La hora de los espíritus (Ronaldo Medina B.)
30 de octubre de 2017.
11:50 p.m
Tecleo sobre mi computadora con sorprendente habilidad, no es por alardear, pero soy muy bueno usando los dedos; el terror es mi especialidad a la hora de escribir, me fascina todo lo relacionado con ello, es mi musa cuando se trata de plasmar mis ideas en el documento de Word, donde prefiero hacerlo.
Estoy por concluir mi más reciente historia, pero algo en mí detiene la fluidez de mi creatividad; un crujir comienza a atormentarme; hambre, así le llaman; para mí, el horror.
Cuando escribo y me sucede esto, sólo una cosa puede saciarme, es mi fuente de vida, un detalle muy importante que debo cumplir con rigurosidad cuando me dedico a la escritura.
A un lado del portátil, se halla sobre la mesa una misteriosa caja oscura. «Espeluzdonas» es lo que se lee en ella, el logo es adornado con objetos característicos de la noche de Halloween, la cual se aproxima.
Abro la caja, todas están cubiertas por crema que las adorna como calabazas, los colores varían de acuerdo al sabor: la rosada es de fresa; la blanca, de vainilla; la naranja, de calabaza; las tres oscuras, de chocolate. No lo dudo más y me como una dona de chocolate.
Después de saborearla y digerirla, siento que fui descortés, así que tomo una más de mis favoritas, no sin antes seducirla con mi mirada.
—Hola, muñeca —digo con voz seductora—. Una lady como tú debería estar derritiendo su relleno en mi boca. Shhh —le susurro mientras coloco mi dedo sobre ella—. No digas nada, sólo gózalo —Y me la como con satisfacción.
Ahora sí, me siento completo para escribir el último párrafo.
«Los niños que entraron a la casa a pedir dulces, nunca pensaron que quien habitaba en ella era un asesino en serie, quizá uno de los más sádicos nunca antes documentados. Uno a uno fueron torturados y asesinados en aquella colosal y terrorífica vivienda. La lección estaba aprendida para el único sobreviviente, quien logró escapar, mas sin una de sus manos: no vuelvas a tocar de casa en casa en las noches de Halloween».
Guardo el documento y cierro el portátil con una sonrisa maliciosa de oreja a oreja. De repente, escucho el timbre.
Camino hasta la puerta y la abro. Una chica de cabello rojo cual rosa es lo primero que observo, de ojos oscuros y pestañas largas. Para mí es la perfección femenina, otra de mis motivaciones al escribir. Llegó con un ramo de girasoles en las manos y una caja de chocolates, ella sabía que me encantaban.
—¡Feliz aniversario! —exclama con un abrazo.
—¡Katy! ¡Son las doce de la noche! Pensé que te vería hasta mañana, ni siquiera he terminado mi regalo.
Ella observa hacia el sofá y deja escapar un ¡awww! cargado de ternura.
—¡Un unicornio gigante! —exclama dando brinquitos de emoción—. ¡Te amo! —Corre hacia el peluche y lo abraza con emoción.
Su animal favorito es el unicornio, por eso le compré el más grande que encontré.
—Sería una sorpresa, pero ya qué... ¡feliz aniversario!
Ella vuelve hacia mí y me besa.
¡Joder! Sí que me encanta esa mujer.
—¿Qué hacías?
—Terminaba una de mis historias.
—Oh, muero por leerla —expresa con emoción—. La última no me dejó dormir durante una semana... quizá más.
—Son las doce —digo tras mirar el reloj de la pared—. Deberíamos ir a dormir —añado con una mueca seductora.
Ella sonríe con malicia y asiente.
—Deberíamos... antes de que se abra el portal.
—¿Sigues con eso? —cuestiono, un poco irritado—. Ya te he dicho que no creas todo lo que escribo.
—Estuve investigando y encontré mucha información sobre ello —responde con seriedad—. Lo que tratabas en tu última historia es muy cierto, ¡ya te lo he dicho! En la madrugada es cuando se abre el portal de los espíritus, a esa hora tienen más contacto con el mundo físico.
