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13. Dos en una cocina

Dos en una cocina

Pareja: Shura x Pandora

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Una tarde soleada

La cocina de la casa era una estancia amplia de altas y anchas ventanas que daban al silencioso camino. El interior era iluminado dejando ver los muebles de cocina perfectamente limpios y ordenados así como la nevera y alacenas. La mesa con sus cuatro sillas estaba justo frente a la puerta por la cual Pandora salió llevando una bandeja de plástico con una jarra de limonada hacia el patio trasero de la casita cruzando el salón de estar y las escaleras.

La joven del cabello negro tomo asiento en una de las cómodas sillas de jardín colocadas en la parte trasera de la casa colocando la bandeja con la jarra y los dos vasos en la mesita frente a ella dispuesta a disfrutar del espectáculo: Shura reparando una imperfeccion en el techo de su hogar. La satisfacción de Pandora consistía en observar atentamente a su pareja reparar la parte estropeada y ayudarlo en caso de ser necesario, pero, principalmente, su mayor deleite era el gozar de la formidable vista del cuerpo torneado y musculoso del hombre que, por lo general, acostumbraba a trabajar sin camisa dejando al descubierto sus marcados bíceps y su piel aperlada por el sudor.

Ella bien podría ocuparse de alguna otra tarea de la casa, sin embargo jamás se perdía semejante función exclusiva para sus ojos, no fuera que Shura necesitara ayuda inesperada con alguna cosa en particular y, por supuesto, debía estar disponible para brindarle apoyo.

Shura ya se encontraba sobre lo más alto de la escalera plegable revisando las tejas y buscando el mejor ángulo para comenzar los trabajos de ese día observando desde su posición como Pandora llevaba una jarra de vidrio a la mesita de jardín. Le agradaba mucho que ella se preocupara por llevarle algo de beber, en especial, de esa limonada de sabor exquisito luego de una larga jornada trabajando en casa.

Decidió beberse un vaso antes de comenzar bajando de la escalera de un salto mientras la joven lo observaba atenta aproximarse sirviendo limonada para ambos. Shura tomó asiento a su lado dejando un beso en los labios de la joven enfocando su atención en la limonada, la cual bebió en silencio con los ojos cerrados disfrutando de su sabor. Mientras tanto, Pandora lo observaba extasiada recorriendo con la mirada su cuerpo de arriba abajo lentamente sin que Shura lo notara siquiera. La chica estaba embelesada analizando su torso desnudo pues, la musculatura de su cuerpo, la invitaba a tocarlo lentamente gozando de su piel.

No obstante se contuvo mordiendo un poco su labio inferior. Si bien la reparación del techo no era urgente, debía hacerse antes del inicio de la temporada de lluvias, la cual no estaba lejana.

—¿Cuánto tiempo crees que te tome terminar? —preguntó ella de pronto tratando de enfocar su atención en cualquier otra cosa.

—No estoy seguro —respondió el joven pensativo—, espero terminarlo hoy mismo. No parece ser un daño tan grave. No te preocupes, la reparación quedará bien hecha.

—Que gran noticia —dijo la joven dedicándole una mirada sensual discretamente.

Luego de unos minutos más, Shura puso manos a la obra mientras Pandora lo observaba desde abajo. Aquel día estaba soleado pero no lo suficiente como para molestarla, así que decidió usar un vestido claro sencillo de tirantes, además de unos zapatos abiertos y cómodos. Recargo ambos brazos sobre la mesa y su cabeza sobre ambas manos gozando del show al tiempo que sonreía con picardía.

La gran ventaja de tener su hogar algo apartado de las ciudades más próximas, era que nadie más podría observar a Shura desde alguna ventana volviendolo un espectáculo privado para la joven del cabello negro, quien podría estar dispuesta a entablar algun pleito con cualquier par de ojos curiosos que tuvieran el atrevimiento de posarse sobre su hombre.

