estoy bien. La fiesta se prolongo mucho, no me sucedió nada malo. Lamento mucho no haberme reportado anoche —trató de tranquilizarlo pese a que no le gustaba cuando le hacía escenas de ese tipo pero no podía culparlo, después de todo, no le aviso que volvería hasta el día siguiente.
—Venga, vamos a dentro. Ordenaré que le preparen el desayuno enseguida —antes de entrar en su casa, Saori vio de reojo como el auto se alejaba.
Mientras se miraba al espejo antes de darse un buen baño, Saori alegremente recreaba en su cabeza las vivencias de la noche anterior una y otra vez, todavía podía sentir el olor de la fragancia de Julián en su nariz así como las caricias sobre su cuerpo. Finalmente, esas citas con él tuvieron un cierre que supero sus expectativas con la promesa de más salidas a futuro cuando él pudiera volver a Japón, o bien ella pudiera visitar Grecia, sin querer complicar su día con esos planes se dirigió a la bañera con pasos rápidos. Debía hacer lo posible por concentrarse en sus actividades de día y no estar mirando el teléfono cada minuto a la espera de algún mensaje suyo.
No obstante, apenas salió del cuarto de baño, el teléfono sonó haciéndola sonreír al ver que se trataba de un mensaje de él.
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¿Cita 4?
Final
*Notas: Mil gracias por leer. En su momento este ship me gustaba mucho y hoy que estuve terminando de corregir la historia, me doy cuenta de cuán bien se ven juntos estos dos.
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