—Bla, bla, bla —expreso mientras abro y cierro mi mano—. Mejor vámonos a dormir.
Una sonrisa se dibuja en nuestros rostros, y corremos directo a la cama. Es el momento de festejar en forma nuestro aniversario.
Rosie y yo caemos a cada lado de la cama, un poco sudados y con la respiración agitada.
—Feliz aniversario, cariño —recuerdo.
—Feliz aniversario, Filip —responde, y me da un beso de buenas noches.
Siento una descomunal presión en mi pecho que me obliga a despertar. Abro mis ojos con pesadez, no logro moverlos. Intento levantarme, algo me lo impide.
Nunca antes me había sucedido algo así; le llaman parálisis del sueño. Lo he tratado en mis historias, pero a causa de súcubos e íncubos. Espero que no sea una de ellas el motivo de mi parálisis.
Siento correr cada segundo como si fuera una eternidad. Trato de moverme, aún no lo consigo.
De repente, una extraña silueta se hace visible ante mis ojos. Su belleza es extraordinaria, su piel luce perfecta; de cabello rojizo, un poco más oscuro que el de mi amada Katy; sus ojos son tan atrapantes como seductores.
Me mira fijamente, y logra hipnotizarme, sus ojos me transmiten su enfermizo deseo.
—¡Filip! —grita Katy, horrorizada.
Mis ojos se abren como ventanas, reacciono y salgo del hechizo, mas ella sigue sobre mí y me sigue impidiendo moverme; su aspecto cambia entre bufidos, ahora es un horroroso ser oscuro sin forma.
Aún sin manera de voltearme a verla, siento el temor que atormenta a Katy. Ella también estaba viendo lo mismo con ello.
—¿Qué... e...? —tartamudea.
El espantoso ser da un escalofriante grito y salta hacia Katy. Ella se cubre con su cobija, mas el demonio desaparece.
Siento como si quitaran una colosal carga de mí. He recuperado la movilidad. Lo primero que hago es rodear a Katy con la seguridad de mis brazos.
—Ya... ¿ya se fue? —pregunta en susurro, con voz quebrada.
—Ya se fue, Katy —respondo, con mi respiración agitada—. Ya se fue —Trato de sonar sereno.
—¿Qué demonios era eso? —pregunta sin quitarse la cobija; aún la siento temblar.
—Una súcubo... tenías razón, el portal espiritual está abierto... —Miro hacia el reloj digital de la mesa de noche, «2:29»—. Estamos cerca a la hora exacta en la que el mundo de los espíritus está más conectado que nunca con el mundo físico... y ahora que ya es Halloween, el choque de dimensiones debe ser más poderoso que en cualquier época del año.
—Tengo mucho miedo, Filip —expresa con voz trémula.
—Aquí estoy para brindarte seguridad, Katy. Volvamos a dormir, estoy seguro de que ya pasó. Lo que nos acaba de atormentar no volverá.
Ella se quita la cobija de encima y me asiente con pucheros.
Katy está dormida, con su cabeza reposada sobre mi pecho desnudo. Tras la amarga experiencia, no he podido conciliar el sueño. No paro de recordar en mi mente lo que sentí mientras la súcubo estaba sobre mí, la escena sexual se repite en mis pensamientos como un bucle. Por alguna razón siento vergüenza por ello, la sensación de una horrible pesadilla me invade.
Paso mi vista hacia el reloj digital, «3:33». Me sobresalto al ver la hora, es el momento en el que los dos mundos están perfectamente alineados. Katy jadea sobre mi pecho con pesadez, parece que no interrumpí su sueño con mi movimiento.
Temo por lo que suceda, cierro mis ojos para intentar dormir, mas un leve sonido me obliga a abrirlos de nuevo. Observo con detalle hacia la ventana del cuarto, por ella se desliza bruma oscura.
