2. La joven arpista, P2
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Hoffmans era un restaurante muy bonito y elegante ubicado en el centro histórico de la ciudad, no era exclusivo pero si se requería hacer reservación para obtener mesa. Había corrido con suerte al poder reservar una ya que, prácticamente, estuvo frente al teléfono desde temprano esperando la hora de apertura del lugar para ser el primero en llamar; aun faltaban varias horas para la cita acordada y él ya era un manojo de nervios.
Hacía tanto que no invitaba a nadie salir y de no sentir ese anhelo por un reencuentro, tanto tiempo que no dejaba de cuestionarse si debía comprar un pequeño presente en la primera cita o bien en la siguiente. Esperaba que todo saliera bien y pudiera darse un segundo o tercer encuentro incluso, aunque apenas estaba conociéndola algo le decía que podría darse algo bueno con ella.
Se miro en el espejo del baño tratando de poner sus sentimientos acelerados en orden ya que su corazón estaba por estallar. Un mensaje llego a su teléfono móvil haciéndolo dar un respingo, el mensaje era de Pandora y eso lo hizo sonreír. En pocas palabras le deseaba un buen día y que se verían por la noche, él respondió en seguida.
—No sé qué decir en este caso —pensó mientras escribía y borraba el mensaje puesto que estaba acostumbrado a responder con un frio gracias, sin dejar de estar nervioso contestó lo mejor que pudo cuestionándose si estaba bien o mal, si era apropiado o no—, espero no se moleste por mi respuesta o piense que no me dio gusto recibir el mensaje o algo... quizás debería llamarla y decirlo en persona... ¡no sé! ¿Por qué es tan complicado?
Estaba tan desesperado por las cosas que tenía en la mente que, por poco, le hace una llamada inoportuna a su colega italiano sin embargo se contuvo en el ultimo minuto. Era demasiado temprano para molestar con sus problemas, además ya se imaginaba que le iba a decir, algo así como "deja de pensar y solo has las cosas". Eso intentaría, trataría de no pensar.
Pandora estaba en el ensayo del día junto a su buen colega Sorrento quien solo reía a lo que ella decía.
—Que bien que, por fin, alguien haya aceptado una invitación tuya.
—Si, creo que es una persona diferente o, al menos, eso aparenta. No me gustaría que intentara engañarme.
—Bueno... solo hay una forma de saberlo —respondió con seriedad aunque sonriente—, tendrías que darle una oportunidad aunque, si todo sale bien, creo que no tardaras en dejar la orquesta.
—Espero no dejarla, no importa que le dé una oportunidad. La música es mi pasión sabes.
—Entiendo ese sentimiento a la perfección. ¿Y te ha escrito o llamado ya?
—Si claro, me envio un mensaje por la mañana aunque la redacción era un tanto rara, quizás le cueste trabajo escribir. Aunque... me gusto lo que puso.
—Eso no es raro, a mi también me cuesta escribir mensajes en el telefono. No estoy acostumbrado, seguro que es de los que prefiere decir las cosas de frente.
La joven solo sonrió, esperaba conocer más a este hombre llamado simplemente Shura, quien tenía un acento peculiar y pronunciaba el alemán de una forma un tanto curiosa aunque casi imperceptible; quizás fuera extranjero. Trataba de no hacerse ideas extrañas aunque no sacaba al joven de sus pensamientos.
Ella estaba hospedada en un edificio muy cerca del Conservatorio, ya que prácticamente estaban por temporadas cortas en cada ciudad por donde pasaban. Al volver a su habitación pensaba en qué usar, que vestido de todos lo que tenía en color negro pudiera ser el adecuado, no podía evitarlo, le gustaba mucho ese color y consideraba le iba mejor que los otros aunque no quería verse monótona.
Creía que la velada podría ser memorable y encantadora sin embargo, algo dentro de si no se sacaba de la cabeza la sospecha de que él pudiera no aparecerse, que la dejara plantada de último minuto. Ya había pasado por un par de experiencias similares donde tenía expectativas muy altas que terminaban por no cumplirse. No había considerado algo así hasta ahora. Tomo asiento delante del espejo con esa idea en la mente mientras jugueteaba con la brocha para ojos, no podía evitar crearse falsas ideas pero debía ser realista en caso de que él decidiera no asistir a la cita.