Los movimientos del español eran precisos y cuidadosos ya que la reparación debía quedar lo mejor posible. La rama de un árbol se desprendió intempestivamente cayendo desde las alturas chocando una parte con la orilla del tejado. Si bien no alcanzó a perforarlo, si ocasionó una grieta que podría hacerse más grande. Quitar la rama del jardín había sido una faena relativamente sencilla, ahora venía la parte fuerte: la reparación del desperfecto.

Shura se encontraba tan enfocado en la tarea que no se percató de la joven enamorada que lo observaba desde abajo totalmente embelesada. Pandora estaba atenta a lo que él necesitara, sin embargo gran parte de su atención estaba puesta en los movimientos de este, en cómo subía y bajaba de la escalera plegable llevando material al techo, o bien, en cómo movía y estiraba sus fuertes brazos y manos retirando el sudor de su rostro.

Pandora tuvo que salir de su trance en repetidas veces ya que, por momentos, sentía que la cabeza se le iba hacia un lado o, de pronto, percibía una sequedad en su boca por tenerla abierta tanto tiempo.

Si, Shura era toda una visión celestial para sus ojos.

Un par de horas más tarde, el joven se aproximó nuevamente con la intención de beber más limonada.

—Ya casi termino —anunció de pronto haciendo que la joven reaccionara ya que parecía estar con la cabeza en otro mundo— ¿en que piensas? —pregunto sonriente.

—Oh en nada en particular —sin embargo Shura no quedó muy convencido ya que, por primera vez en todo el día, noto como ella lo observaba con mucho interés de arriba abajo tratando de no ruborizarse al ser inspeccionado de esa forma por los ojos violáceos de la chica—. En cuanto termines, podríamos aprovechar para almorzar.

Shura solo afirmó con la cabeza observando a la joven discretamente. Pandora estaba ruborizada no deseando que se notara tan pronto así que aprovechó la primera oportunidad que tuvo para darle la espalda. De hecho, se encaminó a la cocina indicando que se encargaría del almuerzo.

Ya en la cocina, la joven estaba distraída con sus imaginaciones en vez de prestar suficiente atención a los alimentos de la tarde. Shura y su increíble torso la hacían fantasear sin sentido cada que lo veía trabajar pues, ella bien sabía, de lo que eran capaces sus manos, además de reparar cosas. Nada había que le gustara más a Pandora que el ser acariciada por ese par de manos enamoradas que recorrían su cuerpo lentamente, cuando se entregaban con pasión, haciéndola enloquecer llevándola al éxtasis. La chica sonrió discretamente mordiendo su labio inferior cayendo en cuenta que debía ocuparse del almuerzo.

El sonido de la puerta la sacó de sus pensamientos por un momento mientras Shura dejaba la jarrita y los dos vasos sobre la mesa de cocina más cercana.

—Iré a ducharme —indico Shura con calma como esperando que ella dijera algo.

No obstante, al observarla de soslayo, aún podía percibir el rubor en sus mejillas mientras ella solo afirmaba con la cabeza manteniendo sus expresiones lo más ocultas posible.

Un par de minutos después, Pandora estaba delante del mueble de la cocina observando a la nada, parecía observar la ventana y lo que se veía desde ahí: el camino desolado y los altos árboles ubicados alrededor de su casa con la mente muy lejos. Hasta que, sin esperarlo, sintió un par de brazos que la rodeaban por detrás observando a Shura a través del reflejo de la ventana notando que este no llevaba camisa ni otra prenda sobre su pecho.

Shura no dijo palabra alguna pues estaba más ocupado besando a su pareja en el cuello mientras que ella cerraba los ojos entreabriendo los labios dejando salir unos leves gemidos. Pandora frotó los brazos de su amante con cariño, al mismo tiempo que, éste deslizaba lentamente sus manos desde los hombros hasta el torso de la joven acariciando su cuerpo por encima de sus ropas sintiendo sus formas y curvas.

