4. Nocturne
Pareja: Milo x Saori
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"Fantasie Impromptu"
Sus dedos se deslizaban por el piano con una velocidad y habilidad insuperables, como si este fuese de seda ella presionaba con gran pasión y conocimiento cada tecla blanca y negra sin necesidad de mirar siquiera la partitura. La música que interpretaba era más allá de ser hermosa y él se sentía transportado a otro mundo a un sitio lejano donde la joven lo llevaba de la mano.
Milo no tenía educación musical alguna solo conocía aquellas hermosas melodías que Saori interpretaba en el piano, él la miraba complacido ejecutar esos complicados movimientos con las manos, aquellos que solo una diosa como ella era capaz de interpretar con tal majestuosidad que habrían hecho que el mismo Zeus bajara a la tierra solo para escuchar todas esas melodías. El joven la miraba desde un sillón colocado en el salón donde estaba el piano negro de cola larga que ella poseía en su mansión.
Nada más existía, solo ambos y el enorme instrumento musical.
—¿Tiene algun nombre esa canción que interpretas? —preguntó él con suavidad.
—Por supuesto —respondió ella con naturalidad—, es el vals opus 64 número 2.
—De acuerdo —sonrio esperando una respuesta como esa—. Un nombre complicado para una pieza igual de compleja.
—Es que ese es el nombre —respondió ella alzando la voz por encima de la música encogiéndose de hombros.
Ella dejo de tocar y ambos se miraron por un momento. El joven se puso de pie inclinándose a su lado, ella era hermosa y lo era aun más cuando se sentaba al piano y se dejaba llevar tocando esas hermosas piezas que ella sabía interpretar magistralmente. Habilidades que solo una diosa podría tener.
—Ven —Saori lo tomo de las manos y lo llevo hasta el viejo tocadiscos que estaba en la misma habitación, ella buscó un vinilo en especial entre amplia la colección que estaba bajo el mueble y lo puso—. Vamos a bailar, ¿quieres?
—Espera... sabes que no sé bailar—-respondió sonrojado y muy apenado a punto de rechazar la invitación.
—Eso no importa, yo te guio como siempre. Ya sabes que me gusta guiarte.
Ella se paro frente a él colocando la mano del joven en su cintura y la otra en su hombro. Milo estaba realmente nervioso ya que cada vez que bailaban tenía miedo de que su torpeza la hiciera enfadar. La música lenta empezó a sonar, un clarinete les marcaba el paso lento al inicio y melancólico pasar dejar paso a la entrada de la orquesta igual de majestuosa que ella.
La joven era muy hábil y le marcaba el paso de tal forma que era imposible que Milo se perdiera pese a moverse con torpeza al ser presa de sus nervios.
—Sabes que esto siempre me pone nervioso —dijo en voz baja.
—Solo déjate llevar, esta no es una lección como las que recibiste. La música viene de adentro, de los impulsos, de soltarse y perderse en las notas sabes.
—¿De verdad? —respondio con tono pícaro.
Si él se dejaba llevar por sus impulsos le haría el amor en esa habitación, en ese momento sin importarle nada, ambos aceleraban el paso conforme la música, él joven trataba de tener la cabeza y el oído en lo que estaban bailando pero no podia dejar de mirarla, de admirar sus hermosos ojos y su largo cabello.
Tomo el riesgo de quitar su ropa pieza por pieza mientras ambos bailaban, ella lejos de molestarse hizo lo propio y así el vestido blanco cayó al suelo mientras la camisa y el pantalón también. Ambos se besaban con pasión al ritmo de la música cubriéndose de caricias mientras los acordes altos ocultaban los ruidos que ambos hacian. Más y más rápido pasaron de las caricias a algo más dejándose caer en la alfombra mientras él recorría y acariciaba todo el cuerpo de la joven.
Se perdieron uno en el cuerpo del otro teniendo a Dimitri Shostakovich y su Vals numero 2 de fondo no importando que estuvieran sobre una incomoda alfombra en el cuarto de música, ese momento era de ambos y nada más. La música había roto el hielo en su momento y era el testigo constante en sus apasionadas noches desde aquel entonces y hasta que decidieron hacer una vida en común.
—Eres hermosa —susurró a su amante apenas terminaron.
—¿Aun después de todo este tiempo? —ella lo miró con intensidad— ¿a pesar de que no tuve el mismo entrenamiento que tu y difícilmente me queda tiempo para ejercitarme?
—Si, aún así. No tienes que ser una atleta sabes, para mi eres hermosa tal y como eres.
Estaban recostados uno al lado del otro y ella lo miraba sonriente besándolo, le gustaban esas palabras pero su honestidad era lo mejor.
Saori se puso de pie quitando el vinilo del tocadiscos y, desnuda como estaba, se sento al piano para interpretar otra pieza. Milo la miraba tocar desnuda y no podia ocultar lo excitado que estaba al ver su cuerpo voluptuoso delante del instrumento musical interpretando ahora una pieza de Chopin y mirándolo de reojo de vez en vez.
—¿Por qué te gusta torturarme de esa manera?
—Me gusta hacerte esperar —respondió juguetona—, de lo contrario, todo sería demasiado fácil para ti y eso no sería justo —le guiñó un ojo y él sin dejarla terminar la melodía se sentó en el taburete al lado de ella.
—No me quedaré sentado observándote sabes.
Quería que dejara el piano y sus caricias fuera para él, hacerla suya una vez no sería suficiente y deseaba aprovechar todo el tiempo posible antes de que sus responsabilidades no se los permitiera.
No perdiendo el tiempo se entregaron una vez más en el taburete, el joven se deleitaba con los movimientos ágiles de su amante, su cuerpo, sus besos y caricias.
—Te amo —le susurró.
—Yo también.
Al terminar la ayudo a vestirse y ordenaron el salón de música mientras Tatsumi entraba para comunicar que la cena ya estaba servida
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FIN de este relato
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