—Bueno, lo esperaré por un rato nada más y, en caso de que no llegue, no quedara mas que dar el asunto por terminado —pensó resuelta.
Estaba cansada de las decepciones que había tenido a lo largo de los últimos años, una tras otra había dolió a su manera. Tratando de no pensar más se puso de pie eligiendo un vestido sencillo tampoco quería arreglarse demasiado ahora que la posibilidad de que él no llegara estaba ahí. En ese momento un mensaje llego a su telefono, un mensaje de Shura quien le informaba que estaba en camino. A Pandora le dio un respingo el corazón y se le veía visiblemente feliz mientras terminaba de prepararse.
Shura trataba de mantenerse tranquilo respirando lo mejor que podía pero, le era imposible, porque conforme se acercaba al Conservatorio el corazón le latía más y más rápido creyendo que le estallaría en cualquier momento. Considero pasar a la florería pero en su afán por ir más rápido lo olvido y ahora no sabía si quedaría bien por llevar flores o no. Miro el reloj notando que iba con el tiempo justo, la siguiente vez solo debería llevar las flores y ya sin cuestionarse durante horas.
Quedo con ella en la esquina de la calle donde estaba el Conservatorio y ahí la encontró. Se veía muy linda con su atuendo rojo con negro, su bolso de mano y sus zapatos altos con lazo. La joven lo miro sonriente y ambos intercambiaron miradas afectuosas por unos segundos.
—Me alegra que vinieras —dijo ella—, llegue a pensar que no volverías.
—No... ¿por qué creíste eso?
—No importa, ¿nos vamos?
El le dio el brazo y ambos caminaron al restaurante localizado en la calle siguiente, en medio de establecimientos importantes y gente que iba y venía en el día a día. Todo esto les pasaba por un lado mientras charlaban amenamente.
Hoffmans estaba justo frente a ellos siendo recibidos por una chica bien vestida y amable, la mesa reservada estaba en la parte de atrás, lejos del ruido de la calle y de otras personas. Shura pidió que esta fuera lo más privada posible, él sabía que el ir y venir de la gente lo distraería y tenía que encontrar el modo de controlar sus nervios y poder estar con Pandora tranquilo y sin estropearlo.
—No había entrado aqui, solo lo había visto por fuera. Es un lugar muy sofisticado —no dejaba de mirar a ambos lados mientras Shura la observaba maravillado, su atuendo elegante y un poco atrevido, su rostro resplandeciente y como su cabello caía sobre sus hombros. Toda ella lucia increíble—, ¿qué pasa? —la joven lo observó muy atenta ya que de pronto este se había quedado callado—, tu mente se ha ido lejos.
—No, disculpa. Luces muy bien, tu vestido es muy lindo.
—Gracias —también la joven observó que con traje y corbata lucía bastante bien, mas elegante y masculino—. Debo reconocer que elegiste muy bien el lugar para una primera cita.
—Te agradezco el comentario, había querido traer a alguien a cenar aqui desde que me mude, un año atrás.
—¿Dónde vivías antes?
—En Múnich y en Grecia antes de eso. Pase mi infancia en España, después viví por varios años en Grecia y los últimos seis en Múnich; luego que me separé, hace poco más de un año, me mude aquí.
—Lamento escuchar que te separaste. Aunque, creo que tu trayectoria es interesante y me gusta tu acento —Pandora lo observaba tiernamente mientras sostenía una copa de vino espumoso sin quitarle la mirada de encima.
—Gracias, nadie me había dicho eso antes —eso lo hizo sonrojarse sin querer, rubor que ella noto aunque él intentara ocultarlo.
Ambos se perdieron en los ojos del otro por un rato hasta que llego el mesero con la cena. Charlaron sobre algunas cosas de música sobre todo, la joven le narro que tocaba el arpa desde niña, que vivió en el sur del país muchos años antes de salir de casa para ingresar a la orquesta donde actualmente interpretaba. Pandora no estaba muy segura si decirle que la invitación al recital era, en realidad, un método para deshacerse de hombres molestos y temía que se enfadara así que espero un poco tratando de no tocar ese tema, lo estaban pasando tan bien que no sabía que efecto podría tener esa revelación; bien podría pasarse por alto o no.