No parecía importarle que ambos estuvieran delante de la ventana cuyas cortinas estaban descorridas. Pandora estaba por objetar algo sin embargo, el ver el reflejo de los dos en los cristales frente a ella, comenzó a excitarla más y más pidiendo a su amante que no parara. Shura deslizó los tirantes del vestido, que ahora le estorbaban, deseoso por ver el cuerpo desnudo de su pareja tomandose su tiempo mientras que sus manos se deslizaban por debajo de la tela del vestido buscando sentir la piel de la chica notando con sorpresa que esta no llevaba nada más bajo sus ropas, así la suavidad de sus pechos y la humedad de su sexo fueron evidentes apenas paso la mano por ambos.

—¿Me harás el amor en la cocina? —preguntó ella de pronto en voz baja.

—Si, por que no —la giro quedando frente a él deslizando el vestido hacía abajo observándola desde la cabeza hacia abajo—. Lo pude ver en la expresión de tu cara todo el día —dijo un poco malicioso notando con satisfacción cómo se encendía el rostro de Pandora—, cuanto me deseabas y ahora que estamos aquí, no hay marcha atrás.

—Creo que no fui discreta, ¿verdad? —dijo besándolo lentamente— He sido mala, ¿verdad?

—Sí y por eso necesitas un castigo —Shura le devolvió todos los besos sujetando su rostro con ambas manos para, unos segundos después, volver a acariciar el cuerpo desnudo de la joven.

Pandora lo observo expectante decidida a pasar sus manos por esos pectorales hasta cansarse tomándose el tiempo necesario para recorrer el cuerpo de Shura de arriba abajo, desde su rostro, sus labios, su cuello y clavícula, su pecho torneado y sus biceps dibujando una sonrisa traviesa en sus labios cuando llegó hasta su virilidad acariciándolo con cuidado y sensualidad aún por encima del sencillo pantalón. Él estaba casi preparado para la siguiente contienda observándola satisfecho y expectante.

—Creo que necesitas una mano, ¿me equivoco? —preguntó Pandora sin soltarlo observándolo divertida.

—Y tú tienes dos disponibles.

Sujetándola por las caderas la sentó sobre el mueble de la cocina, el que estaba justo frente a la ventana, dispuesto a devorar el cuerpo de su amante hasta que no le quedaran fuerzas. Para la mala suerte de Pandora, la superficie de ese mueble estaba muy fría, no obstante para su buena fortuna, estaba libre de objetos que les pudieran estorbar inclinándose un poco hacía atrás buscando una posición cómoda mientras que Shura, la sujetaba de tal modo que, podía saborear sus pechos mientras que sus manos la acariciaban sin parar.

Esas manos que la volvían loca de placer amenazando con hacerla perder el equilibrio sujetándose de su cuello mientras que su otra mano despeinaba aún más los cabellos negros y alborotados del español. A Shura lo encendía escuchar gemir a su amante, y más cuando ambos estaban en la privacidad de su hogar lejos de oídos entrometidos, así los sonidos amorosos que salían de la boca de la joven terminaban por excitarlo sin poderlo evitar.

—No te detengas... —dijo la chica suplicante sin soltar los cabellos o el cuello de su amante dejando algunos besos en la orilla de su oreja haciéndole dar un respingo.

—No me detendré —aseguro con picardía besando a la joven—. Sólo cambiaré de posición ya que quiero saborearte —el rostro de Pandora se encendió mientras que el la ayudaba a reacomodarse tomando posición entre sus piernas.

Aunque le preocupaba que él fuera a lastimarse la espalda en esa postura, no pudo decir más, ya que los movimientos de su lengua la hicieron arquear hacia delante sujetándose con fuerza del mueble. La voz de la joven llenaba toda la habitación mientras que Shura la observaba extasiado desde abajo acariciando su cuerpo sin detener su lengua en ningún momento.

Un momento después, el hombre se levantó dispuesto a hacerla suya ahí mismo rodeándola con sus brazos, al mismo tiempo que, una de sus manos se deslizaba por su espalda para sujetarla de las caderas y así evitar que las embestidas pudieran hacerla caer. La joven se agarró de su cuello mientras sus miradas intensas se cruzaban uniéndose en más de un beso apasionado durante esos largos minutos que duró esa entrega sobre el mueble.