Me quedo impresionado viendo como abre camino hacia la mesa donde se encuentra mi portátil. Comienzo a ponerme nervioso, la bruma parece tener vida propia.
—Katy... —llamo en susurro.
Ahora la oscuridad se ha subido a la mesa y rodea a mi portátil. De repente, este se abre y me sobresalto, aterrado.
—¡Katy! —clamo, desesperado.
Ella despierta con pesadez y me observa, aún dormida.
—¿Qué quieres, Filip? —inquiere sin fuerza.
Observo directo a la laptop sin emitir palabra alguna, con mis ojos paralizados.
—¿Filip?
Señalo hacia el portátil. Ella voltea hacia la dirección que indico y se aterra al observar lo mismo que yo: en la pantalla se extendía una especie de portal.
—¿Qué es eso? —pregunta, asustada. Desde mi lugar escucho el latir acelerado de su corazón.
Una mano negra sale de allí, y nos levantamos de la cama de un salto.
Me coloco mi pantalón con rapidez mientras Katy se pone su short y su blusa con sorprendente velocidad.
Ahora una cabeza oscura comienza a salir de la pantalla. Mi reacción es levantar el colchón de la cama y arrebatar una de sus tablas, para cuando lo logro, Katy está arrinconada a la pared y niega con la cabeza. Frente a mí, se halla un ente alto y negro, de ojos color sangre.
Mis piernas flaquidecen, no paro de temblar, mi corazón palpita al millón. Paso saliva y tomo las fuerzas necesarias para correr hasta él y golpearlo con la tabla, pero su forma se dispersa y, en forma de nube, vuela hacia Katy y la empuja contra la pared.
Corro hacia ella, pero han desaparecido. Siento como si me hubieran robado una parte de mi alma, hasta que escucho un grito proveniente de otra habitación.
Voy lo más rápido que puedo. Al llegar, encuentro a Katy contra la pared, el ser oscuro la sujeta del cuello. Ella lucha por respirar.
—¡Ey, déjala en paz!
El ser vuelve a convertirse en oscuridad y me avienta por lo largo de la habitación con sorprendente fuerza mientras en mis oídos retumba la caída de Katy al suelo.
Del otro lado de la habitación, todo es totalmente oscuro. Trato de levantarme, pero dos manos negras me toman por los pies y comienzan a arrastrarme. No logro ver nada. Siento como me rasguñan el rostro y dejo escapar un fuerte grito de dolor.
—¡Filip! —escucho el desgarrador grito de mi novia.
El demonio, furioso, me lanza de vuelta a la habitación donde se encuentra Katy. Ella corre hacia mí y me mira con angustia.
—¿Qué te hizo? —pregunta, inquieta, al detallar las marcas de las garras y la sangre corriendo por mi rostro.
Me quejo del ácido dolor.
—Debemos salir de aquí, ¡ya! —demanda ella, aterrada.
—No hay tiempo... —contesto con dificultad—. Eso nos perseguirá. Es oscuridad, entró en mi portátil y tomó la forma del demonio de una de mis historias. Si acabamos con él, perderá su forma —Observo cómo comienza a formarse de nuevo, esta vez como un ser mucho más alto y aterrador—. ¡Destruye mi portátil, ahora!
Katy corre directo a mi habitación. El demonio comienza a acercárseme lentamente. De reojo, observo hacia mi pieza, Katy toma la tabla y golpea mi laptop una y otra vez. Siento dolor por lo que la mandé a hacer, esa computadora me había costado un ojo de la cara, sin mencionar que en ella tenía guardados muchos escritos importantes, mas dio resultado.
El demonio comienza a deformarse y se propaga nuevamente por la habitación como lo que es: oscuridad.
Katy prende las luces de la casa, y, como si fuera un vampiro, la oscuridad se desintegra por la presencia de luz.
Katy vuelve a mí, preocupada por mi estado. Hasta mi cabello castaño oscuro se encuentra ensangrentado.
—Debo llevarte a un hospital.
—Debo dejar de escribir sobre terror después de esto.
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