Al concluir la cena caminaron por un rato entre las calles de la ciudad, en medio de la iluminación nocturna del centro, los autos y la gente que entraba y salia de los muchos establecimientos alrededor. No obstante dada la hora era mejor volver lamentando no tener un auto disponible para pasear un poco más pero, por esa noche, había sido todo muy bueno.
—¿Por qué no entras un momento? —Pandora fue bastante directa apenas llegaron a la entrada del Conservatorio haciendo que Shura se sonrojara sin remedio—. Adentro estaremos más cómodos.
—¿No habrá problemas si alguien nos ve?
—No debe haber nadie despierto a esta hora, el salón de conciertos esta vacío —le guiño un ojo haciendo que él se sonrojara aun mas.
—No me refería a la gente, me refiero a las cámaras de seguridad. Esas si que captaran todo y no es buena idea que nos vean, ¿no crees?
Justo había una camarita sobre el marco de la puerta principal dejando a Pandora algo sorprendida ya que jamás reparaba en detalles como ese. Reconoció que no le gustaría que otras personas la vieran acompañada ya que eran momentos entre dos.
—¿Que te parece si nos reunimos después en algún sitio más privado? —dijo el de pronto tratando de controlar el rubor en su rostro.
—¿En tu casa, puede ser? —ella esbozo una sonrisa picara que no ayudaba en nada a los nervios de Shura.
—Si... en mi casa, ¿que te parece el sábado?
Ella esbozo una sonrisa sin saber como decir lo siguiente, quería estar segura de las intenciones de su acompañante ya que ella tenia ciertas expectativas y, no pretendía arruinarlo, solo quería tener la certeza de saber si estaban jugando o este pretendía algo más.
—¿Estas bien?
—Si, escucha. No quiero ser aguafiestas, pero me gustaría saber que intensiones tienes, yo soy abierta y si todo es solo un juego o algo tipo "amigos con derechos" estoy de acuerdo. Solo quiero saber a que atenerme.
Pandora era el claro ejemplo de que hombres como su colega italiano habían pasado por su vida ocasionando más de una decepción. Si ella le planteaba esa situación era porque no deseaba que le rompieran el corazón y prefería acoplarse a las condiciones de aquella naciente relación.
—No me había planteado lo que me preguntas, honestamente —pensó un poco sin saber que responder, bien podría decirle lo que Deathmask predicaba no obstante, era cierto que deseaba tener algo serio y no solo andar perdiendo el tiempo aunque no estaba seguro si ella lo aceptaría—. No me gustan las relaciones fugaces que no van a ningún lado, pero si quieres que empecemos por algo sencillo y vernos para divertirnos tampoco tengo problema.
—¿De verdad buscas algo a mediano o largo plazo?
—Eso quisiera, pero últimamente me he topado con personas que no piensan igual y prefieren algo para pasar el rato sin problemas. No estoy cerrado a una posibilidad así —lo decía solo para que ella no se fuera aunque no le agradara ese tipo de plan.
—Yo también me he encontrado con personas iguales y, honestamente, ya no sé si quiero algo duradero o no pero... podríamos no complicarnos por ahora y ver a donde fluye todo, ¿qué te parece la idea?
—Me parece bien, en algún tiempo podremos evaluar nuestra situación.
La joven afirmo con la cabeza sintiéndose más tranquila mientras él también sonreía, ambos estaban por despedirse cuando Pandora lo sujeto de la mano jalándolo hacia ella. El joven no vio venir ese gesto y, en cosa de segundos, ella lo beso. Shura sentía que el corazón le estallaría y sus piernas se vencían, lo había tomado por sorpresa totalmente, era una grata experiencia no esperada. Tras tomar un poco de aire le devolvió el beso rodeándola con sus brazos quedándose así por un largo rato.
—¿Te veo el sábado?
—Si —respondió él sonriente—, vendré por ti a eso de las cinco, ¿esta bien?
—Claro.
Tras despedirse Shura perdió la noción del tiempo y espacio no sabiendo ni como llego a casa, solo sabía que había sido la mejor noche en muchos años. Al entrar a su apartamento se sentía ligero como una pluma y la cabeza aun le daba vueltas a tal grado que deseaba recitar hermosa poesía y demás cursilerías.
Ya quería que llegara el ansiado fin de semana.
.
Continuará...
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