—¡Oh Shura! —Pandora trató de no dejar sus uñas marcadas en la espalda de su pareja ya que pasaba su manos sobre su espalda con tal fiereza que fácilmente habría podido dejar un camino con sus uñas.

Un momento después la ayudó a bajar del mueble ya que querían continuar en otra parte de la cocina. Así que el español la sujetó por los hombros llevándola hasta el muro más cercano con la intención de subirla sobre él para embestirla ahí mismo recargados en la pared. Nuevamente la asió por las caderas levantándola del suelo a la altura suficiente para poder penetrarla estando él de pie.

Por un momento, la joven pareció asustarse ante el miedo de caer desde varios centímetros de alto, no obstante Shura tenía la fuerza y habilidad suficientes como para poder con ella y con la situación fácilmente. La pared donde ambos se acomodaron era lisa y perfecta para estar por un buen rato sintiendo el interior cálido y estrecho del cuerpo de su amante. Pandora sabía cómo aferrarse a su cuello, como acariciar sus abdominales encendiendo su deseo por ella y había más de un gesto que únicamente la joven sabía hacer siendo esa una de las razones por las cuales no tenía el menor reparo en hacerla suya cada que fuera posible.

Tenían una casa llena de habitaciones para ellos solos no siendo un impedimento el espacio y la privacidad. Hacerlo en la alcoba era cómodo, no obstante la diversión bien podía prolongarse a la sala de estar, a la sala de televisión que tenían en el piso superior o el patio trasero incluso. Nadie había en las cercanías que pudiera observarlos pues, lo que Pandora menos quería, era ser el espectáculo de alguien más.

—¡Oh dioses!

Las embestidas llevaron al español a estar a punto de perder el sentido ya que las sensaciones que le recorrían el cuerpo amenazaban con hacer que sus piernas flaquearan ocasionando la caída de ambos al frío suelo de linóleo. Así que, haciendo acopio de sus fuerzas, logró mantener la postura hasta que llegó el clímax del acto y un poco más. La joven estaba fuertemente aferrada a él con sus piernas y brazos dejando besos prolongados en la orilla de sus orejas, sus mejillas y labios.

Lentamente Shura la ayudó a bajar al suelo sin dejarla en ningún momento teniéndola entre sus brazos notando la oscuridad alrededor en la sala.

—Anocheció... —dijo de pronto.

—Es verdad —respondió Pandora lanzando una risita—, no sentí el paso del tiempo.

Ambos tomaron asiento por un momento en las sillas más cercanas sintiendo dolor en todas sus extremidades, pero muy satisfechos por el tiempo juntos en medio de la cocina oscura. Se tomaron de la mano por un momento sonriendo con complicidad.

—Haré un poco de café —Pandora se levantó de la silla y así como estaba se dirigió a buscar la tetera para calentar agua para ambos encendiendo la tenue luz de la amplia campana sobre la estufa apenas si iluminando un poco el entorno.

Los dos estaban desnudos bebiendo café charlando amenamente de nada en particular gozando de unos momentos de intimidad y calma.

—Sabes —comenzó a decir la joven reflexiva—. Cualquiera que nos viera en estos momentos pensaría que no somos más que un par de actores porno del bajo mundo.

—¿Y por qué del bajo mundo? —replicó Shura sorprendido y, casi, indignado— Yo diría que somos actores de primer nivel y alto performance —indicó seriamente.

—Oh sí, de alto performance —Pandora rio un poco más mientras continuaba bebiendo el café.

Al finalizar se quedaron otro poco más así desnudos como estaban contemplandose y acariciándose antes de subir al cuarto de baño y continuar ahí.

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FIN

*Notas: El título lo tomé de un libro de Thomas Hardy llamado "Dos en una torre"  y, aunque no tiene mucho que ver con el contenido, me pareció el más adecuado para lo que ocurre en este relato. No me canso de este ship. Gracias por leer.  

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